Sexo en la playa en un club bello pero muy retirado
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Hace como 4 años fue mi novio a un club de playa, bello pero muy retirado. Es un lugar paradisíaco, con cabañas muy exóticas, como selvas, y nos provocó en la noche salir a caminar a la orilla de la playa. Luego, empecé a portarme mal. Me bajaba el top del conjunto y abría sensualmente la falda. Allí estaban prohibidas las escenas amorosas en público y cada media hora pasaba un guardia haciendo un recorrido. El detalle le agregó más suspenso y, por ende, excitación.
Al cabo de un rato me metí al mar y el agua mojó mi falda haciéndola casi transparente. Y bailé pare él, a la luz de la luna, casi desnuda, y mi novio se desinhibió y me acarició lascivamente. Entonces escuchamos un ruido. Creímos que era el guardia, pero era una pareja que habíamos visto temprano en la piscina. Mi novio no le quitaba la vista de encima a los senos de la chica. Yo los tengo pequeños y a él le gustan muy grandes. Esta chica los tenía así.
Mis senos habían quedado al aire, ya que en medio del baile me había deshecho del top, y al sentir a la pareja, con mucha vergüenza intenté taparme los senos con mis manos, pero ya habían visto todo y, por lo que pude ver en el pantalón del chico, lo había excitado.
La chica se acercó a nosotros con suavidad. Nos dijo si queríamos participar de la experiencia en la arena y mi novio aceptó. A estas alturas, mi novio había perdido la erección del susto pero, sin más, ella se arrodilló y metió su pene completamente en su boca. Yo no podía dar crédito a mis ojos. Estaba aterrada y excitada. Mi novio lo disfrutaba plenamente. Y así nos vimos envueltos en la situación más sorprendente de nuestra vida sexual.
El chico se me acercó y yo me sobresalté, pero miré desafiante a mi novio y lo acepté junto a mí. No estaba nada mal y además era cariñoso. Yo estaba temblando y, para calmarme, me dio un abrazo muy apretado. Empezó a besarme el cuello suavemente, mientras me abrazaba, y bajó las manos, deslizándolas por mi espalda hasta mis nalgas. El chico se bajó hasta mis senos, acariciándolos suavemente con los labios. Con apenas un roce, logró que casi tuviese un orgasmo. Luego se bajó hasta mi coñito y, cuando estaba allí, logré ver que mi novio se estaba corriendo en los senos de la chica. Eso me puso frenética y tiré al chico en la arena, con tan mala suerte que escuchamos de nuevo el ruido de la moto del guardia.
Estaba super excitada así que él me abrazó por la espalda y nos pusimos frente al mar. Mientras el guardia pasaba, el chico, con la mano libre, me acariciaba los senos endurecidos, los pezones duritos, el abdomen, los muslos y mi vagina húmeda. Esas caricias robadas al ojo del guardia me excitaron más que nada de lo que hubiese pasado en toda la noche. Es muy excitante el peligro de ser descubiertos, el exhibicionismo, y ese chico manejaba ese juego muy bien.
Luego de que el guardia se fue, mi novio quería que nos fuésemos a la habitación pero yo no quería quedarme así. El chico, que era mucho más arriesgado que él, me llevó hasta el agua. Yo me encaramé sobre él con mis piernas, abrazando su tórax por la espalda, y así me penetró. Casi en ese mismo instante tuve un orgasmo glorioso. Seguimos así, abrazados durante varios minutos. Yo me corrí tres veces. Caímos en la orilla y me lo cabalgué, me monté sobre él hasta que le saqué la última gota de semen que tenía dentro de sí. Mi novio y la chica se estaban excitando de nuevo viéndonos al chico y a mí como locos gimiendo en el agua.
Luego sí nos fuimos a su habitación y allí prosiguió la fiesta. Yo nunca había tocado unos senos de mujer por puritanismo y quería saber qué se sentía. Mientras mi novio la penetraba por detrás y ella felaba a su novio, yo me bajé por su torso y empecé a acariciarle los senos. Eran tan grandes que no quise perder esa oportunidad y me los metí en la boca. Los mordía, los apretaba, los besaba, y ella me dejó hacerlo. Gozaba como loca con tres seres dándoles placer. Se corrieron todos y yo quedé super excitada de nuevo, así que terminé haciendo gala del onanismo. Los deleité tocando mi clítoris y metiendo algunos dedos dentro de mi vagina hasta proporcionarme un delicioso orgasmo. Mis néctares cubrían mis manos y todo mi cuerpo temblaba bajo mis propias caricias.
A la mañana siguiente ya se habían marchado. Imagino que les dio vergüenza y la administración del club se negó a darnos sus datos. Supongo que así lo quisieron, que fuese algo espontáneo y casual, sin complicaciones ni nada.