Mi esposo se muere por verme con desconocidos
Luego de algunos años monótonos, que, aunque cogíamos, la cosa ya no era tan ardiente como antes, ustedes me entienden.
Así que a este pervertido, se le empezó a meter en la cabeza que le gustaría verme coger con otras personas, cosa que, al principio se me hacía de lo más desagradable, aunque a él se le hacía de lo más caliente, según decía.
En una ocasión, le platicaba de esta situación a una amiga, que yo sabía era bien caliente además de lo más liberal. Así que me sentía en confianza de hablarle del tema.
Me quede sorprendida de lo bien que tomo el tema, y no solo eso, sino que me recomendó tremendamente coger con desconocidos argumentando que eso era de lo más caliente, excitante y que, efectivamente, avivaría la llama de nuestro matrimonio.
Yo quede un poco desconcertada con su manera de pensar, estaba segura de que me diría todo lo contrario, así que sus comentarios se me quedaron en la cabeza y decidí valorarlo para darle una oportunidad a nuestro matrimonio.
Empecé a ingresar a algunas páginas de citas y a leer sobre el tema, me quedé con la boca abierta al darme cuenta de que lo que para mí era una aberración, para miles de parejas era de lo más normal, coger a cada rato con desconocidos.
Así que, al pasar los días, me fui haciendo a la idea y al poco tiempo, se me hacía que si en verdad pudiera yo darle una oportunidad a mi esposo de arreglar nuestra situación.
Pedí consejo a mi amiga la libertina y ella accedió de muy buena gana conseguir alguna cita para las dos y demostrarme que esa situacion era de lo más normal entre matrimonios.
Esa noche de sábado, me vestí como puta, literal, para que no hubiera duda de mis intenciones y para mostrar que yo iba dispuesta a lo pudiera pasar en ese lugar.
Sobra decir que esa, mi primera noche, me entregue a varios hombres, ya que les había yo causado tremenda impresión. No solo por mi cuerpazo y por mi vestimenta que realzaba todos mis atributos, sino, según ellos, lo que más les cautivo fue mi linda carita de bb inocente. Yo no sabía que a los hombres les encantan las bbs lindas, calientes y facilitas. Así que me entregue plenamente a ser usada y cogida por todos lados y discúlpenme, chicos, pero todo eso… me encanto.
Claro está que todo lo que sucedió esa noche se lo oculte a mi esposo, no quería que pensara mal de mi ni que se sintiera ofendido por mi actitud de puta callejera.
Solo le di la agradable sorpresa de que si aceptaba su propuesta de coger con desconocidos. Así que empezamos a salir a tomar a algunos bares liberales los fines de semana y mi esposo se encargaba de ofrecerme a quien estuviera dispuesto, claro está, que yo le pedí a mi esposo que me ofreciera pero que les cobrara.
Así que mi esposo se dio a la tarea de conseguir hombres para mí y poco a poco fuimos conociendo hombres dispuestos a pagar por mis servicios y dispuestos a que mi esposo nos observara.
El problema fue que a mí me empezó a gustar estar cogiendo con quien fuera, me ponía super caliente y me entregaba como verdadera puta, permitiéndoles a esos desconocidos que me usaran a su gusto y que me penetraran por todos lados. Yo de tan caliente que me ponía, me daba tremendas venidas tirando chorros de jugos a lo bestia, me sentía realizada como mujer, como hembra, como puta uff.
Con el tiempo, yo le exigía a mi esposo que llevara de a dos y hasta tres desconocidos para que me cogieran. Yo sin darme cuenta, me estaba pervirtiendo y poco a poco me estaba volviendo adicta a la verga, así que, sin poderlo controlar, me empecé a convertir en una puta pervertida insaciable ninfómana.
En una ocasión me puse tan mal, que mi esposo, todo asustado, pensó que se me habían metido los demonios y, sin pensarlo bien, se le ocurrió ir a buscar un sacerdote para que me bendijera. Era casi media noche, asi que el buen padre se negó a asistirme, diciéndole a mi esposo que esperara hasta el dia siguiente. De algún modo, a mi esposo se le ocurrió mostrarle al buen padre una foto mía y, entonces, impresionado con mi belleza, el santo varón acepto ir a sanarme.
Entro a mi habitación y le pidió a mi esposo dejarnos a solas. El buen hombre me empezó a hacer una serie de preguntas para valorar la situación y determinar la gravedad del caso.
Cuando yo le respondí como me gustaba la verga y como me encantaba hacer el sexo oral con cualquiera, enseguida noté lo nervioso que se ponía y me di cuenta de que, debajo de la sotana, su verga se empezaba a parar y a ponerse dura.
Enseguida, me arrodille frente a él, y poniendo mis manos y mi cara sobre su verga, le suplique desesperada, ayúdeme, padre. Se la empecé a manosear y rápidamente el santo varón se puso de pie y se la saco ofreciéndomela, se le notaba ya, no solo nervioso, sino que también se había puesto de lo más caliente.
Así que, sin más, procedí a darle tremenda mamada, que, a mi parecer, jamás en su vida le había sucedido algo parecido. Al poco yo ya me había encuerado todita ofreciéndome como buena puta, el buen hombre, al verme, no tuvo las fuerzas necesarias ni la voluntad para negarse, así que me empezó a dar tremenda cogida con su enorme verga.
Yo aullaba de calentura, de felicidad, de lujuria, de…pues de todo, los jugos se me escurrían de lujuria pura, imagínense ser cogida por un sacerdote y más tan vergon como ese buen hombre ufff.
A las claras se notaba que el buen sacerdote la traía atrasada, ya que me estuvo cogiendo tremendamente durante una o dos horas, ya no recuerdo. Lo que si recuerdo es que me hizo terminarme varias veces haciéndome soltar interminables chorros de jugos. Lo mejor fue cuando para finalizar, me la dejo ir todita por el culo, hasta que por fin se vino tremendo llenándome todita con sus chorros de leche caliente.
Yo quede tumbada sobre la cama totalmente desfallecida de cansancio, placer y felicidad. El buen hombre, apenas se repuso, se vistió y se fue, diciéndole a mi marido que todo iba por buen camino, pero que iba a ser necesario algunas sesiones más para que yo me pudiera sanar completamente.
Así que estuve cogiendo con el Padre durante varias semanas, luego de las cuales, le pedí a mi esposo que retomáramos las visitas de los desconocidos. El claro, acepto de inmediato.
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