Mi primo Julio me dio la mejor follada en la piscina
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El pasado enero, un viernes a medio día, me puse junto a la piscina, a tomar el sol para empezar a broncearme, de cara al verano. Mi enamorado se había marchado esa mañana a Arequipa a pasar el fin de semana con su familia, yo me encontraba en casa de unos familiares, ya que la mis padres tampoco regresarían hasta el lunes por la mañana. Me puse antisolar y me tumbé en la hamaca a leer “El arpista ciego” de Terenci Moix. Al poco, aburrida, dejé el libro y, como estaba sola, me quité también la ropa de baño, para que no me quedaran marcas en el cuerpo. Me tumbé boca arriba con los brazos y las piernas abiertas para recibir mejor el sol y, al poco, me quedé dormida. Más tarde, percibí que alguien se estaba bañando, miré hacia la piscina y era mi primo Julio que, al verme ya despierta, salió y vino hacia mi. Al darme cuenta que yo estaba completamente desnuda, me tapé la zona del pubis con una toalla.
El desde niño practica mucho la natación y el tenis, eso le da un aspecto a su cuerpo, como de atleta. Al igual que yo estaba desnudo, su verga en erección es de unos 21 cms. y gorda. Casi todo su cuerpo está cubierto de vello corto y suave, que le da un aire muy varonil. Se acercó a saludarme con un beso, como siempre y yo, riéndome, lo aparté porque me estaba mojando con el agua que caía de su cuerpo.
El riéndose también, pero más fuerte, de un tirón, me quitó la toalla con la que me había tapado y se apartó para secarse, yo me levanté y corrí tras él para quitarle la toalla y él riéndose más y con ganas de jugar, corría delante de mi, dándole la vuelta a la piscina, hasta que se paró y yo tropecé con él, cayendo los dos al césped. Entre juegos y risas, los dos completamente desnudos, rodamos por la hierba pugnando ambos por la posesión de la toalla. Seguíamos rodando y jugando, pero la toalla ya había quedado varios metros mas atrás. En una de las volteretas, él quedó encima de mí y me plantó un beso en la boca, yo cerré mis labios y quedé rígida, noté su verga dura entre mis piernas. Lo empujé a un lado y me tiré al agua, pero él me siguió. Le grité que no me gustaban los juegos dentro del agua, y me iba apartando a medida que él nadaba hacia mí sonriendo. Cuando me di cuenta, yo estaba contra la pared de la piscina, de pie, en la parte menos honda, llegó y me abrazó e intentó de nuevo besarme, yo aparté mi cara a un lado y mi cerebro trabajaba a la velocidad de un Pentium. Por una parte sabia que no debía consentirle que me besara en la boca, soy su prima pero, por otra parte, por eso mismo por ser su prima, porqué no darle ese momento de felicidad a mi propio primo.
El, manteniéndome abrazada, acercó su boca a mi oído y me dijo, casi en un susurro: prima, por qué no me das lo que das a otros? Eso me desarmó, rompió mis defensas, me vino al pensamiento que yo hacia meses, me entregaba a mi amante y a otros hombres y mujeres. Lo miré a los ojos y no fui capaz de resistirme a mi propio primo, yo misma me abracé a él y lo besé en la boca, primero con ternura y enseguida nos entregamos a un beso apasionado, mientras con nuestras manos nos recorríamos los cuerpos. Sin dejar de besarnos, él restregaba su cuerpo contra el mió, luego enterró su lengua en mi vagina, sorbiendo mis jugos y metiendo toda su lengua dentro, moviéndola de abajo hacia arriba y viceversa. Mi concha era ya un manantial, yo misma me masajeaba las tetas y pellizcaba mis pezones, convulsionándome por tanto placer que mi primo me estaba proporcionando.
Por fin se apoderó de mi clítoris con sus labios, titilaba la punta de su lengua sobre él y me transportaba al séptimo cielo, mientras yo misma alzaba mi pelvis espasmódicamente, para un mejor contacto con su lengua y mi cabeza giraba de un lado a otro, entre gemidos, cada vez más guturales.. De pronto rompí en un orgasmo apoteósico, de esos que te dejan marcada, me pareció derretirme como un terrón de azúcar en el café, un placer total me inundó hasta la última célula de mi cuerpo, como el agua penetra en cada hueco de una esponja. Julio subió a besarme y me acariciaba con mucho amor, mientras me recuperaba y me susurraba al oído: Vicky eres fantástica, eres única, eres la mejor prima del mundo, te amo con locura…. Ese fue mi primer orgasmo con mi Julio, después vendrían más, muchos más…. hasta hoy y espero que se repitan por mucho tiempo.
Nos refrescamos en la ducha de la piscina y entramos desnudos a la casa, en busca de unas cervezas frías. Yo me senté en una silla de la cocina a beber mi cerveza y él arrimó un taburete delante de mí y se sentó mirándome, con sus brazos sobre mis piernas le tomé la cara y le di un beso suave en los labios dándole las gracias por el cariño que me demostraba .
Un poco ruborizada, lo aparté y le dije, anda vete a duchar que yo voy a preparar algo para que comamos. Cuando él regresó, le pedí que llevara todo aquello al comedor, mientras yo me daba una ducha.
Cuando terminamos la comida, me levanté, me acerqué a donde él estaba sentado y, desde su espalda le tomé la cara y lo besé, diciéndole… mientras yo recojo todo esto, prepara tu el café y las copas. Seguíamos desnudos con toda naturalidad, ya no sentía yo pudor por que me viera. Me llevé una toalla, la extendí en un sofá del salón y me senté sobre ella, al poco llegó Julio con el café y se sentó junto a mi. Después del café le pedí una copa de whisky con hielo, él se preparó otra y volvió a mi lado, pasando un brazo por mi cintura. Entre trago y trago nos besábamos y acariciábamos, con caras de enamorados. Vi que su hermosa verga la tenía completamente tiesa y yo, con un trago de whisky en la boca, me incliné y le derramé el líquido por el capullo brillante y luego trataba de recuperarlo con la lengua, mirándolo a los ojos. Mi primo empezó a gemir de placer y yo engullí toda su herramienta hasta la garganta, jugando con mi lengua en su derredor, con una mano se la masajeaba y con la otra hurgaba por sus huevos. Recostó su cabeza en el respaldo y desplazó su culo hasta el borde del sofá, con lo que dejó a mi alcance su ojete. Mojé un dedo en el whisky y, al mismo tiempo que le mamaba su verga, le metí el dedo en su culo. Gemía él de placer y me decía, sí prima, sigue, sigue… Yo quería hacer feliz a mi primo, quería que gozara tanto o más que mi amante y….qué gozada para mi, tener su hermosa y palpitante verga en mi boca por primera vez, uuuummmmm, me sentía muy feliz. Con una mano me acariciaba una teta y con la otra sobre mi cabeza, me seguía diciendo, sigue, sigue, por favor Vicky. Al poco me avisó que se venía, que no aguantaba más y yo apreté mis labios alrededor de su verga y movía mi dedo dentro de su culo sin parar. Dio un fuerte gemido y descargó en mi garganta su caliente y rica simiente. Seguí chupando y tragando hasta la última gota de aquel manjar, que mi primo me obsequiaba por primera vez. Ummmmm, yo me sentía la mujer más dichosa del mundo, mientras recogía con mis dedos el semen que resbalaba por mi barbilla y lo llevaba a mi boca. Nos unimos en un beso de amor, tierno y apasionado y, así, unidos en un abrazo, nos quedamos un rato dormidos sobre el sofá.
Cuando desperté, lo tenía casi encima, totalmente dormido. Con cuidado para no despertarlo, lo aparté y tumbé en el sofá, poniéndole un cojín bajo la cabeza. Yo me fui a la piscina a nadar un rato. Cuando él apareció más tarde, me acompañó en el agua y nos pasamos un buen rato jugando. Después él quiso hacer el amor conmigo y yo le dije que, en ese momento no, que quería rodear esa primera vez con un ambiente más especial, algo que recordáramos siempre. Le dije que, como teníamos esa noche del viernes, más el sábado completo y el domingo hasta medio día, que nos iríamos a otra lugar, a un buen hotel y… bueno… me gustaba la idea de tener una luna de miel con mi propio primo. A él le entusiasmó la idea y pronto entramos a la casa a prepararnos y recoger las cosas que llevaríamos.
Estaba oscureciendo cuando enfilamos la autopista en dirección sur. El conducía, yo no paraba de mirarlo embelesada. Lo veía guapísimo, varonil, todo un hombre. Me dijo que conocía un hotel muy bueno, junto al mar. Estacionó a la puerta y entró él solo, al poco, con la llave en la mano, me invitó a entrar, acompañados por un mozo que llevaba nuestro equipaje. Al entrar al hotel, me gustó, rezumaba lujo por todas partes, claro, era un cinco estrellas, jajaja. Le dio la llave al mozo y le dijo que subiera nuestro equipaje y que estaríamos en el pub situado a la izquierda del salón de entrada. Nos sentamos junto a una mesita muy coqueta, en ambiente muy íntimo de media luz y se escuchaba a Juan Manuel Serrat… “nací en el mediterráneo”, pidió unos whykis, el mozo nos trajo la llave y mi Julio le dio una buena propina. La verdad es que aquel ambiente invitaba al romanticismo. Hablamos poco, nos besamos mucho y, a la media hora, subíamos en el ascensor. Abrió la puerta y con risas, me tomó en brazos, jajaja… como recién casados en su luna de miel, qué feliz me sentía, mientras me llevaba adentro. Era una suite inmensa, con un salón muy lujosamente amueblado y, el dormitorio, también refinado y espacioso, con dos camas grandísimas. Me depositó sobre una de ellas y me dio un beso delicioso, diciéndome que me amaba y que era muy feliz. Después, entre arrumacos, nos metimos los dos un rato al jacuzzi y enseguida nos vestimos elegantes para ir a cenar.
Me llevó a un restaurante muy lindo. La cena transcurrió muy romántica y, como la comida tenia mucho picante, no parábamos de beber y beber, sin faltar el tequila, claro… jo… cuando salimos a eso de las doce de la noche, íbamos como esquiadores, jajaja. Después me llevó a bailar, era un lugar de parejas, con música romántica. Aquello estaba muy lleno, claro, era la noche del viernes, pero Julio consiguió una mesa, junto a la pared, con asiento corrido y poca luz. Seguro que soltó una buena propina.
Bailamos pegaditos y besándonos, como dos enamorados, pero no le bajaba la erección y allí era imposible “solucionarle” el problema, así que pronto decidimos irnos al hotel. Por el camino me dijo que le dolía, se la toqué y efectivamente, la tenía súper dura, me compadecí y le dije que se apartara de la carretera. Tan pronto paró, se la saqué y le hice una mamada profunda, ayudándome con las manos. En pocos minutos me inundó la garganta con su espesa y caliente leche, que yo aproveché hasta la última gota. Aunque no se le bajó la erección, pero ya un poco más calmado, proseguimos el camino al hotel. Yo iba muy mojada de flujos vaginales, también necesitaba urgente llegar a nuestro lecho de amor, donde me entregaría totalmente a él. Esa noche iba a tirar por primera vez con mi amado primo.
Una vez en la suite, casi sin separar nuestras bocas, nos fuimos desnudando uno al otro y caímos en la cama con deseos incontenidos, comiéndonos literalmente uno al otro. Bajó con su boca a mi entrepierna y después de algunas lamidas, le pedí que por favor, me hiciera suya, quería sentirlo dentro de mí, lo necesitaba. Colocó una almohada bajo mis caderas para alzar mi pelvis, se arrodilló entre mis piernas abiertas y colocó su glande entre mis labios mayores y siguió con una suave penetración, mirándonos a los ojos con infinito amor. Yo iba recibiendo a mi primo en mi interior, en una explosión de anhelante felicidad. Julio me miraba emocionado, sin poder creer que su sueño se estaba convirtiendo en realidad, hacer el amor con su amada prima. La caliente y hermosa verga de mi propio primo, se abría paso dentro de mi vagina… sublime… Es imposible describir con palabras ese momento crucial de nuestras vidas
Una vez que sus testículos se pegaron a mis nalgas, estiró las piernas y apoyándose en sus codos, comenzó un mete y saca glorioso. Nuestra emoción hizo que pronto empezara yo a subir mi pelvis en la búsqueda de una mayor penetración y él aceleró el ritmo, con gemidos que se fundían con los míos. Fue una tirada emocionada y emocionante entre primos, fue una intensa, gloriosa, donde los sentidos y los sentimientos gozaban a la par. El amor más puro, el de primos, quedaba coronado con la entrega sin límites del instinto más primario e íntimo de la humanidad. Nuestros cuerpos se estremecían por las convulsiones del placer y la verga de mi primo entraba una y otra vez gozosa en mi interior, a la que estaba haciendo tan feliz. Y pronto los sentidos reclamaron su parte, Julio rebotaba sobre mí con increíble energía y mi sensual cuerpo lo desafiaba con lujuriosa posesión. Con mis pies cruzados tras él, nos buscábamos con embestidas descontroladas. Nos revolcábamos por la cama, entre continuos gritos y gemidos, buscando cada vez más contacto de un cuerpo con otro, más penetración. Nuestro desenfreno llegó a tal punto, que caímos de la cama y seguíamos unidos y revolcándonos por la moqueta, en la experiencia más gloriosa que he tenido en mi vida. Éramos como dos animales en pleno celo, incansables, incontrolados, olvidando el mundo que nos rodeaba, inmersos en una lujuria desenfrenada e irracional, con la única obsesión de tirar, tirar, tirar, cada vez más profundo. Yo lo tenía rodeado con mis brazos y piernas, más que besarnos, nos mordíamos, mis uñas se clavaban una y otra vez en su espalda, como temiendo que escapara. Rodábamos por toda la habitación, chocábamos con los muebles y volvíamos a rodar en otra dirección en un frenesí sexual, totalmente incontrolados. De pronto él quedó rígido, quieto y, al sentir yo el primer trallazo de su leche en mi interior, me llegó un orgasmo como jamás sentí en mi vida, un orgasmo infinito, cósmico, galáctico, millones de estrellas multicolores danzaban por mi cerebro, todas mis células vibraban, se disgregaban, explosionaban como una súper nova, mi gozoso placer era expansivo, desde el núcleo de la vida que mi primo depositaba en mi interior.
Silenciosos, sudorosos, con la respiración aún agitada, ahítos los cuerpos de sensual placer, cada uno rumiando sus recién vividas sensaciones, sin deshacernos del abrazo posesivo con el cual lo tenia envuelto, con mis tetas aplastadas sobre su pecho, nos mirábamos a los ojos con una sonrisa de felicidad, complicidad y amor.
Después en la ducha, Julio seguía con su verga muy dura, no había perdido su erección e intentó metérmela por el culo. Yo me encontraba ya muy cansada por tanto ajetreo y tantas emociones vividas y se lo dije. Le pedí que yo quería gozar con él de esa primera vez por el culo, pero que ahora no podía, estaba agotada. Mejor mañana, ya descansados. Tampoco tenia fuerzas ni para hacerle una buena mamada, así que me incliné, apoyé mis manos al borde de la bañera y le ofrecí mi sexo para que lo disfrutara. El inmediatamente, desde atrás, me la metió en la vagina casi de una estocada. Agarrado a mis caderas, me bombeó con su hermosa verga, hasta que estalló de nuevo dentro de mí. Yo sentí bienestar, aunque sin llegar al orgasmo. Después terminamos de lavarnos y nos fuimos a la cama y, abrazados, nos dormimos casi enseguida.
Ya estaba el sol alto, cuando me desperté con un hormigueo sensual entre mis piernas, era él que me pasaba suavemente su lengua por mi pubis. Al notar que yo había despertado, acercó sus labios a los míos y nos fundimos en un tierno beso, lleno de amor y complicidad. Yo le pasaba mis manos por su cabeza y hombros, no exento de sensualidad y deseo. El masajeaba mis tetas y bajó su boca para besar y chupar mis pezones, mientras nos mirábamos con una sonrisa cómplice. Yo me sentía muy feliz, con mi primo desnudo en mis brazos y veía que él estaba muy emocionado y feliz de tenerme, también desnuda y totalmente entregada a él. Le cogí su verga y la tenía completamente dura y grandiosa. Me arqueé para darle unas lamidas y terminamos por acomodarnos en un 69 riquísimo. Su lengua en mi vagina me hacía estragos, pronto empecé a orgasmar entre gemidos, sin sacarme su linda verga de mi boca, que la devoraba como un manjar. Mis líquidos fluían y su boca era una esponja que todo lo absorbía. Metió un dedo muy dentro de mi vagina y lo movía, dándole con su lengua un masaje a mi hinchado clítoris, que hacia retorcerme de gusto. Metió su dedo pulgar en mi vagina y el dedo corazón en mi culo palpitante y yo me convertí en un puro y apoteósico orgasmo. Sin dejar de tragarme su verga, le metí un dedo en su culo y dio un respingo de insoportable placer. La lujuria se apoderó de nosotros y nos retorcíamos como epilépticos y descargó una andanada inmensa de semen en el interior de mi boca, que yo degusté, como si fuera néctar de los dioses, con glotonería y ansiedad. Nos fuimos relajando y acerqué su boca a la mía, jugamos con nuestras lenguas, para compartir los sabores de su crema, aun caliente.
Nos enjabonamos uno al otro en la ducha y, como lo vi tan excitado, con su verga mirando al techo, le dije que se corriera en mi vagina, para que, al salir de la habitación, no se le notara tanto la erección. Me levantó una pierna, que sujetó con una mano y los dos de pie, cara a cara, me la metió hasta el útero de una sola vez. Uuuuuummmmmm qué rica verga calza mi primo, qué placer sentirla tan dentro, ensanchando con su grosor todo el canal vaginal. Yo me agarré a su cuello y empujaba mi pelvis hacia él, consiguiendo un mete y saca fabuloso. Pronto reventamos los dos en un tremendo orgasmo y caímos sentados y abrazados al fondo de la bañera, entre espasmos de placer.
Terminamos de lavarnos y nos dimos cuenta que teníamos hambre, ya eran las 12 del medio día. Decidimos ir a tomar algo al bar de la piscina y nadar un rato. Después del baño, decidimos tomar algún aperitivo y comer allí mismo, en una mesita , bajo una sombrilla. Mientras yo tomaba un Martini rojo acompañado de unas olivas, é se fue a la cocina a ver qué había de bueno por allí y a escoger el vino. Al rato nos trajeron una ensalada, entremeses y dos apetitosos chuletones de ternera de Ávila, asados a la leña, de los que dimos buena cuenta con el trasiego de dos botellas de rioja. Después del café, mi primo insistía en subir, estaba ansioso y me decía que le tenía una promesa pendiente. Yo estaba tan ansiosa como él, pero disimulaba, me reía e hice tiempo. También es que consideraba oportuno reposar un poco la comida.
En el ascensor, entre risas, nos quitamos la poca ropa que llevábamos, él lucía un empalme glorioso. Al abrirse la puerta miré al pasillo y como no vi a nadie, salimos corriendo desnudos hasta nuestra habitación, que no atinábamos a abrir, jajaaja…
Una vez dentro, me tiró sobre la cama y él se lanzó sobre mi, me lamía y masajeaba por todo el cuerpo, casi me mordía por la excitación y el deseo. Yo hacía como que le rehuia y le decía, entre risas, que yo iba a dormir la siesta. La verdad es que yo estaba tan excitada y deseosa como él, pero quería llevarlo al límite, jajaja Y me decía aquí no duerme ahora ni los vecinos, jajaja, ahora todo el mundo a tirar o que nos acompañen, jajaja. Me puso a cuatro patas y se dedicó a lamerme el ojete y a introducir su lengua, después me metió un dedo, a continuación dos y, cuando notó que yo misma le decía más, más intentó subirse sobre mí para clavármela. A esto le dije que así no, que yo quería verle la cara mientras me iba entrando su verga por mi culo por primera vez. Me tumbé boca arriba en la cama y puse una almohada doblada bajo mis caderas, a fin de dejarle mi culo lo más alto posible. Doblé las rodillas y las atraje abiertas hasta mi cuerpo. Julio se arrodilló y puso su brillante glande en mi ensalivado ojete. Se agarró a mis muslos y empezó a empujar. Yo no perdía detalle de su cara entusiasmada. Yo misma era un mar de felicidad. Entró el capullo y me miró por si me dolía. Le dije que siguiera entrando. El dudaba, no quería hacerme daño, pero yo le insistía que no me dolía, que la metiera entera. Cuando él la vio desaparecer entera en mi interior, se recostó un momento sobre mí y me dio un beso de felicidad. Vicky, eres fabulosa, me dijo al oído. Volvió a su anterior postura y la fue sacando suavemente, para volverla a introducir, igualmente despacio, saboreando ese momento glorioso de hacer suya a su propia prima, de sodomizarla plenamente. Yo misma empecé a moverme hacia él, para indicarle el ritmo que quería y lo animaba con palabras, como: demuestra a tu prima lo macho que eres, tirame el culo como tu mismo me dijiste que lo deseabas tanto, así, así fuerte que yo sienta tu verga hasta la boca. Vamos Julio, no te pares, tirame con locura ese culo que tanto deseabas, méteme tu verga y tus huevos también, así, así fuerte, no pares, dale gusto a tu prima, siiiiiii… Qué rico me tira mi primo, no pares, no pares ya, sigue dándole placer a tu prima.
Yo le decía no pares, dale caña a tu prima, rómpeme el culo, hazme morir de gustoooooooo. Mientras nos enardecíamos en una lujuriosa tirada de primos, mis dedos no paraban de frotar mi clítoris y, de vez en cuando, entraban a mi chorreante vagina, en un frenesí desesperado de alcanzar los límites del placer, de gozar al máximo esa primera gloria de ser penetrada por el culo por mi querido primo, tan hombre, tan machote, tan entregado al placer suyo y de su adorada prima. Me llegaban oleadas de extremo placer a todo mi cuerpo, pero yo quería retardar mi orgasmo, quería unirme a él en una apoteosis especial y gloriosa, digna de los dioses del Olimpo. Julio, apoyado sobre sus rodillas y sus manos, me entraba y salía con energía, con ímpetu desbocado, sentía aplastarse sus gordos huevos contra mis nalgas. Los dos gemíamos, más bien eran gritos los que salían de nuestras gargantas, gritos incontenidos por tanto placer mutuo. Yo no podía retener por más tiempo el gran orgasmo que me venía y seguía animándolo con palabras cada vez más obscenas, casi con insultante lascivia. Mi primo me tiraba altivo, hasta que inundo mi interior en un desborde de placer.
Ya había anochecido cuando desperté. Con cuidado salí de la cama y entré al jacuzzy a relajarme. Al poco llegó, se metió a mi lado. Nos rozábamos los labios y nos mirábamos sonrientes, con cara de feliz complicidad. Después nos vestimos y bajamos a cenar al restaurante del hotel. Le dije que esa noche sí quería bailar, mi cuerpo me pedía marcha y era, de momento, la última noche que nos quedaba para nosotros solos.
De regreso al hotel, en el coche, le hice una rica mamada, tragándome todo su néctar y, aunque le dije que era para que no se le notara tanto la erección al entrar al hotel, la verdad es que me apetecía disfrutar su hermosa verga en mi boca.
También esta vez nos desnudamos en el ascensor, jajaja y corrimos por el pasillo con la ropa en la mano, no queríamos perder tiempo ninguno de los dos. Mientras fui al baño a orinar, le dije que me preparara una copa. Entre risas y dándonos empujones llegamos al mueble bar, yo me empiné una botella y le di un largo trago, pasándosela seguidamente a él. Con la botella en la mano, me fue empujando a la cama y me dijo: esta vez sí, esta vez ponte a lo perrito que quiero ver tu hermoso culazo mientras te lo tiro. Yo me fui al centro de la cama, alcé mi pompis para que lo gozara y puse mi cara sobre la almohada. El vino tras de mi, me dio lengüetazas por el coño y el culo, saboreando los restos de mis orines y pronto se colocó de rodillas y, una vez que apuntó su verga sobre mi ojete, me agarró por las caderas y me dio una embestida que por poco salgo disparada por el cabezal de la cama. Esta vez se dejó de florituras, menos mal que mi culo esta acostumbrado y recibe bien las vergas y apenas sentí dolor. Al contrario, me gustó su bravura desbocada, yo arremetía mi culo contra él, buscando una más profunda penetración y lo enardecía con palabrotas soeces.
Me acordé de aquel gordito que me sodomizó a lo bruto en el hostal, con aquella verga tan gordísima y yo misma estaba desconocida por mi lujuriosa lascivia, no paraba de provocarlo para ponerlo más bravo, para que me tirara más a lo bestia en esa noche memorable. Yo, en verdad, estaba desconocida, la lujuria me invadió a tal punto que llegaba a insultarlo para que arremetiera más y más, que me traspasara con su poderosa verga. El me la metía con furia, golpeaba contra mi, cada vez que entraba y yo le decía: más adentro cabrón, más fuerte hijo de puta, niñato de mierda, más, más… tirale a tu prima el culo como un macho, no me seas maricón y dame, dale, cabrón, sigue fuerte. Julio parecía un toro en pleno apareamiento con su vaca, resoplaba, mugía, sudaba y arremetía con un vigor salvaje contra ese culo insaciable. Rugió como un toro en celo (yo creo que despertó a medio hotel, jajaja) y descargó su espesa leche en mis intestinos, como un huracán. Todo mi cuerpo vibró y se convulsionó en un orgasmo selvático, grande y salvaje como el amazonas, mi ano se contraía espasmódicamente como ordeñando la verga que tanto placer le proporcionó y que no quería dejar escapar. Todo mi cuerpo parecía gelatina estremecida por un terremoto y me derramé desmallada de puro gusto.
A la mañana siguiente me comentó Julio que se había asustado por mi pérdida de consciencia. Me había llevado en brazos a la otra cama, limpia y me estuvo observando angustiado, hasta que notó mi respiración tranquila y mi sueño profundo y relajado. El se durmió, con mis manos entre las suyas.
Lo tranquilicé y le dije que no era la primera vez, que la primera vez que estuve con otros agarres, también me ocurrió lo mismo, pero que no pasaba nada, solo dormir y quedaba nueva. Con su dedo empezó a masturbarme, pero le dije que me encontraba sucia y pegajosa, mejor nos duchábamos y nos íbamos a casa.
Una vez en la casa, como estábamos solos, nos desnudamos y nos fuimos a la piscina a bañarnos y tomar el sol. Estaba yo tumbada sobre una toalla en el césped y él en otra, cerca. Vi su erección pero él no me decía nada, parece que ya en la casa, no se atrevía, no sé. Lo llamé a mi lado y le dije que si le apetecía que nos echáramos un polvete, me contestó con un largo siiiiiiii…, que le alegró la cara. Lo atraje encima de mí y yo misma le coloqué su verga a la entrada de mi coño y crucé mis pies por detrás de su culo para empujarle. Nos amamos al estilo misionero, en una tirada tranquila, degustando deliciosamente nuestros cuerpos. El apoyaba sus codos sobre la toalla para no aplastarme y nos gozamos por largo rato, besándonos sin parar. Los dos tuvimos una larga y placentera corrida. El se vació dentro de mis entrañas con un amor inmenso y yo gocé con mi primo, llena de felicidad por gozar tanto con él y verlo tan feliz.
Después de esto Julio tiene libertad para venir a tirar conmigo cuando quiere. A veces va a mi casa por la noche, a veces solo se queda un rato de día, en fin… Ah y con los demás me sigo viendo de vez en cuando.
Con David, con la simpática y alegre María y también con la dulce Karina y su sensual hermana y sus calientes enamorados.
Besitos Vicky
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