Con Marina salí durante unos cuantos meses, ella es unos cuantos años mayor que yo, ronda los 35, es abogada y labora hace más de diez años, es muy linda, pelo rubio casi hasta los hombros y unos ojazos celestes que te matan, es de piel bien blanca con pequitas en la cara y en la espalda, labios carnosos en una boca mediana grande y unos dientes perfectos, es chiquita, mide 1.58 y tiene muy lindo lomo, pero sobre todo tiene un culito que me enloquece.
En la época en que salíamos se mataba dos horas en el gimnasio todos los días, ósea que ese culito que tanto me gusta estaba bien firme y sin un gramo de grasa. Vivía sola en su departamento a muy pocos metros de mi casa, nos conocimos y al mes ya estábamos dándonos duro en la cama (como corresponde), fueron cuatro meses de coger dos o tres veces por día, todos los días, era impresionante, pero esos polvazos los contaré después.
Al año de cortar (en buenos términos) una noche nos cruzamos en la vereda y nos pusimos a charlar, ella estaba a punto de casarse y yo hacía un año que estaba de novio con la chica por quien la dejé, yo la conozco bien y notaba que mientras charlábamos ella me seguía mirando con ganas, en un momento se me acercó un poquito y la agarré con las dos manos y le empecé a dar un beso de lengua que nos hizo hervir de calentura a los dos, estábamos los dos de jogging, lo que facilitó que le metiera la mano y le empezara a manosear la cola con fuerza, mientras ella hacía lo mismo con mi verga que estaba dura como una piedra, la cosa quedó ahí y nos fuimos calentitos cada uno a su casa. Después de cenar yo no sabía si hacerme la paja o ir corriendo a cogerla, me decidí por lo segundo y en dos patadas estaba tocando el portero eléctrico y subiendo, nos pusimos a charlar y Marina trataba de poner distancia pero yo estaba que explotaba de la calentura y la empecé a besar y a tocar, ella me decía que no, que no era correcto, pero al rato yo estaba sentado en una silla y ella arrodillada chupándome la pija como si hiciera un año que no comía, mientras me decía que más de eso no pasaría.
La muy perra me la chupaba y seguía con la lengua hasta los huevos y de ahí al culo, yo ya estaba por acabar pero no quería hacerlo sin antes ponérsela, la levanté en mis brazos y la llevé hasta la cama donde la acosté, en un segundo me desnudé y empecé a hacer lo mismo con ella, que trataba de resistirse sin mucha convicción, ya estábamos los dos en bolas y ella me miraba y seguía diciendo que no quería, entonces le dije que se deje de joder, que a mí me volvía loco coger con ella y que sabía que a ella también le gustaba conmigo, eso la hizo aflojarse y después de un rato de manoseo y de puertearla empezamos a coger como nunca, yo estaba metido entre sus piernas y ella me apretaba con fuerza mientras gemía en mi oreja y me agarraba de la cabeza y los pelos, al rato ya estábamos los dos transpirados y yo no daba más, iba a explotar en cualquier momento, entonces se la saqué de la conchita que estaba empapada y pegoteada por sus flujos y acabadas (ella había acabado dos veces), me la agarró y se la metió en la boca haciéndome la paja para que yo pudiera acabar, Marina se encargó de tragar toda la leche que salía con una presión increíble, hacía un ruido al tragar que me volvía loco y no dejó escapar ni una sola gota, pero los dos seguíamos a mil, ahí nomás se dio vuelta y quedó con el culito para arriba, con las manos se abría los cachetes y se metía un dedo de cada mano en el culito mientras me decía que la coja, que ese culito me estaba esperando desde la última vez.
Yo le empecé a chupar el agujerito del culo, me encanta sentir con la lengua como se va dilatando la argolla, mientras le frotaba el clítoris con una mano, ella ya tenía el culito bien abierto y lubricado listo para que se la meta, entonces la agarré de las caderas y se la puse por la concha para inmediatamente sacarla y apoyársela en el orto, empecé a empujar despacito hasta que sentí que había entrado la cabeza entera, los gritos de placer de Marina se mezclaban con mis gemidos, yo seguía penetrándola milímetro a milímetro hasta que mis 20 centímetros se perdieron definitivamente en ese ya no tan pequeño agujero que no paraba de darme placer, entonces empecé a bombear cada vez con más fuerza y más velocidad, se escuchaba el ruido de mis muslos golpeando contra sus nalgas, los huevos también golpeaban con violencia contra su concha y yo ahora la agarraba de los hombros mientras se la enterraba sin piedad hasta el fondo, pero no aguanté mucho más y descargué lo que parecían litros de leche dentro de ese culito que tanto quiero, temblábamos de lujuria y adrenalina. Al calmarnos nos duchamos y yo me fui casi corriendo a mi casa por un te amo que se le escapó a ella y a mí me asustó escuchar, a las pocas semanas Marina se casó, yo por mi parte sigo de novio, pero cada 15 dias nos encontramos para cojer.
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