Una leccion que mi novia disfrutó
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Con el paso del tiempo, me había convertido en todo un vicioso. Me gustaba el sexo fuerte, con palabras como «perra» o «cerda», y por supuesto, el sexo anal. Además soy bastante bien dotado: tengo unos 21 cm y mi polla es bastante grande.
Me hice de varias amigas: una de ellas era bastante atractiva, tenía unas tetas grandes y bien puestas, era rubia con el cabello largo y liso, y tenía una actitud acorde con su atractivo: una cintura delgada, un culito firme y unas piernas bien contorneadas. Lo más que me había dado siendo novios era un beso, y ni siquiera apasionado. Cuando trataba de llegar a más, sentía que no lo deseaba y llegué a pensar que ella solo estaba conmigo por interés. Así fue pasando algo más de dos meses, hasta que decidí darle un ultimátum: o teníamos relaciones sexuales o dejábamos de ser novios. Para mi sorpresa, para ella esa era la opción: seguir así o separarnos. Eso me llevó a la conclusión de que ya había sospechado. Pensando solo en dejarla, decidí darle una lección. Como ya conocía el mundo de la prostitución, me dediqué a contactar con unas conocidas y a solicitar a tres hombres con grandes pollas y dispuestos a follarse a mi novia. Claro, pensaba que todo era una actuación.
Ya teniendo a los candidatos y habiéndolos examinado por mi cuenta, casi me arrepiento, porque dos de ellos, a pesar de no tener el pene erecto, me sorprendieron por su gran grosor, casi el doble que el mío y con las venas muy marcadas. Pero el tercero era una bestia: medía 26 cm y era muy grueso. Temí que le gustara mas, pero, en fin, mi orgullo estaba herido y quería venganza. El día en cuestión le pedí a mi novia que me esperara en las afueras de un centro comercial, justo antes de que este cerrara, pero fuera de lo habitual, en un área comercial no tan transitada como de costumbre. Debo confesar que, en cierto sentido, la muy perra me utilizaba como chófer solo para buscarla y llevarla de compras sin siquiera invitarme. Pensar en esto me excita y me hace recordar aquella noche y lo ocurrido.
Cuando ella llegó, el área ya estaba bastante desolada y se había pasado la hora en la que habíamos acordado encontrarnos, mi novia estaba completamente sorprendida; pero note una mirada complice.
Ella llevaba una blusa ceñida al cuerpo que hacía resaltar sus enormes senos, que yo deseaba desde hacía tanto tiempo, y unos vaqueros ajustados que resaltaban su lindo culito y sus hermosas piernas. Aun estando en el coche, los dos negros que estaban en la parte de atrás con ella, y ella sentada en el centro, le empezaron a desabrochar la blusa. Salió un sujetador tipo ballena, por lo que se observaba gran parte de sus senos en la parte superior, y uno de ellos, con el movimiento de un dedo, lo bajó, haciendo resaltar un precioso pezón rosado y pequeño, pero bien puesto. Esa era una visión excitante para mí, así que le pedí que no siguieran o allí mismo empezaríamos a hacer el amor.
Tardamos unos quince minutos más en llegar al apartamento. Una vez allí, la desnudamos completamente. Era un espectáculo que, de solo pensarlo, me causó una erección del 100 %. Era la hora de iniciar una noche de castigo severo a ese cuerpo que pensé que era virgen, y que luego sabría cuán equivocado estaba. Terminamos de tomarnos unas cervezas los tres, por diversión, pues creían que era una actuación.
Les dije que era parte de nuestra fantasía. Mi novia incrédula no sabia que hacer; pero su cara de puta ya se imaginaba. Entonces me preguntaron quién iba primero y les dije que yo. Así que ella estaba desnuda, con el coño brillando por la excitación. Empecé a succionar y besar fuertemente sus pezones, de los cuales ella emitía grandes quejidos. Uno de los negros, al parecer ya con la polla erecta, me pidió si podía chuparle el coño, y yo le asentí, pero le pedí que no la cogiera porque eso era para mí. Él asintió, y así él en su coño y yo con sus grandiosos pechos.
No habían pasado más de cinco minutos cuando ella se retorcía de placer, pero aún no podía creer lo que estaba pasando. El negro me dijo que ella estaba lista, bien húmeda, y pidiendo un trozo de carne dentro de ella, así que asentí y me coloqué encima de ella. Vaya, estaba tan lubricada que mi polla, que es bastante grande y gorda, entró sin mucha dificultad hasta la mitad, así que supe que la muy zorra no era virgen y que ese coño ya había recibido pollas de ese calibre. Entonces, empecé a decirle.Eres una puta, zorra, tienes el coño preparado para esta polla, seguro que te gusta que te cojan duro…
Así estuve como poseído cojiéndola hasta que el de arriba me pidió si podía mamarle la polla. Le dije que aún no, así que le dije que si quería, podía cogérsela también. Los otros dos negros también estaban bien empalmados y querían su parte de esa perra.
Cuando el primer negro la penetró, esta sí se quejó, ya que, como había mencionado, a pesar de tenerla del mismo tamaño que la mía, era algo más gruesa. Yo no había acabado y, aún decepcionado porque ni siquiera era virgen, me dispuse a acostarme con ella por el culo, lo cual no estaba dentro de mis planes, pero no había traído nada para lubricar su culito y poder penetrarla.
Cual fue mi sorpresa cuando uno de los negros, el de la polla gigantesca de 26 cm y gruesísima, se ofreció a ayudarme. Me enseñó un pote con lubricante y añadió:
—Yo siempre lo necesito, ya sea para penetrarla por su coño o por el culo.
Se puso de cuatro patas para penetrarla.
Me imagino que lo sabía, sabiendo que la íbamos a sodomizar. Después de un poco de lubricación en el ojete de su culo virgen, empezaron a brotar lágrimas de sus ojos. Primero le introduje el primer dedo y ella se quejaba; luego, el segundo dedo y empecé a meterlo y sacarlo. Ella solo se retorcía y gemía fuertemente. En ocasiones, notaba cómo apretaba el esfínter de su culito contra mis dedos, lo que me causaba algo de dolor, pero luego ese culito ya estaba mas relajado.
Cuando lo sentí bastante dilatado, me dispuse a sodomizarla. Puse la punta del pene en la entrada del ano y vi que lo dilataba con resignación para que no le doliera tanto, pero no fue fácil introducirlo; aun tuve que poner más lubricante sobre el pene y, de un solo golpe, se lo metí hasta la mitad, lo que hizo arquear su pequeña espalda y pegar un gemido enorme. Se relajó, porque le empezaba a agustar; pero las piernas le empezaron a flaquear.
Mis amigos negros la sujetaron para que no cayera y, mientras yo la agarraba por la cintura, no dejó de intentar sacarse mi polla, que tanto me había costado meter. Sin más preámbulos, le terminé de meter el resto de la polla de un solo golpe, y entonces brotaron más lágrimas de sus ojos. Esto no me conmovió, sino que me excitó más, por lo que empecé a bombear como poseído. A cada arremetida, ella movía sus caderas y arqueaba su espalda.
Los gemidos no cesaban. Era obvio que estaba gozando, pero esperaba que lo disfrutara a medida que se le abriera el culo.
Después de cinco minutos, no aguante más y me vine dentro de ella. Me había puesto un condón, por lo que no había quedado nada dentro de sus entrañas, pero los negros no tenían, pensando que ella debía estar cuidándose al saber que estaría con tres hombres más.Cuando terminé y ella estaba exhausta y adolorida, les dije a los tres negros: «Es toda suya, hagan con ella lo que quieran». Uno de ellos, el primero que ya se la había cogido, quería follársela por la boca. Mi novia al introducir su gran polla en su boca, solo alcanzó a decir: «Es muy grande». Ellos se reían y le decían: «si apenas hemos empezado…». Y empezó a follársela por la boca.
El otro negro adoptó su posición y la empalmó por su coño, a lo que ella respondía con gemidos y movimientos de cadera. El otro negro, el de la polla gigantesca, empezó a ponerse lubricante en toda la extensión de su pene. Estaba dispuesto a meterla toda a aquella perra que había aceptado a esos tres negros. Empezó por besarle el ojete de su culo, que ya estaba abierto, y dándole lengüetazos en su parte interna, que ella respondía con gemidos. Cuando se dispuso a penetrarla, el otro negro que la estaba follando por la boca le dijo que él debía ser el último en follarla por el culo, ya que ellos también querían.
Ella sintió que él lo decía en serio y cambiaron de posición. Este empezó a follársela por la boca y solamente le entraba la cabeza de su enorme polla; de allí no pasaba. Resignado, sabía que era costumbre en él no poder tener una buena mamada, cuando el otro negro, con un solo empujón, le metió la polla hasta los huevos. Ella dio un grito y decía:—Me estás partiendo, pendejo!!… —dijo ella, mientras el otro negro le decía: —Tranquila, esto es solo un aperitivo para ese culito rico tuyo.
El negro bombeaba como loco y ella no dejaba de gemir como una puta poseída. El negro se vino en su coño de forma explosiva, dejando salir entre sus labios una cantidad de leche que hizo que el que le estaba dando por el culo también se corriera.
El que le estaba dando por la boca dijo: «Ahora me toca a mí…». El negro se le acercó al oído y le dijo:Ahora sabrás lo que es una polla enorme que te partirá en dos», escuchando esto, ella solo se resignó y, de un movimiento, logró meter la gran cabeza de su polla; ella ya estaba exhausta y gemía débilmente. Los otros negros le decían: «Dale.Dale, todavía aguanta más… Empujó un poco más y solo le había metido unos diez centímetros cuando ella para sopresa de todos dijo: Metemela toda!!.
Estaba tan excitado que quise sentirla, así que le puse la polla tiesa en la boca y, para mi sorpresa, ella respondió dándome unas succionadas increíbles.
Pasados unos minutos, y con una paciencia increíble, la gran polla de este negro ya había entrado casi toda; solamente faltaba la base, que era casi del doble de gruesa que la parte del medio. Nunca pensé que él podría meterle eso, y así fue, porque ella fue la que lo pudo hacer luego… Pasado un tiempo, él bombeaba rítmicamente y ella solo gemía, pero de placer. Luego gritaba: «¡Lo quiero todo!», porque en ningún momento sintió los huevos de aquel negro chocar contra su culo. Él le dijo: «No puedo a menos que te sientes en mi polla y te claves con tu peso sola», y ella asintió.
Segundos después, ella estaba sobre aquella polla, subiendo y bajando con la fuerza de sus propias piernas, pero en ese movimiento no hacía más que sacarse la mitad de aquella tremenda polla. En un momento, aquel negro le empujó las dos piernas a aquella perra, que estaba hipnotizada subiendo y bajando aquella polla, y cayó hasta la base de esta, pegó un grito de placer y fue entonces cuando el negro se hizo cargo bombeando aquel culo que estaba tan dilatado que habría cabido fácilmente una mano con el puño cerrado.
Tras un minuto, ella tuvo un orgasmo intenso y el negro también se corrió, pero no salió nada por su culito totalmente dilatado; probablemente, estaba tan profundo que no dejaba salir nada… Ella, quedó exhausta y totalmente llena de semen por todos lados.
Fue la noche mas increíble de mi nuestras vidas. Mi novia creyo que era una sorepresa y los negros que era una actuacion.
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