Pensé mucho antes de escribir estas líneas. Pensé sobremanera, en aquellos que quizás no crean en el testimonio porque piensan que es falso, producto de alguna fantasía lejana. Y pensaba con pena, porque estaríamos perdiendo la posibilidad de compartir una historia absolutamente real, quizás común, como les ha sucedido a muchos, pero es una experiencia de vida más y todas tienen su valor agregado. En el contacto consecuente, mucho más todavía.
Esto sucedió a fines del año pasado. Tengo 28 años, estoy casada con un marido al que conozco desde hace diez años, pero nos casamos hace seis. El sexo con el no es bueno ya que es gordo y el manifiesta no sentirse cómodo teniendo relaciones. Como yo soy delgada, se autodiscrimina, piensa que más que satisfacción me va a generar una carga y una molestia haciendo el amor conmigo y aunque he tratado de que no se sienta un marginado, no hay modo de torcerle el pensamiento respecto a eso. Las veces que tenemos relaciones, yo me siento bien. Naturalmente que hay que tratar de buscar posiciones que a el lo hagan sentir cómodo y a mi no me hagan mal, pero después, esta todo bien. Lo cierto es que, en medio de este contexto poco alentador, yo he ido mejorando, en base a dietas y gimnasia, mi estado físico hasta alcanzar una línea envidiable. Les cuento, no tengo muchas lolas pero las suficientes (89), buenas caderas, piernas largas y muy buena cola. Soy secretaria de un medico y debo confesar que en los últimos tiempos he recibido todo tipo de propuestas, mas aun, de aquellos hombres que conocen a mi pareja y suponen que mi intimidad sexual no es del todo feliz. Lo cierto es que nunca fui infiel hasta que paso lo que alguna vez tenia que pasar.
Tengo una amiga, Maria Eugenia, que sale con un pibe que tiene 21 años. Se llama Pedro y es camionero. Ella me contaba que tenían relaciones arriba del camión y me detalló como eran esos encuentros. Voy a utilizar términos vulgares porque de ese modo el testimonio se va a potenciar para aquellos que lo están leyendo. Mi amiga me dijo una vez…”No sabes lo bien que me coge y el pedazo de pija que tiene…”, así habla Eugenia. Lo cierto es que yo no le di importancia hasta que conocí a Pedro y era muy lindo… Alto, morocho, siempre peinado para atrás, con gel, patillas largas, rico y con unos músculos bárbaros… Divino. Ella me lo presentó y yo no pude hacer otra cosa que mirarlo e imaginarme lo que Eugenia me contaba sobre él. Nos saludamos y nada más… Cuando pasábamos con mi marido con el auto por su casa, yo miraba para verlo y nunca tenia la suerte, aunque solo formaba parte de mi fantasía. Me imaginaba como sería una noche de sexo con él. Lo veía muy rudo, salvaje y eso me impulsaba la libido aunque era solo un momento.
Una noche fuimos a una fiesta junto a otra pareja amiga (no era Eugenia) y allí se desencadenó el nudo de esta historia. Estábamos cenando con mi marido cuando lo vi sentado en otra mesa. Era Pedro, que estaba con unos amigos. En un principio me conmovió, pero yo no podía desequilibrarme ya que mi esposo podía darse cuenta… Trate de simular que nada había visto. Al fin y al cabo era el amante de mi amiga y no mío… Fuimos a bailar y en un momento, mi marido se puso a conversar con alguien que estaba bailando detrás de el. Yo hablaba con mi amiga que bailaba a mi lado cuando de pronto sentí que alguien me tomaba de la cintura. Era él, que aprovechó la distracción de mi esposo para agarrarme fuerte y apoyarme su pedazo contra mi cola que es prominente y estaba enmarcada por un pantalón de lino muy ajustado al cuerpo. Lo sentí y me corrió un escalofrió… ”Hola” me dijo mojándome el lóbulo de mi oreja con los labios y solo atine a contestarle con un balbuceo… El turro me apoyo y siguió de largo sin darme mas bola en toda la noche. Mi marido ni se dio cuenta, pero yo me quede muy excitada durante el resto de la fiesta.
Cuando llegaron las 3 y media de la madrugada, mi esposo se fue, ya que a las 4 viajaba a una ciudad cercana a presenciar una carrera de autos y me insistió para que me quedara con la pareja amiga nuestra. Yo no quería quedarme sola. Tenia miedo de no superar ese estado de embriaguez que me provocaba el tipo con el que me había soñado desnuda alguna vez. Eran las 4 y 20 cuando mis amigos me ofrecieron a llevarme a casa. Les dije que no, que estaba muy cerca (es cierto, ya que del lugar de la fiesta vivo solo a tres cuadras) y cuando ellos se fueron, tome mi cartera y comencé a caminar hacia casa. A media cuadra del departamento me tocan bocina. Yo me quede helada. Estaba acostumbrada a que me digan cosas en la calle queriéndome levantar, pero este era él… Me invitó a subir a una camioneta y no pude decirle que no… Me dijo que hacía tiempo se había fijado en mi, que le gustaba mucho y que deseaba verme desnuda, tenerme solo para el. Yo me quede mirándolo y por dentro estaba muy caliente. Nos besamos… no pude evitarlo y me llevó hasta un descampado, a la vera de un arroyo, un lugar hermoso donde habitualmente van parejas. Allí me pidió que nos fuéramos a la caja de la camioneta, que estaríamos más cómodos. Era una noche de verano, calurosa, hermosa, especial para estar al aire libre. No esperó nada para desnudarme. Se abalanzo sobre mí con muchas ganas de cogerme… Yo deseaba que me arrancara la ropa y así lo hizo. Lo que más le gustó fue bajarme despacio el pantalón y tener en su cara la cola que tantas veces lo había excitado. Yo estaba en las nubes. Ni me acordaba que tenia un marido… Me mordió las tetas con ganas, puso sus enormes manos en mis nalgas y franeleo mi cola mientras me besaba toda.
Cuando se bajo la ropa interior y saco su verga, me quería morir. Eugenia no había exagerado. Si bien no era descomunal, estaba impresionante. Me tomo de los pelos y me lleno la boca con su pija…”Trágatela toda… vas a ser mi puta…” me decía Yo quería que me humillara. A esa altura, solo deseaba que hiciera lo que quisiera. Quería tragarme ese pedazo al que sacó de la boca para evitar un orgasmo prematuro. Me tiro en el piso de la caja y echo su cuerpo encima del mío… mientras me besaba, me empezó a coger despacito… Sentía esa carne caliente dentro de mí y explotaba de placer. Mas aun cuando a los pocos minutos comenzó a meterla con fuerza. Me mataba, yo gritaba como una loca. Nunca había sentido una pija así dentro mío. Era hermosa… Empujaba cada vez mas y parecía que mi concha se estiraba en un esfuerzo imposible. Tenia un cuerpo escultural. Yo le mordía el cuello, los hombros… Me volvía loca. Nunca me habían cogido así ni me habían dicho tantas cosas…”Sois la peor de las putas, me decía, hace tiempo que querías coger conmigo. Acá tienes mi verga para que no te olvides mas de mí”… decía en mi oído. Sabes cuantas veces te vi con tu marido y pensaba en tenerte para mí y cogerte todas las veces que quiera…” Yo estaba enloquecida. Solo quería más y más de esa verga increíble. Quería que me tratara como la mas perra. Me estaba descubriendo un costado erótico que deseaba impulsar cada vez más, solo sabia que quería coger así y con un macho como el. En un momento me da vuelta y mientras me muerde la espalda, me pasa la lengua por la cola y me hizo delirar de placer, jamás
me habían hecho eso. El se sacó las ganas (mi culo lo enloqueció) y de pronto me dijo que me lo iba a romper. Yo me opuse ya que nunca se lo permití a mi marido y menos lo iba a dejar a el, que tenía una verga multiplicada al lado de la de mi esposo, pero no hubo manera de contenerlo y me cogió por atrás, de tal manera que dolían los ovarios, me corría un hilo de sangre, me hizo la cola como nunca pensé que me la iban a hacer. Al principio me dolió, pero después me dio un inmenso placer. Terminó acabando en mi cola, la llenó de leche y yo termine con orgasmos múltiples. Me ardía todo, esa verga había hecho estragos en mi, pero me encantó. Con el tiempo estuvimos saliendo otras veces, cada vez me cogía mejor pero esas son otras historias.
Hoy soy una infiel empedernida. Me cambió la vida, el sexo me vuelve loca y lo único que me pone rara es saber que mi gordito debe imaginarse que otros se cogen a su mujer. Cada vez que me ve desnuda me lo dice sabiendo que muchos hombres incluso de los que dicen llamarse sus amigos me quieren voltear y es así ya que varios me encararon para salir. A todos les dije que no, casi a todos. No son el tipo de hombre que es Pedro que además de todo es reservado y eso es muy importante. Con el no me pude resistir y todo gracias a Eugenia, aunque ella no lo sabe. Otro día les cuento mas historias ya que me han pasado muchas cosas.
Un besote.
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