Vientos de cambio (parte 2 de 5) confundida

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VIENTOS DE CAMBIOS

(PARTE II)

CONFUNDIDA

La invité a pasar, a ponerse cómoda, preparé un té para mí y ella prefirió un agua mineralizada, la conversación en la que empecé a la defensiva y terminé sorprendida fue más ó menos la siguiente

– Bueno, acá estamos, Zacarías debe estar ya en Brasil, a que debo tu visita?

– Mirá Carla, no quiero andar con rodeos, voy a tratar de ser lo más concisa posible

– Te escucho

– Es evidente que no te simpatizo

– No? no pienses así?

– Esperá, necesito que seamos honestas, porque para mí no es fácil decir lo que tengo que decir, estamos?

– Ok, es cierto, no me simpatizas?

– Y seguro piensas que yo ando tras tu marido correcto?

– Y si? puede ser? además, con el cuerpo que tienes?

– Seguro? y por qué piensas que día a día venimos a tu casa a trabajar?

– Para estar más tiempo juntos?

– Eso crees? Ja! ja! y porque piensas que ahora está en Brasil? No sería lógico que yo estuviera allá también?

– Si? eso me sorprende?

– Pero mujer, y por qué piensas que yo misma lo mandé?

– Porqué es su trabajo, porqué es profesional?

– Pero de verás no te das cuenta?

– De qué? cuenta de qué?

– De que el que corre peligro es el! No te das cuenta como te miro? Como te hablo? A pesar de tu distancia y tu frialdad, no te das cuenta que me gustas desde el día que te conocí en la tienda? no te das cuenta?.

Confundida por sus palabras, no podía creer lo que escuchaba, esa mujer se me estaba declarando! y tras sus palabras trató de avanzarme, de juntar sus labios a los míos, apenas si logré evitarla. Le dije que era una enferma, una sucia lesbiana, que por favor se retirara de mi casa?

Vi unas lágrimas correr por su rostro, intentó pedirme disculpas y me rogó que no hablara del tema con Zacarías, que él era un buen hombre y estaba ajeno a todo.

En adelante muchas cosas cambiarían en mi cabeza, en mi forma de pensar y de verla, naturalmente no comenté nada con mi pareja y las visitas laborales continuaron, con la diferencia que Débora casi ya no me miraba a los ojos, casi no me hablaba y si lo hacía era en un todo sumiso y avergonzado, también cambió mi trato hacia ella, un tanto por pena, un tanto por admiración.

Zacarías obviamente nunca notaría lo que pasaba, era hombre, nunca ven más allá de sus narices. Solamente notó que el trato entre las dos mujeres había cambiado, pero nunca se cuestionó el motivo.

Al tiempo, habíamos limado asperezas y comencé a acercarme más a Débora, solo como amiga, a pesar de saber sus intenciones, fui bajando mi guardia y nos fuimos conociendo, descubrí una gran mujer que mis celos no me permitían conocer, la miré con otros ojos.

Mi hombre se veía gratamente sorprendido por mi cambio de actitud, le gustaba que de vez en cuando fuéramos a correr juntas, que seamos amigas, que las cosas cambiaran, incluso me decía que había mejorado en la cama.

El único problema que me angustiaba era que cuando hacía el amor con él, me sorprendía a mi misma teniendo en mi cerebro relaciones con ella, y esto me molestaba y hacía lo imposible por bloquearlas, que era lo que me pasaba?

Nunca olvidaré ese día, fuimos a correr por la tardecita, ya había caído el sol, como siempre ella se robaba todos las miradas y piropos de los caballeros, hacía demasiado calor y estábamos mus transpiradas, paramos en un bar de poca monta a tomar unos refrescos, sentada una a lado de la otra, riéndonos como buenas amigas, hasta que ya no hubo de que reír, la seriedad invadió nuestros rostros, nuestras miradas se cruzaron y ella volvió a intentarlo como aquella mañana, acercó sus labios a los míos y la dejé hacer, sentí su delicada piel rozando en la mía, la separé exaltada, con la respiración agitada, pero no fue rechazo, le dije:

– Perdoname, acá no puedo, me da demasiada vergüenza, pero me gustó?

– Claro que te comprendo nena, se dé que se trata?.

– Pero dame otra oportunidad, si?

No era consciente de lo que decía, solo sabía que sentía erectos mis pezones y humedecida mi vagina?

Esa noche soñé con ella, y comencé a masturbarme a escondidas pensando en Débora, era un mundo diferente que se abría ante mis ojos?

Al poco tiempo Débora planeó un nuevo viaje para Zacarías, esta vez al interior a trasladar su know how adquirido, pero era solo una excusa para correrlo del medio?

Ya era pleno verano, pasó por casa antes de ir a correr, estaba con un short blanco que traslucía una péquela colaless y un top que parecía explotar, me preguntó si le gustaba como lucía, era perfecta?

Pasó un rato mientras me cambiaba, pero terminaríamos donde sabíamos que íbamos a terminar?

Nos miramos frente a frente, pasó una mano dulcemente por mi cabello, me mantuve un tanto pasiva, se acercó y me dijo:

– Te amo?

Me estremecí, sonaba muy fuerte, sentí sus brazos rodearme, me paré en puntas de pies para llegar a sus labios, por primera vez estaba con alguien de mi mismo sexo, su lengua invadió mi boca, le respondí de la misma forma, sus besos eran suaves, tiernos y delicados, mi respiración se entrecortaba, mis pezones se endurecían y mi concha se mojaba, sus manos recorrieron mi cuerpo, mi espalda, mis glúteos, respondí recorriendo los valles de su cintura y sus glúteos montañosos, colé una mano bajo su pequeño short llegando a su tanguita, la tomé tirando hacia arriba logrando que se metiera bien profundo en su zanja, respondió con un soplido, largando un continuo ?sssssss? provocado por el aire atravesando sus dientes entrecerrados.

Mi ojos se clavaron en sus enormes pechos, ella lo notó y solo levantó su top para desnudarlos, eran perfectos y ante mis ojos se abría un abanico de posibilidades, eran más grandes de lo que pudieran imaginar, esferas perfectas en el lugar adecuado, su piel era blanca en esa zona íntima donde el sol del verano no podía llegar, sus aureolas rosadas eran de gran tamaño y unos pequeños pezones se erizaban como avergonzados?

– Te gustan? Son tuyos?

Solo sonreí nerviosamente, para luego acariciarlos con mis manos, las yemas de mis dedos recorrieron su suavidad, una y otra vez, al fin acerqué la punta de mi lengua a uno tocando apenas un pezón, repetí la maniobra una y otra vez llenándolo de saliva para finalmente acariciarlo hacia arriba y hacia abajo, combinando con círculos mientras mis dedos pellizcaban el del otro pecho.

Comencé a cambiar de derecha a izquierda, uno a otro, me sentía mojarme a mares, mi clítoris hervía y me perdía entre esos pechos maravillosos.

Débora solo me dejaba hacer, acariciando mi cabello y mi espalda, respirando caliente, quebrándose ante mis juegos, su mano derecha trató de colarse bajo mis ropas, la sentí pegada a mi vientre bajando lentamente, centímetro a centímetro, llegando al fin donde nacen mis bellos púbicos?

Esto me hizo saltar en una postura negadora, recobrando la cordura me aparté de su lado?

– Lo siento, lo siento, no puedo?

– Tranquila, que pasa?

– Es que no puedo, no sos vos, me cuesta demasiado, no puedo?

Débora, acomodó sus prendas y lejos de enojarse ó cuestionarme me contuvo como una madre contiene a una hija, no le dio demasiada importancia al tema, le prometí que reflexionaría sobre lo ocurrido, que necesitaba tiempo?

Ella se fue dándome un último beso y volvió a repetirme las palabras mágicas:

– Te amo?

Ya sola en mi intimidad, presa de mis pensamientos, sin saber donde iba ni que quería, como podía ser que estuviera a punto de hacer el amor con otra mujer? Si siempre me dijeron que estaba mal, prohibido, que era de personas enfermas, que pensarían mis padres, mis hermanos, mis amistades, y Zacarías! que le diría a Zacarías! Sería la burla de muchos que sin dudar levantarían su dedo acusador hacia mí, pasaría a formar parte de esa minoría de la cual muchas veces yo misma me burlaba y hasta trataba con desprecio, pero como evitar el pecado? Como seguir diciendo no a algo que quería decir que si, como no probar la fruta prohibida?

Decidí que debía probar de una vez por todas, al menos volver a intentarlo así que por la tarde la llamé a su celular

– Hola Carla, que pasa?

– Hola, estoy un tanto confundida?

– Si amor, no te preocupes?

– Es que yo quisiera otra oportunidad?

– Mmmm? si deseas puedes venir esta noche a casa, cenemos juntas y vemos?

– Me encantaría! Cocinarías lago rico?

– Ja! ja!, no sé si saldrá rico, pero no dudes que pondré todo mi amor? hermosa!

– A las nueve te parece bien?

– Perfecto, te espero entonces?

– Un beso

– Otro para ti, pero entre tus piernas?

No quise hablar mucho más porque me excitaba su voz y más me excitaban las palabras que me decía, así que corté para no seguir con el juego.

Después de bañarme y prepararme bien para ella, eligiendo cuidadosamente que prendas ponerme, quería verme hermosa, aunque hiciera lo que hiciera jamás tendría su estampa.

Tomé un juego de sostén y tanga nueva que tenía reservada para alguna ocasión especial con Zacarías, pobre Zacarías? lo suficiente pequeña para que se perdiera en mi intimidad, una pollera larga a los tobillos, con flores difusas entre azul, celeste y blanco, con un largo tajo, sugerente y provocativo sobre mi pierna derecha, una camisa rasada y los zapatos con tacos más altos que tenía, solo para intentar estar a su altura me acomodé el cabello con un raro peinado y me perfumé lo suficiente como para lucir irresistible.

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dulces.placeres
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