Mi hermano y mi primo me hacen toda una putota
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Nuevamente soy yo, Daneila. Tiene mucho tiempo que no sucedía algo bueno con mi hermano Jorge y mi primo Sebastián. Jorge tiene 22 y mi primo 21. La universidad los ha mantenido muy ocupados pero al fin se dio la oportunidad de tenerlos sólo para mi. Estas vacaciones fueron sin duda una de las mejores. Durante este lapso de descanso que tuve, entré a un curso de pintura. Mis clases fueron lunes, miércoles y viernes. Un viernes al llegar a las 6 de la tarde decidí avanzar una tarea del curso para tener libre el fin de semana. Ordené las pinturas que utilizaría, tomé un banco y acomodé la cartulina dónde pintaría. Pasaron 30 minutos. Escuché que alguien había entrado.
– ¡¡ya vine!!, gritaba Jorge.
– ¡¡sube, solo estoy yo!!
Nuestros padres aún no llegaban de trabajar por lo que estaríamos solos hasta las 8. Llegó a mi recamara.
– ¿que haces?
– tarea. No quiero estar ocupada el fin.
– ¿saldrás o algo?, preguntó.
– quizás, no lo sé. Pero por las dudas ya tendré mi tarea lista, contesté mientras resbalaba el pincel sobre la cartulina.
No escuché nada más. Miré atrás y vi que sólo me miraba.
-¿que?, pregunté.
– nada, sólo veo como pintas.
En menos de un segundo sentí su cuerpo pegándose a mi espalda. Tomó mis hombros y empezó a acariciarlos. Tenía puesta una blusa blanca desgastada y un pans gris. La blusa era muy delgada, casi se trasparentaba mi brasier negro.
– ¿que planes tienes para esté fin?, le pregunté.
– nada bueno, veré…
El teléfono interrumpió a Jorge.
– contesta, porfa…tengo las manos manchadas.
Salió y contestó.
– hola, saludó.
No hice caso a la conversación y seguí pintando. Regresó 15 minutos después.
– ¿quien era?, pregunté.
– Sebastián. Preguntaba que que iba a hacer esta noche. Quiere ir al cine.
– ¿van a ir?, ¡llévenme!,
– le dije que viniera para checar las funciones.
– ok, que venga.
– ajá… Dijo pegándose nuevamente a mi espalda.
Rodeó mi estómago con sus manos y recargó su mandíbula en mi hombro derecho. Sus manos acariciaban mi estómago.
– tienes un estómago muy planito, hermana. El ballet y el gym te han ayudado.
– y mucho, la verdad. Digo, no tengo unas nalgonas pero no me quejo.
– estás tonta, no inventes, tienes un lindo cuerpo.
Solté una risa nerviosa.
Movió su cara y resbalo sus labios sobre mi cuello.
– ¡hey, espera! No hagas eso.
– ¿porque?
– porque no. Me desconcentro.
– no seas exagerada, se quejó.
Pegó su cintura a mi espalda. Al hacer eso sentí su miembro semiherecto. Dios, lo poco que sentía logró encender en mí una chispa de excitación en mi entrepierna. Mi cuerpo reaccionó positivamente a su cuerpo pegándose al mío. Tragué saliva y di un leve respiro.
– me dejas trabajar, por favor, le pedí amablemente.
Me gustó lo que hizo. Y diría que lo hizo a propósito, pero ya no puedo seguir con esto. Más que decir que tengo a mi pareja, lo que pasaba entre mi hermano debía terminar.
– ¿y si no lo hago que harás?, me retaba.
Giré mi cabeza a la derecha para mirarlo. No dijo nada. Su mano derecha bajó lentamente de mi estomago al resorte del pans. No metió su mano pero siguió bajando hasta llegar ahí. A esa zona dónde él bien sabía atraparme.
Mi respiración empezó a acelerar, mi corazón palpitaba más rápido, y mi excitación, ni se diga, aumento en sólo un segundo. Sus dedos acariciaban mi zona.
-…Jorge…, dije su nombre con una voz cortada.
– ¿que pasa?, preguntó enterrando su cara en mi cuello, besando mi piel suave y blanca que él ya había probado.
Mordí el lado derecho de mi labio inferior y cerré mis ojos, dejándome llevar por sus caricias.
– …no sigas, …por favor…
– ¿porque no?, si te gusta.
– por eso mismo, contesté.
Su mano izquierda se metió por debo de mi blusa y la hizo llegar hasta mi pecho izquierdo. Al encontrarse con la copa de mi brasier, metió sus dedos en ella y cubrió por completo mi seno con su larga mano. Sentí sus dedos rosar mi pezón duro.
– tienes un rico pecho, Daniela. Está bien dura tu punta.
Presionó mi trasero con su miembro. Aunque estaba sentada en el banco tenía el culito de fuera, en la orilla del banco. Estaba muy excitado. Su verga estaba dura y larga. Lo sentía. Eso me excitó mucho más, la verdad. Dejé caer el pincel. Y apoye mis manos sobre mis rodillas.
– abre mas tus piernas. Sepáralas un poco, le pidió.
No quería hacerlo pero me engañe a mi misma. Sus caricias me convencieron mucho, y lo hice.
– …Jorge
– quiero cogerte, quiero meterte todo esto, dijo presionando esa larga verga en mi traserito. No sólo se me antojaba que me la metiera por el culo sino por donde él quisiera.
– Jorge…para…vendré Sebastián.
– él tardará, descuida.
– …no creo…
– quítate el pantalón, me pidió.
– no, ahorita no.
– vamos, ven. Retiró su mano de mi vagina y tomó el resorte del pans.
Agarré mi pantalón evitando que me lo quitara.
– no, Jorge, dije mirándolo.
Plantó sus labios sobre los míos. Subí mis manos a su rostro y acaricié su cara.
Tomó mi pans y me fue bajando lo que pudo. Al estar sentada no podía hacer más.
– levántate, me ordenó.
Lo hice. Cedí en un segundo. Me levanté un poco y retiré mi pantalón resbalándolo por mi culito y mis muslos. Quedé en calzones.
– me encantan tus piernas, mi amor. Las tienes blanquitas, suaves, finas. Se ven tan delicadas, me alagaba acariciándolas.
– ¿que más te gusta?
– todo. Tu culo. Lo tienes bien paradito.
Pasé mis manos para atrás y resbalé mis manos sobre sus muslos. Fui navegando sin voltear a ver por donde tocaba.
– ven, agarra esto, me dijo al oído y tomando mi mano. Al hacerlo la puso sobre su entrepierna. Dios, se sentía un bulto.
– está dura, dije.
– ¿te gusta?
– aja, si. Reí.
Me quité el pans tan rápido como pude.
Lo tomé de la mano y me bajé del banco. Me aparté del banco y le di un beso. Al quedar frente a él, caminé dirigiéndome a mi cama. Lo encaminé. Caminó de espaldas, tomándome de la cintura. Sus pantorrillas tocaron el borde de mi cama y lo empujé de modo que callera en ella. Mi cama siempre ha estado pegada a la pared, en un rincón, por lo que no fue difícil acomodarnos. Se recargó en el muro. Me incliné hacia Jorge y me subí encima de él. Encerré su cuerpo con el mío. Quería montarme pero no lo hice, así que sólo me recosté sobre él sin dejar caer todo mi peso. Sus manos tomaron mi cintura y vagaron por todo mi cuerpo. Lo besé. Sus labios eran tan ricos, jalaba mi labio inferior con sus dientes muy lentamente. Los succionaba, los chupaba, me los comía muy rico.
– me encantan tus labios, Daniela.
– los tuyos a mi también.
Soltó mi boca. Acerqué mis manos a su entrepierna y desabroche su cinturón, su botón y bajé su cierre. Las ganas de tomar su verga me estaban matando. Me ayudó y se quitó el pantalón quedándose sólo con su bóxer negro. Lo tenía tan ajustado que la forma de su miembro se marcaba. Mordí mis labios de las ganas de probar esa larga y dura verga. Rose mi mano por el frente de su bóxer.
– dios, está bien dura, Jorge.
– ¿quieres chuparla?, preguntó con una voz muy sexy.
– si…porque no, contesté con una risa nerviosa.
Bajé su bóxer dejándome ver esa deliciosa zona de su cuerpo. Su miembro salió de un saltó. Se tambaleaba de lado a lado de lo parada que estaba. Mis ojos se agrandaron al ver tremenda cosa que estaba yo viendo.
– rayos…
– ¿que cosa?
– la tienes muy parada y gruesa.
– tómala es toda tuya, mi vida.
No podía negarme a esa petición. Mis manos envolvieron su rico miembro. Estaba caliente, duro, y pulsaba. Sentía las pulsaciones de su verga de lo excitado que estaba. Bajé más su bóxer a la altura de sus rodillas. Me agaché más de lo que estaba y me la metí a la boca.
– eso, hermosa, que rico, dijo a cariando mi cabello con sus dos manos. Me peinaba. Formaba una coleta con mi cabello. Tener esa verga en mi boca era sensacional. Se la lengüeteaba, succionaba su punta. La solté y resbalé mi lengua desde sus testículos hasta su glande y me la volví a meter.
Lo miré, levante la mirada dirigiéndola a su rostro. Me miraba muy excitado. Miré arriba de mí y sonrió. Me saqué su verga y le pregunté:
– ¿que?
– nada, nada, nada, me tomó la cabeza con sus manos.
Continúe chupando. De la nada sentí unas manos acariciar mi trasero.
– veo que ya empezaron si mi, par de calientes.
Me quedé fría. Helada, diría. La voz de Sebastián me sorprendió. Casi me da un paro al escuchar su voz. Retiré su verga e intenté apartarme más no pude. Las manos de mi hermano no me soltaban. Incluso me agarro fuerte.
– tranquila, tranquila, tu sigue, me decía.
– mírala. Si ya tenía ganas, ¿verdad?
Como podía responder a su puta pregunta, si Jorge no me soltaba.
Sebastián tocaba mi culo. Lo acariciaba.
– tardaste mucho, compadre, ya casi acabamos.
– jaja estás pendejo. Como crees que te voy a dejar todo esto, dijo dándome una suave nalgada. Apretó mis nalgas. Me manoseaba.
Paré de mamar y trate de apartar las manos de mi primo de mi cuerpo. No pude, me las agarró fuertemente, diciendo:
– es mejor que te dejes, sino te va a ir mal, me amenazó el imbécil.
Me dió un fuerte azote como castigo. Sin querer apreté la boca sofocando el dolor.
– Aaaa!!! espera!!!, no le pegues, sino está perra me va a morder, dijo enojado Jorge. Miré a mi hermano muy seria. Dando a entender con al mirada que no me gustó la forma en como me decía.
– ¿que?, es la verdad. Dijo Jorge con un tono prepotente y me penetró más su verga. Dios, su punta llegaba a mi campana. Me metía casi todo.
– ¿la amarramos de las manos?, preguntó mi primo.
Negué con la cabeza.
– ¿te vas a estar quieta?, preguntó Sebastián.
Asenti.
Me soltó y me apoyé nuevamente sobre la cama. Seguí chupando la verga de mi hermano. No tenía de otra más que seguir.
Mi primo masajeaba mi culo.
– estás bien rica, Daniela. Tienes un culo hermoso. Me lo besó. Lamió mi glúteo izquierdo.
– métetela toda, mi amor, me pedía Jorge.
Me la saqué y formé una gota de saliva en su punta, dejándola resbalar por todo su miembro. Abrí toda la boca y me la comí de un bocado.
– Aaahhh!!! Eso, preciosa!!!
La cara de mi primo vagaba por todo mi culo. Lo sentía. Besaba mis glúteos, mis muslos, manoseaba mi colita. Presionó su rostro en medio de mis nalgas. Oliendo mi entrepierna.
– que rico te huele, primita.
Agarró la tela que cubría mi sexo y la dobló desnudando esa zona íntima de mi cuerpo.
– mmm que rico, dijo Sebastián.
Un segundo después de haber terminado su frase resbalo su lengua sobre mis pliegues.
Retorcí mi cuerpo. Su suave lamida había provocado en mí un ligero placer.
– sabes ácida, cosita hermosa.
Tomo el resorte de mi calzón y me lo quitó resbalándolo por mis nalgas y mis muslos. Todo esto me estaba excitando mucho. Chupar la verga de mi hermano y ser lamida por mi primo, ¿que otra cosa podría faltar?.
Sebastián agarro mis nalgas y me las separó.
– Dios, que rico culo, lo tienes un poco abierto. Dan ganas de darte una buena probada, dijo muy excitado.
– tu hazle lo que quieras, le dijo Jorge, y a mi me fascinaba.
Me comía muy bien su verga. Me la metía hasta adentro. Quería tragarme toda. Su punta resbalaba por mi paladar y rosaba mi campana. Cada vez que me la metía me provocaba una sensación rica de querer vomitarme. Me gustaba, me atragantaba con su verga.
– que rico te la comes, hermanita. Anda, trágatela. Me la metió más. Saqué la lengua. Dios, me sentía tan llena. La tenía toda bien adentro, no me la sacaba. Jorge puso sus manos detrás de mi cabeza impidiendo que me la retirara. Mis ojos estaban llorosos. Pequeñas gotas de lágrima me brotaban. Me la sacó, me libero la boca. Hacer eso me agradó, pero también me agradó que me dejara sin aire, tal como lo hacía.
Sebastián abrió mi colita lo más que pudo y resbalo lentamente su lengua sobre mi sucio ano.
– mmm!! Respondí con un sonido de agrado al probar mi culo.
– dios, prima, sabes rico.
Su lengua jugaba mi orificio. Lo lengüeteaba muy rico. Parecía como si quisiera meterme su lengua.
– ¿te gusta?, le pregunté.
– claro que si, corazón.
Jorge se inclinó hacia mi y me beso. Metió su lengua a mi boca. Se la chupé.
– abre la boca, me ordenó.
Al hacerlo me escupió. Me pareció muy sucio pero me gustó.
– ¿porque hiciste eso?, le pregunté.
– sólo me dieron ganas. Ven, chúpamela.
Los dedos de mi primo acariciaban suavemente mi vagina mientras me comía el culo. Sus caricias me encantaban. Al parecer rascaba mi clítoris con su pulgar. Empecé a columpiarme. Subiendo y bajando mi culo, flexionando mis piernas. Generé un movimiento de arriba a abajo. Su dedos lo movía más rápido encendiendo en mi con locura mi cuerpo.
– Aaahhh!!! Dios!!!, solté un jadeo.
– ¿te gusta primita?
– …ajá…si..
Su dedo me mataba de placer.
– Aaahhh!!! Para!!! Me vendré!!! Aaahhh!!!
Apartó su dedo y lo subió a mi anito. Me frotó el hoyo. Acariciaba y presionaba mi ano. Intentaba meterlo, y lo consiguió.
– mmmm que rico, dije.
Movió su dedo circularmente dentro de mi culo. Sentí que se me abría más el ano. Me levanté y pegué mi espalda a su pecho.
– ¿que primita?, ¿ya te cogemos?, susurró a mi oído, Sebastián.
– ehhh…
– ¿te gusta lo hago?
– ajá…
Empujó más su pulgar hasta meterlo todo.
– Aaahhh!!!
Se acercó mi hermano y se sentó en al orilla de la cama. Abrió sus piernas de modo que yo quedara en medio de ellas. Besó mi ombligo, mis costillas. Subió las copas que cubrían mis dos pechos y me los chupó. Mis tetas las tenía bien paradas. Todo lo que me han hecho hizo que mi excitación se centrara en mis senos, en mi vagina, en todo mi cuerpo. Mi hermano me lamía muy rico los senos. Jalaba mis puntas con sus labios. Tiraba de ellos. Lengüeteaba mis puntas. Retiró su pulgar de mi trasero.
– que rico sabe tu culo, hermosa.
Tragué un poco de saliva. Los dos eran unos completos sucios y eso me encantaba. Miré de reojo a mi primo y vi como se bajó el pantalón. Y su bóxer azul. Su larga verga estaba igual de grande que la de Jorge. Me imaginaba como sería ser cogida por los dos. Se la jaló.
– quiero cogerte, primita. Quiero meterte toda mi vera en tu rico culo.
– ¿si?
– si, preciosa, contestó dándome un beso en la mejilla derecha.
Acariciaba el rostro de mi hermano mientras me chupaba los pechos.
Se agachó Sebastián, me levantó el culo y lamió los pliegues de mi vagina y la entrada en mi culito.
Ambos disfrutaban de mí, y yo de ellos. Se apartó y metió dos de sus largos dedos en mi colita.
– Aaahhh!!
Sus dedos me abrían el ano muy rico. Se levantó y me preguntó:
– ¿que te parece si ahora me la chupas a mi?
– …ajá, si.
Cambiar de verga no iba a ser la gran diferencia pero con tal de seguir mamando por mí está bien.
– Jorge te cambio, pásate para acá.
Se levantó Jorge e intercambiaron. Sebastián se recostó sobre la cama y mi hermano se paró detrás de mí.
– ven, agáchate tú también, me decía tomándome de la cintura.
Flexioné mis rodillas. Se sentó en el suelo.
– puta madre, está frío, se quejó.
Juntó sus rodillas. Separé las mías de modo que encerraran las suyas. Me hinqué. Mis rodillas quedaron a la altura de las suyas.
– siéntate, ven, me ordenaba.
Agarró su verga y la resbalaba en mis húmedos pliegues. Metía su punta en mi vagina sin hundirla por completo. Separaba mis pliegues.
Sentía escalofríos. La sensación de que su miembro me acariciaba mi rajita me calentó.
Sebastián se acercó a la orilla de mi cama y se la jalaba suavemente. Ver como se frotaba y se le alargaba la verga hacia que mi boca produjera saliva. Se me antojaba mucho. Mis ganas me incitaron a tomarla y a masturbarlo lentamente.
– eso, primita, jálamela.
– ¿te gusta, hermoso?, le pregunté.
– me fascina, corazón. Cómetela, acércate.
Justo cuando me incliné para metérmela a la boca, Jorge metió de golpe su larga y gruesa verga en mi vagina.
– Aaahhh!!! Rayos!!!
Se la apreté y levante la mirada al techo con los ojos apunto de cerrarlos. El placer de ser penetrada inconscientemente me obligó a cerrarlos.
– Dios!! Que rico!!! Aaahhh!!!. Jadeaba Jorge al introducir toda su polla.
Quedé bien sentada en su miembro. Me senté en sus muslos. Su miembro me llenaba toda. Sus testículos tocaron mis pliegues y mis muslos.
– ven, cosita, me tomó Sebastián de la nuca para bajar mi boca a su pene. Abrí mi hocico y me la lleve hasta adentro resbalando su glande por mi paladar. Saqué mi lengua para que me entrara más fácil. Dios, estaba loca pero tan excitada que era inevitable parar todo. Mi primo empezó a moverse como si me cogiera. Y lo estaba haciendo. Me cogía muy sabroso por la boca. Metía y sacaba su verga, resbalaba su miembro por toda mi boca.
– Aaahhh, dejé salir un jadeo sacándome la verga de Sebastián. El miembro de mi hermano me hacía enloquecer de placer. Me la sacaba y me la hundía tan despacio que la sensación me hacía casi desmayarme del placer. La tenía dura y larga. Me encantaba su rico miembro. Tomó mi cintura para controlar el ritmo.
– abre mas tus piernas, sepáralas más, me pidió Jorge. Obedecí.
– Woow!!! Sii!!! Que rico!!! Aaahhh!!! Dije y gemí al ver que me entraba más.
– eso, bonita.
En ese momento acarició mi ano semi abierto y me penetró uno de sus dedos.
– Aaahhh!!!
Me metió todo su largo dedo. Parecía que era el de en medio. Que rico y a la vez sucio lo que se atrevía a hacerme.
Movía circularmente su dedo acariciando las paredes de mi culo.
– ¿te gusta como te cogemos, preciosa?, preguntaba mi primo mientras me cogía la boca. Mi saliva se escurría por su tronco. Se paró sin soltarme y con mucha fuerza pegó mi rostro más a su miembro consiguiendo que me entrara toda hasta la garganta. Sentía horrible pero no me importo. Me faltaba aire, me estaba ahogando. Empecé a abrir más la boca para toma run poco de respiro. Casi no podía respirar. Mi saliva resbalaba por mi mandíbula. Empecé a toser, a atragantarme, me estaba asfixiando con su verga bien metida. Mis ojos estaban casi llorosos. Y lo estaban.
– suéltala, la estás dejando sin aire, exigía mi hermano.
– tranquilo!! Si bien que le gusta, a la zorra esta, contestó mi primo con una voz dominante y llena de odio.
Lo miré llorando. No de tristeza pero si por que me estaba quedando sin aire. Me soltó, me liberó. Solté un eructo al sacarme su verga, mi saliva invadía mis labios.
– mírate, primita. Te vez bien linda así llorando.
Tomo su verga y me la acercó a la boca
– espe…
No me dejó terminar mi frase pidiéndole que me dejara descansar.
– salta, Daniela, vamos, brinca mi verga, me pedía mi hermano.
Empecé a saltar.
– que delicia mi amor, eso. Sigue, hazlo mas rápido.
Se sentía tan sabroso llevar el ritmo.
Mi primo me cubrió la cara con sus dos manos y me metió nuevamente toda su verga.
– ábrela bien y saca la lengua, me ordenó.
Lo obedecí sin problema alguno.
La metió toda entera. Su punta atravesaba mi campana. Me la retiró. Su miembro me generaba la sensación de querer vomitar. Repitió el proceso nuevamente. La metía lentamente. Mis ojos lloraban, mi saliva brotaba de mi boca. Mi hermano me cogía mi por sexo tan rico.
– brinca hermanita, haz que me venga en tí.
– trafágatela, estúpida, me insultaba mi primo.
Mi boca la sentía entumida. Ya no quería. Que siguiera.
– vamos, mi amor, cómetela, orale!!
Estaba excitado, y un poco enojado de no obedecerlo. Hacía aún lado mi lengua evitando que me entrara.
– Aaahhh!!! Gemí.
Me apartaba de mi primo pero me agarro fuerte la cabeza para que no me la sacara.
– órale, trágatela.
Agarró su verga y me la enterró con fuerza.
– órale!!…zorra!!… Chúpala, me decía con tono brusco y dándome leves cachetadas.
– Relájate, ya se cansó a lo mejor, me defendía mi hermano.
Al menos él me entendía por una parte.
Me soltó Sebastián un poco enojado y me insultó al oído,
– estúpida zorra.
Lo miré un poco decepcionada.
– Aaahhh!!, Gemí al ser penetrada por Jorge.
– ahorita vengo, tomaré agua.
Salió del cuarto.
– no le hagas caso, ¿si?, dijo Jorge.
Me retiró su dedo de mi culo y miré de reojo como lo lamía. Me calentó mucho eso, aunque en parte era muy asqueroso. Me sacó su verga. Me tomó de la cintura y nos paramos.
– …es un idiota, dije con voz apagada.
– ya, tranquila, me calmó y me cargó cargando mis piernas con su brazo izquierdo y mi espalda con su brazo derecho. Me sostuve de sus hombros y en un segundo me aventó a la cama. Me acomodé acostando mi cabeza sobre mi almohada. Se acostó sobre mí. Separé las piernas para que se acomodara. Rozó la yema de sus dedos sobre mis piernas. Sus caricias envolvían mi piel blanca y suave.
– me encantas, Daniela, me decía con una voz muy sexy que me enamoro en un momento.
– y tu a mi, en serio.
– ¿que tan en serio?
– Muy en serio. Tan en serio que preferiría estar más a tu lado que con Leonardo.
– jaja no te creo
Beso mi cuello. Su nariz rosaba mi delicado cuello.
– lo digo en serio, tonto, dije burlonamente.
– me encanta tu aroma. Es…fresco…y dulce.
Abrió su boca y succionó mi piel pálida. Flexionó mis piernas y metió lentamente su larga verga en mi mojada vagina.
– Aaahhh!!!, gemí y acaricié sus brazos marcados. Su cuerpo en verdad esta marcado. No es de esos troncudos y anchos. Es delgado, piel clara y aparte está guapo. Mucho mejor que Sebastián.
– Dios, se siente tan bien!!
– si!! Muy rico!! Mordí mi labio inferior lo abracé.
– ¿Jorge?
– …dime…Aaahhh!!!, soltó un ligero jadeo.
Di un lento y profundo respiro.
– ¿prométeme que ya no lo invitarás?
– ¿a Sebastián?
– quiero…Aaahhh!!…quiero que solo seamos tu y yo. Solamente.
– ¿eso quieres?
– si. Promételo.
– Aaahhh!!! Si, está…bien…
– Jorge, hablo en serio,
– está bien, está bien, ya.
– está es la última vez que estará con nosotros, aclaré.
– lo que tú digas, preciosa, afirmó dándome un beso en el cuello. Me abrazó. Pasó sus manos por debajo de mi flexionando sus piernas, y me metió fuertemente su verga.
– Aaahhh!!! Si!!! Que rico!! Cógeme!!
– ahorita que venga…finge que no se habló de nada, ¿si?
– claro…si.. Aaahhh!!! Métela!!! Dios, me…me gusta como lo hacemos!!
– ¿te gusta así?, me preguntaba cogiéndome más rápido.
– …si!! Así!!! Aaahhh!!! Rayos!!! Sigue!!! No pares!!! Que rico!!! Cógeme!!! Cógeme más!!!, jadeaba y le pedía como una puta loca. Me cogía muy sabroso. Me la metía toda esa larga y gruesa polla.
– ya llegué, dijo al entrar.
Miré seriamente a Jorge.
– Relájate, ¿si?, será esta la última, me dijo mi hermano en voz baja para que no escuchara Sebastián.
– no se pasen. Ya van a terminar.
Jorge se levantaba.
– no…no…no sigan, quiero verlos.
Nos miramos mi hermano y yo. Tomó su verga y me la hundió.
– que rico…mmmm!!!
– ¿te gusta asi, preciosa?
– si, así!! Más rápido!!
Acaricié su espalda. Resbalaban mis dedos sobre ella. Bajé mis manos a su trasero y lo pegué más a mí.
– abrázame, le pedí con una voz suave.
Lo hizo, me abrazo y apoyé mi mentón en su hombro derecho. Flexioné muy bien las piernas para que me la metiera más.
– Aaahhh!!! Dios Santo!!! Creo que me vendré!!
– ¿quieres venirte?, le pregunté excitada.
– si, si quiero!! Aaahhh!!!
– vamos!! Acaba adentro!!! Mastúrbate conmigo!!!
– ¿que te parece si cambiamos?
– ¿si?, Aaahhh!!!, gemí.
– vamos, ven.
Me abrazó. Rodeó mi cintura con su brazo izquierdo y giró su cuerpo. No nos despegamos, ni me sacó su miembro.
Monté a mi hermano.
– ahora te toca. Toma el ritmo, hermosa.
Empecé a brincar.
– Aaahhh!!! Se siente rico, mi vida!! Dije.
– sii!!! Muévete más, corazón!! Dijo tomando mi delgada cintura.
Miré a Sebastián. Se masturbaba mientras nos miraba. Tenía la verga más parada. No dejé de vérsela por unos segundos.
– Aaahhh!!! Dios!!! Gemí al sentir toda la verga de Jorge dentro de mi mojada vagina. Estaba tan larga. Entraba y salía de mi rajita. Recosté mi pecho en el de Jorge y dejé que siguiera el ritmo. Lo hacía tan bien. Enterré mi cara en su cuello. Sus manos cubrieron mi culo, me lo masajeó, rosaba sus dedos sobre mi ano. Me metía las puntas de sus dedos. Eso me calentaba más. Estiré mi mano hacia Sebastián. La excitación que me hacía gozar el momento hizo que me olvidara del rencor hacia mi primo y decidí por incitarlo a la cama. Volteé hacia él.
– ven, lo llamé.
Se paró de la silla de la computadora y caminó hacia nosotros.
Me levanté del pecho de Jorge y apoye mis manos sobre los hombros de Sebastián.
– acércate, ven, le pedí excitada.
Lo besé, metí mi lengua a su boca y probé su saliva. Aparte mis labios y solté un suave jadeo.
– que rico!!! Aaahhh!!!
Se subió a la cama. Se jaló la verga haciendo que se le pusiera más dura. Se recostó sobre mi y coloco su punta en mi ano.
– ¿quieres esto?
– si, si quiero, métela!!
Al tener ya el ano semi abierto no tuvo problema para meterme su ricota verga.
Presionó fuerte logrando penetrarme el hoyo.
– Aaahhh!!! Ya entró!!! Siii!!!
– ya sentí, mi amor
Jorge me metía su miembro muy lento. Me dejaba disfrutar. Mi primo me llenaba el culito de su hermosa verga.
– vamos, corazón!! Métela!! Cógete a tu primita culona!!
– si, hermosa!! Tienes un ricote culo!!
Me pellizcaba mis pezones. Me jalaba mis puntas.
Sacó su verga. Escupió sus dedos y me los metí al ano.
– mmmm que rico!!
Me los metió hasta adentro. Los sacó y me los acercó a la cara.
– chúpalos, mi amor, me ordenó Sebastián.
Abrí mi boquita y me los metió. Probé ese sabor de mi culo. No creí que fuera tan sucia. Sabía ácido y un poco dulce. Que rico la verdad. Ahora entiendo cómo les gusta chupármelo.
– ¿te gustó?, preguntó mi primo.
– Aaahhh!!! Sii!! Sabe rico!!!
Colocó su glande y me penetró.
Apoyé mis manos en los hombros de Jorge, mientras me hundía la verga mi primo.
– au au au!! Me lastima!!
– tranquila, tranquila!! Shhh, Shhh, Shhh, me calmaba Sebastián dándome un beso en la mejilla y rodeando mi cintura con sus largas manos.
– relájate, cosita!!
Pasaron 2 minutos. Mi ano estaba más dilatado que nada, podía sentir que lo tenía más estrecho. Su gruesa verga me abrió bien el hoyo.
– Dios!!! Métanla más!!!
Tener dos vergas dentro de mi era sensacional. Ambos empezaron a cogerme más rápido.
– Aaahhh!!! Sii!!! Vamos!!! Métemela, primito!!! Rómpeme el culo!!! Azótamelo fuerte!!
– ¿no te quedarás?, preguntó excitado.
– no, para nada, contesté acariciando su mejilla derecha. Mi mano izquierda la subí y tomé su cuello.
Frotó mi nalga derecha, me pellizcó y me dio una fuerte nalgada.
– aaauuu!!! Que lindo!!
Pasó su brazo derecho por debajo de mi axila derecha y la subió por mi pecho hasta tomarme del cuello. Ambos brazos los subí rodeando su cuello con ellos, y finalmente, recargue mi cabeza sobre su hombro izquierdo.
– Aaahhh!!! Duele un poco!!, dije apretando mis labios conteniendo el dolor.
Me la hundía lentamente. El grosor de su verga me abría mi hoyito. Mi hermano movía sus caderas de arriba a abajo, sacando y metiendo su largo pene. Los dos me cogían de maravilla. Dios, me ardía el ano. Quería romper a llorar de lo mucho que me dolía pero no lo hice.
– shhh shhh shhh, tranquila, relájate, me calmaba Sebastián.
Se apartó un poco retirando su verga de mi culo. Resbalaba por mi ano. Lo metió.
Di un respiro y solté un ligero jadeo.
– te entra tan rico, que no me dan ganas de sacártela, dijo enterrándola con fuerza.
– Aaahhh!!!
Al momento en que me la metía mi primo, Jorge aprovechó e hizo lo mismo pero varias veces. Me volvían loca los dos. Bajé mis manos y las apoyé sobre el pecho de Jorge. Me recargue sobre él. Me recosté. Sebastián me montó. Se acostó sobre mí. Tomé las manos de Jorge y entrelazamos nuestros dedos. Me sostuvo fuertemente mientras me penetraba su hermosa y sabrosa verga.
– eso, bonita!! Muévete!! Has que te entre bien rico!! Aaahhh!!! Me voy a venir!!! Daniela!!! Aaahhh!! Puta madre!!! Siii!!! Me ganó!!!
El semen de mi hermano invadía las paredes de mi vagina, llenaba mi interior. Era tan delicioso.
– sigue, mi amor!! No te preocupes!! Vamos!! Lléname bien rico!!! Aaahhh!!!
Movía yo mis caderas circularmente y de arriba a abajo. Lo masturbaba. Giré mi cabeza a la izquierda y besé a mi primo. Rodeó mi estomago con su brazo derecho y me cogió rápidamente. Jorge no se había cansado ni porque ya se había venido. El maldito aún llevaba el ritmo, y eso me encantaba.
– sigue, Jorge, no te de…tengas…Aaahhh!!
– ¿así te gusta?, me preguntó muy excitado y penetrándome con desesperación.
– Aaahhh!!! Siii!!! Dios mío!!! Que rico!!! Sii!!! Cógeme así!!! Sigue!! Si…gue!!! Modi mi labio inferior intentando controlarme.
– Que rico te cogemos!!! Decía Sebastián.
– si!!! Me…voy a venir!!! Aaahhh!!!
– hazlo, hermanita!! Vente bien rico!!
– sii!!! Mételo más!!! Más rápido!!! ¿si?
– ¿así te parece?
– Aaahhh!!! Si!!! Sii!! Así!!! Más!!! Dios!!!
Empecé a besar su cuello. Solté sus manos y las llevé a su cara.
– más!!! Así!!! Más rápido, más rápido!! Le pedía desesperadamente.
Su verga me generaba una sensación que me hacía morir placer. No aguantaba más, iba a explotar.
– Aaahhh!!! No aguanto más!!! Dios!!!
Me voy a explotar!!!
– si, hermanita, hazlo!! Vamos!!!
– …ajá!! Aaahhh!!! Dios!!! Rayos, rayos, rayos!!! Aaaahhhhh!!!!! Siiiii!!!! Liberé un jadeo al explotar. Me levanté rápidamente expulsando chorros de mi líquido. Mi orgasmo era descomunal.
– que rico!!! Aaahhh!!! Dios!!!!
Mis piernas temblaban, mi cuerpo se tambaleaba, no podía sostenerme. Sentía como si me desmayara. Sebastián no paraba de cogerme. Me tomó de la cintura y me la metía. Cada vez lo hacía más rápido. Jorge hizo lo mismo. La metió en mi vagina y empezó a meterla.
– ¿te gusta mi verga, preciosa?, me preguntó muy excitado, Jorge.
– Aaahhh!!! Sii!!! Si, me gusta!!!
Mi primo besó mi cuello. Lo lamía.
– que rica sabes, primita.
– ¿si?…Aaahhh!!!
– si, cosita hermosa.
– vente en mi culo, precioso, le pedí.
– si, eso quiero, dijo penetrando con rudeza.
– entonces hazlo… Aaahhh!!!
– sii!!! Que ricota estás!!! Aaahhh!!! Que culo más sabroso!!! Te entra bien rico!!! Aaahhh!!! Sii!!! Puta madre!!! Ya casi!!!
– ¿si?…vamos!!! Vente!!!
– Aaahhh!!! Estoy a punto!!! Ya mero!!! Sii!!!
– hazlo, hazlo, vamos, bebé!!!
– Aaahhh!!! Siii!!! Ya!!! Ya!!! Que rico!!!
Dios, estaba llenándome de su espeso semen. Lo sentía.
No paraba de expulsar. Pulsaba su verga en mi ano.
– está espeso tu semen, mi amor, le dije mirándolo.
– que bien, ¿no?. Que sabroso te lleno el culo, ¿verdad?
– si, bebé.
Me retiró despacio su miembro. Me liberó mi culito. No sentía. Mi ano estaba tan entumido que no sentí cuando lo sacó. Lo que si noté es que lo tenía bien abiertote. Me metí los dedos y me saqué un poco de su semen.
– necesito estar sola, muchachos.
– ¿ya?, preguntó Jorge
– si, ya. Salgan si son tan amables.
– está bien, vámonos, toma tus cosas, dijo Jorge a Sebastián. Ambos tomaron su ropa y salieron.
Los vi salir. Me senté en la cama y me quedé reflexionando lo que había sucedido. Me reí. Todo fue de maravilla.
– que puta soy, me dije.
Tocaron la puerta.
– Daniela, ya llegué, era mamá.
Me quede estupefacta. Me descontrole. Tome mi pans y mi calzón que estaban cerca del banco. Los metí debajo de la cana y me metí entre la colcha y las sabanas lo más rápido que pude.
Abrió.
– ¿porque no contestas?
– …¿eh?
– ¿y que haces acostada tan temprano?,
– …pues si
– ¿que te sientes mal?, preguntó acercándose a mi y colocando su mano en mi frente.
– no, estoy bien, conteste queriéndome reír.
Me miró raramente.
– ¿que tienes?, ¿que te da risa?
– …nada, solo…recodé algo.
No creía todo lo había hecho con mi hermano y mi primo. Y me daba risa porque lo disfruté como nunca.
– haré la cena
– si, ahorita voy,…¿quien más está?, pregunte esperando que me dijera algo sobre ellos.
– Nadie más, ¿porqué?
Pudieron salirse.
– …no por nada, ahora voy.
– bien
Di un profundo respiro y libere el aire en forma de suspiro.
FIN
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