Mi jefa me come eso me excita muchísimo
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Me llamo Laura, tengo 20 años y quiero contarles lo que me ha sucedido pues me excita mucho que todos puedan sentir que viven mi misma experiencia y así puedan gozar un poco. Yo hago las prácticas de mis estudios en una oficina humilde que hay en el centro de mi calurosa ciudad, es una oficina muy acogedora con buena luz y buen clima, incluso mis compañeros y compañeras son muy agradables, el único inconveniente es mi jefa, que es muy dominante y también radical.
Yo solo soy una chica, joven, no muy alta y más bien de rasgos tímidos (yo soy tímida), suelo vestir en tonos pastel y me han educado para ser muy delicada, así que todo eso que me impone mi jefa me resulta un tanto duro.
Bueno he de confesar que a pesar de mi rasgos de inocencia, ya he tenido mis buenos repasos con un profesor de mi instituto, se bien como tragarme una polla, y también que me halaga como me miran mis compañeros cuando llevo blusas muy ajustadas y mi pelo rubio recogido en dos coletas, pues parezco una colegiala pero, mis grandes pechos y mis ojos de gata me dan aspecto de colegiala morbosa y eso hace que los hombres se pongan calientes y me dediquen esas miradas me ponen tan cachonda.
A lo que iba, yo trabajo casi todo el día en una mesa en frente de la de mi jefa, porque se supone que el papel que he de desempeñar según mis estudios es el lugar de ella. Ella es una mujer de unos 35 años a la cual debo reconocer que admiro por su firmeza y seguridad y también por su aspecto, es alta, con unas caderas perfectas, un buen culo como gusta los hombres, unos pechos perfectos, redondos y firmes que siempre luce con grandes escotes y una piel morena acompañada de unos ojos y un pelo castaño, que tumbarían a cualquiera de espaldas, de su perfección viene su seguridad.
Los viernes, nos quedamos siempre desde las 17:00 h solas las dos terminando el papeleo hasta tarde, me jode mucho pero no puedo negarme, menuda bronca me llevaría. Lo cierto es que los viernes es cuando solía quedar con mi profe, pero no puedo ahora y como tampoco tengo mucho tiempo para salir he de confesar que hace mucho que no tengo sexo, mas que el de mi consolador.
Este viernes pasado, nos quedamos las dos como todos con el papeleo, hacia mucho calor, de vez en cuando yo la mirada y veía gotas de sudor entre sus pechos, con tanto calor mas aumentaba mi calentura y esos pechos sorprendentemente empezaron a provocar humedad en mi sexo. Ella seguía concentrada en su trabajo y yo en ella, baje la mirada y vi a través de sus piernas cruzadas unas hermosas braguitas negras de encaje que dejan ver su vello arregladito, no podía apartar la mirada y cada vez estaba mas caliente, mi clítoris se hinchaba y casi lo sentía palpitar, aproveche su concentración y que yo llevaba una falda, para bajar mis braguitas rosa con mucha cautela hasta mis rodillas, y si que ella se diera ni cuenta mirando su coñito e imaginando que habría debajo de su blusa comencé a tocarme sin poder evitarlo. Se que parece un descaro, pero mi coño ya no aguantaba mas, toque mi humedad y me masajeaba, incluso metí dos dedos dentro de mi, todo salía perfecto por fin me iba a correr y ella ni se coscaba, mis movimientos irremediablemente eran cada vez mas rápidos, me di cuenta que andaba muy abierta de piernas y que se iba a dar cuenta así que cerré un poco las piernas con la mala suerte de que mis bragas cayeron hasta los tobillos, estaba en un lío no sabía que hacer, intenté encoger las piernas, y lo que hice fue empeorarlo todo mis bragas cayeron al suelo, intenté alcanzaras con mi pie, y lo conseguí, las estaba acercando a mi mano pero, la postura era imposible así que pensé que lanzándolas al aire con un poco de suerte las cogería antes de volver a caer y de que ella se diese cuenta, así lo hice y mis bragas cayeron entre su mesa y la mía, en un pasillito que queda en medio. Ahí ya si que no tenia remedio, yo no me puedo levantar sin que ella se de cuenta y no podía hacer nada, de repente fue ella la que se puso en pie, me miró y me dijo:
– Laura voy un momento a por unos archivos y ahora vuelvo.
– De acuerdo – dije
Mientras rodeaba su mesa y se dirigía al pasillo pensé en mi muerte profesional y pública para siempre. En ese instante vi como ella advirtió mis bragas en el suelo, sus ojos como platos, se agachó cogió mis braguitas soltó los papeles que llevaba en su mano y con ellas en la mano se dirigió a mí y me dijo de una voz:
– ¿Qué coño es esto?
Yo no sabía que responder así que solo dije:
– Mis bragas.
– Así que tus bragas, ya veo – dijo mientras bajo mi asombro las llevaba hasta su nariz olisqueándolas como una perra.
– Se notan mojadas- dijo, justo después de pasar su lengua por donde se veía una manchita de mi humedad.
– Ummm… Saben a perra ¿Eres tu una perra, Laura?
– Yo no Sra.
– ¿Cómo que no?, solo las perras pierden sus bragas en el trabajo. Así cuando te pregunté responde que lo eres. Veamos ¿Eres tu una perra, Laurita?.
– Eemm Sí señora, lo soy.
– Bien – dijo mientras se sacaba sus braguitas bajo mi asombro- pues ahora me vas a lamer el coño como la putita que eres.
Subió su falda, abierta de piernas encima de mi mesa dejándome ver, su coñito abierto, mojado y apetitoso, que me incitaba a las mayores travesuras pero, por otra parte yo no podía hacer eso así que volví la cara, a lo que ella respondió acercando bruscamente mi cabeza a su sexo y haciéndome probar aquel manjar, el sabor me resultó muy nuevo pero, yo lamía sin parar a la vez que ella se quitaba la blusa dejándome ver unas tetas redondas botar a ritmo de mis lamidos, con unos pezones rojos y pequeños, el paisaje provocó una gran humedad en mi, pero yo estaba dominada por ella solo podía hacer lo que ella quisiera. Mis manos estaban en su gran culo, mi lengua estrujando su sexo entrando y saliendo para rodear su clítoris al compás de sus gemidos, y de vez en cuando ella me pedía con voz de desesperación:
– Chúpame mi coñito, Laura, ummm… necesito que saques todo de mi hace tanto que no me dan placer.
Entonces metía mas mi lengua porque sentí su necesidad y comencé a darle una completa penetración con mi lengua, sentí como ella quería apretarla y hacerla suya. De un momento a otro en un movimiento brusco ella se hecho hacia atrás sacado mi lengua de su interior y me pidió entre jadeos:
– Laura, dame sexo, tu me vas a entender, hace dos años que no tengo sexo y esto que me das es un tesoro.
Yo me fui hasta sus labios y la besé, recorrí con mi lengua su cuello hasta el oído y le dije:
– Ahora mando yo.
– Hazme lo que quieras – respondió.
Me quite toda la ropa dejándole vez mis enormes pechos, ella los miró con asombro, y mientras yo tocaba sus pechos ella se metió mi pezón en la boca y comenzó a mamarlos como una bebita, yo sentí mucho placer y me puse mucho mas cachonda si cabe, miré su cara y la vi calmada. Entonces aproveché para chupar mis dedos y empecé a masajear su ano, a ella debió gustarle por la intensidad con la que empezó a chupar ahora mis dos pezones, yo no pude evitarlo, me coloque con haciendo un 69 con ella sin dejar quieto mis dedos en su ano, su lengua sabía lo que hacía, manejaba mi clítoris a su antojo, ella hacia las delicias de mi sexo y sin pensarlo dos veces metí mis dedos en su culo, recibiendo una mamada mas intensa en mi coño, como gozábamos, éramos dos perritas en celo deseando un buen revolcón. Ella no lo pensó tampoco y penetró mi ano dándome un placer inigualable. Yo cabalgaba sus dedos con fuerzas mientras sentía su lengua en mi coño, pronto inundé su boca con mis fluidos, corriéndome en sus labios:
– Así me gusta – dijo ella.
Pude alcanzar una botella de agua pequeña que tenía en mi escritorio, y mientras ella apuraba como si de un manjar se tratase mis fluidos, la penetré suavemente con la botella de agua, a lo que ella respondió con un gemido, que se debió oír en la calle, yo le daba solo lo que mi instinto me decía que necesitaba, y ella gozaba como loca. Cambié mi postura porque necesitaba ver como aquello entraba en su coño con tanta facilidad, me senté de nuevo en mi silla de trabajo, le abrí bien las piernas y observé que su coño no tenía ninguna dificultad para seguir los movimientos de la botella y gemía como loca.
– Oh, si Laura dame más, necesito que me folles.
Empecé a lamerle el coño, sin parar de penetrarla con mi botella, y mi mano libre pellizcaba sus pezones, ella seguía mis movimientos, se incorporó amasando mis pechos y se corrió dando un grito enorme de placer:
– Aaaah, Laura bésame, pero déjamela dentro mientras veas mi coño palpitar.
Yo le di un beso, saboreando en su boca mi sabor que si me era mas familiar, besando mientras ella aun jadeaba con delicadeza sus pechos, y sentí caer la botella al suelo, seguí entonces besando su vientre, llegué hasta su dilatado agujerito, y lamí sus flujos con delicadeza, pues estaba irritadito.
– Aaaah, si eso me alivia cariño, házmelo mi Laurita linda.
Yo quería curarla, y metí mi lengua otra vez delicadamente en su coño, palpitante, ella se empezó a relajar, y cuando yo pensé que se iba a quedar dormida me dijo:
– Ahora sube tú a la mesa.
Como me imaginaba, ella abrió mis piernas y chupó mi rajita como una experta, y cuando menos me lo esperaba ya tenia esta vez yo la botella dentro de mi, aquello me venía grande, casi me dañaba, pero acompañado de su lengua me fue entrando toda, ¡cuanto placer!, casi me corro, pero ella la sacó y empezó a chupar mi ano, eso me encanta, pero no esperaba que me fuese a penetrar con la botella por ahí, al principio sentí dolor, pero ella se vino a mi lado, y con un beso muy tierno la colocó entera dentro de mi culo, dándole un vaivén perfecto que hizo que me corriese en segundos. Bajó ella a mi sexo, y lo dejó bien limpio con su lengüita.
Estábamos exhaustas las dos, así que nos abrazamos y nos quedamos una al lado de la otra, cuando estuvimos más calmadas yo le pedí:
– Jefita, ¿Me darás esto más a menudo por favor?
– No lo dudes mi Laurita, mientras que yo este aquí esto no te faltará. De momento el Lunes, tráete falda y no te pongas ropa interior, y es una orden – dijo, mientras me guiñó.
Ahora cada día disfruto de los manjares que mi jefa me da.