Mi mamá vio a Gregory dándome por el culo
A tres meses de nuestra llegada a Río de Janeiro, aún no teníamos suficiente cantidad de alumnos.
Yo mantenía comunicación a través de mensajes con Luisito, el chico que conocí en la playa nudista. Él trabaja en un restaurante cercano a la playa donde nos conocimos.
Gregory debió tomar un trabajo de guarda coches en una playa de estacionamiento. Todo a fin de tener dinero para afrontar los gastos fijos.
Una noche, cuando me llamó mamá desde Buenos Aires. Me dio la hermosa y preocupante noticia de que vendría a verme pronto.
Gregory se inquietó. También a mí me causó zozobra.
Mi vestimenta de todos los días era femenina. Y nuestro departamento es muy pequeño para alojarla.
Por la preocupación, hasta perdimos el deseo de hacer el amor cada noche.
Al momento de llegar ella. Yo trabajaba en el mismo restaurante que Luisito. Mi horario de trabajo era nocturno.
Gregory trabajaba en un parking durante el día.
Mamá llegó un lunes, coincidiendo con mi día franco.
Estuve todo ese día junto a ella.
Ella lucía hermosa. Su piel estaba suave y radiante.
Pasó su mano por mi cara y exclamó: Tienes la carita suave y hermosa. No tienes marca de barba. Y tu cuerpo ha cambiado. Estás delgado, pero ha crecido tu cola.
Yo me reí y justificó: Trabajo muchas horas sentado.
Nos reímos mucho ambos.
Mirando ella el dormitorio, preguntó: Duermen los dos en esa cama matrimonial.?
Sí, respondí. Ya estaba la cama cuando alquilamos. Yo duermo durante el día y Gregory duerme a la noche.
La tarde transcurrió velozmente. Llegó la hora de viajar hacia mi lugar de trabajo.
Ella se ofreció a cocinar y dijo que a la noche dormiría en el sillón.
En ese momento llegó Gregory, dijo que mi mamá descansará en la cama. Él ocuparía el sillón.
Mi intuición femenina me indicaba que ella ansiaba dormir con Gregory. Aunque dijera lo contrario. Esa noche estaban solos. Ella desconocía que nuestra relación no era solo de buenos amigos.
A la mañana siguiente, cuando regresé.
Desayunamos los tres juntos.
Gregory estaba cansado. Dijo que un café lo estimularía bien.
Mi mamá lucía ojeras. Su rostro no reflejaba que hubiese dormido bien.
Hacía esfuerzo por mostrarse despierta.
Ella dijo: – Cambiaré la ropa de cama para que descanses bien, hijo.
Gracias, Ma. Respondí.
Mi trabajo había sido arduo. Además, al terminar la noche, Luisito me pidió que le practicara sexo oral.
Dormí toda esa mañana. Mamá caminaba sigilosamente para no despertarme.
Me llamó para almorzar. Luego hicimos siesta hasta que recibí una llamada desde el restaurante avisando que podía no ir a la noche si deseaba acompañar a mi madre.
Agradecí el buen gesto. Y le comenté a ella. Hoy podemos cenar los tres juntos y beber cerveza!!!
Eso es tener buena fortuna.!! Exclamó.
Esa noche, ella se esmeró en cocinar un plato con mariscos.
Gregory aportó las cervezas. Y yo la ayudé para poder disfrutar de una buena cena.
Hacía bastante calor esa noche. Los tres vestíamos ropa liviana.
Gregory puso a sonar acordes de bachata e invitó a mamá para bailar.
Yo me ocupé de atender la preparación a medio cocinar.
Ambos disfrutaban los movimientos sensuales al máximo. Cuando ella se cansó. Gregory me tomó de la mano para bailar conmigo. Bailamos muy bien. Yo, sin pensar en nada. Contornee las caderas y hice toques con mi culo en su paquete sexual.
Ella nos observaba y dijo: Bailas tan bien como una niña, Ro.
Así baila bachata una chica. Dije y sugerí: Intenta hacer esos pasos y menea más la cadera.
Vamos, María. Dijo Gregory.
Ella comenzó a mover sus caderas con ritmo e intensidad.
Gregory, con las manos tocando su cintura, marcaba el paso: adelante, atrás o costado.
Cuando ella retrocedía, llegaba hasta hacer contacto con su culo en el paquete de él. El bulto de Gregory era inocultable.
Luego de la cena, continuamos escuchando música y bebiendo, hasta que decidimos dormir.
Gregory dijo. Yo duermo en el sillón.
No. Dije: Iré yo al sillón.
Mamá dijo: Me corresponde ir a mí.
No hubo acuerdo. Acordamos ducharnos y dormir los tres en la amplia cama.
A un lado estaba mamá, acostada, vistiendo una remera corta de algodón, pero sin corpiño, y un liviano short de algodón.
Al otro lado, Gregory, con el torso desnudo y shorts.
Al medio de ambos. Yo solamente con un liviano y amplio pantalón corto.
Los tres permanecimos mirando el techo hasta que la posición me incomodó y me tumbé de lado, mirando hacia mamá.
No podía conciliar el sueño, por la tensión sexual que experimentaba.
Creo que la situación de ellos también era mortificante. Estando excitado, es imposible dormir.
Gregory me acariciaba el ano sin dificultad. Yo hacía llegar mi mano hasta su pene en erección. Pero no avanzábamos más.
Al cabo de una hora. Me reincorporé y dije: Me sofoco de tanto calor. Mejor ducharme nuevamente.
Así lo hice. Por largos minutos permanecí en el baño para permitirles a ellos hacer algo.
Cuando salí del baño. Ambos estaban muy quietos, como si durmieran. Me dirigí al sillón y me estiré plácidamente.
Ninguno de los dos preguntó por qué no volví a la cama.
Desde mi posición no podía ver, pero sí oír sus apagadas voces y el respirar profundo de Gregory.
Durante la noche, alguien fue dos veces al baño. Yo fingía dormir hasta que finalmente me dormí realmente.
A las ocho de la mañana. Mamá, caminó hasta el sillón.
Buen día, hijo!!. Descansaste? Dijo.
Y continuó. Me ducharé, hizo mucho calor y transpire.
Tenía el pelo revuelto, una mancha brillante en un muslo interno.
Apenas cerró la puerta del baño.
Y continuó. Me duché, hizo mucho calor y transpire.
Tenía el pelo revuelto, una mancha brillante en un muslo interno.
Apenas cerró la puerta del baño.
Gregory vino hacia mí.
—¿Cómo está mi reina? Dijo.
Lo miré y le reproché. Has cogido dos días con mamá, y yo soy reina de qué?
Preciosa, reservé un disparo de semen para vos. Lo quieres en la boquita o en la colita.?
Deseo sentirte en mis entrañas. Malo.!!!
Con suavidad y destreza, quitó mi pantalón y se liberó de su short.
Metiéndose como una cuña entre mis piernas, las levantó hasta poner mis pies sobre sus hombros.
Me acarició el ano antes de apoyar la cabezota de su verga en mí.
Se hundió rápidamente, causando un poco de dolor. Luego de relajarse mi esfínter, su mete y saca fue delicia pura. Eyaculó sin gruñir para no ser oído. Se tensó y, suspirando, dejó fluir su semen en mis tripas.
Mamá salió del baño con una toalla envolviendo sus cabellos y miró hacia el sillón, luego continuó hacia el dormitorio. Sin hablar.
Gregory y yo quedamos inmóviles.
En una posición injustificada para otra cosa que no fuese lo que hacíamos. Sexo anal.
Comencé a llorar y gemir, ahogando mi llanto. Estaba angustiada por lo sucedido. Gregory me besó tiernamente y dijo: Hablemos con ella.
Caminamos hasta la puerta del dormitorio. Ella estaba acostada.
Perdón, mamá. Dije con voz temblorosa.
Perdón, María. Dijo Gregory.
Ella sonrió y respondió.
Nada, debo perdonarles. Es la vida!!!
Tú, Ro, eres mi hijo o hija amada.
Mereces ser feliz junto al hombre elegido por ti.
Me acerqué hasta abrazarla y darle un gran beso.
Mamá, tratando de acomodar su voz quebrada, dijo: Desayunemos.
Quiero brindar por mi hija!!!
Roberta.
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Aunque tu intentaste ocultar a tu mamá tu identidad sexual. Ese pequeño desliz de tu novio puso en evidencia tu sexualidad. Ella, es una excelente madre y siempre te amara incondicionalmente. Gracias por relatar algo tan profundo de tu vida sexual