Un presente para ella
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Conozco a Cintia como a la palma de mi mano, si en veintitrés años de pareja no conoces a la mujer que noche a noche comparte tu cama, entonces no mereces tenerla a tu lado.
Y yo sabía todo lo malo de ella, de sus miedos, de sus angustias, de sus frustraciones, de sus tabúes y también todo lo bueno, su amor, su generosidad, su capacidad, y lo excelente compañera de ruta que era
Es cierto, a punto estuvimos de separar nuestros caminos, alguna vez, una inmadura infidelidad de mi parte había originado una crisis de pareja, y no me resultaría nada grato enterarme al tiempo que ella me había pagado con la misma moneda, y solo por venganza.
En esos días, nuestros pequeños hijos sin saberlo fueron el imán que hicieron posible que Cintia y yo sigamos juntos, porque solo por ellos nos dimos una nueva oportunidad
La mutua infidelidad había roto nuestra copa de cristal y las cosas nunca volverían a ser como antes, lo hecho, hecho estaba y aprendimos a convivir con eso, a conocernos nuevamente, a enamorarnos otra vez, de manera diferente, fuimos adultos y entendimos que el sexo no tiene por qué ser sinónimo de amor, y si nuestro amor era lo suficientemente fuerte podíamos asumir que estar con un tercero no implicaba una traición
Ella fue la primera en dar ese paso, había un compañero de trabajo al que siempre le había tenido ganas, y solo si ella quería darse el gusto, pues bien, no sería una piedra en su zapato
Después tendría mi oportunidad, solo se daría, ella lo sabía, pero esta vez no sería por venganza, como en la primera oportunidad, esta vez ella hasta me empujo a que lo hiciera
No tendríamos muchas reglas a futuro, para estos encuentros por fuera de la pareja, tan solo estaba prohibido preguntar detalles de lo se había hecho, porque entre el morbo y los celos había una línea demasiado delgada, y los celos eran la llave que abrían la puerta de los grandes conflictos, tampoco se podía repetir, un segundo encuentro evidenciaría un interés más allá del puro encuentro sexual y, por último, la discreción, éramos un matrimonio normal en un barrio normal con una vida normal
Cintia, y no porque fuera mi mujer, tiene un cuerpo escultural, en especial una cola de ensueño, con caderas marcadas que los dos embarazos por los que había pasado solo se la habían potenciado, ella es alta por la naturaleza, y en tacos altos es más llamativa aun
Trabaja en un centro de belleza para mujeres, ya saben, todo ese mundo femenino y cada vez que paso por algún detalle por su empleo, ella naturalmente destaca entre todas, y no era de extrañar que cualquier hombre quisiera hacerme cornudo
Pero mi esposa nunca explotaba todo lo que la naturaleza le había dado, ella era solo una mujer como todas, trabajadora, buena madre, buena esposa, buena madera
Por mi lado, me gano la vida en forma independiente, como quien dice, soy un busca, las oportunidades de momento, los negocios que dejan dinero, relacionarse con las personas correctas en los momentos correctos y siempre buscaba la manera de hacerme de unos buenos pesos, y si bien nunca nos sobraba mucho, tampoco nos faltaba
No importaba como, pero siempre había un primer encuentro que ponía una idea en discusión, podía ser tomando café en un bar, una cita en una oficina, una cena de negocios, unos tragos en un pub, o, por ejemplo, un partido de tenis, como cuando conocí a Daniel
Daniel era un tipo acaudalado, estaba en negocios hoteleros y yo tenía algunas ideas de marketing que deseaba poner en práctica con un buen inversor de por medio y golpeando puertas llegaría esa mañana a encontrarme en un desafío, frente a frente en una cancha de polvo de ladrillos
No era bueno, lo admito, y fui presa fácil de mi rival de turno, pero no me importaba el juego, solo me importaba el negocio
Daniel festejaba cada tanto como si fuera la final de un Roland Garros, y yo lo dejaba que festejara, una persona contenta y feliz, se vuelve más permeable y optimista a los negocios
Hacía calor, tomamos unas bebidas de esas típicas, para recuperar minerales y fuimos a la ducha, después llegaría el momento de ir al punto en el bufet del club
Solo es esos momentos, en la intimidad de ese vestuario, bajo el agua tibia de las duchas, me olvidaría del motivo que me había llevado hasta ahí y me concentraría en un nuevo desafío
Es que Daniel, por Dios, tenía una pija realmente increíble, no podía dar crédito a que un hombre pudiera cargar terrible verga! no era una verga! era un torpedo! y no podía dejar de mirársela, es que eso no era humano! y fui tan indiscreto que no puede dejar de incomodar a mi compañero de turno, al punto que me dijo
Qué pasa Jorge, te gusta? eres afeminado? por mi todo bien, pero me gustan las mujeres…
Me reí de sus pensamientos y respondí
No, no, Daniel, descuida, a mí también me gustan las mujeres, solo que no sabes cómo te envidio!
Seguimos hablando unas zonceras bajo el agua, y después de cambiarnos, ya frescos y perfumados fuimos a hablar de negocios, emparedados y gaseosas de por medio
Pero el norte de mi negocio, había cambiado, solo me fue natural hablarle a él de Cintia, de mi esposa, y de todo lo que habíamos vivido, y como vivíamos, y directo al grano le dije que quería que él se la cogiera, así como así.
Daniel esperaba escuchar cualquier cosa de mí, las locuras más descabelladas, menos lo que estaba escuchando, se mostraba incrédulo, era lógico, nadie con dos dedos de frente te propone algo así
Noté que muchas cosas pasaban por su cabeza, así que tomé mi móvil y busqué un par de fotos íntimas que alguna vez le había tomado y le dije
Mira, que te parece? bonita, cierto?
Mi compañero de mesa se quedó observando las fotos y no daba crédito, estaba endulzado por lo que veía y solo faltaba que un hilo de baba cayera por sus labios, entonces replicó
Espera Jorge, espera, cual es el truco? hay alguna cámara? de que se trata esto?
Volví a insistir que no había secretos, que mi mujer podía ser suya si se lo proponía, solo una aventura, le dije que solo lo pensara, que dejara que se acomodaran sus ideas, y le dije que, al día siguiente, fuera como casual a un banco de la zona, que Cintia y yo estaríamos haciendo unos trámites y fingiríamos un encuentro, primera impresión le dije.
Al día siguiente, a las diez de la mañana, Cintia y yo estábamos en el banco Galicia de la zona, era cierto que teníamos que registrar nuestras firmas, incluso había pedido unas horas de permiso en el Centro de belleza.
Así se daría el primer cruce casual, Daniel estuvo por ahí, y en un cruce fingiríamos la sorpresa de una casualidad que había sido planificada
Los presenté, les dije que era mi mujer, y un probable y futuro socio de un nuevo emprendimiento, y noté de inmediato esos cruces de miradas que dicen más que palabras
Nos despedimos con un ‘chau Daniel, te llamo luego’
Llevé a mi mujer a su empleo, giré en la esquina y estacioné donde había un lugar, saqué mi celular, tres llamadas perdidas de Daniel lo dejaron en evidencia, le propuse volver a vernos y en quince minutos nos sentábamos café de por medio a urdir el plan, él me dijo
En verdad Jorge, no puedo creer lo buena que está… Cintia cierto?
Cintia, correcto, sabía que te gustaría
Pero hay algo que no me cierra, suponiendo que todo salga como piensas, me cojo a tu mujer, para mí sería ganar y ganar, pero, tiene que haber algo más, cual es el precio? cual es la trampa?
No hay trampa, – respondí – no hay precio, bueno, tal vez sí, lo único que te pido a cambio, es que después me cuentes detalle por detalle, solo eso, de hombre a hombre, sin vueltas, como estamos ahora, café de por medio
Daniel aún se mostraba incrédulo frente a semejante manjar servido en bandeja, entonces dije
Mira, así como la ves a Cintia, ella es una mujer de casa, no es una puta y tendrás que saber conquistarla para llevarla a la cama, y si vos fracasas en el intento, todo se habrá terminado, así que presta atención a los detalles
Ella definitivamente no se lanzará sobre ti, no es de esas, tendrás que seducirla, hacerla sentir deseada, que le importas, le gustan los tipos divertidos, que se muestran machos pero dulces, seguros, decididos
También es importante tu prolijidad, tu manera de vestir, tu puntualidad y hasta tu perfume
El escuchaba con mucha atención entonces dije
Y se logras meterla en una habitación, bueno, cada mujer tiene su rollo, a ella le encanta jugar a ser prostituta, pero no en el término masculino, ese grosero, sino una chica fina, y le encanta provocar, la lencería y todas esas cosas
Como buen estratega de negocios que siempre fui, planifiqué la siguiente jugada, sábado por la noche, los chicos en casa de mis suegros, Cintia debía acompañarme a un pub de moda, música a alto volumen, tragos, y charlas de negocios mezcladas con seducción.
Ella se había maquillado, se había puesto un vestidito plateado de espalda descubierta, de esos que van sin sostén, donde sus pechos bailaban descontrolados haciendo un deleite visual y marcando los pezones en una forma llamativa, ceñido al cuerpo, dibujándole un culo aun mas llamativo de lo que naturalmente era, incluso podía ver los elásticos de su pequeña tanguita que invitaban a soñar, sus largas y torneadas piernas hacían equilibrio sobre sus zapatos negros brillantes de finos tacos, que hacía juego con su carterita de mano
Cintia se miraba una y otra vez frente al enorme espejo de pared mientras yo la miraba a ella, y otra vez me sentí afortunado por la hermosa mujer que tenía, me perdí en sus renegridos cabellos perfumados corriendo por su espalda desnuda y su pregunta me sacó de la profunda excitación que tenía al contemplarla
Te parece que es demasiado? no se, ya no estoy para estas ropas, me siento llamativa
Le dije que por mi estaba bien, aunque no le confesara la profunda erección que tenía por su culpa
Viajamos por diez minutos y llegamos al pub donde la música ya lastimaba los oídos desde la misma acera, ingresamos y fuimos directo a la barra, donde Daniel ya nos estaba esperando, nos saludamos, y vi en su vestimenta que había acatado cada detalle de lo que le había contado, y hubo química, fue evidente
La charla fue por un fingido camino de negocios para que ella no sospechara, porque de saber lo que en verdad sucedía, Cintia jamás me lo hubiera perdonado, y solo me excusé por algunos minutos para pasar por el baño, era parte del plan y solo necesitaba dejarlos por unos minutos a solas
A mi regreso, ellos conversaban muy festivos copa de por medio y seguimos disfrutando hasta que el cansancio nos dijo que era hora de volver
Cada quien había seguido su camino y antes de llegar a casa, Daniel me escribía al celu y me decía que todo iba bien, según lo que habíamos diseñado
Al llegar fuimos a la cama, como cada noche, y hablamos del tema, del negocio, aunque en verdad yo quería saber que opinaba de Daniel, y trataba de leer entre líneas lo que ella me dejaba saber
Jugamos un rato, quería hacerle el amor, le acaricié los pechos, la cola, y ella me evadía, me decía que estaba cansada y solo necesitaba dormir, no esa noche
Me las arreglé para llega por debajo de su tanga y colarle los dedos en su hueco, estaba empapada y me excitó entender lo que su cuerpo me confesaba, y con eso para mí sería suficiente, había avanzado otro paso
Con el correr de los días, Daniel me mantendría informado de todo, Cintia había mordido el anzuelo y el juego de la seducción avanzaba a paso firme, y era la primera vez que yo era parte secreta de todo lo que ocurría
Confieso que cada vez que cogía a mi esposa, en mi cabeza estaba la imagen de la verga de Daniel de esa mañana en la ducha, que se cruzaba con mi mujer, y solo imaginar su rostro deseoso me hacía anticipar una eyaculación sin desearlo, es que era todo muy potente
Al final, Daniel me informaba que el sábado siguiente tenía una cita con Cintia, y que al fin mi esposa sería suya
Como dije, siempre me había dedicado a los negocios, pero esta, sin dudas, era mi mayor apuesta
Pero lógicamante, tuve que esperar aque ella hablara
Cintia no tardaría en decirme que el sábado tenía una cita, claro, si es que yo no tenía planes y podía quedarme con los chicos, le dije que por mi estaba bien, pero como siempre, debíamos respetar las reglas de lo que estaba permitido y lo que no
Por la tarde la sorprendería depilándose, y un tanto jocoso le dije que seguro quería verse atractiva pra su amante de turno.
Cerca de las nueve de la noche, mientras yo preparaba la cena, vino a despedirse, tenia las llaves del coche jugando entre sus dedos, lucía sus cabellos de lado, brillantes, su rostro fresco y jovial, alegre, con un vestido negro y discreto, no tan llamativo como el de aquella noche, es que los chicos estaban creciendo y empezaban a hacer preguntas, le dije si todo estaba bien y le desee suerte, ella me tiró un beso al aire, para no arruinar el bermellón brillante de su pintura labial y solo se alejó meneando las caderas
Cené con los chicos, mirando dibujos animados, riendo de sus ocurrencias, pero mis pensamientos se iban junto a las agujas del reloj de pared que caminaban sin cesar, llegó la hora de acompañarlos a la cama y me quedé solo en la cocina lavando, secando y acomodando todo
Fui al cuarto, tome un libro que estaba leyendo, pero solo no podía concentrarme, era pasar la vista sobre las letras pero sin entender, miraba una y otra vez mi celular, y una profunda erección me molestaba entre las piernas, necesité masturbarme para bajar la presión contenida
Apagué la luz, intenté dormir, pero solo daba vueltas en la cama de un lado a otro y mis ojos abiertos solo veían la oscuridad
En algún momento de la noche me quedé dormido, y solo tomé conciencia nuevamente cuando sentí que ella se acomodaba a mi lado, tenía sus pies fríos y los puso entre mis piernas como acostumbraba hacer, le pregunté si todo estaba bien y entredormido vi que mi celular daban las cinco de la mañana y que la claridad de un nuevo amanecer empezaba a colarse por las ventanas
El domingo se haría eterno, porque yo sabia lo que había pasado, pero tenía que fingir no saberlo, ella, como siempre, como habíamos acordado, no soltaba palabra y se portaba como toda una madre, toda una esposa, y todo fue normal
Llegaría el lunes, desayunamos temprano, junto a los chicos, luego, como cada mañana los llevamos al colegio y luego a ella al centro de belleza y le dije entonces que tenía una reunión de negocios con Daniel, el muchacho le pub, si que ella lo recordaba
Cintia fingió hacer memoria de quien le hablaba, pero el brillo de sus ojos la delataba, y yo lo sabía
A las diez de la mañana, como lo habíamos acordado, Daniel y yo nos sentábamos café de por medio, en la misma mesa de bar de aquel día, el se río el verme y meneó la cabeza
Todavía no puedo creerlo – dijo – haber compartido la cama con terrible mujer, y ahora estar acá, frente a su esposo para narrar todos los detalles, mira Jorge que hice locuras en mi vida, pero como esta…
Lo animé a seguir, y pasé un poco por alto los detalles de la cena y las copas que tomaron luego en el pub, solo me interesaba ir al grano, entonces él se explayó
Bueno, fuimos a un departamento que tengo, acordándome de lo que alguna vez me dijiste, le dije si le gustaba jugar a la prostituta, saqué mi billetera y acomodé varios billetes sobre la mesa y le dije que había suficiente dinero para que por un par de horas fuera solo mía e hiciera todo lo que yo quisiera que hiciera, por ejemplo, bailar para mi
Tu mujer se mostró en juego, seguramente liberada por todas las copas que ya habíamos tomado, puse algún tema que siempre tengo por ahí y ella empezó a moverse muy sensualmente, demasiado, oye Jorge – remarcó – de veras lo de Cintia es todo amateur?
Fue mi turno de reírme y lo invité a seguir
Ella se movió sensual sobre sus tacos altos, dejó caer de lado un bretel del vestido, luego el otro, y sus preciosas tetas quedaron ante mis ojos, siguió meneando las caderas y en un par de movimientos su vestido había caído al suelo, un culo majestuoso, una conchita brillante y rasurada, a propósito – volvió a remarcar – sabías que Cintia no tenía ropa interior? eso me gustó mucho de ella
Fui por ella, le retuve los brazos para mantener la distancia, la bese, ella trató de evadirme en un juego perverso, reía, me decía que no sería suya, si es que la deseaba, la tomé entonces a la fuerza y la tiré sobre la cama, ella estaba desnuda y yo aun no me quitaba nada, ni siquiera los zapatos, le comí las tetas, una otra, muy suave, muy lento, ensalivando sus pezones, con esas caricias sensuales que a una mujer le llegan al alma, me deshice por su vientre y llegué entre sus piernas, estaba toda empapada y solo se abrió toda para mi, su conchita, sus labios, su clítoris, su culito, solo se la lamía con locura, y miraba su rostro desencajado, perdido, y sus puños apretando las sábanas con fuerza hasta exhalar su orgasmo con gritos que quedaron retumbando entre las paredes
Perdona Jorge – dijo haciendo una pausa – estoy siendo muy efusivo? me olvido de que estoy hablando de tu mujer
Como explicarle que tenía la verga dura, a punto de estallar debajo de la mesa, y nuevamente lo invité a seguir
Cintia me dijo que ahora era su turno y llegaría lo mejor de la noche, cuando me desnudé y vio lo que era mi verga, ella empezó a reírse a carcajadas mientras sus ojos salidos de órbitas no daban crédito a lo que veían, dijo algo así como ‘oh my god! pellízcame, estoy soñando, esto no puede ser real’
Asumo que en ese momento, bueno, la excitación se me mezcló un poco con esos celos peligrosos, porque era cierto, hablaba de mi mujer, pero el solo siguió
Tu mujer me la empezó a chupármela, y más que chupármela diría que me la acariciaba con sus manos porque le costaba metérsela en la boca y aun parecía incrédula, noté que solo al miraba, por lo gruesa, por lo larga, y honestamente no se que le pasaba por la cabeza en ese momento, pero en algún momento dijo que quería que la cogiera, que deseaba que lo hiciera, así que tomé un preservativo, me lo puse, nos volvimos a besar y me dijo que quería que yo me recostara para poder cabalgarme, porque era muy grande y seguro no la entraría ni la mitad porque ella era muy estrecha
Daniel meneó la cabeza de lado a lado y una sonrisa se dibujó en su labios, le pregunté cual era el motivo, y siguió
Muy estrecha dijo, me senté en la cama, recostado sobre el espaldar, y ella vino sobre mi, a cabalgarme con sus piernas de lado, pero contrariamente a lo que pensaba, me dio la espalda y ese glorioso culo que se carga, tomó mi pija entre sus dedos y poco a poco se dejó caer hasta la mitad, y empezó a moverse muy suave, muy lento, como tanteando lo que se estaba comiendo, y poco a poco fue acelerando, se fue perdiendo, más rápido, más fuerte, más gemidos, gritos, me decía que verga terrible que tenía y solo se la fue comiendo toda en su inconciencia hasta que la vi devorársela toda, centímetro a centímetro
En esos momentos miraba el entorno a través de los ventanales del bar, sentía mis corazón querer salir del pecho y las palabras de Daniel eran mejor que el mejor sexo, él siguió dando detalles, de posturas, posiciones, las reacciones de mi amada y los innumerables orgasmos que le había arrancado hasta que llegó un punto especial, dijo
La puse en cuatro, tomé lubricante y le metí un par de dedos untados por el culo, se la quería dar por el culo, ella me dijo que no, por la cola no porque la cola solo se la daba a Jorge, su marido, pero yo seguí jugando, ya con tres dedos abriendo su esfínter, y ella solo decía que por su culito no, porque solo era tuyo, y yo le respondí que había puesto muchos billetes sobre la mesa para que una puta como ella me dijera que no
Y llegó el momento, me costó, gritó, pero le abrí la colita apretadita a tu mujercita, vieras que rico, como gemía, como lo disfrutaba y seguro cuando le mires el trasero recordarás que yo estuve por ahí, se lo dejé así de abierto
Daniel hizo la típica muestra con sus dedos pulgar e índice dejando un circulo enorme y perfecto, y en ese momento ya no sabía si era todo parte de la narrativa o solo estaba burlándose de mi, lo dejé terminar con su charla, había que pagar los que habíamos consumido y antes de despedirnos me dijo
Jorge, no sabía si contarte esto, pero en fin, esto fue tu idea, así que… cuando terminamos, tenía el preservativo lleno de semen, y mi verga ya estaba un tanto flácida, entonces, Cintia me lo quitó con cuidado y mirándome muy como puta, porque en verdad se la veía muy puta, sin quitarme la mirada de mis ojos, tomó el preservativo y vertió todos los jugos en su boca, fue muy provocativa, y jugo con mi leche aun tibia en su boca, de lado a lado, dejándome ver su lengua blancuzca y después de tragar todo, me preguntó si era muy de puta lo que había hecho y si había cubierto mis expectativas.
Lo cómico, fue que nos cambiamos, era hora de terminar, y ella tomó el dinero que aun estaba sobre la mesa y lo guardó en su cartera
Nos despedimos, un apretón de manos sellaría un hasta nunca con Daniel no habría negocios con él, no era posible, tenía miedo que se rompiera una de nuestras reglas, ‘no repetir’, y no tenía miedo por Daniel, ni por Cintia, lo tenía por mi
Esa noche, la cogería a mi mujer como pocas veces la había cogido, con la calentura de revivir en mi cabeza todo lo que él me había narrado, y al ponerla en cuatro y cogerla, y al verla, realmente recordé la palabras que Daniel me había dicho por la mañana, ‘cuando le mires el trasero recordarás que yo estuve por ahí’
Hoy, en el presente, puedo sentarme a escribir parte de mi historia, nuestro matrimonio está vivo, seguimos con los permisos, y sigue siendo un secreto que alguna vez, le hiciera un poquito de trampas
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