Sexo caliente y excitante en Cuernavaca
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Somos Rocío y Eduardo, 29 años ambos, profesionistas, de buen nivel económico y social, y hasta hace unos meses totalmente fieles, nunca antes habíamos tenido otra relación fuera del matrimonio, de hecho Rocío tuvo su primera vez conmigo antes de casarnos cuando teníamos 20 años; físicamente somos muy atractivos, deportistas, ella es un bombón de 1.65, trigueña de ojos claros, hermoso cuerpo con unos senos de campeonato una cintura de 58cm, nalgas paraditas y unas piernas largas y torneadas.
Todo empezó una noche en un bar del Sur de la Ciudad de México platicando con unos amigos del trabajo de ella, una pareja atractiva y muy especial, estuvimos platicando durante horas diversos tópicos hasta que la conversación se tornó más personal, ellos se sorprendieron cuando les confiamos que nunca, en diez años nos habíamos fijado en alguien mas, cuando nos dijeron que ellos no tenías problemas con eso de la infidelidad pues pertenecían a un círculo swinger, de intercambio de parejas. Nos quedamos boquiabiertos mientras ambos nos platicaban diversas experiencias con una ligereza que sorprendería al más liberal, tanto que a ambos nos surgió la curiosidad por conocer (que no por participar) de una experiencia como esa… minutos después fue cuando nos lanzaron la invitación:
– La próxima semana habrá una fiesta de lencería en Cuernavaca, están invitados.
Dudamos pero ellos nos anticiparon que podíamos ir y si no queríamos intercambiar no había problema, a nadie se obligaba a hacer algo que no quisiera. Aceptamos y se pasó como de rayo la semana y llegó el viernes.
Me sorprendí de que Rocío no quisiera dejarme ver el atuendo que se había comprado para la ocasión, pero noté que estaba muy nerviosa porque durante el trayecto a la fiesta, en la autopista, iba con las piernas cruzadas y las movía como con ansiedad, el bronceado de la semana le había asentado perfectamente y lucían hermosas con la minifalda de colegiala que se había puesto y se había arreglado como para sesión fotográfica, realmente se veía preciosa.
Llegamos a Cuernavaca como a las 8:30, se trataba de una casa ubicada en uno de los más exclusivos fraccionamientos de la Ciudad, nos recibió la anfitriona, una rubia como de 35 años de lo más hermosa, con unos ojos azules que brillaban con la luz de los faroles de su jardín, al entrar, ya estaban todos los invitados, como ocho parejas de entre los 25 y los 40 años, todos de buen nivel y se respiraba un ambiente de tranquilidad y buena onda, nos presentaron a todas las parejas y notamos que una de las reglas al conocerlos es saludar con un besito en la boca, al principio me sentí un poco apenado pero a la tercera niña ya no tenía el mínimo recato, acto seguido todas las mujeres subieron a cambiarse, cuando bajaron.
La clase de espectáculo de ver bajar a ocho preciosidades en finísima lencería, todas formaditas, bajando aquellas escaleras creó un ambiente tenso entre los hombres, de pronto ya no se escuchaban risas, todos asumieron una actitud que de pronto me pareció como muy formal, pero nada de eso, la anfitriona, Lulú, nos instaló a todos en una enorme mesa para cenar, yo quedé en medio de unas mujeres muy simpáticas y muy platicadoras quienes me atendían de lo mejor y Rocío en otro extremo de la mesa platicaba animadamente con un hombre que parecía artista de cine y que la tenía muy entretenida pues ella no dejaba de sonreír con la mirada fija en los ojos de su nuevo amigo.
Debo confesar que sentí un poco de celos, ver a mi mujer con un baby doll negro, ropa interior de encaje con los hombros desnudos y su pelo castaños que caía en ellos, tan divertida con un desconocido, pero por cortesía con la muñeca de mi izquierda quien me bombardeaba con preguntas y comentaba sus gustos sin necesidad de cuestionarla tuve que quitar los ojos de mi esposa para atenderla, terminó la cena y vino el primer juego: escribir nuestros nombres en un papelito y depositarlos en una copa, para determinar las primeras parejas de la noche que tendrían 30 minutos para hacer lo que quisieran dispersándose en toda la propiedad, menos penetración, no habría penetración.
Mi nombre salió primero que el de Rocío y me toco una morena alta y delgada, ella era dominicana, guapísima, con un asentó muy cachondo, 23 años y como fuimos la segunda pareja escogimos un estudio de la planta alta de la casa, no pude ver con quien le había tocado a Rocío, pero después me platicó que le tocó con el anfitrión que la llevó a su recamara y le hizo una sesión de sexo oral que le provocó un par de orgasmos.
Al entrar con mi acompañante al estudio, como gata en celo me tomó por el cuello y me besó con una pasión que solo imaginaba en alguien enamorado, mi verga empezó a crecer hasta casi sentir dolor por los pantalones que la apretaban, hasta que ella la liberó con maestría y la tomo con ambas manos succionándola fuerte y suave y pasando su lengua por todo lo largo y ancho de mi miembro, mientras yo acariciaba sus pechos con esos lindos y pequeñísimos pezones erectos, ya cuando estaba casi listo para el orgasmo, la detuve y la acosté en el sofá, introduje mi dedo en su raja húmeda, y ella gemía de placer cuando pasaba mis dedos por su clítoris, sin sacar mis dedos de su panochita fui besándola desde el ombligo hasta la parte interior de los muslos, gemía como suplicando que se la mamara, la complací succionando sus labios y su clítoris hasta llevarla a un orgasmo que le hacía temblar el vientre sin control… terminamos y esperamos unos minutos para bajar a la sala.
De inmediato busqué a Rocío quien platicaba animadamente con otras dos hermosuras con una copa de vino blanco en las manos.. yo fui a servirme un vodka tonic, necesitaba un trago, pues tenía los nervios desechos y la noche era aún muy joven… La música de jazz que había prevalecido fue cambiada por una música suave y los anfitriones abrieron el baile, pero qué baile, empezaron a besarse rítmicamente mientras ella le quitaba la ropa a él hasta dejarlo completamente desnudo, los demás empezaron a formar un círculo alrededor de ellos, me dirigía yo hacia Rocío cuando unas manos me tomaron mi mano, era una niña como de 25 años, blanca, con un rostro maravilloso y un atuendo totalmente transparente que dejaba ver su pubis afeitado, solo un poco de vello, con un gran gusto… hola… soy Jessica y me encantaste desde que te ví… yo le dije, por cortesía, que a mí me había pasado exactamente los mismo y me invito a sentarme en un sillón para conversar… no pude negarme.
Mientras platicaba con Jessica, veía a Rocío quien parecía muy a gusto viendo el show, al cual se había integrado otra pareja y entre los dos se cogían frenéticamente a las dos mujeres en la alfombra, noté que Rocío cruzaba miradas con el tipo de la cena, el colmo fue cuando ambos levantaron sus copas y brindaron, el le lanzo un guiño de ojos que me hizo sentir un vuelco en el estómago. Una vez terminado el show, Rocío vino hacia mi, se sentó en mis piernas y al abrazarla por la cintura, sentí ese amor y esa pasión que siempre había ella despertado en mi, una cintura deliciosa y unas caderas perfectas con unas piernas fabulosas, espontáneamente me dio un beso tierno y largo, nos miramos a los ojos y nos dijimos que nos amábamos. Fue cuando llegó el me dijo que se llamaba Jean, con un acento que delataba su origen francés, y me pidió bailar con mi mujer… me la prestas?, yo dije… claro… bueno si ella quiere, Rocío le dio la mano y me volteó a ver como con angustia y nervios mientras era llevada al centro de la sala donde bailaban algunas parejas semidesnudas.
Jessica, quien se mantenía al lado mío me dijo que no me preocupara, que era noche libre para ambos que disfrutara la noche y al día siguiente las cosas iban a ser igual que siempre, mientras se acercaba a mí y me daba besitos en el cuello y en las orejas. Pero yo no podía quitar la vista de Rocío y Jean mientras bailaban, el se había desbrochado la camisa y dejaba ver unos pectorales amplios y marcados que solo meses de gimnasio proporcionan, con un bronceado muy dorado tomando a mi mujer por la cintura apretándola contra él mientras ella se sostenía por los brazos de él como deleitándose con sus tríceps, que hacían que sus manos se vieran pequeñas, notaba como Jean se movía circularmente en el cuerpo de ella como para que sintiera su miembro que ya para entonces debía estar muy duro.
No sé si verlos o las caricias de Jessica hicieron que se empezara a erectar mi pene, al notarlo, Jessica me desabrochó el pantalón y lo extrajo, haciendo un gesto de admiración y gusto al verlo… que rica la tienes! me dijo, y bueno sin jactarme mi miembro es de buen tamaño, 20 centímetros pero lo que le encantó es el glande, una cabeza ancha y con una forma de flecha suave y sobresaliendo del falo venoso y grueso, que empezó a acariciarlo de arriba hacia abajo suavemente, mientras acercó su boquita de muñeca con esos dientes perfectos y nos besamos, sintiendo sus senos blancos y suaves en mi pecho. Rocío!, La busco entre las parejas y ahí estaba en el centro de la sala besándose largamente con el francés, a quien le acariciaba el pene por encima de los pantalones, pero al fijarme bien, ella ya no llevaba la tanga de encaje que tenía unos minutos antes, lo que aprovechaba él para introducir sus dedos en la delicada pepita de mi mujer, ahí estaba yo, mientras una lindura me la mamaba, un cabrón desconocido estaba disfrutando a mi esposa! Rocío empezó a mover las caderas hacia adelante y atrás, como signo de la eminente venida que estaba a punto de sentir, hasta que echó su cabeza hacia atrás sosteniéndose del cuello de el y con los ojos cerrados gemía de un placer que parecía inacabable, al ver eso yo casi también me vengo (del verbo venirse o correrse como dicen los gachupines).
Acto seguido, Jean se desabrochó el pantalón y éste cayó al piso dejándolo totalmente desnudo, pues no vestía ropa interior, dejando al aire un magnífico ejemplar de sexo masculino, largo y brillante, como un poco torcido hacia arriba y fuerte como una estaca dispuesta a penetrar una pared y tomando a Rocío por ambas manos sin dejar de mirarse a los ojos caminó de espaldas hacia una silla que estaba a un lado de la sala, se sentó en ella y tomó a Rocío por la cintura atrayéndola y levantándola casi en vilo para dejarla caer muy suavemente en su pene, lo que arrancó de mi mujer un gemido largo y agudo, ella puso sus manos en los hombros de él quedando sus riquísimos senos a la altura de la boca de Jean quien los besaba humedeciéndolos con su saliva, ella empezó a moverse frenéticamente como queriendo acabar en un segundo, yo veía desde donde estaba, claramente como entraba y salía aquel monumento a la masculinidad de las partes húmedas y hasta ese momento secretas de Rocío, aquel espectáculo se prolongó durante varios minutos, para ese entonces la sala era un concierto de gemidos y orgasmos, sin darme cuenta, estaba yo con mis dedos en la panocha de Jessica.
Jessica estaba tan concentrada en mi pene, que nunca se enteró que yo no estaba en lo nuestro, pero la verdad es que a esas alturas de la noche ya estaba yo como candela, ardiendo por coger… pero quería coger y ver como cogía Rocío, mi mujer, así que tomando a Jessica de las caderas, me pongo de pie detrás de ella y la penetro, ella estaba tan húmeda y dispuesta que se la metí hasta el fondo, sacándola después completamente y otra vez hasta el fondo suave, pero firme, acelerando cada vez más el ritmo que ella levaba también como si fuéramos una pareja de baile que se conoce de años. Para ese momento, Jean tomó a Rocío por la parte de atrás de las piernas y se puso de pie sin dejar de penetrarla y siguiendo con su rítmico movimiento camino hacia una credenza que estaba en la pared la sentó y quedaron de frente, el de pié y ella sentada en el mueble trenzando a Jean con brazos y piernas como queriéndose fundir en uno solo, se veían las pálidas nalgas del francés moviéndose con cambios de ritmo mientras unas gotas de sudor escurrían por el hueco perfecto de su espalda, desde la nuca hasta la cintura.
Yo seguía cogiéndome a una feliz Jessica quien ya se había venido una vez y me detenía para tomar un poco de aire y cambiar de posición… me senté en el sillón y ella me cabalgó, cómo se movía! bailaba merengue sentada en mi pene, en forma circular y subiendo y bajando, todo un espectáculo digno de Reyes… hasta que ya no pudo soportar más y su instinto la venció obligándola a ir de arriba hacia abajo profundo y rápido teniendo un orgasmo por demás ruidoso, yo veía su carita de ángel con las cejas apretadas y mordiéndose los labios esperando el momento de la explosión, en la cual me tomó por el cuello y me gritaba… papacito, papacito, que rico estas!. Casi simultáneamente pude ver como el francés apretaba las nalgas y las dejaba así apretadas mientras quedaba por segundos como congelado, mientras Rocío trataba de exprimir hasta la última gota de placer de él, su respiración se tornó agitada, y volvió a moverse pero ahora con espasmos que lo obligaban a apretar las nalgas y a tomar grandes bocanadas de aire, mientras se besaban como queriendo comerse las lenguas.
Jessica ya se había salido de mí, me dio un largo beso y me dijo que tenía mucha sed que iría por un par de tragos, le agradecí y mientras ella iba yo me quedé ahí con mi pene erecto en busca de una caliente panochita para venirme, cuando se acercó la compañera de mi mujer y me dijo, que cómo me la estaba pasando y le contesté que maravillosamente bien, notó mi erección, me cambió el condón y rápidamente se montó en mí, me sacó un poco de onda porque yo no esperaba hacerle el amor a la amiga de mi esposa, pero me dijo algo que me puso como lava ardiente.
– Qué le pareció Jean a Rocío?, le dije que se lo presentaría pues desde que lo vio en la oficina se quedó impactada con él, pues es el Presidente de la Empresa.
Tomando control de mis emociones, le di una cogida tremenda a la amiga de mi mujer dejando que ella viera como la hacía sentir mujer varias veces, se lo metía y se lo sacaba con una especie de coraje y dominación que le encantaba, le decía que era una puta, una putita muy caliente y a ella le encantaba, se vino tres veces antes de que yo explotara en el mejor orgasmo en mucho tiempo.
Después, al regreso Rocío iba dormida como una niña buena, mientras yo reflexionaba acerca de la velada, pudo haberlo hecho sin mí y me hizo partícipe de su travesura… somos amigos, esposos, amantes, cómplices y un par de calientes incorregibles desde esa noche.
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