Una mujer que sabe gozar

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Mi nombre es Juan, ya les envíe un primer relato “primera vez con ella”, por razones obvias, no puedo revelar nombres pero les contaré que hemos seguido viéndonos ocasionalmente y en cada ocasión disfrutamos sin medida los placeres del sexo, en esta ocasión llegué primero a la habitación del hostal y esperaba impaciente su llegada.

Después de 10 minutos, llegó, estaba hermosa, una minifalda negra con vuelo, resaltaba sus bien torneadas piernas y su prominente trasero, estaba obsesionado por ese culo y estaba decidido a volver a comérmelo, su vestimenta la completaban una blusa blanca y una casaca de cuero negro.

“Hola” me dijo, “Esperasteis mucho?”.

“No”, le respondí, “Solo unos minutos pero valió la pena”.

Empezamos a besarnos muy suavemente, ella abrió los labios permitiéndome meter mi lengua lo más profundo que pude, mientras nos besábamos continuamos acariciándonos, sus pezones estaban durísimos a punto de reventar al igual que mi verga (parecía magia, apenas empezábamos a manosearnos nos excitábamos sobre manera). Continúe besándola, bajando muy suavemente por su cuello, ella gimió sabiendo lo que se venía, mientras, iba sacando primero la casaca arrojándola hacia un costado, luego empecé a desabotonar, uno por uno los botones de la blusa, la cual fue a dar al suelo junto con la casaca, mientras tanto baje el cierre de la falda y el broche de la misma dejando que cayera allí mismo en el suelo.

Ya la tenía en interiores, era un conjunto de tanga y brassier negro de encaje, el mismo que resaltaba la turgencia de sus senos y la redondez de sus nalgas, estaba mas que deseable, presioné suavemente el botón delantero del brassier saltando inmediatamente como desafiantes esos deliciosos pechos, no pude detenerme más y bajé a lamerlos, mordisquearlos y mamarlos, estaban deliciosos, mientras saboreaba esos duros pezones ella me desvestía, dejando mi ropa junto con la suya. Bajé una mano hasta su sexo y estaba mojada, esto pasaba siempre que estábamos juntos, se lubricaba inmediatamente esperando la penetración, estaba ansiosa. Ella me detuvo, me dijo “En la cama estaremos más cómodos”, nos acostamos ella empezó a besarme, esta vez ella empezó a bajar por mi cuello, luego mis tetillas, me dio un pequeño mordisco y continuo bajando, de un momento a otro se metió mi pene a su boca, me dio una sola mamada y lo sacó, me dejó con la ansiedad de algo que nos gusta y que nos dan muy poco, continuó besándome el pecho, rascándome con la uña el otro pezón mientras me mamaba uno, no volvió a darme otra mamada a la verga, me estaba haciendo sufrir, ansiar que me lo vuelva a comer, sabía que eso me volvía loco.

Después de unos minutos y cuando juzgó que mi mente estaba alucinando, volvió a bajar muy lentamente, haciéndose desear hasta que llegó a la verga y empezó primero a darle unos pequeños besos, muy despacio, excitándome cada vez más, hasta que se la metió de un solo bocado y empezó una gran mamada, la hizo como nunca antes lo había hecho, con dedicación, con gusto, en dos ocasiones tuve que detenerla de lo contrario me hubiese venido inmediatamente. Continuó dándome este tratamiento por espacio de 5 minutos, estaba a punto de reventar, hasta que se compadeció de mí y me dijo:

“Ahora la quiero adentro”.

Le respondí “Es toda tuya”

“Espero que sea así y que me resista por que estoy muy excitada” dijo ella.

Era un desafió, me estaba provocando, sabía que era ardiente, me lo había demostrado la vez anterior y en mi interior deseaba tener la fuerza suficiente para satisfacerla. Se colocó a ahorcadas sobre mi, posicionó su coño sobre mi verga tiesa y poco a poco fue bajando hasta tocar con ella, estaba súper lubricada así que apenas tuvo que hacer presión para que se le hundiera toda, comenzó con una cabalgada infernal, ella saltaba sobre mi miembro “al ristre”, gritaba, se contorsionaba disfrutaba de cada penetración, literalmente me estaba follando.

Después de varios minutos tuvo su primer orgasmo y lo grito con placer, continúo “botando”, yo sentía que me venía y ella me gritaba que aguante que quería un segundo orgasmo y que nos viniéramos juntos. No pude resistir y la llené con mi néctar del amor, explotando dentro de su coño, ella se desesperó y gritó “no, aun no, espera un poco” pero ya era demasiado tarde, de un salto retrocedió y se metió toda mi verga en su boca y empezó a mamarla, en un intento de que esta recupere su dureza, era doloroso lo que sentía, (después de una venida la verga se queda sensible) pero poco a poco, esta fue recobrando su tamaño y grosor, me parecía mentira pero nuevamente estaba dura a más no poder, su rostro cambió de expresión, me miro con cara de golosa, como feliz de su éxito.

Nuevamente se montó y empezó a cabalgar, gemía, lloraba, disfrutaba gritaba frases cachondas, estaba muy excitada, en cuanto a mi, esta vez (después de la primera venida) este orgasmo me iba a durar más pero su follada estaba haciendo mella en mi, después de 15 minutos estaba listo para una segunda venida, tan abundante como la primera.

“Cambiemos de pose, quiero hacerte un regalito como la vez pasada, se que te va a encantar” me dijo.

Se colocó en 4 patas, era más de lo que esperaba, su delicioso trasero ofrecido y en esa posición, estaba súper excitado, fui colocándome tras de ella para intentar penetrar ese delicioso ano cundo me dijo:

“Espera, esta vez va a ser a mi manera”.

“Esta bien” le dije, esperando una nueva sorpresa, que se le había ocurrido a este demonio de mujer?.

Me pidió que le lubricara el ano con nuestros jugos y empecé a acariciarle y meterle uno por uno los dedos, hasta que me dijo:

“Ya esta bien, ahora meteme la verga adelante y sigue paso a paso lo que te voy indicando”.

De un solo viaje se la metió todita haciendo chocar mis bolas contra sus nalgas.

“Ahora muévete papito”.

Empecé un mete saca velóz, la estuve bombeando por espacio de 10 minutos, que delicioso vaivén, de pronto me dijo:

“Cuando estés a punto de venirte me avisas”.

Ya no entendía lo que se proponía pero no me importaba estaba delicioso. De repente sentí que ya no podía aguantar más y se lo hice saber…

“Me vengoooooooo” grité.

Velóz como un rayo retiró el pene de su coño y se lo colocó en la entrada del ano y gritó “empuja”, de un solo viaje lo tenía todo adentro al tiempo que explotábamos en un orgasmo increíble, cinco veces disparó mi pene los borbotones de leche mientras su esfínter me apretaba exprimiéndome hasta la última gota, fue realmente delicioso. Quedamos dormidos por espacio de 1/2 hora antes que pudiéramos reaccionar después de este polvo prodigioso, luego nos bañamos y nos retiramos felices de haber disfrutado al límite.

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