Vi a mi papá serle infiel a mi mamá estando embarazada
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En nuestra vida familiar todo había transcurrido de la mejor manera a lo largo de mis 23 años con mis padres. Soy hija única. Mi madre se llama Isabel y mi padre, Elías. Hay una diferencia de edad un poco marcada entre ambos: mi madre tiene actualmente 39 años y mi padre, 47. Ambos trabajan en distintos trabajos. Entrando de lleno en lo que de verdad llama la atención en estas páginas de relatos, pues tuve la suerte de vivir muy de cerca la vida sexual de mis padres. Me refiero a que pude escuchar muchísimas veces cuando mis padres tenían sexo, ya que vivimos en un apartamento muy pequeño donde prácticamente compartimos habitación: nada más que la cama de mis padres con la mía la divide una pequeña y delgada pared a medio alto.
Y no es que mis padres tengan sexo a diario, pero ya he escuchado varias veces esa escena y la verdad es que me pone mucho. La mayoría de las veces que lo hacían era los sábados pasado de la medianoche para asegurarse de que yo ya estuviera dormida y nunca tuve la oportunidad de verlos porque sería muy obvio y no quería pasar ese momento en el que me descubrieran viéndolos, así que me conformé con escucharlos. Escuchar a mi padre sí que era todo un placer, porque se notaba que a él le gusta mucho tener sexo; es un hombre sediento de placer sexual. En cambio, mi madre es más tranquila y reservada para esos momentos; es calmada y no le gusta montar escenas pornográficas.
Creo que ese fue un aspecto que también llevó a mi padre a cometer su acción, ya que se escuchaba que mi padre quería o necesitaba tener sexo a un ritmo rápido y lo que yo lograba escuchar de mi madre es que ella le decía que le diera suavemente porque la tenía muy grande y a veces la lastimaba. ¡Uf! Me dejó así súper caliente, y aclaro que no es que yo desee sexualmente a mi papá, es que me prenden las escenas sexuales y mi imaginación vuela.
Volviendo a lo sucedido, escuchaba que mi padre quería dar duro o que quería que mi madre se la chupara completa, pero ella no podía, pues al final mi madre lo terminaba masturbando para que mi padre lograra eyacular. También escuché que mi padre sacaba buenas cantidades de semen porque a mi madre no le gustaba que manchara todo, ja, ja. Eso es lo que alcanzaba a escuchar.
Pasaron los años y yo seguía viviendo esas escenas. Como les decía, yo era hija única, ya me habían preguntado si quería un hermano y les decía que sí, quizá, pero no fue hasta los 23 cuando me dieron la sorpresa de que mi madre estaba embarazada y que nuestra familia iba a crecer. Me alegré mucho y todo fue muy bien recibido. Así empezaron los meses de embarazo de mi madre: pasó el primer, segundo y tercer mes, y dejaron de tener relaciones sexuales. Ya llevaban tres meses sin sexo y, obviamente, por el embarazo de mi madre, sabemos que se puede tener sexo durante el embarazo con precaución, pero mi madre se cerró completamente a esa posibilidad. Al llegar casi al cuarto mes, una noche escuché que mi padre le decía a mi madre que ya eran varios días sin tener relaciones y que él no había pasado tanto tiempo sin tener sexo.
Así quedó la conversación y todo quedó en nada. Pasaron los días y volví a quedarme despierta haciéndome la dormida varias noches para escuchar si surgía algo y, nuevamente, mi padre le decía que él necesitaba tener sexo. Intentaba calentar a mi mamá, pero ella no cedía y ni siquiera quería tocar a mi papá. Escuchaba que mi padre le decía que estaba muy urgido y que necesitaba saciarse sexualmente; necesitaba meter su pene en la vagina de mi madre porque sentía que le explotaba de lo cargado que estaba de esperma. ¡Uf! Escuchar eso me excitó, pero mi madre no accedía a ayudarlo a saciar sus ganas.
Así transcurrieron los días hasta que un día mi padre dejó su móvil en la cama y se fue a bañar. De repente, entraron unos mensajes; yo estaba cerca y alcancé a leer que eran de una mujer llamada Karla. Lo que me llamó la atención y me puso a pensar es que alcancé a leer que ella le escribió: «Dame lo que te pido y lo hago con gusto».
Así quedó, pero no pude abrir la conversación hasta el día siguiente, cuando mi padre dejó su teléfono ahí, ya que es un poco distraído. Logré cogerlo y entrar a leer ese chat que estaba archivado. Mis padres no son nada tecnológicos, y menos mi madre, a ella no le llama la atención nada de eso. Lo que me sorprendió fue leer la conversación con esa mujer, resulta que es una compañera de mi padre del trabajo, pero leí que mi padre le estaba pidiendo tener sexo y que ambos se expresaban que se llevaban ganas, pero Karla no es para nada tonta, porque le pedía un móvil nuevo a cambio de tener sexo con mi padre.
Alcance a leer hasta donde mi padre accedió a comprárselo porque literalmente le estaba suplicando a la tipa que tuviera sexo con él porque estaba muy necesitado y urgido. Rápidamente localicé a la chica en redes sociales y me llevé una tremenda sorpresa: es una mujer de 35 años, pero tiene un cuerpo muy atractivo. Esa mujer tiene unos pechos tan grandes que seguramente es lo que le estaban haciendo agua la boca a mi padre. Tiene buenas nalgas y es verdad que es muy atractiva y provocativa, porque le gusta enseñar sus tremendos atributos. Es una mujer chichona.
En ese momento, mi nivel de excitación estaba por las nubes, imaginándome un sinfín de realidades posibles y morbosas, y decidí escribirle. Dejé pasar unos días y le escribí:
—Hola, mucho gusto, me llamo tal y tal, y mi papá es Elías. No me contestó y seguí insistiendo, pero me bloqueó los mensajes. Fui a un número telefónico público y llamé. Ella me contestó y le volví a explicar quién era yo. Nada más me contestó: «¿Qué quieres?». No quiero meterme en problemas.
Yo le respondí: «No busco reclamarte nada, solo quería hablar contigo, ya que vi que hablabais mucho». Le dije varias cosas más…
Total, me desbloqueó y empezamos a hablar. Fui directo al grano y le dije que había visto sus conversaciones y lo que ambos querían hacer. La tipa, muy tranquila y descarada, me contestó:
—¡Sí! Le llevo ganas a tu papá y él a cambio me va a dar una recompensa (el teléfono).
Yo le dije que por mí no había ningún problema, ya que no iba a comentar nada a nadie. Y es que esa tipa era muy sinvergüenza y descarada, porque no le importaba que se metiera con un hombre casado. Pero mi objetivo era convencer a esa mujer para que me contara cómo fue el encuentro sexual entre ellos dos, o tal vez me enseñara algunas fotos o vídeos. Se lo expresé y me contestó:
—Claro, puedes ser espectadora. Yo le contesté: ¿Cómo?
Ella me dijo: «Tu papi y yo quedamos en reunirnos el sábado por la noche en mi casa. Ven antes que él y te escondo en mi habitación.
Al leer eso, me puse muy nerviosa y hasta me dieron escalofríos, pero dentro de mí sentí la rica sensación de morbo y le respondí:
—Claro, yo llego antes que él.
Ella me mandó su ubicación y quedamos para esa noche. Faltaba como una semana para el encuentro y yo notaba a mi papá muy desesperado porque ya eran casi 6 meses sin tener relaciones con mi mamá. Se le iba a cumplir su sueño, ya que mi mamá no destaca físicamente; es muy normal, es bastante plana, se parece mucho a mí, ya que también soy así.
Pasaron los días y, un par de noches antes, mi mamá intentó masturbar a mi papá porque sospechaba y le parecía extraño que mi papá dejara de insistir en su calentura sexual. Eso preocupaba bastante a mi mamá y yo escuchaba que esa noche lo intentó, pero no logró que mi papá llegara.
El sábado (día del encuentro) mi papá le dijo a mi mamá que iba a salir tarde del trabajo y luego iría a ver un partido de fútbol. Se fue temprano, pero antes de irse se bañó y, mientras se duchaba, vi que mi mamá entró en el baño con él. De pronto, me fui sigilosamente a ver qué pasaba porque la puerta tiene unas partes por donde se puede ver hacia dentro, ya que es algo vieja. Me puse silenciosamente a espiar y vi que mi mamá estaba dentro de la ducha masturbando a mi papá. ¡Esa era la primera vez que veía el pene de mi papá! Tremendo aparatote reproductor que se carga mi padre.
Mi madre lo estaba masturbando a dos manos; él estaba muy duro, el pene lo tenía enorme y erecto, tan erecto que parecía que iba a reventar. ¡Qué pene más grande! Lo veía mientras intentaba masturbarlo y hacer que acabara. Ella estaba un poco molesta y le decía: «De la casa no te vas sin que saques toda la leche que tienes acumulada». Mi padre se hacía el fuerte, pero no acababa; mi madre, con su barriga, estaba ya cansada de masturbarlo y no lograba que él acabara.
Luego se fue a trabajar y le dije a mi madre que me iría a dormir a casa de una amiga. Mi madre me dijo que estaba bien porque ya éramos amigas de muchos años y solía irme a dormir con ella de vez en cuando.
Todo era mentira, porque al mediodía salí de mi casa y me dirigí a casa de esa tipa, Karla. Llegué a su casa, me recibió, me dio de comer y se portó muy amable, pero se notaba que era una chica tremenda. Hablamos un buen rato y le parecía extraña mi decisión de verlos, pero, en fin, me pidió que no hubieran problemas y que yo fuera cuidadosa. Le di mi palabra y continuamos. Llegó la hora y mi padre le llamó para decirle que ya se aproximaba. Eran casi las 7 de la tarde y me llevó a su habitación. Me mostró que tenía una pequeña ventana enfrente de su cama con ese tipo de vidrio que se ve de un lado, pero del otro no se ve.
Al otro lado había un pequeño armario donde nadie entraba porque lo usaba de bodega. Total, que ahí me metió y quedé enfrente de su cama, con vista de toda la habitación. Solo colocamos unos peluches alrededor de la ventana para esconderla un poco y la dejamos entreabierta. Estuve allí esperando alrededor de unos 45 minutos, cuando vi que Karla entró en la habitación, sacó ropa de su armario y entró en el baño. Uf, cuando salió del baño llevaba puesto un vestido muy corto y con un escote bastante pronunciado por el que se veían esos grandes pechos que estaban a punto de salirse del sujetador que llevaba puesto. El vestido le levantaba divinamente las nalgas, pero lo que más destacaba era ese par de enormes pechos que guardaba dentro de él.
Salió de la habitación y entró de la mano con mi papá. ¡Qué morbo y qué nervios recorrieron todo mi cuerpo! Se me vino a la mente la imagen del gran pene de mi papá, ya se le notaba muy firme dentro de su pantalón.
Ambos estaban muy necesitados y se empezaron a besar descaradamente. Los besos sonaban como grandes succiones el uno del otro. Karla bajó la mano y empezó a frotar el enorme pene de mi padre mientras seguían besándose. Mi papá le agarraba las nalgas con ambas manos mientras seguían besándose. Karla decidió desabrocharle el pantalón y se lo bajó de un tirón. Inmediatamente saltó aquel enorme pene, bien erecto, venoso y súper duro, y se le vio la cara de asombro a Karla; seguramente ella no se esperaba tal tamaño.
El pene de mi papá parecía un corazón palpitante, estaba muy duro y excitado. Se siguieron besando mientras Karla le agarraba fuerte la cabeza del pene. Mi papá ya no le agarró las nalgas, sino que levantó una pierna de Karla y le metió los dedos en la vagina. Ella empezó a gemir como loca. Ambos se estaban dando tremendos besos: Karla, agarrándole durísimo el pene a mi papá, y mi papá, jugándole los dedos dentro de la vagina. Ambos gimiendo entre beso y beso. Uffff, eso era una escena deliciosa. Yo empezaba a mojarme y excitarme mucho.
Mi papá no aguantó ni un segundo más y se metió de golpe toda la cara entre esos dos pechos enormes y empezó a lamerlos como un perro. Uffff, Karla le apretaba fuerte la cabeza de mi papá contra sus enormes pechos y mi papá comía y comía ese par de tetonas que aún se mantenían dentro del sujetador y el vestido ya desarreglado. Luego de un tirón, mi papá le bajó el vestido y se lo quitó por completo. Ella quedó divina solamente con los calzones y el brasier. Era un conjunto negro de encaje que dejaba ver sus grandes atributos. Mi papá solo le faltaba quitarse la camisa, se la quitó y quedó completamente desnudo frente a su amante, con el pene erecto.
Karla se inclina frente a él y le empieza a mamar el tremendo aparato reproductor que se carga. Eran unas mamadas tremendas, casi aguantaba tragarme todo el pene de mi papá, y lo hacía muy rápido. El pene chorreaba de su saliva y mi papá estaba muy excitado. Se notaba en su cara el placer que sentía y estaba saciando sus urgencias sexuales de la mejor manera posible: con una mujer buenorra. Ambos se decían cosas sucias: Karla le decía que ese pene era solo suyo y que ya tenía nueva dueña, y mi papá le decía: —Chúpalo todo, trágatelo, bésalo—, y Karla le hacía caso: le daba unos besos a ese tremendo pene, tronaban los besos y mi papá gemía y lo disfrutaba.
Pasaron unos 20 minutos y Karla seguía con el pene en la boca cuando mi papá la cargó y la llevó a acostarse a la cama. Él le bajó el precioso calzón y se sentó en el borde de la cama. Sin dudarlo, se sumergió a lamerle la vagina como loco. Yo estaba muy excitada y ya estaba bastante mojada. Veía cómo mi papá le comía la vagina a otra mujer que no era su esposa.
Karla gemía muy fuerte mientras se retorcía en la cama y agarraba con fuerza las sábanas, que ya estaban desordenadas. Pasaron unos 20 minutos y, de repente, Karla se resistió y se puso en pie, alocada. Tomó a mi padre de los hombros y, con fuerza, lo sentó en el borde de la cama. Su pene estaba muy duro. Ella se volvió a sentar frente a él, pero esta vez se puso a jugar con el pene de mi padre y se lo metió entre medio de sus tetas grandes y empezó a masturbarlo. Mi padre pujaba de lo rico que estaba viviendo. Ella dejaba caerle saliva para que lubricara mejor. Uf, ahí empecé a tocarme porque lo que estaba viendo me puso temblorosa.
Eran un dúo perfecto: ese par de pechos enormes y ese pene tan grande en medio haciéndole una deliciosa paja rusa. Mi papá le agarraba los pechos y los frotaba hasta que se salieron del sujetador que aún llevaba puesto. Se lo quitó y lo tiró al suelo, quedando ella totalmente desnuda. Sabía que yo estaba detrás de la ventana y se volvía para mirar con cara de pícara excitación. Luego mi papá se acostó y ella se montó encima, y él empezó a darle una buena mamada. El pene lo tenía muy cerca de entrar en la vagina de ella mientras le daba una buena mamada; esos pechos brillaban por lo llenos de saliva que mi papá los había dejado.
Volvieron a tumbarse en la cama y mi papá se recostó con la cabeza casi colgando del borde de la cama. Karla se puso de pie, se sentó sin dudarlo en la cara de mi padre y empezó a mover las nalgas delante de su cara. Mi padre la agarraba de los pechos mientras ella se movía como una loca sentada en su cara. Mi papá pataleaba por el momento que estaba viviendo. Ella se dio la vuelta y comenzaron a hacer el famoso 69. Mi papá quedó frente a esas nalgas que se había comido como si no hubiera un mañana, y ella mamándole la verga de lo más hermoso.
Su pene estaba al máximo, a punto de estallar; ya le explotaba, cuando, desesperada, Karla comenzó a decir con su cara de excitación:
—¡Ya basta, Elías! ¡Métemelo ya! ¡Méteme tu pene ya! ¡Ya no aguanto más, necesito que me penetres duro!
Mi papá se levantó, se dirigió a su pantalón, sacó los condones y se colocó uno. Regresó de inmediato y con paso apresurado a la cama, la puso en cuatro y se la metió toda. Mi papá gritaba; eran entre gritos y pujidos de hombre lo que hacía. Karla gemía y le decía suciedades. Mi papá la bombeaba durísimo y rápido. Era lo que él quería: que una mujer le aguantara el ritmo rápido y que aguantara que se la dejara ir toda.
Ambos sudaban por lo calientes que estaban; mi papá, que llevaba muchísimo tiempo sin tener relaciones, estaba sacando todas sus ganas con aquella tremenda mujer. La nalgueaba mientras la seguía penetrando duro. Luego le dio la vuelta a Karla, la acostó, le abrió las piernas y mi padre se dejó caer encima de ella con todo el pene dentro de su vagina. Seguían cogiendo: Karla le abrió las piernas, mi padre se la puso en los hombros y le dio con más fuerza y velocidad. Las tetas de ella se movían de un lado a otro, mi papá sudaba a chorros, le lamía y besaba los pechos mientras él pene entraba y salía de ella.
Ya habían durado cuando se levantaron y mi papá se volvió a acostar. Uf, ese pene ya no daba para más; en cualquier momento se explotaba en semen, pero aún faltaba más. Karla se subió encima de mi padre y lo empezó a cabalgar con mucha fuerza. Esa mujer saltaba encima de la verga de mi padre, saltaba y ambos pujaban y gemían hasta que llegaron a un punto tan elevado de excitación que me imagino que perdieron la noción de las cosas y del tiempo, porque vino Karla y tomó a mi padre con una mano fuerte por el cuello y con la otra le quitó el condón, y siguió cabalgando duro y rápido.
Ese pene tan grande entraba y salía de la vagina de esa mujer lleno de sus jugos. Mientras le cabalgaba tan duro, mi papá le lamía los pechos y los agarraba con ambas manos hasta que ya no pudo más y eyaculó dentro de ella. La vagina de ella estaba blanca y el pene de mi papá chorreaba semen; ni hablemos de la cama, que estaba cubierta de leche. En ese momento me asusté mucho, pensé: «¡Mi papá qué ha hecho!».
Ya vino a embarazar a otra. Seguía gimiendo, no sé qué sentía, pero se quejaba de una manera placentera mientras le seguía mamando los pechos. Karla le decía: «¡Me has llenado, Elías! ¡Me has llenado! ¡Me vas a dejar panzona!». Mientras lo abrazaba. El pene de mi papá seguía en pie y palpitante, y Karla se lo empezó a lamer y mamar. Mi papá la levantó, se la puso encima y se la folló de nuevo hasta que Karla acabó a chorros encima de mi papá. ¡Qué escena más pornográfica estaba viviendo en ese momento! Karla gritaba al correrse.
Los dos estaban mojados de sudor, saliva, semen y flujos de ambos. Mi papá la acostó otra vez y la penetró rápido y duro mientras le lamió las tetas. Tenía las piernas muy abiertas cuando mi papá la llenó otra vez de leche. Karla ya no decía nada más que: «¡Me llenaste, Elías! ¡Me llenaste! ¡Me vas a dejar panzona!». ¡Me has llenado tan rico! ¡Vas a ser papá dos veces!
Ambos cayeron rendidos, pero Karla quería venganza porque mi padre la había agarrado con fuerza. Ella fue hasta su armario, sacó una cuerda, le ató las manos a la cabecera de la cama y los pies a la parte de enfrente, como en una escena masoquista. Mi padre ya tenía el pene saciado y se le había bajado un poco el impulso sexual después de semejante sacudida de semen, pero Karla lo empezó a masturbar dándole patadas en el pene y los testículos. Se lo chupaba hasta que se la puso otra vez, pero se notaba que ya era sufrimiento para mi papá.
Pero ella seguía empoderada y masoquista: se ponía las tetas en la cara y las nalgas también, le pegaba en el pene, lo masturbaba duro. Él pene ya lo tenía irritado, pero súper duro de nuevo. Lo masturbó muy rápido con ambas manos.
Mi papá se retorcía, no sé si de dolor, placer o ambos. Pero yo, en ese momento, quería parar lo que le estaba haciendo porque se veía muy duro. ¡Pero ella gritaba y le pedía a gritos leche! Le decía que lo quería deslechar y dejar seco hasta que lo logró. Le sacó el último poco de semen y se quedó tranquila.
Ambos se empezaron a calmar. Mi papá se fue a bañar y luego ella, pero yo me quedé pensativa porque le había acabado dentro y se veía cómo burbujeaba el poco semen que aún salía de su vagina. Luego hablaron un rato y, cuando mi papá se cambió, se despidieron.
Tengo fotos de Karla que tomé de su perfil. Si quieren verlas, escríbanme al correo: Caro7Marq(a)outlook(.)com
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