Hoy soy un hombre grande, me llamo Víctor, no soy afeminado y aunque tuve experiencias sexuales con mujeres y varones muy placenteras, siempre he tenido la necesidad de comentar cómo fue mi primera vez con un chico de igual edad pues creo que eso me marcó para mi adultez y no reniego de ello. Ambos estábamos en la escuela primaria, teníamos alrededor de 10 u 11 años y no entendíamos para esa época el tema de la homosexualidad aunque ya comenzábamos a tener nuestras primeras inquietudes eróticas de adolescentes, en aquel tiempo todo lo sexual era relacionado con lo pecaminoso por nuestras familias.
Mi amigo Carlitos vivía en una casa grande con sus padres y en el fondo compartían con sus tíos el baño que tenía dos puertas de ingreso, una para cada familia. Un día de verano Carlitos me invita a su casa para espiar por una rajadura de la puerta a su tía Yoli mientra se bañaba en la ducha, él ya lo había hecho y quería compartirlo conmigo. Confieso que me dio miedo pues yo nunca había visto a una mujer desnuda y menos espiándola. Estaba muy nervioso, casi tembloroso y la vi por primera vez mientras se duchaba, una mujer de unos 30 años, de cabellos largos oscuros media gordita y con el pubis muy peludo, para mi fue una novedad y nos turnabamos para mirar pero entre nosotros no pasaba nada. Así transcurrió mucho tiempo mirando a su tía Yoli, un secreto entre los dos. Un día estábamos en los fondos de mi casa, donde había un galpón abandonado y yo con mi familia vivíamos en la parte delantera de la propiedad. En ese galpón había agujeros en la pared que permitía ver si alguien venía para los fondos. Allí no se cómo, empezamos a toquetearnos cada uno su pene, yo ya tenía algunos pelitos y él no tenía pelos aún. Mi pene era un poco más corto pero grueso y Carlitos tenía el pene más largo, recto y delgado, al comienzo cada uno con su pene y luego nos tocábamos recíprocamente. Teníamos erecciónes pero yo nunca había eyaculado. Esa práctica se hizo una costumbre y sobre todo en verano ibamos al fondo a jugar y nos tocábamos cada vez con mayor gusto y frecuencia. Aunque teníamos la misma edad, Carlitos era un poco más audaz que yo y en uno de esos juegos me propone que nos hiciéramos rozar los penes entre las nalgas un rato cada uno como si fuéramos varón y mujer. Empezamos a combinar la masturbación recíproca con los roces de nuestros penes entre las nalgas en posición de parados pero ninguno tenía eyaculación ni penetración y la excitación era superlativa por el temor a ser descubiertos por alguién de mi familia que estaban en la parte de adelante de la casa.
El que hacía de mujer espiaba por los agujeros de la pared mientras el otro desde atrás le rozaba el pene de abajo hacia arriba entre las nalgas, así cada 5 minutos y cambiábamos de rol, lo que nos daba una sensación muy placentera y muchas veces interrumpíamos pues mi madre que algo sospechaba, a veces se acercaba para ver qué estábamos haciendo. Los roces entre las nalgas cada vez nos gustaba más y le dábamos más tiempo y con mayor relajación, yo me daba cuenta que cuando me rozaba con su pene duro y caliente entre mis nalgas se producía una especie de humectación natural pues eramos chicos y no conocíamos de lubricantes ni nada de eso. En una oportunidad que estábamos solos, con estos juegos cada vez más relajados y gozosos sentí que la cabeza de su pito mientras rozaba de abajo hacia arriba entre mis nalgas, de pronto se topó con el agujero de mi ano y debido a la humedad y dilatación que yo tenía por la excitación sentí por primera vez que Carlitos me rodeó con su brazos la cintura para que yo no me moviera y con toda su dureza me entró en el ano por lo menos hasta la mitad de su largo pene de un solo envión, no tuvo que hacer ningún esfuerzo para la penetración, era como si mi agujero mojado e hinchado, al sentir el contacto con la punta de su cabeza delgada hubiera succionado su miembro hacia adentro en el momento en que me abrazo la cintura, todo en un movimiento sincronizado. Yo sentí una explosión simultánea de dolor intenso y placer extremo, un flash que no se si duró un segundo o un minuto, una sensación que jamás había experimentado ni antes ni después de ese episodio. En ese momento creo que nos asustamos mucho pues ninguno de los dos estaba buscando lo que ocurrió. Carlitos guardó su pene en forma repentina y estaba como confundido por lo que había pasado. Yo me levanté los pantalones y el calzoncillo y también estaba confuso, no nos dijimos nada al respecto, en ese momento no teníamos ningún tipo de cuestión con la homosexualidad o heterosexualidad, simplemente ocurrió. Al cabo de un rato me dijo que se iba a su casa y despúes volvía, estaba como asustado y yo no comprendía bien lo que había pasado. Cuando Carlitos se fue yo me metí al baño de mi casa y me quité la ropa pues ya me había comenzando a doler el ano y tenía mucha curiosidad pues me sentía como mojado.
Al sentir el calzoncillo húmedo pensé que me había lastimado y me entró el pánico, pero no había sangre, me toco el ano con mis dedos y siento todo pegajoso incluso toda esa «baba» me bajaba por la entrepierna. Tenía tanto miedo y culpa que en ese momento no entendía nada, pero lo que en realidad había ocurrido, lo comprendí tiempo después, era que Carlitos en el momento de desflorarme había tenido una eyaculación muy intensa y al sacar rápidamente su pene por el susto, parte del semen quedó adentro y parte entre mis nalgas, que luego al caminar fue bajando entre mis piernas y me mojó la ropa e incluso tenía el interior de mi pierna derecha chorreada de ese líquido viscoso que yo en ese momento no conocía, tenía once años y era muy tímido y vergonzoso. No se si Carlitos era la primera vez que eyaculaba o que penetraba a alguien, probablemente no, pues creo que el tenía también estas prácticas de preadolescente con otros chicos, incluso creo que el se masturbaba espiando a la tía Yoli con un primo de él que era de 14 años, que ya estaba en la secundaria. Después de ese episodio no volvimos a repetir nuestros encuentros sexuales con Carlitos, aunque seguíamos viéndonos y jugando con otros chicos del barrio haciendo como si nunca hubiera ocurrido lo que ocurrió. Yo tenía miedo que Carlitos les contara a otros chicos lo que había ocurrido, pero creo que mantuvo el secreto.
Hoy soy un hombre grande con hijos y nietos pero ese «debut» sexual lo recuerdo cada día de mi vida y me excita del mismo modo que aquella vez. Cuando crecí, nos mudamos y nunca más supe de Carlitos ni que fue de su vida. Creo que ese despertar sexual me dejó alguna marca pues luego en mi adolescencia, juventud y adultez tuve muchísimas experiencias sexuales mayormente con mujeres aunque también las tuve algunas esporádicas con varones, lo cual no me disgustó, sólo me enamoré de mujeres, nunca me atrajeron los hombres como para una vida afectiva o de convivencia, no critico a los que se enamoran de gente de su mismo sexo, creo que mi gusto sexual pasa más por lo genital que por otra cosa, soy de mente abierta y siempre me pregunto qué pasaría si hoy me volviera a encontrar con aquél Carlitos con quien goce tanto en mi despertar sexual. En otro momento les cuento mis experiencias en mi adolescencia y juventud.
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