Mi novia me hizo cornudo por primera vez y en mi propia casa
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Mi novia me mete los cuernos delante mio por primera vez y en mi propia casa. Y su amante resulta disfrutar bastante de humillarme.
Esa noche iba a venir a casa Martín, el amante de mi novia. Hacía tan solo un día yo me había enterado que era cornudo y lo había aceptado, y ahora lo estaba invitando a mi propia casa a cogerse a mi novia delante mio. Todo iba demasiado rápido y yo no podía hacer nada para evitarlo.
Eran cerca de las nueve de la noche cuando entré a mi habitación y la vi a Valeria preparándose para el. Estaba completamente desnuda, con el pelo mojado y despeinado pasándose crema por todo el cuerpo; era una diosa del Olimpo. Su cintura increíble contorneada y ese culo impresionante brillaban. Me hubiera encantado acercarme y agarrarla por atrás, pero dada las circunstancias no lo creí correcto.
-Te gusta lo que ves? ? me dijo juguetona
– si Vale, me encanta.
– Se nota bebé, pero vos sabes que este cuerpito es de Martín, no?
Mi pito se puso aún más duro al escuchar eso. Bajé la cabeza con vergüenza y asentí.
– Bueno, entonces sacate la ropita, que me dijo que quiere que estés desnudito cuando el llegue.
No podía creer lo que escuchaba. No solo iba a venir a mi propia casa a cogerse a mi novia, sino que además yo tenía que estar presente y completamente desnudo durante toda la visita. Mi humillación era total.
No le dije nada a mi novia y comencé a desnudarme delante de ella, que se había puesto un conjunto de lencería para el infarto, de un color rojo furioso que contrastaba perfecto con su piel morena dorada. Me preguntó cómo le quedaba y se dio vuelta mostrándome el culo. Que perversa había resultado ser, disfrutaba como condenada volviéndome loco y frustrándome al mismo tiempo. Ese culo era un monumento a la perfección y esa pequeña tanga roja pornográfica le hacía una increíble justicia. Se rió de mi visible excitación y me echó de la habitación. Me quedé en el living desnudo y caliente esperando a que saliera. Lo hizo con un vestido negro ajustado y cortísimo y un maquillaje de puta cara. Estaba más infartarte que nunca. Y yo estaba ahí, desnudo delante de mi novia, pero ese cuerpo no me pertenecía, no lo merecía.
Cuando sonó el timbre Valeria me hizo abrir a mí. ?el me pidió que fuera así?, me dijo. Y lo entendía, el también disfrutaba del hecho de tenerme a su merced, de poder demostrarme que el es el macho alfa y humillarme en mi propia casa. Abrí la puerta con una vergüenza increíble y ante mí apareció Martín, un chico varios años más joven que yo, pero parecía mucho más hombre. Era más alto, más grandote, musculoso y viril.
– Vos debes ser el cornudo – dijo riéndose en mi cara. ? yo soy Martín, el que se garcha a tu novia.
– Si, ya lo sé. Soy Germán.
– Para mi sos el cornudo. ? dijo y se dirigió a mi novia.
La tomó del cuello con ambas manos y le comió la boca con pasión. Ella se dejó hacer y el bajó sus manos hasta su cintura y la tomó de ahí apretándola contra su cuerpo, después la agarró del culo con ambas manos. Ver sus manos apoderándose del culo de mi novia, que me era completamente ajeno e inalcanzable, me volvía loco de envidia e impotencia.
Se soltaron y se dirigieron a mí.
– Qué bueno que al fin se conozcan, el es mi novio
– Sí bebé, ahora entiendo lo que me decías jaja.
– Jajaja, viste que no mentía. ? contesto ella entre risas.
– Me había dicho que la tenías como mi primito – dijo Martín dirigiéndose a mí ? pero no le había creído. Parece que tenía razón. ? concluyó mirándome el pito.
Me dio tanta vergüenza que pensé en taparme, pero tuve miedo de que se enojaran. Tan solo permanecí ahí parado, mirando yo también mi pito y contestando ?si?.
– Muy chiquita para un culito como este ? dijo levantándole el vestido a Vale y agarrándole el culo con violencia. ? cuánto mide eso?
– No se ? contesté mientras Vale se reía a carcajadas.
– Anda a buscar una regla así vemos, cornudo.
Deseaba que la tierra me tragara. Sabía que Martín disfrutaría de humillarme un poco, pero esto pasaba los límites de mi imaginación. Sin embargo no podía dejar de obedecer. Volví al minuto con una regla en la mano.
– A ver, medítela, dale. ? dijo Martín
Y yo obedecí de nuevo. Masajee un poco mi pija para que estuviera más dura y le puse la regla al lado.
– 12 centímetros.
– Cuanto??
– 12?
– Jajajaja, es un pitito eso!
– Ves lo que te decía gordo, – dijo Vale abalanzándose sobre su cuello y mordiéndoselo mientras una de sus manos se apoderaba de su entrepierna. ? Yo necesito una verga como esta.
Dijo agarrándole el paquete por sobre el jean. El tamaño impresionaba. Yo estaba desnudo y humillado, parado mirando como mi novia le bajaba la bragueta del jean a su amante con una cara de lujuria que jamás le había visto. Ante mis ojos impotentes apareció una verga enorme, su tamaño asustaba. Colgaba pesadamente entre sus piernas como un péndulo, tan solo verlo, tan imponente estando dormido me hizo sentir que mi pito semierecto se encogía aún más.
– Veni bebé ? me dijo Vale sacándome de mi estado y tomándome de la mano ? mira lo que es esto. ¿Te dije que era re grande, viste?
No me quedó mas que contestar un tímido ?sí amor? mientras me acercaba. Vale desabrocho el jean que cayó al suelo junto con los bóxers. Luego la tomó con su mano y comenzó a masajearla. Al cabo de pocos segundos estuvo parada. Las venas se le marcaban en el tronco con furia, parecía tener una fuerza y una energía descomunal.
Cuando estuvo dura, Vale la tomó con ambas manos y se le dibujó una sonrisa gigante en su carita.
– Wow, me encanta esta vergota amor! Es gigante. Mirá acerca la tuya?
Lo hice muriéndome de humillación. Me la agarró con una mano y la otra sostuvo aquel pedazo de carne mutante. Su otra mano no era capaz de rodear el tronco por completo y mas de media pija escapaba de su tacto. La mano que me sostenía a mi, en cambio, cerraba el puño con una facilidad casi ridícula y apenas sobresalía parte de mi glande, era extremadamente humillante verlo. Jamás había visto otra pija más que en algún vestuario. Sabía que la tenía chiquita, pero ver semejante diferencia en una situación tan patética me hizo perder la poca hombría que me quedaba. Pero Martín tenía aún un as en la manga para darle la estocada final a mi dignidad.
– Decile al cornudo que traiga la regla, a ver cuanto mide. ? dijo entre risas.
– Ay si! Que buena idea Tincho, la traes cornudo?… no te molesta que te diga cornudo, no bebé?
– No amor ? contesté yo disimulando mis ganas de llorar.
Le alcancé la regla a Vale, pero Martín interrumpió el momento diciendo ?que la mida el cornudo?. Definitivamente ya había tocado fondo. Sin un mínimo de resistencia agarré la regla y me acerqué a él manteniendo mi cabeza gacha. Intenté medirla sin tocarla pero era difícil.
– Usa la mano, cornudo ? ordenó él, y yo obedecí.
Por primera vez en mi vida estaba tocando una verga ajena. El peso, a comparación de la mia, era impresionante. Me sentí avergonzado de estar agarrándole la verga a otro hombre, y más siendo quien me hacía cornudo, pero mi pitito no perdía su erección. La medí.
– 24cm ? dije timido. Y mi novia estalló en carcajadas
– Justo el doble que la tuya cornudito! Increíble.
Ambos rieron fuerte y luego se fundieron en un beso desesperado. Martín levantó el cortísimo y ajustado vestido de mi novia y la acercó a su cuerpo metiendo su verga entre las piernas de ella. La frotaba mientras se besaban y yo desde mi posición podía ver como la cabezota de aquella verga se escondía y volvía a aparecer entre los hermosos muslos de mi novia.
– Te voy a coger bien cogida putita ? dijo Matrín mientras agarraba a Vale del pelo y le mordía el cuello. ? Acá nomas, contra la pared y adelante del cornudito.
– Ayyy siii, cógeme toda bebé, soy tuya. ? casi gritó mi novia entre gemidos.
Acto seguido una fuerte nalgada se estrelló contra el culo de Vale, dejando los cinco dedos marcados.
– Vení amor, sacame el vestido. ? me ordenó ella dulcemente.
Yo me acerqué y desabroché lentamente el cierre que cruzaba todo el vestido. Éste se abrió y cayó al suelo dejando ante mis ojos toda la perfección de mi novia, tan solo vestida con aquellas prendas intimas tan eróticas.
Valeria le sacó la remera a Martín, dejándolo completamente desnudo, y se arrodilló ante el. No podía creer esa imagen, estar viendo a mi chica arrodillada delante de otro hombre, exhibiendo para mi aquel magnifico culo y a punto de mamarsela al otro, delante mio, dedicado para mi.
– Acercate bebé, veni ? me dijo, y pude ver en detalle como la boquita de mi novia se introducía ese pedazo de carne centímetro a centímetro.
Nunca la había visto esmerarse tanto, estaba sacada, extasiada, rendida ante semejante pija. Pasaba su lengüita desde la base al glande, que luego recorría en toda su dimensión, ensalivándolo bien. Se metía esa cabeza en la boca y jugaba con ella con su lengua. Luego se agachaba aún más y lamía los huevos desesperadamente.
– Quiero que me cojas, cógeme toda!! ? gimió. Y Martín la levantó agarrándola del pelo y la acercó a su cara. Luego le escupió la boca, mi novia sacó su lengüita y se tragó toda la saliva con un gesto de pura lujuria. ? dame más ? dijo, y Martín agarró fuerte su cara y la escupió de nuevo.
Le arrancó el sostén de encaje rojo y sus hermosas tetas quedaron al aire. Las agarró, las chupó y las mordió. Luego pellizcó uno de sus pezones con fuerza. Vale gimió y gritó al mismo tiempo.
– Bebé, esta vez vas a tener que usar preservativo, son días peligrosos. ? dijo Vale.
A Martín pareció no gustarle demasiado, pero en seguida su cara se iluminó.
– Bueno bebita ? dijo – pero voy a usar uno de los del cornudo ? agregó mirándome fjio y sonriendo con maldad. ? total el no los va a usar jajaja.
Mi novia se rió con el comentario y me mandó a buscar un preservativo.
Volví con él en la mano y se lo extendí a Martín, pero en no lo aceptó.
– Me lo vas a poner vos, cornudo.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Siempre encontraba una nueva forma de humillarme, no le bastaba estar por cogerse a mi novia delante mio, en mi casa, teniéndome desnudito y mirando cada detalle.
Me arrodillé dócilmente delante de él. Es lo mas cerca que había estado de una verga hasta ese momento. Me sentía, además de cornudo, un juguete para su diversión. Abrí con la boca el envoltorio y saqué el profiláctico, luego me quedé mirando esa pija con temor. No me animaba a tocarla, era demasiado humillante, un antes y un después.
?dale, cornudo? dijo desde arriba Martín, y yo le hice caso. Con una mano agarré esa pija enorme y con la otra le apoyé el preservativo en la cabeza; luego empecé a desenrrollarlo. Parecía que le quedaba bastante ajustado. Cuando terminé de desenrrollarlo aun sobraban varios centímetros de carne. Mi pito dio un respingo como para recordarme que a él le sobraba medio preservativo cuando se lo ponía.
– Así me gusta, cornudito. Ahora sentate en el sillón y mirá como me cojo a la putita de tu novia.
Como un chico al que acaban de castigar, agaché la cabeza y fui a donde me había indicado. Con total sumisión y docilidad me senté a ver como aquel pijudo me hacía cornudo.
Valeria se puso contra la pared, quebrando bien la espalda y moviendo ese culito como una putita en celo llamando a su semental. Martín se acercó y empezó a refregar su pija contra la conchita y el culo de mi novia. Luego se escupió la mano, la pasó por la entrepierna de mi novia y acomodó su pija en la puerta de su conchita. Centímetro a centímetro empezó a metérsela, mi novia no paraba de gemir, cada vez mas fuerte. Cuando estuvo toda dentro Martín empezó a moverse como un desquiciado, penetrando a mi novia hasta el fondo. Parecía que la iba a partir al medio con aquel martillo gigante. Ella gemía sin parar, y gritaba. Nunca la había visto así. Vale se apoyaba contra la pared para soportar las embestidas de aquel animal, y abría cada vez mas sus piernas, ofreciéndose entera a su hombre. Gemia y gemia sin parar, y le pedía más. Martín comenzó a darle una serie de sonoros chirlos a la cola de Vale que se ponía cada vez mas colorada; cada golpe significaba un grito de ?más? en la boca de mi novia. Ver ese culo, objeto de mi total adoración, entregado y poseído por un extraño no me producía bronca sino envidia; envidia porque sabía que yo no podía ocupar ese lugar aunque él no estuviera ahí. Me hacía sentir humillado y poco hombre saber que no podía complacer a mi propia novia.
Cuando pensé que estaba por acabar Martín sacó su enorme verga de la conchita de mi novia de golpe y empezó a pegarle en las nalgas con ella. Tremendo garrote golpeando el sagrado culito de mi chica. Luego empezó a refregárselo por la conchita, por el culito, por su mojado e hinchado clítoris hasta que ella empezó a gritar que quería más.
– Dame más bebé, por favor rompeme toda la conchita!! ? gemía alsada.
Martín la tomó del pelo y la empujó hacia el sillón donde estaba yo sentado. Valeria cayó contra el costado del sillón y se dobló entregada, dejando a escasos centímetros de mi su carita y completamente abierto y regalado su culo para Martín, que se avalanzó sobre ella como un toro detrás de ella para volver a poseerla.
Sus embestidas eran tremendas, parecía realmente llenar a Valeria que gemía extasiada con sus ojitos completamente blancos y su boca semiabierta y babeando. Y yo la tenía pegada a mi; tan cerca y tan inalcanzable. Dependiendo de sus movimientos a veces su cara quedaba pegada a mi erecto pito y yo deseaba con todas mis fuerzas que su calentura le nublara el sentido y decidiera metérselo a la boca y chuparlo hasta hacerme acabar todo lo que cargaba, pero no me animaba a mover un músculo para que eso sucediera.
Cuando su carita estaba casi pegada a mi glande y alguna gota de transpiración o saliva incluso lo salpicaba, Martín la tomó del pelo y le levantó la cara para dejarla pegada a la mia.
– Decile al cornudito como la estas pasando puta, contale. ? dijo agitado.
– Ufff, me estas partiendo al medio bebé, me encanta!
– Decíselo a él.
– Ay no sabes bebé, no te das una idea como me está cogiendo, ya acabé como tres veces. Me vuelve loca su pija, Me llena completita cornudo!
– Contale por que no te podría coger así! ? añadió Martín.
– Jamás podrías cornudito mio, con esa pijita que tenés entre las piernas. En este momento ni la sentiría! Ufff, dame más por favor, mas, mas.
Yo llevé instintivamente mi mano a mi pija. Necesitaba tocarla, masajearla un poco, me lo pedía a gritos. Pero Martín me interrumpió con un grito.
– Saca la mano de ahí cornudo, mientras yo esté presente tenés prohibido tocarte esa mierdita. Entendido?
– ?
– Entendido?!
– Si Martín.
– Si señor Martín, para vos, cornudito.
– ? Si, señor Martín. ? repetí yo completamente quebrado.
En ese momento mi novia empezó a gemir más fuerte y Martín aumentó el ritmo aún más. Se fundieron en un intenso orgasmo los dos juntos. Martín soltó a Vale y ella cayó extasiada, casi desmayada sobre mí, aplastando mi pito con sus tetas. Yo no podía creer que se la hubieran cogido de esa forma. Me dio vergüenza imaginarme en esa situación.
Vale se levantó y le temblaban las piernas. Se apoyó en mi y me dio tremendo beso que me calentó aún mas.
– Te gustó, cornudito mio?
– Si Vale
Su mano se posó en mi muslo y comenzó a moverse hacía mi entrepierna. Yo me quedé tenso, deseoso de que esa mano siguiera su rumbo. Pero justo cuando sus dedos tomaron mi pequeña pija Martín nos interrumpió.
– Vos me pusiste el forro, cornudo. Vení y sacalo.
Pensé que era la ultima humillación a la que sería sometido esa noche. Todo estaba cerca del final y yo deseaba que acabara de una vez y se fuera de mi casa, así que obedecí sumisamente. Me arrodillé ante el hombre que se había cogido a mi novia y me dispuse a agarrar su pija para sacarle el forro cuando él decidió que todavía había tiempo para una humillación final.
– Sácamelo con la boca ? dijo mirándome fijo. ? dale cornudo, con la boca.
Había tanta seguridad en sus palabras, y yo estaba tan hundido en mi vergüenza que no pensé en desobedecerlo, y así, por primera vez en mi vida me metí una verga a la boca. Y no era cualquier verga, sino la poderosa y masculina verga que acababa de hacerme cornudo en mi propia casa. Martín y Vale disfrutaron enormemente viendo como introducía por voluntad propia una pija a mi boca y le sacaba el forro usado, usando mis dientes labios y lengua.
Fue un nuevo nivel de humillación sentir la pija de Martín en mi boca. Su sabor a hombre mezclado con latex, transpiración y el gustito reconocible de mi novia me invadió hasta el cerebro. Sentí con la lengua el reservorio del preservativo lleno de leche tibia, pero resistí las ganas de vomitar para obedecer a Martín y terminar con todo de una vez. Le saque el preservativo completo entre risas y burlas. Su verga se estaba poniendo un poco dura.
– Mastícalo como si fuera un chicle, dale maricón! ? ordenó Martín.
Me quedé arrodillado ante ellos, desnudo y con la pija durísima, masticando el preservativo usado y mostrándoles como iba quedando limpio de leche. Ese sabor no lo olvidaría nunca
– Así me gusta, cornudo ?dijo Martín dándome una degradante palmada en la cabeza mientras comenzaba a vestirse.
Yo no sabía que debía hacer, así que me quedé de rodillas sin moverme hasta que Martín abandonó mi casa dándole un sensual beso y una agarrada de culo a mi novia.
Mi cabeza estaba procesando todo lo ocurrido y mi pito no se bajaba. Toda esa humillación me había excitado de una manera sorprendente; cuanto más me humillaba Martín más caliente me ponía yo, y más ganas me daban de que me humillaran aún mas. Vale pasó la noche hablándome sobre cuánto le gustaba la pija gigante de Martín y haciendo comentarios graciosos sobre mi pitito.
– Mirá como me dejó la colita? ? Me dijo Vale en la cama, poniéndose boca abajo y sacando culo para mi deleite. Me miraba a los ojos haciendo pucherito y me decía que le dolía la colita. Me pidió que se la acariciara.
Yo obedecí contento y me dediqué a masajear aquella belleza. Sentir el tacto de su piel y recorrer las curvas hermosas de esas nalgas me estaba excitando de nuevo. Ya me dolían los huevos, por lo que decidí animarme a pedirle permiso a mi novia para poder acabar.
– Ay bebé ? me dijo ? si sabes que ni la siento cuando estamos solos, imaginate ahora después de cómo me dejó la conchita Martín!
– Si Vale. Y si me la chupas?
– Jajaja, ni loca cornudito. Y tampoco te voy a hacer una paja, arréglate solo. Esta vez te dejo, así que agradeceme.
– Gracias Vale ? dije, sin poder creer que le agradeciera a mi novia por darme permiso de masturbarme.
– Tengo una idea bebé! ? dijo de repente, divertida. ? Te dejo pajearte con mi culo, pero vos después lo tenés que limpiar con la lengua.
Yo guardé silencio por unos segundos, nervioso.
– Dale putito, si hoy te tomaste toda la lechita de Martín, cómo no te vas a tomar la tuya? Y mirá de donde la vas a lamer bonito ? dijo meneando su cola sensualmente.
Acepté sin decirlo, solo me acerque y empecé a manosear ese culazo como un poseído. Lo acaricié, lo lamí y comencé a refregar mi pijita con su raya. Era la gloria, la vergonzosa gloria de estar frotándome contra el culo de mi novia agradecido por su permiso. Y entre la humillación y la calentura acabé una cantidad increíble de leche sobre sus hermosas nalgas.
– Ay Bebé, acabaste un montón! Mirá como me dejaste la colitaaa, vas a tener que limpiarla bien.
Una vez disipada la excitación las ganas de ser humillado habían desaparecido, y la idea de lamer mi propia leche me daba asco. Pero sabía que Vale no me dejaría escapar de eso, y menos cuando vi que tomaba su móvil y comenzaba a filmar divertida la situación.
– El cornudito de mi novio me dejó la colita echa un enchastre ? comenzó a decirle a la cámara. ? y ahora va a ser un nene bueno y me la va a limpiar?. Dale bebé.
Podía verme en la pantalla de su celular, agachado junto a su culo, y pude verme a mi mismo durante todo el proceso. Me vi pasando la lengua por esa cola sumisamente, lamiendo y limpiando cada gramo de leche derramada, gramo que luego me tragaba junto con mi orgullo.
Cuando terminé de lamer toda mi leche de su culo, Valeria ya estaba dormida. Yo estaba nuevamente excitado, pero me sentía culpable de hacer algo al respecto sin su permiso.