Una sesión increíble con Carlos
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Carlos, 38 años, divorciado y sin hijos, quien me iba a decir que con ese hombre tan apuesto que conocí por Internet yo cumpliría sus fantasías sexuales y sería su sumisa en una sesión increíble. Antes de seguir me describiré. Me llamo Rossana, tengo 22 años, llevo el pelo de color negro azabache, ondulado pero no rizado, siempre suelto, y largo, a algo mas de media espalda. Mido 1.62 cm y no me considero ni delgada ni gordita con mis 52 kg. Uso una talla 95 copa c de sujetador y una talla 38 de pantalón y si quieres saber como es mi culito, pues estoy orgullosa de el, de algo me tendrían que servir mis sesiones de aeróbic y step. Ah, y me he hecho un pequeño tatoo de un escorpión en mi nalga derecha.
Hoy por fin me quedo contigo, eres aun más guapo en persona, pareces un Dios griego, y por como se te marca el paquete veo que yo también te he gustado a ti, y después de tomar un café me has llevado a tu casa. Al llegar, me enseñas una habitación con una cama grandísima, del tipo victoriano, con cabecero de hierro, nunca pensé ver una cama así.
Me vendas los ojos y me dices que me desnude, mientras te sientas en un sillón mirándome. Dejo caer mi falda, me quito el top y el sujetador, y te enseño mis pezones; los tengo duros, mmm, como me gustaría que los tuvieras en tu boca, que los saborearas como si fueras un niño que mama de ellos. Me quedo solo con el tanga y me doy la vuelta, dándote la espalda, y me lo bajo despacito, agachándome hacia delante y mostrándote todo mi culito y mi coño, separando las piernas para que los veas bien. Pones las manos en mi cadera y me diriges a la cama.
Mientras me mirabas te has desnudado, y me rozas con tu polla entre las nalgas para que la sienta. Tienes la polla dura, muy dura, mirando al techo. Me subes a la cama a cuatro patas y haces que me tumbe boca abajo, con un pequeño cojín bajo mi vientre. Separas mis brazos y llevas mis manos al cabecero de la cama, esposando mis muñecas a el. Pasas tus manos por mi cuerpo, recorriendo mi espalda, mis caderas, mi culito, el interior de mis muslos, mis piernas, hasta llegar a mis tobillos. Me agarras de ellos y separas mis piernas, para atar mis tobillos esta vez con cuerdas y haciendo un doble nudo, un tobillo a cada lado de la cama, dejándome totalmente abierta, mis brazos y mis piernas en cruz, y mi culito ligeramente elevado. Pasas un dedo por mi coñito, sin penetrar en mi interior, solo acariciando mi botoncito y mis labios, y me sorprendo a mi misma gimiendo de placer y eso te la pone mas y más dura. Metes dos dedos en mi boca y ávidamente los chupo.
Empiezas a masturbarme, lentamente, suavemente, notando como me mojo, y al mismo tiempo me rozas con tu polla, para que la sienta. Lames mi nuca, sabes que eso me vuelve loca, y aprovechando mi excitación pasas una mordaza de bola por mi boca, apretándola tras mi cabeza con dos correas. Estoy tan excitada que no me he dado cuenta hasta que la tengo puesta. Vuelves a masturbarme sin dejar de lamerme, mi nuca, mi cuello, mis orejas, donde metes tu lengua y me susurras:
“Te voy a follar hasta que pierdas el sentido”.
Bajas con tu lengua por mi espalda, y sigues bajando, hasta llegar donde empieza mi culito y te arrodillas al pie de la cama, frente a mi culo y mi coño abiertos para ti. Te acercas a el y soplas muy cerca, y notas como me estremezco. Lo abres un poco y deslizas tu lengua dentro, mientras tus dedos hacen círculos alrededor de mi culito, cada vez más pequeños, hasta que con el índice comienzas a presionar mi ano, y salvado el primer obstáculo metes el dedo en mi interior. Atrapas mi clítoris con tus dientes y tiras de el. Lo chupas, lo succionas, pero no quieres que me corra aun, por eso lo dejas y con tu lengua recorres mi coñito, lamiéndolo entero. Sigues luego por mi culito y llegas a mi ano.
Sacas el dedo y pasas la punta de la lengua por mi agujero, lamiéndolo por fuera, dejando que poco a poco se abra y te deje penetrarme con tu lengua. Subes encima de la cama y dejas que tu polla dura palpite entre mis piernas y después abrigada entre mis nalgas. Avanzas por mi cuerpo y acercas tu polla a mi cara, y quitándome la venda de los ojos y la mordaza penetras mi boca para que la ensalive. Cuando esta bien mojada, me pones de nuevo la mordaza, más apretada si cabe que la primera vez, y veo como sacas una media de un cajón. Me la pasas por la cabeza, cubriéndome hasta el cuello, para acercarte después a mi oreja y decirme:
“Tengo unas ganas terribles de reventarte el trasero. Voy a abrirte el culo como nadie lo ha hecho”.
Te pones de nuevo detrás de mi, mientras dos dedos penetran mi culito rompiendo su resistencia, terminando de abrirlo. Una vez detrás, separas mis nalgas, y pones tu polla en mi culito dejando que poco a poco resbale entre ellas hasta que tu glande tropieza con mi ano. Siento pánico y trato de cerrar las piernas pero ya es muy tarde, desde el momento en que me ataste soy tuya, mi cuerpo te pertenece, pero aún así quieres vencerme totalmente, así que con tus dedos buscas mi clítoris y lo pellizcas. Aprovechas ese momento de sorpresa para presionar mi entrada más secreta y logras introducir el glande en mi culito.
Nunca pensé que me dolería tanto, y trato de hacerte oír mis gemidos de dolor, pero son tantas las ganas que tienes de sodomizarme que sigues empujando, haciendo caso omiso de mis suplicas. Cuando ya esta casi toda dentro, das un empujón brusco para que entre del todo. Trato de abrir más mi boca y mi nariz para conseguir más aire, tanto me duele que me parece que no puedo respirar, pero la mordaza y la media me lo impiden. Bajo tus 85 kg, trato de mover el culo para que tu polla se acople a el y pase este tormento.
“Tu culo es una delicia”, me susurras, y empujas más aún.
Noto como aumenta de tamaño. Se que son 23 cm, varias veces me lo has dicho y te he imaginado penetrándome, pero ahora es cuando la tengo toda dentro, y casi la noto en mi estomago. Aprietas mi cabeza contra la almohada, y sacas y metes tu polla como un poseso, acelerando el bombeo. Me tiras del pelo para que levante la cabeza y me dices al oído:
“Como me pone verte así de putita. A partir de ahora serás mi perrita”.
Me coges con las dos manos del cuello y tiras hacia ti. Golpeas mis nalgas con tus huevos, y haces que me apriete a tu polla cogiéndome de los pechos.
“Sólo tengo mis huevos fuera, el resto está en tu culo de putita. Eres mi muñeca”, me dices.
Metes tres dedos en mi coño y con la otra mano me agarras del pelo mientras te corres, tu leche caliente y espesa baña mi intestino. Sacas la polla aun dura y la dejas entre mis nalgas, rozando mi agujero, exprimiéndola con mis cachetes al más puro estilo de una cubana, para no dejar ni una gota.
“Desde ahora tu culito es mío y gozaré de el cuando quiera”, me dices mientras apoyas todo tu cuerpo sobre mi espalda.
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