Un regalo especial de mi adorada hija
📋 Lecturas: ️
⏰ Tiempo estimado de lectura: min.
Paola, mi hija y yo siempre hemos tenido una cercanía especial, quizá porque mi mujer trabaja en turnos puesto que es enfermera y por tanto Paola y yo pasamos muchos momentos a solas. Esta historia que les cuento sucedió realmente tal como se las relato ahora.
Habíamos planificado las vacaciones desde hacía meses. Ese verano del 2003 lo pasaríamos en El Quisco, una localidad costera cercana a Santiago de Chile. Una semana antes de partir a la playa, mi mujer nos avisó que no podría tomar sus vacaciones junto a nosotros, porque le habían pedido cambio de rotación por enfermedad de una colega. Nos molestamos mucho puesto que estaba todo preparado y pensábamos pasar 3 semanas geniales en una casa preciosa que habíamos alquilado. Decidimos que Paola y yo nos iríamos de todos modos y que mi mujer (Alicia) nos visitaría en sus 2 días libres.
Partimos un sábado por la mañana. Paola se puso una mini de mezclilla blanca muy cortita y un peto que dejaba la mitad de sus pechos al aire. Yo la miré desde lejos mientras ella acomodaba algunos bultos en el auto. Al empinarse dejaba apenas ver sus tangas blancas y unas nalgas espectaculares. Vaya como ha crecido mi hija pensé. El viaje fue rápido y normal aunque no puedo dejar de reconocer que mientras charlábamos miraba el escote de Paola de reojo, era más fuerte que yo y no podía evitarlo, tenía unos senos preciosos y grandes, ya era a sus 18 años, toda una mujer. Paola es una chica tierna y juguetona y tremendamente sensual. Tiene un cuerpo increíble (como su madre) y se sabe atractiva por eso juega con la coquetería incluso conmigo, aunque yo nunca la miré con ojos de hombre.
Cuando llegamos a la playa, Paola decidió darse una ducha después del viaje. Se fue a su habitación y dejó la puerta entreabierta. Yo podía ver desde el living como se quitaba la ropa. Al principio no puse demasiada atención, me senté en el sillón a beber una cerveza fría y a fumar un cigarrillo. Cuando se quitó el peto me quedé embobado mirándola. Tenía unas tetas preciosas. Blancas y duras y además ni muy grandes ni pequeñas, eran preciosas. La verdad es que no podía quitar los ojos de sus tetas y esos pezones rosados. Sentí como el pico se me empezaba a poner duro pero me encantaba mirarla.
Luego se quitó la falda y quedó sólo en calzones… llevaba puestos unos que se metían en ese maravilloso culo. Yo estaba caliente mirándola y poco a poco empecé a pensar en lo deliciosos que debía ser culeársela. Ella se puso una tolla pequeña tapando sus senos y salió en dirección al baño. Yo no podía dejar de pensar en sus tetas y su culo. Hacía mucho que no me sentía tan caliente. Fui a mi habitación y me hice una paja increíble pensando en Paola.
Decidimos salir a almorzar y bajar por la tarde a la playa. Nos fuimos en auto a recorrer y llegamos a Playas blancas. La costa es muy extensa ahí y decidimos ponernos en un sitio apartado de la gente. Paola se quitó la ropa y quedó en un diminuto bikini de color negro. La tanga se metía increíblemente en su culo y el sostén era diminuto, apenas tapaba sus pezones. Yo ya estaba caliente otra vez mientras ella jugueteaba y se reía. Me miró a los ojos y me dijo: ¿Te pasa algo papá?. Yo le respondí: No, estoy sólo un poco cansado del viaje. Instalamos el quitasol y tendimos las toallas. Paola decidió ponerse protector solar y yo le ofrecí ayuda. En realidad tenía deseos de tocar ese cuerpo joven tan atractivo. Yo sabía que Paola mantenía relaciones sexuales con su pololo puesto que ella misma me lo había contado y eso me ponía aún más caliente. Se tendió sobre su vientre y le solté el sostén para aplicarle el bronceador. Ella se dejó hacer y mis manos recorrieron su espalda y la zona de sus costillas y sus pechos. Yo sentí una bola en el estómago cuando roce esas tetas duras y creí percibir cierto placer en sus gestos.
Luego apliqué la crema sobre sus nalgas, ella se dio vuelta y me dijo que lo haría ella misma pero le dije que no, que yo podía hacerlo gustoso y que se relajara. Tenía el pico duro como nunca antes con la sensación de sus nalgas entre mis manos y recorrí sus piernas subiendo luego por la parte interna de éstas hasta llegar cerca de su vagina. Apenas la rocé intencionadamente con un dedo y ella emitió un leve quejido. La hice volverse y repetí el procedimiento por sus piernas aprovechando de rozar su vagina nuevamente y luego su vientre. Sin decirle nada le quité el sostén, ella se asustó y se tapó con las manos, pero le dije que no se preocupara que estábamos solos y que yo era su padre, que la había visto muchas veces. Cerró los ojos y me dejó aplicar el protector solar en esas tetas maravillosas. Paola estaba caliente, yo podía percibirlo por la forma en que respiraba y porque sus pezones se habían puesto duros con el roce de mis manos. Estuve más de lo necesario acariciando sus tetas pero ella se dejó tranquilamente tocar.
Luego, como si de un juego se tratase, se sentó y con una sonrisa me dijo: “Es mi turno”. Hizo lo mismo extendiendo la crema por mi cara, pecho, brazos y piernas, pero luego deslizó su mano por debajo de mi traje de baño hasta alcanzar la parte más alta de mis muslos. Mi pico casi se salía de mi pantalón y ella lo notó… se sonrió pícara y me dijo: ¿Te pasa algo? Y yo la miré a los ojos y le contesté: Es que Paola, tu ya eres toda una mujer y además preciosa y uno siente cosas desde luego. Lanzó una pequeña risa de complicidad y coquetería y me dijo si me había excitado, le contesté que muchísimo y ella agregó sabes, yo también me excité.
Siguió aplicando la crema por debajo del traje de baño y de pronto sin decirme nada me cogió el pico y lo apretó. Yo me quejé profundamente y ella continuó haciéndolo. ¿Te gusta? Dijo ella, y yo le contesté: Sigue hija me gusta mucho. Ella me miró con cierta cara de condescendencia y sacó mi pico completamente al aire y si agregar palabra comenzó a chuparlo. La visión de Paola tomando mi pico erecto de esa manera y la humedad de su boca me tenían loco. Lo chupó mucho rato a su entero placer y paseaba su lengua por el glande. Después bajo hasta mis testículos y comenzó a chuparlos con una maestría que me sorprendió pero era maravilloso sentirla, volvió a metérserlo en la boca y comenzó a chuparlo rápidamente hasta que acabé increíblemente en su boca. No dejó que ni una gota se perdiera se lo tragó todo.
La tomé y la empecé a besar mezclando nuestras lenguas mientras mis manos acariciaban esas tetas hermosas. Se las empecé a chupar y a morder y ella se quejaba de placer. Bajé por su vientre apretado y le quité el calzón para hundir mi lengua en su choro joven. Era delicioso sentirla tan mojada. Le hundí mi lengua en su vagina mientras ella se agarraba fuerte de la toalla. Mi otra mano acariciaba su culo y con los dedos humedecidos le excitaba el ano. Paola era una caliente increíble en la cama. Sin darle pausa le metí el pico y ella se volvió loca. Culéame papá me decía culéame fuerte… tienes el pico tan rico. La di vuelta y la puse en cuatro patas y se lo metí violentamente eso le gustó mucho y me pidió que le pegara en las nalgas. Le empecé a dar palmadas muy fuertes mientras me la culeaba a placer se quejaba desesperadamente hasta que tuvimos el orgasmo más rico que jamás haya tenido.
Fue el polvo más espectacular que pueda describir. Desde entonces Paola y yo seguimos culeando cada vez que Alicia está de turno.