Mi novio y yo nos encontrábamos descansando en la playa esa noche tibia de otoño. La temperatura estaba tan tibia que no acostamos en la arena con nuestros bikinis y trajes de baño, pero el agua no estaba lo suficientemente caliente como para meternos a bañarnos, y por eso era que la playa estaba tan sola. Además, habíamos encontrado un lugar pequeño y cómodo al voltear una curva lejos de donde se encontraba el salvavidas. Allí nos estábamos, bien solos. ¡Qué bueno!!
– Mi amor – me dijo. – ¿Por qué no dejas que te entierre en la arena?
A él le encantaba hacerlo y me tapaba hasta el cuello para luego irse caminando simulando que me dejaba sola en ese lugar.
– Claro, por qué no – le dije.
Entonces cavó un hueco en la arena como de dos pies de profundidad y dos de ancho. Me metí y me arrodillé para luego llenarlo con arena. La cabeza apenas me sobresalía de la arena como si fuera un monstruo listo para saltar sobre alguna persona que casualmente pasara: bueno, si acaso a esta hora podía pasar alguien por allí.
– ¡Oye, mi amor! – le dije: – ¿Por qué no vas hasta el negocio en donde venden pizza, aquel que vimos en la entrada y traes algo para comer?
– Claro, pero ¿te puedo dejar sola allí? Acuérdate que queda lejos de las personas y que hay que caminar demasiado.
– No voy a ir a ningún lado.
– ¿Entonces con qué quieres la torta?
– Que tenga de todo.
– Ok. Ya regreso.
Marcos se alejó, dejándome allí enterrada e indefensa en la arena. Comencé a asustarme como media hora después porque no regresaba. Supongo que se encontró con una cola demasiado larga para poder comprar, pero si no había gente a esa hora, ¿como se podía explicar tanta tardanza?. Parecía que había pasado como una hora y comencé a asustarme. Tanto que grité.
– ¡Hey, epa! ¡Vengan aquí, pendejos! ¡Esto no es ningún juego! ¡Por favor, ayúdenme! ¿Alguien me puede ayudar? .
Me imagino que alguien debe haberme oído gritar como loca, pero nadie apareció. Como una hora después, ya estaba desesperada:
– ¡Ayúdenme, por favor. Estoy atrapada! ¡Auxilioooo!.
Varios minutos después, un tipo en shorts y playera blanca apareció detrás de las dunas de arena y caminó hacia mí.
– Gracias a Dios que me oyeron! ¡Por favor, sáqueme de aquí!
Caminó hasta que se acercó bien y se arrodilló en la arena justo frente a mi: el huevo casi me lo tenía puesto en la cara. Miró hacia abajo y dijo:
– La voy a sacar. Pero si lo hago tiene que pagarme el favor.
¡Dios mió! No había que ser muy inteligente ni un genio para saber lo que quería este desgraciado.
– ¡Por favor! – le rogué. – Estoy atorada y no puedo salir. ¿Es que no puede ayudar a alguien si necesita ayuda? ¡No me puede violar por esto!. Por favor!.
– No hombre – dijo. – Es como si usted fuera una puta que hace lo que mas le conviene. Todos tenemos los mismos derechos, eso es todo. Si le hace un favor a alguien, tiene que pagarle todo lo que sudó, la sangre, lágrimas, todo, ¡qué mierda!.
Se puso de pie y ya se iba caminando.
– ¡Oiga!! – le grité. – ¿A dónde va? No me puede dejar aquí!
Ya había dado varios pasos cuando se volteó a ver.
– Oiga, señorita puta!. No soy ningún violador y nunca he violado a nadie. Si quiere que la ayude, debe ser por mutuo consentimiento: yo le hago el favor y usted me paga. ¿No entiende? ¡Mutuo acuerdo!.
– Si, quiere decir… es como toma y dame. ¿Qué más hago? Eso es todo.
– Mutuo acuerdo significa que nadie puede obligar a otra persona a hacer algo contra su voluntad. El mutuo consentimiento es una espada de dos filos: nadie puede obligar a otro a que le de una limosna ni caridad, ni que le haga un favor. No importa la necesidad que tenga. Si no quiere pagarme lo que cobro, entonces me voy. Así es. Nunca estuve aquí, no se nada de usted. No se si estaba mejor o peor antes que yo llegara.
El tipo se fue se fue caminando.
– Espere un momento – le dije.
Yo estaba en ese lugar enterrada hasta el cuello en la arena, y sabía que ya se acercaba la marea y era seguro que me taparía. No me quedó mas remedio que ceder y aceptar lo que me pidiera este desgraciado, por mas asqueroso que fuera. Nunca había dado la cuca ni tenía idea como era. Además mi novio nunca me pedía de esas cosas. Mis amigas todas me decían que me estaba perdiendo de todo porque nada me gustaba, pero el solo pensar en algo sucio que me metiera en la boca me provocaba vómito.
– ¿Qué? – volteó de nuevo para preguntar.
– Lo haré!
– ¿Verdad? – preguntó, como sorprendido de que haya aceptado.
– Si, claro – le dije.
Regresó a donde estaba. Se bajó los shorts y se agachó como estaba primero. El huevo le temblaba justo delante de mi cara. Luego metió las piernas en ambos lados de mi cabeza y echó hacia delante su trasero lentamente echando también el huevo hacia delante. Por supuesto, me cagué del miedo. ¿Qué tal si mi novio aparecía? A pesar de todo, abrí la boca lo mas que pude y él lo acercó bien manteniéndolo allí sin moverse. Sentí el huevo restregarse contra mis labios y mi lengua. Entonces siguió acercando mas la cintura, empujando el huevo mas hondo dentro de mi boca. Comencé a gagear – ga, ga, ga – Cuando el huevo tocó el fondo de mi boca, pero de todos modos lo hundía mas hasta que parte del huevo se metió con fuerza en mi garganta. Un poco de pelos de su órgano estaban apretados contra mi nariz y las bolas rozaban contra la barbilla.
Vaya, qué feo era esto. Gageaba demasiado con ese palo en la boca, ya no aguantaba! Pero venía lo peor: le daba a la cintura hacia delante y hacia atrás moviendo el culo, metiendo y sacando el huevo de la boca con fuerza, acogiéndome por la garganta. El dolor era inaguantable y apenas podía respirar. Yo sabía que ya iba a acabar, en cualquier momento. Luego, de repente, apretó sus piernas colocándolas alrededor de mi cabeza, obligando a mi cara a acercarse más a su huevo para que se le metiera todavía mas hondo en mi boca. Ya no podía respirar y me di cuenta de que este desgraciado quería matarme de asfixia metiendo y sacando ese palo.
Luego, ¡Guaaacaleeee! Ascoooo!!! Ese olor de semen y ese sabor tan asqueroso. Por lo menos no sabía tan malo a como olía. Mis pulmones parecían gritar de dolor al faltarles el aire, cuando, finalmente, acabó en mi garganta. Luego se quedó sin moverse y todavía con las piernas alrededor de mi cabeza, bien presionadas y el huevo bien metido en la garganta hasta que se comenzó a encoger lentamente. Ya me iba a desmayar cuando por fin aflojó las piernas y yo por fin respiraba mejor y pude volver a recuperar el aliento. Cuando vació todo, aparentemente, retiró el huevo sacándolo de la boca, cubierto y goteando con una mezcla saliva y semen. Busqué aire varias veces hasta que respire normalmente. Luego tragué y le pregunté:
– ¿Ahora me puede sacar de aquí?
– Claro que si! – contestó.
Se colocó los short negros para comenzar a cavar con las manos alrededor mió. No pasó mucho tiempo cuando ya había cavado bastante hondo y lo suficiente como para sacar los brazos de la arena. Ambos cavábamos y al poco tiempo pude ponerme de pie, toda cubierta de arena. Me extendió los brazos para que me agarrara y terminara de salir, y como una tonta, le dije:
– Gracias! – al desgraciado que me acababa de violar.
Sonrió y dijo:
– De nada – para alejarse caminando.
Mientras lo observé, no pude creer lo que estaba pasando por mi mente:
– ¡Espere un momento!! – le grité.
– ¿Qué? ¿Desea que la lleve a alguna parte en el carro? – preguntó moviendo los brazos.
– No, no estoy segura pero… – Pero qué?
– A usted le gusta mamar?
– ¿También quiere dármela?
– Si, ¿por qué lo dice?
– ¿Cómo que por qué?
– Claro que si!! – contestó cuando se me acercó de nuevo.
Creo que no pudo ver lo roja que tenía la cara en medio de tanta oscuridad, pero me saqué el bikini y me acosté en la arena abriendo las piernas bien. Se acostó entre ellas con su cara en la cuca. Luego lo sentí: me lamía la cuca! ¡Con la lengua! Guauuu! No lo podía creer que otro ser humano pudiera disfrutar tanto metiendo su lengua en un lugar tan sucio. Se sentía sabroso!. Me lamía justo por encima del culo. Luego metió la lengua en el hueco cuando llegó hasta allí y siguió en ese punto: dios mió!! Nunca había sentido algo tan bueno en toda mi vida. Luego bajó de nuevo. – Ayy, por favor!! Me estaba lamiendo el clítoris otra vez!!! Luego lamía alrededor del perímetro de la cuca, en la parte de arriba, sobre el clítoris y luego abajo, en la cabecita. ¡Qué delicioso!!! No me siga cogiendo así, por favor!! Luego volvió al centro de la cuca a hacerlo como al principio.
Se quedó un rato en mi vulva, cociéndome con la lengua. Ya estaba a punto de acabar! Siguió para seguir acariciándome el clítoris otra vez, con la lengua. Sentía que yo iba a explotar porque nunca había estado a punto de acabar así tan rápido tan sólo a los diez o quince minutos de comenzar el acto sexual. Pero este tipo me tenía al borde y en pocos minutos, solo con lamer y chuparme la cuca acariciándome el clítoris con su lengua. Siguió hacia abajo otra vez alrededor. ¡Otra vez, a buscar el blanco, señor! De nuevo en el centro como al principio. Yo estaba a punto de acabar y me chupaba el clítoris, sólo el clítoris. ¡Bien duro! Lo chupaba mucho porque era un pequeño pene algo difícil de encontrar.
– ¡Ya acabo! ¡Ya acabo Ayyy, diosss! Estoy acabando!.
Me balanceaba y daba golpes cuando me vine de esa forma tan buena como nunca antes. De todos modos, siguió chupándome ese clítoris al mismo tiempo que yo tenía el orgasmo! Seguí acabando y acabando, más y más hasta que por fin me comenzó a doler. Seguía lo mismo: yo acabando y él mamándome la cuca. Quedé relajada y dejó de seguir chupándola. Ahora me lamía el clítoris suavemente y también la cuca. Estos segundos finales también los disfruté, hasta que todo terminó. ¡Caramba! No sabía que era posible que una mujer acabara tan rápidamente, en tan corto tiempo, sobre todo yo, y con tanta facilidad y que ese orgasmo durara tanto! Digo, que lo he hecho con tipos que se tardaron más que yo para conseguirlo. ¡Qué nota!.
Observé como me miraba, ambos gritando con ganas:
– ¡Acaba ya! – le dije.
Luego subió por mi cuerpo y me bajó el bikini de un solo golpe por encima de las tetas. Se colocó sobre mí con la cara sobre los pechos.
– Aahhh!! – dijo. – Mira, qué duros están tus pezones. ¿Te gustó, no?.
– ¡No joda!!, me encantó todo!! ¡Chupame los pezones!!
Se inclinó y comenzó a mamarme el del lado izquierdo. Lo hacía tan duro que pensé que se lo iba a tragar. ¡Aayy, qué ricooo! Me los siguió mamando durante largos minutos antes de cambiar la cabeza hacia el otro. Pasaron otros minutos y le dije que subiera mas. Cuando lo hizo, extendí la mano y le agarré la parte de atrás de la cabeza, por el pelo, y atraje su boca hacia la mía. Sentía que le temblaba el huevo rozando contra mi cuca. Dejó de besarme de repente y preguntó:
– ¿Quieres seguir tirando mas? Porque se me paró el huevo otra vez cuando te mamé tu sabrosa cuca.
– ¡Qué esperas… cógeme!!
Como si estuviera esperando mi aprobación, casi inmediatamente empujó su pelvis y sentí como el huevo se me metía en la cuca. La tenía demasiado resbalosa por lo mojada que se puso debido a su propia saliva que se había quedado adentro sin haberme metido nada. Y otra vez: lo tenía bien parado!. Le comenzó a dar y a dar y yo todavía me estremecía porque había acabado hace poco. Sabía que no me tomaría mucho tiempo acabar de nuevo, menos ahora que tenía ese huevo tan duro como roca bombeándome la cuca. ¡Tenía razón!! Comencé a estremecerme y a sacudirme toda cuando me dio duro. Pero, nunca había sentido algo tan sabroso en esa cuca. Se sentía delicioso.
Me dio y me dio y seguí acabando una y otra vez al compás de su ritmo. ¡Coño! El tipo era de los buenos para cogerme! Yo estaba sorprendida porque aguantaba demasiado tiempo hasta que finalmente tuvo el orgasmo dentro de mí. La verdad es que este tipo era fenomenal. Luego, quejándose, dijo:
– Guauu! Discúlpame que me haya tardado tanto. Como fue la segunda vez seguida me tomó un poquito mas de trabajo volver a acabar.
¡Qué bríos! Pedía disculpas por tardarse tanto para acabar…no podía creer lo que oía.
– ¿En donde estuvo todo este tiempo? Yo lo necesitaba a usted – le pregunté.
– Siempre estaba por aquí – me dijo.
Me imaginé que mi novio me iba a dejar porque se enteraría la mañana siguiente. Pero ahora me doy cuenta de que nunca comí pizza y me moría de hambre porque nunca llegó.
– Bueno, tal vez es el momento de irnos…? Tienes hambre, tal vez podamos encontrar algo que comer, o lo que sea.
– Si, me estoy muriendo de hambre – dijo. – Estaba en la cola para comprar pizza cuando un tipo que estaba patinando se estrelló contra la fila.
– ¿Me estás viendo cara de poceta?
– No, porqué te voy a mojonear? Al tipo lo mandaron al hospital con una contusión.
– ¿Verdad? ¿Cómo era el tipo?
– Bueno, alto, creo. De cabello pelirrojo. Con traje de baño y un jersey de los de jugar football.
– ¡No lo creo!
– ¿Qué paso? Pusiste una cara de miedo y sorpresa!
– Era mi… uhmmm. Mi novio. ¿Qué le pasó? ¿Quedó muy mal? ¿Usted vio algo?
– Si. Uhmmm. No se, pero oi al tipo de la ambulancia cuando le dijo al policía que estaba inconsciente, pero que en el hospital lo atenderían.
– Oye, tengo que irme – Miré hacia atrás y con alivio vi que mi cartera y las llaves del carro todavía estaban allí sobre una piedra.
– Okey. Espero que su novio se mejore – dijo.
– Si, gracias. Pero, uhmmm, oiga. Algunas veces vengo a esta playa yo sola en las noches. Bueno,… usted sabe…
-Si, yo también. Algunas veces – dijo. Tal vez nos encontremos de nuevo.
– ¡Coño! ¡Ojalá que así sea!
Deja un comentario