Mi ardiente y cibernético amante (II)
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En mi relato anterior tuve la dicha de conocer a Juan Carlos luego de una relación cibernética de casi medio año. Mi instinto, en cuanto a su comportamiento no fue errado. Como hombre, se comportó cariñoso, y como amante perfecto a la hora de nuestra verdad. Deseo decir que he recibido numerosos correos de lectores de buscarelatos.com solicitándome amplíe el acuerdo al que llegamos mis amigas y yo en cuanto a lo de la “ruleta rusa” a la que pensábamos invitar a mi adorado Juan Carlos. Además me han escrito pidiéndome explique como es que mi hija llega a ser parte de ese grupo y si es que no me molesta que eso suceda. Otros solo han deseado conocerme, algunos lo están haciendo (lógicamente los que viven cerca a mi domicilio) y otros no desean quedarse con las ganas de saber mas de mi y mis amigas. Procedo a contarles lo que sucedió al final de nuestra primera cita en ese precioso hostal en Miraflores. Y continúo con lo que me solicitan mis ya adorados lectores. Gracias por ello.
Juan Carlos durmió como un bebé durante unas dos horas luego de esa mañana de entrega y gozo perfecto. Mientras tanto yo veía a mi bello durmiente y me deleitaba con su rostro, mirando su cuerpo y conociéndolo más y más… sabiendo que pronto querría hacerlo mío nuevamente. Sonó mi celular y me di con la sorpresa de que mis amigas estaban en el lobby del hotel. Querían subir a conocer a Juan Carlos. “¿Que pasó? No pudieron resistir?”, les dije mientras sonreíamos. Yo había bajado al lobby en pantalón y blusa sin nada debajo. En el ascensor me encontré con un huésped extranjero, parecía sueco o finlandés. No dudó en sonreírme y preguntarme por mi nombre. “María Jesús”, le dije. “Vuelvo a las 8 de la noche”, me dijo en un castellano regular, “tengo una reunión con unos amigos. Podríamos vernos a esa hora?”. “Si, le dije, estaré acá. Pero te agradeceré que me llames antes”.
Quedamos en ello y luego se alejo al abrirse la puerta, dándome una sonrisa y un beso de hasta pronto. Yo salí al lobby y encontré a mis amigas. Estas al verme saltaron literalmente de se asiento y me jalaron para que les contara en detalle qué es lo que había sucedido y cómo era Juan Carlos, cómo besaba, cómo era su cuerpo, si era tierno… en fin… parecía un pliego de preguntas y yo una ministra interpelada por la oposición. Les conté con lujo de detalles, como solíamos hacerlo siempre en nuestras reuniones, el encuentro entre Juan Carlos y yo. Le dije que estaba durmiendo y que había aprovechado ello para responder a su llamada. Mi hija Karla estaba feliz. Me decía: “Mami, jamás te he visto tan contenta como hoy. Me alegro por ti. Esta radiante. Ya deseo conocerlo. Crees que podremos hoy?”. Seguimos hablando de esos pormenores de locura y la pasión a la que me había llevado. También les conté sobre el sueco o finlandés y quedamos que de ello hablaríamos luego. Poco a poco fuimos llevando la conversación a los futuros encuentros que tendríamos con JC y quiénes serían las siguientes en estar con el. Mónica salió con el asunto de “la ruleta rusa” y cómo la pondríamos en práctica. Marie propuso que entraran todas en el cuarto y que nos sorprendieran en pleno acto… con ello deseaban darle una sorpresa a JC. No era mala idea, pero pedí que ese día fuese exclusivamente mío. Les agradecí que estuvieran conmigo en tan lindas circunstancias y propuse que aclararíamos lo de los nuevos encuentros al día siguiente. Me despedí de ellas y retorné a la habitación.
Mi adorado seguía durmiendo y yo solo atiné a sentarme en un sofá cercano a observarlo… y planear como lo haría mío nuevamente. Así que me despojé de mi ropa y me senté desnuda. Quería que lo primero que viera al despertar fuese mi cuerpo nuevamente y que mi muñeco (así le llamo a ese hermoso pene que tiene) surgiera erecto para mi placer y el suyo. Con ese pensamiento en mente inicié mis preparativos moviendo un mueble de aquí para allá, un espejo en mejor ángulo y otras ocurrencias mías que luego obrarían el milagro de nuestros gozos. Unos veinte minutos después ya tenía todo listo para darle esa sorpresa a mi amado. No se porqué dormía tanto pero luego me enteré de que había estado algo mal del estómago y no había comido nada desde ayer. Por lo que la botella de vino que nos tomamos le había resultado “nociva”. Y lo digo así pues me hace gracia que fuese él quien originara su propia embriaguez al verter ese delicioso líquido dentro de mi vagina y tomarlo a pequeños sorbos mientras succionaba con exquisita delicadeza mi clítoris. Eso me hizo contraerme no se cuántas veces. Le pedía más y más y él, obediente, siguió vertiendo el líquido y bebiendo de su “copa de cristal”… hasta que mis orgasmos le pidieron que introdujera su muñeco. Lo hizo de tal forma que mis jugos brotaron como manantiales… y con el algún rezago del vino dejado por mi adorado.
Yo estaba en la gloria. Sentía sus labios como me besaban mientras sorbía aquél líquido; sentí su lengua dentro de mi y como jugaba… Cada presión de su cabeza me provocaba el orgasmo más espectacular que pudieran ustedes conocer. Uno tras otro sentí mi cuerpo doblegarse ante esas embestidas brutales de sus labios. Terminaba una “copa” de su néctar de amor y procedía a servirse otra… y otra… y en cada una de ellas me entregaba a lo más placentero de nosotros. Pronunciaba su nombre a cada momento y parece que ello le provocaba más deseos de besar, chupar, succionar mi interior. Mi potito no se quedó atrás pues sintió tambien el goce de esos labios maravillosos… hasta que no resistí más y me monté, literalmente, sobre él. Su muñeco estaba enorme, grueso. Si me hubiera dedicado e medirlo, pensé, quizá hubiera logrado un 25 cms de longitud. Su cabecita colorada. Como deseando reventar ya. Lo besé. Lo introduje en mi boca y mientras lo besaba y chupaba todo jugaba con sus pelotitas. No quise desperdiciar una gota de aquel manantial que provoqué y lo bebí todo cuando mi amado no resistió y provocó la “estampida” de sus jugos. Una y otra vez sentí su delirio dentro de mi boca y yo gozaba con su gozo, pero quería más… quería tenerlo dentro de mi… Así que viéndolo como estaba continué con mis besos y caricias hasta que mi muñeco volvió a su majestual tamaño, grosor y dureza… Bese su vientre, su pecho, llegué a los labios de Juan Carlos e introduje mi lengua en su boca a fin de que me sintiera toda. Mientras tanto mi muñeco encontró su rumbo y se introdujo como deseaba… todo dentro de mi… Me moví de un lado para otro acordándome del placer que habia sentido con esas copas lujuriosas de amor que me brindara. Quería verlo vibrar. Me senté encima de el profundizando aún más esa penetración deliciosa. Cuando lo sentí muy dentro de mi empecé a mover mis músculos interiores. Quería hacerle notar que mi ser todo lo necesitaba más y más cada vez. El paso de mi “cabalgada” fue lento al principio. Luego al trote. Siguió al galope. Pero al final mi ritmo se hizo vertiginoso y el mete y saca se tornó endemoniado. Yo sentía sus jugos venir mientras los míos salían a borbotones una y otra vez provocándome los gritos más placenteros. Media hora después sentí lo que esperaba. Juan Carlos me llenó completamente de ese néctar tan especial. Me sentí en las nubes pues yo había tenido 10?, 20? orgasmos… no se, realmente no los pude contar. Pero lo que si se es que fui feliz, realmente feliz… hasta que mi amado se durmió. Eso fue la noche anterior.
Lo cierto es que hoy, viéndolo así dormido me provocaba ganas locas de poseerlo. Unos gemidos me indicaron que estaba pronto a despertar. Me preparé y me puse de rodillas en uno de los sofás mientras que reposaba mi pecho en el respaldar. Así le presentaba mi vello púbico, mis labios, mi potito… todo estaría al alcance de sus ojos con solo abrirlos… dicha para sus ojos y con esperanza de tenerlo pronto dentro de mí. Más gemidos y mi deleite crecía. Cerré los ojos y esperé. Sabía que la hora de renacer mi aventura con mi Juan Carlos estaba cerca y deseaba que esta vez sea distinto. Recordé a mis amigas y a “su ruleta rusa”. “Quién sería la afortunada en ganar ese juego”, me pregunté. Me imaginaba a cada una de ellas sentándose por 10 segundos encima de JC introduciendo su miembro totalmente erecto en cada una de las veces mientras que, sin tocarlo, procuraban su orgasmo. Imagine a una, Mónica, luego a Marie, luego a Karla… a Mauri… seguía yo… otra vez Mónica… y así hasta que JC ya no pudiera resistir y nos sorprendiera con ese deleite de orgasmo. Cada pensamiento mío hacía que todo mi ser vibrara y me hacía sentir mas acalorada de lo que estaba.
Mi pensamiento se enfocó en mi hija. Ella me había hablado de JC muchas veces. No teníamos secretos entre ambas. Jamás lo tuvimos. Empecé a pensar en las veces en que mi hija se presentaba a mí llorando y preguntándome por los indicios que a una chica le dicen que desea estar con un chico en la intimidad. Para algunas madres esas preguntas se les hace muy difíciles de contestar. No fue así nunca entre Karla y yo.
Y me acordé de Daniel. La única persona que ha sabido encontrar en mí a la mujer que soy y siempre he deseado ser. Lo sigo amando como antes… ya les contaré de él y de cómo llegó a conocer la sexualidad de mi hija y a enseñarle todo lo necesario para lograr ser feliz. Daniel se encuentra ahora en Francia. Es asesor y consultor empresarial. Daniel! Qué hermosos recuerdos me traes! Mi hija lo adora y lo recuerda mucho. Se que hasta ahora se siguen escribiendo y llamando con frecuencia. Al igual que lo hace conmigo. Como amigo es excelente. Como amante perfecto. Es compañero y confidente. Tierno y cariñoso. Muy especial… Mientras pensaba en mi Daniel de ayer y siempre, sentí un beso entre mis piernas… Hummm… no solo un beso, sino una lengua viva que reflejaba el estado anímico de mi muñeco y de mi bello durmiente. La lengua profundizaba más y más. Sentí un líquido frió que iniciaba su caída en el centro de mis glúteos para seguir su rumbo en procura de todos mis agujeritos. JC había escanciado un vaso de vino y procuraba repetir el dulce brindis anterior. Su lengua recorrió uno a uno esos “vasos” que se le presentaban exquisitos. Sorbía con deleite de uno y de otro mientras su lengua recorría los confines de esas profundidades. Me sentía en las nubes.
“Hola amor”, me dijo entre sorbos. “Me has hecho el más feliz e los hombres”. Glupp, glupp… seguía bebiendo y yo gozando de su lengua y gritando cuando procedió a succionar, primero despacio y luego con un endiablado ritmo, mi clítoris. Este estaba totalmente erecto. Mis manos tomaban la madera de un mueble a la espalda del sillón presionándolo con fuerza. Los besos y la lengua me hicieron sentir los orgasmos que deseaba sentir JC, en un momento dado, se puso de pie e introdujo todo su miembro dentro de mi potito (aprovecho su estado de lubricación perfecta). No sentí dolor alguno pero si un placer enorme, el mete y saca de mi amado resultó en un frenético ritmo de ambos. De repente lo sacó de allí y casi de inmediato lo metió en mi vagina (su cuevita)… otro mete y saca delicioso. Mi gozo se incrementaba y sentía el de él. Sus manos presionaban mis caderas y buscaban mis senos tocándolos con ansias, mete y saca… mete y saca. Otra vez salió de allí y lo introdujo en mi potito de golpe. Este lo recibió con beneplácito, como esperándolo de siempre… mete y saca delicioso, mete y saca de deleite infinito. Salió nuevamente y ahora por delante. Lo hacia casi con ritmo unas tres veces por delante y luego otras tres por atrás. Ya no aguante ese ritmo endiablado y mi orgasmo no se hizo esperar. Mis orgasmos diría mejor. Pues fueron múltiples (eso me lo hizo descubrir mi Daniel). Juan Carlos ya había encontrado el punto preciso para meter y sacar de un agujero al otro y gozaba, su carita la veía por el espejo que había colocado con ese fin, estaba feliz. Mete y saca… y su rostro demostraba su gozo. Hasta que por fin, momentos antes de sacarlo de mi potito, no resistió y sentí ese chorro caliente, esos jugos deliciosos, ese néctar de los dioses que me llegaba a las entrañas. Presionó su cuerpo introduciendo aún más su pene dentro de mí. Sentí uno, dos, tres chorros largos y perfectos.
Luego, me tomo de los senos y así, sin salirse de mi recostó su cuerpo en la cama, de espaldas y yo encima de el. Su pene penetró más aún en mi. Fue hermoso, delicioso riquísimo dirían mis amigas luego cuando les conté como lo había despertado. Yo poco a poco me eché encima de ese torso velludo como cobijándome en su pecho y sintiendo sus caricias en mis senos, mis caderas, mis muslos. Sentir sus besos en mi cuello y su lengua jugar con mis células una a una haciéndome vibrar nuevamente. Su boca busco la mía, su lengua sintió mi lengua. Y sus palabras me llenaron de alegría. “He esperado esto tantos meses Maria Jesús. No te imaginas cuánto he esperado estos momentos. Pero jamás pensé que pudiera ser así. Eres deliciosa y perfecta para mi”… Juntos nos volteamos. Estábamos pegados uno al otro, nuestros cuerpos rehusaban alejarse uno del otro. Me voltee en un momento. Rápido. Mi cuerpo ya estaba frente al suyo. Nuestros rostros se miraban. Ya no hacían falta las palabras. Mis manos se deleitaban con el cuerpo de mi amado. Le acariciaba sus glúteos, su pecho, jugaba con mi muñeco y pronto lo vi crecer nuevamente. Todo él, majestuosamente erecto. Duro y grueso. JC estaba de espaldas en la cama y yo me subí encima de él.
“Quiero ser tu jinete”, le dije. “Tu serás mi caballito ahora”, e introduje su miembro dentro de mí. Rápido, de una sola vez, sin miramientos. Solo vi la cara de JC cuando lo hice así. Sentí su cuerpo vibrar. Procedí a cabalgarlo a mi gusto. Veía su rostro, me volvía loca esa carita de gozo y veía la mía en el espejo. Tomé sus hombros y empecé yo ese mete y saca que me volvió loca anteriormente. Sube y baja, sube y baja… y sentía como mi muñeco reaccionaba haciéndose mas y mas grande. Acerque mi rostro al suyo y lo bese con pasión. Mi lengua busco la suya y la encontró fresca. Ser juntaron ambas lenguas como queriendo hacerse una. Beso mis labios con dulzura en un momento. Tomó mi cabeza con ternura y pronunciando mi nombre me entregó todos esos jugos deliciosos que tenia dentro de si. Me sentí en la gloria. Dichosa.
“Juan Carlos, eres maravilloso”, le dije mientras los míos se confundían con los suyos cual un torrente. Me eche encima de él y lo apreté con amor. Tomé su cabeza en mis manos y le di miles de besos para reposar la mía luego en su pecho. Ya era tarde. Nuestros cuerpos se juntaron y se relajaron nuevamente. Juan Carlos dormía. Me dije si no habíamos cometido un error al no pedir nada que comer. Así que lo dejé nuevamente en cama y llamé por teléfono al comedor y pedí un caldo de pollo y un bistec encebollado. Otra botella de vino fue otra de mis ocurrencias. La pedí también. Total, mi amado dormía como un niño luego de tomar su biberón. Y yo deleitándome con esa vista maravillosa de un cuerpo desnudo que había sido felizmente mío. Tardaron treinta minutos en traer la comida. Me esperaba una sorpresa. El mozo me trajo asimismo una nota de mi galán sueco, con la advertencia al mozo de que solo sea entregada a la señorita del cuarto 340. El mozo astuto no me entregó nada hasta percatarse que JC no aparecía en la puerta… muy discretamente me dijo: “El señor del cuarto 410 que la conoció en el ascensor la invita a tomar una copa. Qué debo decirle?”, preguntó. Yo estaba cansada realmente, pero me intrigaba el sueco o finlandés. Era bellísimo!… Así que le dije a mi mensajero que iría dentro de media hora. Me metí al baño y tomé una ducha. La necesitaba pues estaba echa un desastre. Quería relajarme un poco. Así que me bañé con agua bien caliente y luego cambie al agua fría, de golpe. Mi cuerpo reaccionó como sabía hacerlo. Y se compuso. Me secaba y pensaba en mi hija, en Daniel… en mis amigas… en la ruleta rusa que pronto sería realidad… y vino a mi mente el sueco o finlandés. Qué sería? Pronto lo sabría… y pronto lo sabrán ustedes.
Gracias por escribirme como lo hacen. Como siempre cualquier inquietud, sugerencia o crítica constructiva pueden hacerlo al correo [email protected]
Me deleitaré en responder a todos. Besos y caricias.
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