Una mamada (gay)

La última fue este verano en la playa gay. Quedé con un chico de una aplicación para que se pasara por allí. Al rato, acudió en un coche rojo al sitio que le recomendé: hay matorrales para ocultarse y tener sexo.

Enseguida se metió dentro delante de mí. Cuando entré, ya estaba con el pene fuera meneándosela. Tenía un tamaño importante de pene con prepucio, que se separaba al masturbarse enseñándome su cabeza.

Era un chico de unos treinta y tantos. No tardé ni un minuto en poner mis rodillas en la hierba y empezar a mamármela. Llenaba toda la cavidad bucal de carne bien hermosa, caliente y con sabor a hombre.

Me agarró de la cabeza y me hizo tragarme toda su polla en un mete y saca delicioso mientras yo me masturbaba con ese macho en la boca. Me sugirió si quería sexo anal, pero le respondí negativamente. Me estaba deleitando con ese trozo en la garganta profunda…

Lo único negativo que le pondría a esa relación es que duró poco. A los tres minutos ya estaba eyaculando todo el esperma dentro de mi boca con grandes espasmos de sus genitales, pero yo quería gozármelo todo, hasta la última gota de sus pelotas, y no la saqué hasta que él hizo un ademán de querer irse, ya con el pene semi-flácido…

Mi boca explotaba en un semen dulzón y delicioso. Al fin me levanté y escupí un charco enorme, blanco y espeso, de leche de hombre. Fue corto, pero intenso, y un gran semental. Repetiría, sin duda, mamada e incluso enculada.