Nuestro primer trío

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Esto que les voy a contar sucedió hace unos años con mi pareja. Les contaré un poco para que entiendan. Yo siempre había querido experimentar nuevas cosas en el sexo para evitar caer en la rutina y cosas así. Solía proponerle cosas a mi pareja, pero siempre decía que no, se molestaba y prefería evitar el tema.

Una de mis mayores fantasías era tener un trío, algo que, en cuanto se lo mencionaba, la hacía enfadar, pero todo iba a cambiar una noche.

Aquella noche sería una de las que festejamos las fiestas patrias, como cada año. Después de convivir con la familia, empezábamos a tomar algo de alcohol. Al no estar acostumbrada a eso, ella al llegar la madrugada ya se veía ebria y se puso cachonda. Me hizo señas para ir a un cuarto oscuro donde nadie nos pudiera ver. Al llegar, no lo dudó ni un segundo y se arrodilló frente a mí para sacar mi miembro y, de un solo movimiento, introducirlo todo lo que pudo. Estuvo ahí por un rato dándome una mamada como nunca antes. Después, la llevé a un sofá que había allí y empecé a penetrarla primero despacio y después con mucha fuerza. Para entonces, ella estaba tan excitada que le corría líquido vaginal por toda la vagina; me pedía que le diera nalgadas fuertes, que le hablara fuerte y cosas así.

Después de un rato, me dijo que si seguía tomando se me iba a cumplir la fantasía, pero que no sabía con quién. Como trabajamos juntos, sabía que había un chico que la miraba de reojo y que no estaba de mal ver, así que, en plena excitación, se lo dije. Al principio dijo que no, pero después de un tiempo me preguntó si no me darían celos y qué sería lo que iba a pasar. Para entonces yo sabía que no debía desaprovechar ese momento, así que planeamos todo.

Primero fuimos a seguir tomando. Ella le mandaría un mensaje diciéndole que se había quedado sola y yo me había ido a tomar con unos amigos para que él llegara, pero para que ella no perdiera esa calentura que tenía, le dije que primero bebiera más y, en cuanto él le contestara, nos iríamos. Y así fue, no tardó en contestar y dijo que llegaría en veinte minutos, así que aprovechamos para que ella tomara más. Cabe recalcar que vivíamos a unas calles, así que llegaríamos rápido. Para que nadie sospechara, dijimos que ya teníamos que irnos y nos fuimos.

En el camino no hablamos mucho. Supongo que por los nervios o el miedo de que las cosas salieran mal. Cuando llegamos, ella se metió y yo me escondí, esperando a que llegara. Y así fue, llegó y, al parecer, también iba bebido, así que llamó a la puerta y mi pareja salió a abrirle. Ella se había arreglado y se veía muy provocativa. Desde donde estaba, pude verla y ver que intentaba tocarla, pero ella lo apartó y no pude ver qué pasaba. Todo estaba saliendo conforme al plan, pero tenía que esperar un poco, porque si llegaba, luego él podría espantarse y ya no seguir con el plan. Así que esperé unos quince minutos y entré. Agarré valor, respire profundo y entré.

Al principio tenía nervios y celos al verla con otro hombre. Me dirigí al cuarto y, al entrar, vi que había ropa tirada. Al parecer, era de ellos dos. Entré muy despacio para no hacer ruido y ahí estaban ellos: ella estaba montando sobre él y él estaba acostado, con la espalda contra ella. Me quedé un momento, hasta que se me quitaron los celos y se convirtieron en excitación. Fue una excitación enorme. Agarré valor y me dirigí hacia ellos. Llegué y toqué un poco a mi esposa. Él casi brinca del miedo, pero ella le explicó que todo estaba bien y que ya sabía que eso iba a pasar, así que él siguió con lo suyo. Yo besé a mi pareja y ella me agarró el miembro y empezó a jugar con él.

Después se lo llevó a la boca, pero como esa posición era un poco incómoda, tuvimos que cambiarla. La acostamos y fue más fácil: al principio él se corría y yo se lo mamaba; después cambiamos de posición.

Un rato después, intentamos una doble penetración y, aunque al principio fue un poco difícil, lo conseguimos y ella pegó un grito de placer. Seguimos así un rato hasta que nos corrimos los tres en la cama, hasta que nos ganó el sueño. Un rato después, unos movimientos y unos gemidos a mi lado despertaron mi curiosidad: eran ellos dos, que habían recobrado fuerzas. Esperé un poco y me volví a unir a la fiesta. Así estuvimos hasta que nos quedamos muy cansados y nos dormimos.

Al día siguiente, el amigo del trabajo se fue, pero le dijimos que, si no decía nada, esa situación se podría repetir, y así fue. Eso sí, gustos se los cuento después con más detalles.

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Secreto pue
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