Mi primera vez en el gym
Me llamo Ramiro, tengo 19 años y soy un chico promedio: 1,70, 65kg, algo delgado con facciones de nena, según mis amigos. Me mantuve virgen hasta hace dos meses y quiero contar mi experiencia por si alguien me quiere escribir y guiar, porque me siento totalmente perdido. Dejé mi virginidad casi por azar, no tuve nada más allá de besos y toqueteo con mujeres, pero llegado el momento no se dio. También dos veces se me insinuaron hombres y rechacé la oferta. Miraba mucho porno, tanto hetero como gay, y pasaba feliz así hasta que llegó el fin de clases y mi papá me obligó a ir a trabajar. Él dijo que me pasaría el verano vagando y eso no era bueno. Me puso en la entrada de uno de sus tantos gimnasios; tenía una cadena de ellos y me puso de 14 a 22 h, hora en la que yo debía cerrar; previamente limpiaba y ordenaba. Había un socio que hacía pesas, venía a las 20:30 h y se quedaba siempre hasta último momento; él llamaba mi atención por su tamaño, debía medir como 1,85 y era enorme, no lo sé, debía pesar mucho. Yo de tarde ordenaba los discos y lo veía levantar pesos inmensos. Un día miré su ficha de socio y vi que tenía 42 años el señor. Si bien yo me masturbaba con porno gay, como ya lo dije, no había tenido nada con hombres y tampoco me excitaba la idea; solo me excitaba con los videos y nada más. Fue un miércoles en el que faltaba media hora para cerrar, hacía mucho calor; yo ya estaba ordenando mientras el último socio que quedaba, que era él, Mario. Siempre me saludaba muy educado, pero yo me quedaba con la impresión de que quería decir algo más, no lo sé, una impresión, pero me parecía sentir su mirada sobre mí. Llegué a pensar que solo lo imaginaba. Terminé de juntar todo y, antes de irme, pasé por el vestuario a darme una ducha; estaba en ello tranquilo hasta que Mario entró a las duchas y justo a la que estaba enfrente de mí. Como todo vestuario, no había separaciones y quedábamos todos a la vista. No me inmuté demasiado.
Él me dijo:
—¡¡¡Hoy sí entrené pesado!!! ¡¡¡Qué calor!!!
—Sí, yo morí de calor ordenando nomás. Le contesté y seguí enjabonándome.
Tenía a Mario enfrente y de repente no pude evitar mirarlo. Como dije, era un hombre muy grande y tenía un pene descomunal. Él se movía y su pene se balanceaba con la cabeza afuera del prepucio. Me tuve que dar vuelta de apuro hacia la pared porque me había excitado y se me había parado el pene, ¡¡¡qué vergüenza!!! No creí que me fuera a excitar así; solo rogué que él no se hubiera dado cuenta.
—Oye. Me dijo desde su ducha. —Tienes la cola bien blanquita y formada… casi como una chica.
Eso no hizo más que ponerme más empinado; sabía que él me estaba mirando el culo con su verga y esos huevos colgando y solo podía seguir de espaldas y sin contestarle; me pareció lo más prudente. No sé cuánto tiempo transcurrió, pero seguí enjabonando mi pecho, mirando los azulejos blancos, hasta que sentí una mano en el hombro. Me pegué un susto tremendo, me di vuelta de golpe y ahí estaba Mario delante de mí.
—¿Te ofendí? Me dijo.
No sabía qué decirle, estaba en un estado de confusión total; solo me di vuelta y miré la pared.
—Oye, lamento si te ofendí con mi comentario. Dijo. Es que no tengo filtro para hablar, me pareció muy rica tu colita y solo lo dije…
—Es… está bien… no hay problema. Siempre que me ponía muy nervioso tartamudeaba, desde niño.
—Seguro no te molestó. Moví la cabeza en señal de no.
—Qué bueno. Dijo. Y sentí una mano en mis nalgas. UMMMM… bien firme lo tienes aún. Y siguió tocándome y yo lo dejaba hacer; no podía salir de la situación, por un lado incómoda y por otro tan excitante. Nunca me habían acariciado el culo y, para mi sorpresa, me estaba gustando mucho; solo esperaba que él hiciera. Siguió tocándome hasta que pasó su mano hacia adelante y cerró mi ducha, me tomó de los hombros sin hablar y me dirigió hasta el frente del banco del vestuario, me hizo inclinar con la cola hacia afuera y enseguida empecé a sentir cómo me besaba las nalgas, me pasaba la lengua. Yo seguía sorprendido de lo que estaba dejando que pasara y muy excitado. De a poco me fue abriendo las nalgas hasta que sentí su lengua en el agujero del culo; una corriente de placer me recorrió todo el cuerpo. Me pasaba la lengua y me sorbía el agujero del culo; yo ayudaba sacando bien para atrás la cola y separando las piernas; me gustaba mucho lo que sentía. De golpe paró, me tomó como si fuera un muñeco de plástico y me sentó, quedando frente a mí con su verga a la altura de mi cara. No hacían falta palabras, era la verga más hermosa y grande que había visto en mi vida y la primera de verdad; la tomé con una mano, era inmensa y gomosa, se la empecé a pajear y empezó a crecer de una forma descomunal.
– Chúpala, lindo. Me dijo.
Abrí la boca; apenas cabía la cabeza de su pene dentro…
—Mmmmmm… qué rica boquita… Dijo Mario que empezó a mover su cadera hacia atrás y adelante. Empezó suavemente, pero se empezó a excitar y la metía y sacaba, pero la metía tan adentro que me hacía arcadas.
– UGGGGGGG UUUUUUUGGGG AAARKK
—Te cojo la boquita, putito.
Y seguía mete y saca su verga.
—UGGGGGG UUUUUUUGGHHHH…
Podía sentir lo que atribuí a líquido preseminal; estaba a punto de correrse en mi boca. Eso me excitó tanto que me empecé a masturbar mientras él se agarraba la verga y me ponía los testículos en los labios.
—Bésame los huevos… mmm…
Le lamí los huevos enormes, los besé, me encantaba.
Paró de golpe, me movió de nuevo, me puso transversal en el banco en cuatro y apoyó todo su peso y su verga y sus huevos en mi culo.
—Ahora te voy a hacer la colita y te voy a preñar, putita…
—Espera, es muy grande, ¡¡¡nunca lo hice!!!
—¿Tienes el agujero del culo virgen? ¡¡¡Ja, ja, ja!!! No me lo creo. Exclamó entre risotadas.
—¡Es en serio! ¡¡¡Me vas a lastimar!!!
—Mmmm… va a ser difícil… ya sé. Dijo.
Se movió y sentí mojado en el culo; me estaba pasando jabón, me metió un dedo o dos adentro del culo y pasaba jabón. Me trabajó hasta volverme loco de placer; sentía sus dedos dentro de mí abriéndome bien el ano.
– Esto va a hacer que te entre más fácil. Dijo.
—¿En serio? ¡Es enorme! ¡Por favor! ¡¡¡¡No me hagas daño!!!!
—¡¡¡Calladito!!! Exclamó.
Sentí la cabeza de su verga ardiendo en la entrada de mi culo y de golpe un dolor como si se me hubiera roto el ano.
– AAAAAAAAAAYYYYYYYY NOOOOOOOO…
—Tranquilo, ya entró la cabeza, ahora entra toda sin problema.
– ¡¡¡NO, NO, POR FAVOR!!! ¡¡¡ES MUY GRUESA!!! ¡¡¡LARGA!!! ME DUELEEEEEEEE…
No le importaba, seguía empujando suavemente pero constante, metiendo su enorme verga adentro de mi culo; cada milímetro que entraba era un tormento, sentía mucho dolor.
—AAAAYYYYYYY, NOOOOOO, POR FAVOOOOOR!
De golpe hizo un empujón y sentí sus huevos peludos en mis nalgas; me arrancó un grito de verdadero dolor tener esa verga toda adentro.
– AAAAAAAAAAAAA… NOOOOOOOOO
—Ya está toda, gózala, cómo aprieta ese culo, debo creerte que eras virgen, ahora ya no, ¡¡¡¡ja ja ja!!!!
Y empezó a cogerme el culo; me sujetaba tan fuerte con sus enormes manos que era imposible moverme. Metía su verga adentro de mí y yo sentía que me empalaban con un fierro caliente, incapaz de moverme y sentir tanto dolor.
—AYYYY AAYYYYYY AAYYY NOOO UUUUUHHH
—Te voy a llenar el culo de leche, putito. Dijo y aceleró su ritmo; me sentí mareado de dolor. Él seguía metiendo y sacando su verga de adentro de mí con ritmo…
FLAP FLAP FLAP FLAP!!!
Sus huevos rebotaban en mis nalgas y su peso me echaba hacia adelante. Cada vez que me la metía bien a fondo, el dolor se iba y sentía otra cosa. De mi verga caía leche; a cada empujón de él, yo echaba chorritos de mi leche. Era algo que nunca soñé, me sentía tan puta…
Él se dio cuenta.
—Muy bien, putita, se te cae la leche…
De repente se quedó completamente quieto y pude sentir cómo su verga escupía leche dentro de mi culo.
—¡¡¡¡AAAAHHHHHH QUE RICO!!!!! AAAHHH…
No paraba de llenarme el culo de leche hasta que la sacó con un solo movimiento desgarrador, se paró delante de mí y me dijo:
—Tuya, límpiala.
La miré, había sangre mía en la verga y la chupé junto al semen.
Él me hizo chupársela bien; yo me quedé en 4, incapaz de sentarme por el dolor. Él se fue a la ducha, abrió el agua, se duchó como si nada, se vestía al lado mío y, al retirarse, me dijo.
—Cuando quieras más, me avisas.
Pasaron dos semanas de esto. Él sigue yendo al gimnasio; aún me duele el ano. Él se hace el amigo, el agradable; cuando me ve, solo me habla y me dice cosas dulces y que quiere mi cola. Yo tengo muchas ganas de estar de nuevo con él…
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Lindo relato Ramiro !!. Si te sientes mujercita, oriéntate en relacionarte con un hombre que guste de tu sexualidad. De los que lo hacen para humillarnos hay demasiados.
Besos Roberta