Mi prima: Ya métemela, primito. ¿Te gusta que te diga eso?
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Hola, ¿qué tal? Me presento.
Soy Manuel, de Coahuila, y este es mi relato con mi prima.
Durante la pandemia, no sabía nada de ella, que es hija de un hermano de mi padre. Sin planearlo, recuerdo que puse en Facebook que iría a correr y ella, muy ilusionada, dijo que me acompañaba. Quedamos en un punto para ir a correr a la sierra.
Cuando vi que llegó, me emocioné: llevaba un pantalón corto y una camiseta ajustada. Me dio un abrazo y un beso, pero ese abrazo duró un rato; no le di importancia y empezamos a caminar. Cuando llegamos al punto de subida, le di tiempo para que se adelantara para no dejarla atrás, pero al ir detrás no pude dejar de ver su culo y sus piernas. Era una chica muy atractiva: es baja, pero tiene unas piernas preciosas, tipo petit, cabello negro, piel morena y unos ojos preciosos.
Al llegar arriba vimos que había mucha gente, así que nos sentamos un rato. Se me acercó y se recargó en mí sin que yo esperara nada. Sin querer, noté que mi verga se ponía dura al sentirla cerca, así que le dije:
—Vamonos, ya es hora porque oscurece.
Bajamos y ella se apoyaba en mí. Cuando llegamos a mi coche, nos subimos para descansar un poco.
Se despidió de mí y nos abrazamos. De pronto, sin querer, nuestras caras quedaron de frente y, sin decir nada, la besé. Ella no me correspondió y solo dijo: «Perdón». Ella no dijo nada, solo cerró los ojos y me besó. El beso duró mucho, y como cerca había un motel, no lo pensé y me dirigí hacia allí. En el camino, ella me vio el pene y, sin decir nada, me acarició y sacó mi pene. Yo conduje más despacio y, de pronto, solo vi que se agachaba y me empezó a dar una mamada riquísima. Y así se fue hasta que llegamos al motel.
¿Se imaginan entrar en un motel con su prima, que está muy buena? De lo más excitante… Pague y nos dieron la habitación. Apenas le abrí la puerta, me bajó los pantalones y se la volvió a meter. Me ensalivaba bien y gemía al hacerlo.
La levanté y le di un beso. Ese sabor a sexo es de lo mejor. Entramos y, de nuevo, se puso a mamar mi verga. La levanté y la besé, y le bajé el short. Qué vista, qué culo tan rico. Le besé sus tetitas, que, aunque eran pequeñas, estaban riquísimas y duritas. Estaba bien mojada, lo sentí al acariciar su vagina.
Le metí los dedos por un buen rato hasta que dijo:
—Ya métemela, primito. ¿Te gusta que te diga eso? —Primo? Es excitante cogerte a tu primo», le excitaba la idea de coger siendo primos… y a mí también. La puse en cuatro y le metí la verga despacio, así estuvo gimiendo hasta que ella sola se ensartaba más y más rápido y gritaba: «¡Más rápido, más rápido!». —Cógete a tu prima, soy una puta, mi amor. Cógete bien, cabrón, aprovecha de tu prima, que es una puta, mete tu verga, mi amor.
—Eso era demasiado para mí. Mi verga estaba durísima y caliente. Realmente era una puta, la empiné más y le abrí el culo. Se veía hermosa, y más hermosa aún la visión de esa escena. Así la tuve durante media hora. Después dijo:
—Voy a montarte, cabrón, para que veas cómo se mueve tu prima en tu verga. ¿Quieres eso, cabrón? Quieres ver a tu primita bien puta cogiéndote?» Me montó y se meneaba bien rica la cabrona, me decía cosas y gemía y gritaba, se acariciaba bien rico sus tetitas.
Lo mejor fue cuando dijo: «El pendejo de Eduardo no me coge así, qué rica verga tienes, me encantas, mi amor. Pinche primo, qué rico me coges. Este cabrón se olvida de mí». (Eduardo es su esposo).
Esa confesión me puso a mil, y también a ella, al aceptar que estaba disfrutando y que era una puta gozando de la verga de su primo. Se empezó a mover más y me apretaba bien rico el pene con su chochito. Noté cómo se estaba corriendo, fue riquísimo sentirla terminar en mi pene.
Estuvo así un rato y, sin decir nada, se levantó, se agachó y empezó a mamármela diciendo: «Anda, termina bien, acaba de cogerte a tu prima como quieras, ¿te gusta que te la chupe tu prima, cabrón? ¿Eso quieres? ¿Echarle los mecos a la cara y en la boca a tu prima? ¿Echarle los mecos a la cara y en la boca a tu prima? —Anda, cabrón, dale leche a la puta de tu prima.
Ya no aguanté más y se lo eché en la boca, en su cara y en su cuello. Se paseaba mi verga por su cara mientras me la limpiaba. No dejé que se fuera a limpiar, ya me la había cogido, qué más daba; así como estaba, la besé durante mucho rato y estuvimos cachondeando. Para después volver a coger, pero eso ya en otro relato.
Luego les contaré cómo me cogí también a la mujer de mi amigo David, una mujer muy rica.
Saludos desde Coahuila (México).
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