Mi marido estaba de viaje
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Soy una mujer muy atractiva según dice el circulo de amistades que me rodean. Soy rubia, de pelo largo y liso, tengo los ojos azules, mido 1.72 cm y peso 62kg. Mi marido es un gran empresario y suele viajar a menudo por motivos de negocios a diversas ciudades, dejándome sola días e incluso semanas. Esa tarde, estaba vestida adecuadamente, puesto que esperaba la llegada de mi marido y quería darle una sorpresa agradable. Llevaba puesta, una tentación negra transparente a juego con unas tanguitas muy diminutas. También llevaba unas medias de liga del mismo color, y unos tacones altos y de aguja.
Sonó el timbre y fui corriendo a abrir la puerta y me llevé una sorpresa, no era mi marido sino eran dos chicos de la empresa de él que venían a traerme unos sobres y a decirme que mi marido no vendría hasta el día siguiente por la tarde. Los chicos se quedaron embobados al verme vestida como si fuese una furcia, yo traté de disimular un poco y no sé porqué, les dejé pasar. Nos acomodamos en el salón, ellos sentados en el sofá y yo de pie, disimulando que leía los papeles que me habían traído. De pronto uno de ellos, José, el mayor que tan solo tenía 19 años, se me acercó, y sin más, me atrajo hacia él dándome un beso y tocándome por entre mi tanguita que estaba completamente empapado. Noté como crecía su bulto, y bajándole la cremallera del pantalón mi mano se aferró a su miembro. Sentí como ardía y le latía. Me decía lo buena que estaba para mi edad. Tengo 45 añitos pero muy que muy bien conservados.
Entonces me hizo poner de rodillas frente a él, y yo como pude, empecé a tragarme toda su enorme espada en mi garganta mientras él me cogía mis cabellos rubios y empujaba a dentro como un loco.
Miguel, el más joven, tan sólo tenía 18, dejó de mirarnos pasivamente y se puso debajo de mí abriéndome toda y metiéndome sus dedos y su lengua por donde se le antojaba, Yo me abrí un poco para facilitarle su labor, y en un momento determinado mis jugos empezaron a mojarle toda su cara, fue el primer orgasmo que tuve.
José me llevó hasta una mesa y me tumbó sobre ella boca arriba, sabia que deseaba penetrarme con todas sus fuerzas y yo también lo deseaba. Me abrí para él y puse mis piernas encima de sus hombros, y de un solo golpe me penetró hasta lo más profundo de mi ser. Estaba excitadísimo me decía que era una zorra, le excitaba mis piernas con las medias de liga puestas y los taconcitos. No me quitó nada, simplemente me subió un poco la tentación y me bajó las tiritas que la sujetaban para dejar mis pechos al descubierto, así solamente mi cintura era lo único que estaba cubierta. Quise quitarme el tanguita pero el me dijo que quería follarme como a una puta en celo y que se manchara con la mezcla de mis jugos y su semen. Entre tanto, Miguel se acercó cerca de mi cara y yo empecé a lamer su miembro como una loca. Así me hicieron correrme unas cuantas veces.
Miguel se apartó un momento y se tumbo al suelo, José dejó de bombearme y me dijo que cabalgara a su amigo. Yo me puse encima de Miguel y él aferrándose a mi cintura me penetró mientas no paraba de lamerme mis pezones. José, mientras, se puso detrás y sin mas empezó a meterme el dedo por mi ano. Yo empecé a gritar de dolor, pero el movimiento de Miguel me obligó a moverme al compás, sintiendo un placer extenuante. Dilatado mi ano, José se puso en posición de sodomizarme, y así lo hizo.
Mi cuerpo se estaba estremeciendo. Me sentía penetrada por ambos machos. Estaba excitadísima pensando lo mucho que me deseaban los dos jóvenes empleados del cornudo de mi marido.
En un momento en que abrí mis ojos, me di cuenta que el jardinero que trabajaba para nosotros estaba boquiabierto y tocándose su miembro. Me había olvidado de cerrar la puerta que da al jardín. Yo con unas señas le dije que se acercara a nosotros. Así lo hizo, y mientras los dos mozalbetes me poseían por delante y atrás, el jardinero de casa me metió su enorme y muy grueso pene en mi boca, no sin antes atar a su rabo mi tanguita que estaba completamente empapado.
Así estuvimos hasta que noté que Miguel me estaba llenando la vagina, y luego tanto José como el jardinero se corrieron dentro de mí por completo. Los tres se pusieron de pié, yo con gusto les sequé toda gota de leche que aún les quedaba. En ese preciso instante, sonó el teléfono de casa. Era mi marido preguntando si había recibido los papeles de la oficina y el recado. Yo le dije que sí, y que tenía buenos empleados porque se preocupaban mucho de hacer bien su trabajo.
Cuando colgué, nos echamos a reír. Luego comimos unos refrigerios para reponer fuerzas de tanta excitación, y seguimos hasta altas horas de la madrugada, terminando ellos exhaustos y yo llena de una mezcla de leche y jugos a desbordar.
De vez en cuando recibo las visitas de los dos mozos, aprovechando los viajes de mi marido y el jardinero, como es su obligación viene por lo menos un par de veces a la semana para regar bien el “jardín”.