Trio con un amigo y mi mujer

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Hola a todos:
Les voy a contar una historia real. Cambiaré los nombres por privacidad.
Somos una pareja del norte de España. Ella tiene 35 años y yo 44.
Marta es bajita, tiene un culo de infarto, caderas anchas y unas tetitas medianas muy apetecibles, lo cual hace que los hombres la miren.

En cuestión de sexo es pura candela, es muy caliente y se entrega al máximo. Siempre he fantaseado con que folle con otros hombres, pero le parecía una locura y siempre me decía que conmigo ya tenía bastante y que le daba cosa. Con el tiempo, seguí con mi idea de buscar contactos en páginas web, etc. El sexo entre nosotros es muy bueno y, aunque llevamos muchos años juntos, seguimos siendo muy activos.

Pero yo necesitaba hacer realidad mis sueños y verla poseída por otra polla.
Buscar a alguien que se adaptase a lo que yo quería fue algo difícil. Contacté con gente, pero no acababan de convencerme.

Sí que logré que mi mujer mandase fotos por correo electrónico e intercambiar algunas cosas. Pero todo quedaba en eso. Con el tiempo, logré convencerla. Cuando follábamos, se ponía loca por tener otra polla y fantaseábamos, por lo que mi búsqueda se volvió más intensa para encontrar a la persona adecuada. Contacté con un chico al que llamaremos Manu. Me pareció bien, educado… Respetuoso y físicamente bastante bien cuidado. He de decir que a mi mujer le gustan maduritos. Manu tenía 48 años, trabajaba para una multinacional con un puesto de responsabilidad, estaba casado, su matrimonio era monótono y sin sexo, por lo que, desesperado, buscaba algo con parejas. No tenía mucha experiencia, tan solo una quedada con un matrimonio, lo cual no fue más allá. Empezamos a contactar más, intercambiando fotos y mensajes por WhatsApp, ya con fotos de mi mujer desnuda, en lencería, etc.

Manu mandaba fotos masturbándose. Tenía una buena polla, de unos 20 cm. Mi mujer se excitaba y se ponía muy caliente diciéndole que quería que esa leche la chupara. Al ser de otra ciudad y tener ambos muchos compromisos, quedamos al mes de iniciar los contactos. Era verano y vino a nuestra ciudad. Cogimos un hotel para pasar la noche los tres. Como venía de lejos, no íbamos a estar solo un rato, así que Sandra decidió mejor que se quedara toda la noche, para poder tomar una copa y después ir al hotel. Al día siguiente, tomar un café y cada uno para sus destinos.

Era un 22 de agosto, estábamos nerviosos porque la cita era en una terraza de copas sobre las 23:00. Sobre las 00:00, Sandra se arregló con un vestido blanco, estaba espectacular: tanga de encaje blanco y sujetador del mismo color. Tenía el coño totalmente rasurado. Los tíos por la calle no le quitaban ojo.
Al fin llegamos a la terraza y allí estaba Manu. Se levantó, le di un apretón de manos y se dirigió a Sandra. Se dieron dos besos. Manu estaba embobado, diciendo que no se parecía en nada a las fotos, que en persona era preciosa. No paraba de decir que no se parecía en nada a las fotos, que era muy diferente. Pedimos unas copas y empezamos a charlar de todo un poco: de nuestras vidas, etc. Todo muy bien, la verdad. Ya después decidimos irnos al hotel, ya era hora. Había tensión y nervios; Manu estaba algo nervioso y decía que Sandra estaba muy buena.

Llegamos a la habitación y todos nos miramos sin saber cómo empezar. Ella estaba de pie entre nosotros y, para romper el hielo, empecé a tocarla y le dije a Manu: «Puedes tocar». Empezó a acariciar su brazo y se tiró directamente a besarla, lo cual ella le correspondió y se fundieron en un morreo. He de decir que mi mujer es muy besucona; si le comes bien la boca moja mucho y a ella eso le encanta.
Por lo que se veía, estuvieron un buen rato besándose, así que decidimos quitarle el vestido, quedándose con los tocones y la tanga.

La cara de Manu era un poema. No dijimos nada y nos tiramos directamente a ella, los dos, a besarla y sobarle las tetas mientras Manu le soba el coño por encima del tanga. Ella no tardó mucho en apartarlo y empezar a meter un dedo en su coño, para asombro de él, que estaba totalmente empapado. Sandra riéndose dijo: «No vayamos tan rápido», nos puso a los dos de frente y nos bajó los pantalones diciendo que quería las dos pollas en su boca. Nos bajó los pantalones con un buf… Qué pollas más ricas, por Dios. He de decir que Manu tenía un buen pollón; yo no calzo mal tampoco. La mía era más gorda, pero la de él era larga y cabezona. Sandra se agachó, mirándonos a los dos a los ojos, cosa que me pone como un burro, y empezó a chuparnos las pollas, primero alternando una y otra, y otras veces las dos a la vez, repitiendo una y otra vez que pollas más ricas. Así estuvimos unos diez minutos hasta que la levantamos y la tumbamos en la cama. Manu se lanzó a comerle el coño como un animal, mientras yo le comía las tetas y le metía la polla en la boca.

Los cinco primeros minutos, empezó con la respiración acelerada diciendo que no aguantaba, que se corría en un orgasmo fortísimo, empapando la cara de Manu con flujo vaginal. Quedó exhausta, pero decía que quería sentir nuestras pollas dentro de ella. Manu se puso un condón, aunque a Sandra no le gusta mucho, y Manu le abrió las piernas y le metió la polla de un golpe, haciendo suspirar a Sandra: «Dios, qué cosa más rica». Empezó despacio y después más fuerte, mientras se comían la boca. Yo, al ver eso, tenía la polla que me iba a explotar. Ahí estaba mi preciosa mujer follándose a otro, la imagen era brutal. Manu no paraba de darle fuerte, lo que le provocó otro orgasmo a Sandra, esta vez con squirt, lo cual mojó la cama. Manu, al ver eso, se vino arriba y empezó a decir que se iba a correr. Ella le dijo algo al oído que no escuché.

Él salió rápido, se quitó la goma y entonces ella fue a su polla y empezó a chuparla. Le pidió la muy puta que se la echase en la boca. Manu, casi con los ojos fuera de las órbitas, empezó a gemir mientras le llenaba toda la boca de esperma a mi mujer sin sacarse la polla de la boca. Seguía chupando hasta la última gota, que evidentemente se trago. Exhausto, Manu cayó en la cama y dijo que era la mejor tía que se había follado y que tenía mucha suerte de tener una mujer así. Sandra se puso roja y me miró.
—Ahora te toca a ti, mi amor —dijo.
La puse en cuatro y le metí la polla de una. Empecé a follar sin parar, pero con la calentura duré poco y le llené el coño de mi esperma en un orgasmo brutal. Los tres quedamos rendidos en la cama, tomamos unas copas de vino y charlamos los tres desnudos tendidos en la cama.
Pero había ganas de más y, entre caricias, toqueteos y besos, empezamos a hacer el amor. Manu empezó a meterle los dedos a Sandra y, de repente, empezó a eyacular. El sorprendido Manu dijo:
—Joder, qué pasada, nunca había visto eso. ¿Tú te corres así? Eso me vuelve loco, siempre lo he visto en películas, pero no me imaginaba que lo iba a ver… ¡Qué pasada! Ella rio y le dijo: «Claro que me corro así, y más si me lo haces así de rico. A la primera ya has conseguido que me corra así». Y ahora lo acabas de hacer, me has hecho mojar toda la cama con mi corrida. Manu le puso las piernas hacia arriba y empezó a chuparle el coño de una forma que ella se corrió otra vez, empapando la cara de él, alternando entre meterle los dedos. Sandra estaba poseída: tenía mi polla en la boca y quería sacarla porque mordía del gusto que le estaba dando Manu. Entonces, Manu se puso con la polla delante de su coño y le dijo: «Qué rico ese coño, cómo me gustaría sentirlo». Ella lo miró y le dijo: «Frótalo un poquito por encima».

Manu no tardó ni un segundo en empezar a resfregar el capullo por toda la raja del coño, completamente empapado. Ella le dijo: «¿Te gusta?». Con la mirada perdida de placer, contestó:
—Es el cielo… pero… —Sandra le dijo: Pero, ¿qué? Es muy goloso. Voy a ponerme el condón. Ella lo miró riéndose y le contestó:
—¿A sí? ¿Te da miedo meterla a pelo? Manu me miró, yo solo dije: «Por mí no hay ningún problema. Somos una pareja y no follamos con nadie. Estamos sanos». Manu, con la voz entrecortada por los nervios, me dijo: «Os lo juro, soy un tío sano y no hago nada solo con mi mujer». «Pues ya está, somos adultos y ya sabemos lo que hay», le contesté. —No. En temas de embarazo, mi mujer toma anticonceptivos, así que no tenemos problema. Dicho esto, Sandra nos miró y preguntó: «¿Ya habéis acabado?». El monólogo: «¿Me la vas a meter?» Manu la penetró de un golpe con la polla como un burro hasta los huevos, haciendo que Sandra soltase un chorro de corrida y gimiendo… Ay, empezó el mete y saca durante un buen rato. Al oído, le decía que era estar como en el paraíso dentro de su coño. Él se salió y seguí yo. Tenía el coño encharcado mientras estaba en cuatro. Sandra le comía la polla y los huevos. Yo ya no aguanté, pero tenía ganas de correrme en su boca. La saqué y me corrí como nunca. Manu no tardó mucho más y también eyaculó en la boca de mi mujer. Quedamos rendidos otra vez. Eran ya las 5 de la mañana y nos quedamos dormidos los tres. Nos despertamos sobre las 8, nos duchamos un poco todos y volvimos a por más. Entonces, en esta parte vienen cosas más ricas: recién duchados, Sandra nos miró. Nos cogió de las manos, nos tumbamos en la cama y nos miramos; hicimos eso una vez, luego nos acercó riéndose y dijo:
—Ahora quiero jugar un poquito.
Alzaron las piernas por favor, los dos; nos miramos y obedientemente lo hicimos. Primero fue hacia Manu.

Empezó a comerle la polla y bajó hasta los huevos y después hasta el culo. Empezó a comerle el culo a nuestro amigo como si no hubiese un mañana. Manu tenía los ojos como platos y Sandra respiraba muy acelerada. De la excitación se nota que eso le gusta mucho, porque a mí me lo hace a menudo y entra en un estado de éxtasis. Así estuvo como 15 minutos, alternando los dos agujeros: el mío y el de Manu. De repente, los dos la cogimos y la tiramos en la cama. Manu le dijo: «Vas a ser nuestra puta», y le metió la polla de una. Empezó a follarla como una bestia y le decía cosas. En ese momento, escuché mi teléfono: era una llamada de mi jefe para consultar una cosa… Qué oportuno.

Entré en el lavabo y hablé unos minutos con él. Cuando colgué, escuché que hablaban en voz baja y algo de risas. Me gustó escuchar las embestidas que le daba mientras hablaban entre ellos. A saber qué…
Ya cuando no escuché nada, salí. Los dos me miraron y se notaba que Manu estaba algo nervioso. Les dije que hacía en broma.
—Nada, el acababa como de sacar el dedo del coño y se sentaba.
—Te estábamos esperando.
Sandra me miró con una sonrisa picara y sabía que algo tramaba.
—Me dijo oportuno tu jefe… Ya bueno, ya estoy.
—Me dijo: «Ven, cariño, ya Manu acabó, ahora te toca a ti». Se bajó a chuparla un rato y le abrí las piernas y le metí la polla. Notaba super resbaloso. Manu empezó a reír como una loca.

Sandra empezó también con una sonrisa de guarra, sabía que algo habían hecho los dos. Me miré el pene y estaba blanco con leche 🍼🥛. Me quedé un rato así y ella, riéndose, me dijo:
—Te gusta, cariño, ¿se siente bien, verdad? Bufff, qué corrida se ha pegado Manu… Se ha corrido dentro… Se lo he pedido yo, tampoco se lo ha pensado mucho y tampoco me ha preguntado nada… Me ha dejado el coño a rebosar de su leche… ¿Has visto cómo sale? El muy cerdo no le ha importado que no estuvieses tú y se ha corrido dentro. Manu se reía, le dije que cabrón, que ni me has esperado… Bueno, ella me lo ha pedido. Dicho esto, no aguante y le llene también la vagina de leche.
Esta es la primera de las historias. Hay muchas más con Manu. A día de hoy, todavía seguimos con él desde hace más de dos años. Hay muchas más historias y mucho más sexo.
Os dejo mi correo electrónico.

ftoni8326 (a) gmail (.) com

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El zorros
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