Nuestro primer trío con una chica
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Fer apareció sorpresivamente en Tinder, donde tenemos un perfil de pareja. No habíamos tenido buena suerte en un trío con una chica antes, pero Tinder avisó que a una chica le habíamos gustado. Pasamos luego al whatsapp para intercambiar fotos y tener una conversación más fluida. Nos atrajo bastante a Cristina y a mi, pues era muy simpática y curiosa, y sus fotos mostraban que era muy guapa. Le hicimos notar que, a pesar de ser swinger, éramos unas personas normales. La invitamos para conocernos, en un lugar que se sintiera cómoda y segura. Fuimos a un bar cerca de su casa.
Con la duda de si era realmente una chica, llegamos al bar. Ella se hizo esperar pero finalmente llegó. Era mucho más atractiva que las fotos, y tan simpática como en el chat, y muy dispuesta a jugar también. Luego de la conversación inicial nos comenzó a preguntar cómo habíamos llegado al swinger, qué experiencias teníamos, porqué la habíamos seleccionado, etc. La verdad es que nos sorprendió la última pregunta, pues generalmente son ellas las que eligen las parejas.
Nos dijo que quería experimentar cosas nuevas, y que le habíamos parecido simpáticos y no se sentía intimidada con nosotros. Nunca había estado con otra mujer, y menos con una pareja. Le dijimos que ella nos parecía muy atractiva, no sólo por el físico, sino también por la simpatía y actitud, y ella nos dijo que Cristina también le gustaba a ella, que se había sorprendido de ello, aunque los dos le habíamos gustado. Seguimos conversando, y al rato le preguntamos si creía que podía pasar algo entre los tres; con una sonrisa traviesa asintió. El primer paso ya estaba dado.
Luego le mostramos un juego de dados virtuales para el celular. En la demostración salió “desabróchate un botón”. Nuevamente apareció esa sonrisa traviesa y comenzó a desabrocharse un botón de su camisa, ahí en el bar. Eso me prendió e hizo que quisiera cancelar todos los planes que teníamos luego de ir al bar, para pasar a la acción. Sin embargo, me convencieron ambas que nos juntáramos otro día en que tuviésemos más tiempo. Lo que pasó más adelante les dio la razón.
El día D
Unas semanas después, nos juntamos en un departamento que arrendamos para la ocasión, alrededor de las 7 de la tarde. Llevamos nuestros juguetes y accesorios y una botella de pisco sour. Cristina llevaba un vestido negro sin hombros, hasta la rodilla, que me encanta, y yo un pantalón y camisa corta gris.
Mientras Fer venía en camino, Cristina leía un relato hot en su celular, para ponerse a punto. Le envié a Fer una foto de la pantalla, para motivarla.
Finalmente llegó. La fui a buscar al metro. Traía un vestido largo y una camiseta sin mangas, que la hacia lucir muy bien. Llegando al departamento, nos saludamos los tres y conversamos un rato. Nos dijo que estaba muy nerviosa, pero que el pisco sour le iba a ayudar.
Cristina mencionó los dados, y pasamos todos a la habitación. Quien lanzara los dados recibiría la acción. Ella seguía nerviosa, aunque dispuesta a jugar.
Comenzamos con ella: tocar cuello. Comencé a tocarle el cuello suavemente, lo que le gustó. El ver que Cristina no reaccionó con celos ni nada parecido, sirvió para que se relajara un poco.
Luego fue mi turno: besar cuello. Cristina se acercó a mí mientras Fer miraba cómo me besaba. La invité a participar pero aún no estaba lista.
Luego de unas rondas más, ella se atrevió a tocar y besar mi cuello, ya más relajada al ver que Cristina no estaba celosa en lo absoluto.
Cristina: besar labios. “Te atreves, Fer?”. Se acercaron lentamente, Fer nerviosa. Juntaron sus labios lentamente. Un beso, otro. Un poco más cerca, un poco más largos. Fer comenzó a besarla apasionadamente, y Cristina le correspondió. Se pusieron de pie, comenzaron a tocarse: primero el cuello, luego los brazos, con la delicadeza que sólo dos mujeres saben, sin dejar de besarse. Yo me puse tras Fer y comencé a besarle el cuello. Se dio vuelta y comenzamos a besarnos. Nos sentamos en la cama, y Cristina comenzó a tocarla bajo la falda, levantándola de a poco.
Luego, Fer soltó su sostén, y comenzamos a tocar sus pechos firmes. Alternábamos los besos entre los tres. Cristina se sacó su vestido y volvieron a tocarse y besarse apasionadamente. “Tienes mucha ropa” me dijeron, por lo que quedé sólo en ropa interior. Fer se sacó su falda y Cristina su sostén.
Volví a ponerme tras Fer para que sintiera mi excitación. Llevaba un lindo calzón violeta. Ella se puso en cuatro, quedando su boca justo entre las piernas de Cristina. “Esto no lo he hecho antes”, dijo: le sacó el calzón negro a Cristina y comenzó a darle sexo oral, el cual según Cristina estaba bastante bien para ser primera vez. Introduje un dedo en Fer, lo que la excitó aún más. Con Cristina nos mirábamos con complicidad. Finalmente el trío había resultado.
Le saqué el calzón a Fer y me puse en posición. Tiene una cintura pequeña y caderas anchas, ideal para la postura que tenía. La tomé por las caderas e ingresé sin problemas, gracias a la excitación del juego previo. Ella comenzó a moverse fuerte, y yo respondí al estímulo. Comencé a darle duro y rápido, de manera que se escuchaba el choque de los cuerpos. Fer seguía haciéndole sexo oral a Cristina, hasta que finalmente la hizo llegar. Yo por mi parte seguí dándole a Fer, tan fuerte como podía, lo que le encantaba.
Luego me puse sobre ella, intentando no bajar la intensidad. Ella gemía fuerte, lo que nos gustaba a Cristina y a mí. Cristina besó a Fer, y el conjunto logró que ella también llegara a buen puerto. Luego dijo “los quiero ver a ustedes”. Le di un poco más, y me cambié a Cristina. Comenzamos a jugar como nos gusta, fuerte pero no tan rápido. Estuvimos así un rato. Luego Cristina se puso en cuatro para darle desde atrás. Fer miraba y usaba sus manos para tocarnos a ambos entre nuestras piernas, lo que fue muy excitante. Lamentablemente el cansancio nos pasó la cuenta.
Descansamos un rato, comimos algo y luego continuamos. Con Fer nos comenzamos a besar fogosamente, rozándola entre sus piernas pero sin entrar. Luego bajé para jugar con mi lengua. Di con el lugar exacto, y comenzó a contornearse. Le metí un dedo y Cristina la besaba, hasta hacerla llegar por segunda vez.
Ahora era el turno de los juguetes. Seleccionamos un vibrador doble, que es para el juego entre dos chicas, uno de los favoritos de Cristina, pues en otras posiciones puede servir para suplir a un hombre. Cristina se puso abajo, con una parte del vibrador, y lo encendió. Fer no había jugado antes con un vibrador, y fue excitante verla en el momento en que ingresó: una cara entre sorpresa y excitación. Fer comenzó a moverse sobre Cristina, lo que hacía a su vez que el juguete se moviera dentro de Cristina. Estaban muy excitadas ambas, y por supuesto yo también. Luego de un rato que jugaron, me puse en la boca de Cristina, quien jugó oralmente como ella bien lo sabe hacer, en particular cuando está caliente, comiéndome profundo, mientras Fer seguía moviéndose. Luego fue el turno de Fer, quien también lo hizo muy bien, con una técnica diferente, usando muy bien las manos. Le pegué unas nalgadas a Fer, que se las tenía pendientes de la ronda anterior cuando le estaba dando en cuatro.
Una vez que Carmen llegó por segunda vez, se sacaron el vibrador, pero Fer quería más. Me puse sobre ella y seguí duro y fuerte, como nos gustaba. Ya descansado, fue más fácil mantener la intensidad. Jugamos fuerte y duro por un rato, luego ella se puso arriba y comenzó a moverse. Nuevamente noté sus caderas anchas y cintura pequeña, y la tomé por allí. Luego de unos minutos, decidimos descansar nuevamente.
Una vez detenidos nos dijo “no sé cómo decirlo, pero que culean rico”. Nosotros le dijimos “y eso que aún no nos has visto culear”. Ella lo pensó por un instante y luego cayó en la cuenta. Nos dijo “quiero verlos entonces”.
Cristina se puso boca abajo. Yo me puse sobre ella y Fer tomó palco. Comencé con un dedo previamente lubricado, entrando a su cola grande y parada, con movimientos lentos hacia adentro y afuera apenas entrando, mientras la tocaba con la otra mano por adelante para que se excitara y se dilatara. Cuando su cola ya estaba dilatada, probé con dos dedos, continuando con la otra mano adelante. “Quieres probar?” Le dije a Fer, “prefiero mirar” me respondió. El movimiento de los dedos hacía que Cristina se curvara de placer.Dr la mano de adelante introduje unos dedos, que se juntaron con los que tenía adelante. Comencé a moverlos en conjunto, para que juntaran dentro de Cristina, excitándola aún más. Tenía dos dedos adelante y dos atrás.
Dos dedos atrás no eran suficiente, por lo que los saqué y me puse sobre ella, sin sacar la mano de adelante. Ingresé lentamente por su cola, mientras la tocaba adelante. Cristina levantó un poco su cola para facilitar el ingreso, y ello provocó que se ganara una nalgada de mi parte. Se sentía apretada pero lubricada. Cristina gemía aún más fuerte que antes. “Parece que siente más por atrás”, dijo Fer, lo que yo reafirmé. Comencé a darle más profundo cada vez, mientras mirábamos a Fer, quien tenía cara de excitación y curiosidad. Luego, además de profundo comencé a darle rápido. Cristina cambió mi mano adelante por la suya, para que yo pudiera tomarla de sus caderas y darle más rápido. Cristina tuvo un orgasmo intenso, mientras yo sentía cómo se contraía y relajaba su cola y el resto del cuerpo. Luego yo salí lentamente, miré a Fer, quien nos dio una señal de aprobación por el espectáculo.
Posteriormente nos acostamos los 3, dejando a Fer al medio, tocándonos suavemente. Conversamos respecto a qué le había parecido. Nos dijo que le había encantado, que la habíamos hecho llegar varias veces. Le dijimos que a nosotros también nos había gustado mucho, que a pesar de haber estado con otras parejas era la primera vez que Cristina recibía sexo oral de otra mujer.
Un rato después llegó su taxi. Nos quedamos de juntar nuevamente.
Sin embargo, así como apareció, desapareció. Dejó de contestar los mensajes de un momento a otro. Al menos quedó el recuerdo de un encuentro memorable.
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