Mi segundo hijo no es de mi marido

📋 Lecturas: ️993
⏰ Tiempo estimado de lectura: 5 min.

Hace algunos años, mi marido y yo teníamos muchos problemas y discutíamos demasiado. Yo empecé a salir con un amigo del trabajo. Al principio era algo inocente, solo éramos amigos, aunque yo sabía que él estaba interesado en mí. Sin embargo, tras unas semanas, me dejé convencer por sus cumplidos y sus declaraciones de amor y nos besamos en los labios. No voy a hacerme la inocente, debido a cómo me sentía, cedí fácilmente y esa misma noche me dejé convencer por él para irnos a un hotel y estar juntos por primera vez.

Los días siguientes continuamos saliendo después del trabajo y muchas de esas salidas terminaban en la habitación de un hotel. Empezamos a tener sexo con más frecuencia y de forma más atrevida. A veces me sentía mal y culpable por estar engañando así a mi marido, pues no solo estábamos casados, sino que además teníamos un hijo de cuatro años. Sin embargo, al mismo tiempo, yo sabía que lo de mi amigo no era nada serio, sino que más bien era como un respiro de la mala situación que había en casa.

El sexo con mi amigo siempre fue muy bueno, lo recuerdo muy bien. Al principio era un poco romántico, pero poco a poco mi amigo se ponía más brusco conmigo en la cama, me lo hacía con unas ganas que yo no sentía de un hombre en muchos años. Cuando teníamos sexo me agarraba fuerte, me ponía en todas las posiciones imaginables y yo hasta le permitía que me hiciera algunas cosas sucias mientras estábamos juntos. Sabía que él se estaba dando el gusto como hombre, usándome sexualmente solo para complacerse, pero la verdad es que a mí no me molestaba, hasta podría admitir que me gustaba sentirme como una mujer con la que él quería tener sexo de esa manera.

Yo había dejado de tomar pastillas anticonceptivas porque casi no tenía sexo con mi marido, así que le advertía a mi amigo que se viniera donde quisiera cuando eyaculara. Incluso le ofrecí que se podía venir en mi boca si eso le gustaba, oferta que, por supuesto, me hizo varias veces.

Aun así, tengo que admitir que, a veces, la pasión nos podía y él se venía dentro de mí. Sentir a un hombre con tanta pasión venirse dentro de una mujer es riquísimo y, a veces, yo mismo lo agarraba por la cintura cuando estaba a punto de eyacular para sentir esa pasión salvaje del hombre en mi cuerpo. Otras veces era él quien me agarraba fuerte por las caderas y no me soltaba, porque no podía dejar pasar las ganas salvajes de venirse dentro de mí. Tengo que admitir que lo hicimos de esa manera más de lo que debimos y, por supuesto, tentamos demasiado al destino.

Una semana no me vino el periodo y me asusté, pues obviamente habíamos estado jugando demasiado con nuestra suerte y, como dije antes, yo no me estaba protegiendo. Entré en pánico y esa misma noche decidí tener sexo con mi marido. Si pueden juzgarme, pero yo tenía que asegurarme por si pasaba algo. Espere vestida de manera muy sugerente a mi marido y me la regalé para que se diera el gusto conmigo. Mis encantos de mujer no fallaron y él, como hombre, no pudo resistirse. Se la chupé muy bien y se volvió loco por cogérmelas. Por supuesto, me aseguré de que se viniera dentro de mí.

Estuve con miedo las siguientes semanas, pues mi periodo seguía sin venir. Finalmente me armé de valor y me hice la prueba. Sí, todos mis miedos estaban confirmados: estaba embarazada. Nunca habría pensado que el bebé era de mi amigo, no era un hombre para ser padre y siempre supe que lo nuestro era solo una aventura. El niño tenía que ser de mi marido y ahí terminaba toda la historia.

Esperé unas semanas y se lo anuncié a mi marido. No lo tomó mal y, en realidad, nunca me ha cuestionado nada. No quise llevarlo a las citas con el médico, pues si hubiera podido haber cierta discrepancia en cuanto al momento en que el niño había sido concebido, pero bueno, eran detalles solamente.

Algo que sí pensé mucho es que, si iba a hacer algo así, tenía que asegurarme de no dejar ningún cabo suelto. Con el dolor de mi corazón, corté la relación completamente con mi amigo y renuncié a mi trabajo para no tener que vernos nunca más. Le envié un mensaje diciéndole que me sentía mal, pero que iba a tratar de arreglar las cosas con mi marido y le pedí que, por favor, no me contactara más. Él me mandó unos mensajes de vuelta, pero yo nunca le volví a contestar.

Mi hijo nació meses después y, aunque a veces lo miro y me reprocho lo que hice, creo que al final fue lo mejor para todos. Eso sí, admito que a veces recuerdo la forma salvaje que tuve sexo con mi amante durante esas semanas y tengo que reconocer que me sale una sonrisa al recordarlo. Aunque él nunca lo sabrá, puedo decir que mi hijo se hizo con unas ganas que él nunca se imaginará.

A veces también he pensado que en realidad nunca he intentado hacer una prueba de paternidad y que, si hubiera algún milagro, mi hijo podría ser de mi marido. Nunca lo sabré ni nadie lo sabrá, pues por supuesto nunca se lo he contado ni se lo contaré a nadie.

Compartir en tus redes!!