Mi mujer echaba de menos a su antiguo amante
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Desde que Arnaldo, el amante de mi mujer, se fue a Colombia a pasar estas navidades, recuperamos a su antiguo amante y amigo mío, José. La verdad es que a mí me gusta más como amante de mi esposa Ana, ya que nos une una amistad que viene desde niños y también hacemos negocios juntos. José fue amante de Ana durante dos años estupendos, hasta que él se echó novia y empezaron a bajar las visitas a casa para follar con Ana. Cuando Ana me propuso incorporar a Arnaldo a nuestra vida y a nuestro negocio, dándole una oportunidad, no lo dudé, pero apartar a José de nuestra vida me dolió, pero no lo dudé y lo hice. Ahora, cuando no está Arnaldo, José vuelve a ser su amante.
El día pasado salimos a tomar algo con José y su novia Pili. Ella es consciente y, en alguna ocasión, también ha participado en sexo con nosotros y conmigo a solas. Esa noche fuimos a su casa y tomamos varias copas hasta que José cogió a mi mujer de la mano y la llevó al garaje, donde tiene una pequeña bodega, y allí se la folló mientras nosotros esperábamos en el salón. Pili me dijo:
Este tío no puede dejar ni un momento y mira, ya estarán follando.
Yo: Me alegro de que todo vuelva a estar como antes, ya que no me gustaron las formas en que intentasteis apartarnos de vuestra vida.
Pili: A mí me dolió porque José y tú siempre habéis estado juntos para todo y él se vio muy mal, ya que Ana necesita a alguien más joven, por lo que me dijo José.
Yo: No es así, surgió que conoció a Arnaldo en Colombia y le propuso venir a vivir aquí y trabajar, y también lo que sabes.
Pili: No sabía que el muchacho vivía con ustedes. Cuando vuelva, yo también quiero probarlo, porque no solo voy a mirar.
—Eso está hecho.
Pili: Mira, estoy caliente y estos no suben, ¿tú hoy cómo estás? ¿Tengo que esperar a José o puedo hacerlo yo?
Yo: Ya hace tiempo que no puedo, antes, cuando pasó lo nuestro, podía, pero ahora parece que la cosa murió.
Pili: Pues nada, toca esperar.
Estuvimos allí viendo la televisión y ya bien tarde vinieron ellos. Mi esposa dijo que ya era hora de irse, nos despedimos de ellos y salimos directamente a nuestra casa.
Durante el trayecto, Ana me comentó que José estaba muy desesperado por volver a verme y que pasarían fin de año con nosotros, lo cual me pareció una buena idea.
Ya en casa, ella se fue a su habitación y yo a la mía. Pasado un rato, Ana me llamó y, al ir a su habitación, pude verla con las piernas abiertas y me dijo:
Ven a comerme el coño, ya sabes que me gusta mucho verte y sentirte como me lo comes después de una follada como la que me dio José.
Me acerqué sin pensar en nada y obedecí a mi mujer. Su coño estaba muy mojado y caliente, como siempre, y había restos de mi amigo. Ana gemía y dijo:
Cuando bajamos al sótano, no esperamos ni un segundo para empezar a tocarnos y yo fui directamente a su polla. Joder, cómo pude dejar esa tranca, hoy la tenía depilada y sus huevos estaban deliciosos, sin ningún pelo. Me bajé el tanga y me la metió sin piedad. Me dio una buena follada y, como ves, te traje tu regalo. Sabes que eso me gusta mucho y solo lo hacemos con José, ya que a Arnaldo nunca se lo he pedido.
Yo le oía y no paraba de chupar su hermoso coño. Estaba siempre pegajoso, pero sabroso. Tengo que decir que probé muchos coños cuando podía, pero ninguno me gustó tanto como el de Ana y mi amigo José también me lo ha dicho.
Ana: después de correrse dentro de mí, cogió mi tanga y dijo que se lo quedaba hasta la próxima semana para poder oler mi coño y que así tú sabrías que me había follado. José no sabe que ahora las cosas en casa han cambiado y que tú tienes tu habitación, Arnaldo la suya y yo la mía, por eso te he llamado.
Entonces ella se empezó a correr y yo ya no podía más; me dolía la lengua y entonces ella soltó un grito de placer.
Yo: Me gusta que vuelvas a tener a José y que nuestra amistad se fortalezca. Pili quería follar, pero la pobre se quedó con ganas y espero que José ahora le esté dando también lo que quiere. Me dijo que quiere probar a Arnaldo cuando venga.
Ana, tú sí que podías haberle comido el coño o haberle masturbado. Si no lo hicisteis fue porque no quisisteis. Lo de follar con Arnaldo, si él quiere, y con José no le importa que se lo lleve a su casa una noche y allí se lo tire.
Yo: No, eso pasará aquí y yo me encargo. Tú, José y yo veremos cómo se la folla y haré una gran fiesta. ¿Te parece?
Ana: No voy a aguantar solo mirando, y lo sabes. Me gustan mucho los dos.
Yo: Lo sé, pero la fiesta será para los cuatro, ya que yo no puedo participar. Y, cuando eso suceda, me retiraré y os dejaré disfrutar. Eso estará bien, ya que Arnaldo estará de vuelta en fin de año.
Ana: La culpa de gustarme tanto follar es tuya, tú me metiste esto en el cuerpo y me duele que nunca participes de nada. Acepto la idea.
Pues la próxima vez está cerca, ya les contaré lo que fue, que es lo único con lo que disfruto. En la vida no se puede tener todo, pero sí se puede disfrutar de ella de una forma u otra. Gracias por leer mis vivencias de cornudo consentido.
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