(Actualizado) Miguel y Camila iban en la parte de atrás del auto de sus padres.
Camila se había puesto una pollera roja y en ese momento saltaba alegremente encima de su hermano mientras pequeños gemidos escapaban de su boca.
Tenía la pija de Miguel bien adentro, y una cara lasciva que su padre lograba apreciar en el espejo retrovisor mientras manejaba.
Esa misma cara que ponía cuando tarde por la noche le pedía que le de la lechita calentita antes de dormirse, y hacia que se ponga duro. 😂😍
Su madre sin embargo estaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
Acordamos que no iba a haber nada de sexo hasta llegar a la granja de sus abuelos. Y ahí te veo, cabalgando como una perra en celo.
Camila se paro en seco y se bajo de mala gana de la verga de Miguel.
Sin embargo, se metió los dedos en la concha, y llamo a su madre. Cuando ella giro se los introdujo en la boca de forma descarada, mientras gozaba como esta los lamia como si de un helado se tratara.
Te quejas mamá, pero bien que te gusta el sabor mezclado del flujo de tus hijos. Además, acordamos no coger hasta llegar a lo de los abuelos, pero bien que te vi hoy temprano con la pija de Miguel en el orto mientras lo peteabas a papá.
Mamá se puso roja de la vergüenza y so volvió a mirara hacia adelante, pero Miguel pudo notar por un momento como se le erectaban los pezones a través de la ropa.
Papá tosió y puso algo de música para tratar de apaciguar las cosas.
Todos estamos emocionados por la reunión de este año, no nos podemos juntar desde hace 2 años. Ya queda menos de una hora para llegar, compórtense como dice su madre.
A diferencia de las familias tradicionales, donde se reúnen para comer y charlar, ellos tenían una tradición algo distinta.
Había comida, había conversaciones, pero sobre todo había sexo. Una orgia familiar donde madres cogían con sus hijos, primos con primas, hermanos con hermanas, padres con hijas, tíos con sobrinas, abuelos con nietos.
Solo había cuatro reglas, la primera era que el sexo tenia que ser consentido, no se permitían las folladas forzadas.
La segunda implicaba el uso de preservativos, a menos que de sexo anal se tratara.
La tercera indicaba que recién a partir de los 18 años podían participar en las orgias.
Y la cuarta, la más importante, las relaciones incestuosas solo eran tratadas allí, nadie debía enterarse de lo que se llevaba a cabo dentro de los terrenos de sus abuelos.
Las primas del tío Rubén
Todos tenían sus preferencias, Miguel pensaba en las primas del tío Rubén, que estaban cada día más voluptuosas.
Camila pensaba en la enorme verga venosa del tío Rubén y como le había dejado el culo dilatado entre él y su padre.
Mamá pensaba hace cuanto no se comía la concha de su hermana Ana, se relamía de solo imaginarla en cuatro y entangada.
Y papá metía la verga en la primera concha que se le ofrecía, aunque tenia debilidad por su princesa, a la que siempre le encantaba cogerse con su hermano Rubén en el granero y bañarla en semen.
Fueron los últimos en llegar, casi a la tardecita. Las primas corrían por el campo y afuera en una mesa charlaban los adultos amigablemente.
Cenaron como reyes, la abuela preparaba un banquete cada vez que se reunían todos, y el abuelo se fue para ir preparando las cosas.
Había mesitas con preservativos, geles lubricantes y más allá habían colocado una mesa especial llena de juguetes sexuales y consoladores.
Cualquier lugar de la casa estaba disponible para coger, en el suelo, arriba de la mesa, en las habitaciones, afuera, dentro del auto.
Eran como animales, que se liberaban de las ataduras de la sociedad para por una noche, entregarse a sus deseos más reprimidos.
La tía Mabel, esposa de Rubén, tenía dos varones gemelos de 19 años a quienes hacía vestir con el uniforme del colegio secundario y cogérsela.
Mamá solo tenía una hermana con la que jugaba de chica al doctor y tuvo sus primeras experiencias lésbicas, por lo que no le fue difícil introducirla allí.
Los abuelos cogían entre ellos y cada tanto les gustaba mirar como su descendencia cometía incesto.
Aunque a Miguel le gustaba como su abuela le tiraba la goma y al abuelo colarle los dedos a sus nietas, que se dejaban gustosas sintiéndose las más putas.
También Miguel disfrutaba ver escondido como su madre se tijereteaba con la hermana y hacían un 69 super delicioso.
Ver como se hacían squirt entre ellas, lo llevaba casi al orgasmo.
Entre la hermana y las tres primas, terminaba completamente agotado. Sin contar conque a veces su madre también se ponía golosa y la tenía moviéndole el orto en la cara para que se lo llene de leche tibia.
A veces uno estaba meando mientras al lado estaban cogiendo, y al terminar de mear ya te estaban chupando la pija, así de frenética era la cosa.
Cuando amanecía, todos ayudaban a limpiar la casa, los pisos llenos de flujos y a lavar las sábanas. Se almorzaba algo y cada quien se volvía a su vida rutinaria, donde seguramente seguirían con sus pequeños vicios, pero de forma más disimulada.
Sus cuerpos y sus entrepiernas calientes, ansiosos porque al año siguiente se puedan volver a reunir, con sus mentes pensando que otros juegos perversos llevar a cabo.
By: Maturbador de Mentes 😉