Mi amor con Ariadna, una hermosa mujer cachonda

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Hola, mi nombre es Malú, tengo 32 años y quiero contaros una de las más excitantes experiencias sexuales que he tenido jamás. Siempre me he considerado una persona muy sensual y una de mis mayores fantasías sexuales había sido el tener sexo con otra mujer. La verdad es que siempre había pensado que hacerlo con otra chica tendría que ser algo muy erótico, muy suave y muy dulce. Pero como todas las fantasías, generalmente no se tiene el valor suficiente para llevarlas a cabo, hasta que sucedió algo…

Hace 3 años, por motivos de trabajo (trabajo en una editorial) tuve que realizar un viaje a Venezuela. Nunca había estado en ese país y aproveché la estancia para una vez finalizados los compromisos laborales, quedarme unos días disfrutando un poco del sol del Caribe en Isla Margarita. Allí quería pasar unos días sola relajándome de las tensiones acumuladas del trabajo. Sucedió que al llevar unos días en la isla hice cierta relación de amistad con una guía turística, Ariadna, ella era una chica realmente bonita, con una carita preciosa y un cuerpo de gatita.

Un día después de volver de un tour turístico por la isla, decidí decirle que si quería podíamos vernos después de cenar e ir a tomar algo, salir a alguna discoteca para divertirnos un poco, y ¿por qué no? conocer algún chico guapo… Al llegar la noche Ariadna vino a buscarme al hotel, estaba muy guapa, con un vestido ajustado, corto y muy sexy. Yo también me había puesto muy atractiva para esa noche, así que me dijo que ningún chico se resistiría a mis encantos. Yo le contesté que ella también estaba muy guapa y que a ella tampoco le iban a faltar pretendientes.

La noche empezó bien, fuimos a una discoteca donde sonaba una música que incitaba a bailar y a divertirse toda la noche. Entre copa y copa Ariadna y yo cada vez estábamos más animadas, y comenzamos a bailar juntas. Yo estaba para entonces muy achispada y aunque en un primer momento me ruboricé, el hecho de bailar con ella me parecía de lo más excitante. Así estuvimos un buen rato, rozándonos tímidamente con el baile hasta que Ariadna me dijo que si la acompañaba al lavabo. Allí fuimos, una vez dentro Ariadna se giró hacia mi, me cogió del brazo y me preguntó que si estaba disfrutando de la noche con ella. Yo estaba bastante achispada y le dije que sí sin atreverme a mirarle a los ojos. Entonces ella se aproximó más a mi y me susurró que ella lo estaba pasando en grande. Aunque quería separarme de ella, algo me lo impedía y me pedía estar más próxima a su cuerpo, susurrarle algo al oído y comenzar a acariciarla, pero no me atrevía, no éramos más que dos conocidas, yo nunca había estado con una mujer… pero no fui yo quien tuvo que dar ese paso, Ariadna comenzó a acariciar mi brazo y a susurrarme lo bonita que era al oído. Me ruboricé y le dije que era una locura, que nunca había hecho algo así, pero me hizo callar con un dulce beso en mis labios… me preguntó que porqué no la acompañaba a su casa, que allí no era un sitio muy cómodo para las dos.

Yo todavía no aceptaba lo que estaba sucediendo, estaba como en una nube, pero le decía que si a todo, y de esa manera salimos hacia su apartamento. Al entrar en el portal empezó a besarme suavemente y a acariciarme más y más por encima de mi vestido. Yo me dejaba hacer y por otro lado me encontraba menos turbada y más segura de mi misma. Así que empecé a disfrutar del momento. Ya estaba decidido, que aquella noche la compartiría con Ariadna. Entramos en su cuarto y ella no dejaba de tocarme, de frotar sus pechos contra los míos… me quitó el vestido, me quedé en ropa interior. Ariadna también estaba así, hasta que se quitó el sujetador dejando ver unos pechos preciosos, empecé a acariciarlos y a disfrutar del suave tacto de unos pechos de mujer. Ella también disfrutaba de mis duros y bonitos pechos, mientras que nuestras lenguas jugaban la una con la otra.

Estaba cada vez más excitada, quería perderme en los brazos de Ariadna, quería jugar con su cuerpo, besarlo, acariciarlo, era tan hermosa… nuestras braguitas ya no nos cubrían. Sus dedos acariciaban mi entrepierna, su lengua bajó hasta ella y comenzó a acariciarme en lo más intimo, creía que me moría. Tuve uno y más orgasmos, como nunca los había tenido. Que dulce era ella, yo también quería amarla, así que comencé a acariciar su clítoris con mi lengua, sentirla disfrutando me resultaba excitante. Hicimos un 69, su rajita estaba muy húmeda, la mía hacía tiempo que no lo había estado tanto. Luego nos volvimos a besar, a acariciar los pechos y todo el cuerpo, así estuvimos toda la noche, nuca tuve tanta satisfacción haciendo sexo con alguien.

Me quedaban unos días aún y esa no fue la última noche con ella, luego volví para España y ahora Ariadna es solo un recuerdo de una chica que me hizo descubrir lo hermoso que puede ser el amor entre dos mujeres.

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