Mi regreso al vicio: ocho machos me hicieron suya
Soy un hombre maduro de 65, varonil por fuera, pero bien sabes… por dentro sigo siendo una putita caliente, deseosa de macho. En mi juventud me veía increíble con ropa de mujer, salía a la calle bien arregladita, buscando una buena verga que me dejara temblando. Y vaya que lo lograba.
Hoy ya no salgo igual —los años no perdonan— pero en casa me visto para mí solita, me excita, me enciendo con solo verme frente al espejo. Me tomo fotos y todo, aunque no las comparto. A veces me da pena, pero la calentura siempre puede más.
Hace poco me dio por volver al vicio y me metí a un grupo en Facebook donde empecé a coquetear con varios tipos. De a poco me fui soltando, hasta que uno me propuso algo fuerte: me habló de un encuentro grupal con sus amigos, todos rudos, de esos que saben usar lo que cuelga entre las piernas. Me mandó fotos de algunos —dios mío, unos machos de verdad, gruesos, sucios, dominantes. Y yo… yo ya estaba mojadita.
Fijamos una cita en un lugar discreto. Llegué nerviosa, sabiendo que si entraba, no saldría igual. Eran ocho, todos altos, morenos, con las manos llenas de callos y las miradas cargadas de lujuria. Me preguntaron si estaba lista para ser su putita, y apenas asentí… me llevaron al centro de la habitación.
Ahí me desnude, me pusieron en cuatro, y uno por uno me fue tomando, fuerte, rudo, profundo. No había ternura, solo placer brutal, como una verdadera fantasía cumplida. Me decían cosas sucias, me agarraban fuerte, me hacían gemir como nunca. Yo, desatada, me entregué por completo. Fui su juguete, su puta, su hembra.
Esa noche no hubo dolor, solo exceso. Me llenaron de leche, de gritos, de sudor. Y cuando terminaron, me miraron satisfechos. Uno me besó la nuca y dijo: “Te queremos de nuevo, putita.”
Volvimos a vernos muchas veces. Ya no era un encuentro casual, era parte del ritual. Me convertí en su vicio, su hembra fija. Hacíamos orgías donde me tenían toda la noche —uno en la boca, otro atrás, y más esperando turno— y yo, feliz, chillaba, suplicando más.
Sí, fui suya por un buen tiempo. Luego la vida nos separó. Pero nunca olvidaré lo que se siente ser el centro de la atención de ocho machos hambrientos. Porque aunque pasen los años… la puta dentro de mí sigue viva.
Palabras clave: fantasía grupal, sumisión, hombres maduros, putita caliente, encuentro sucio, sexo rudo, dominación, orgía, macho dominante, placer extremo.
¿Te gustó este relato? Descubre cuentos subidos de tono en nuestra página principal.
Tendencia ahora