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Me hizo masturbarme ante sus amigas

Me hizo masturbarme ante sus amigas 2

La historia comenzó un día de verano del año pasado. Me encontraba en una librería cuando sonó mi teléfono móvil. Era Noemí, una amiga que estaba ofreciendo una despedida de soltera a una de sus amigas. Me pidió que la visitara para pedirme un favor. Llegué como a los 20 minutos, pues me encontraba relativamente cerca y no había mucho tráfico esa tarde. En cuanto entré, las miradas de todas se posaron en mi cuerpo. Eso me extrañó, pues no soy un modelo profesional o un actor de cine. Soy un tipo completamente normal, delgado y en buen estado físico, pero completamente dentro del promedio. Eran unas 15 chicas. Todas ex compañeras de Noemí, de la universidad. Después de un “Hola” general, se hizo un silencio total.

“Que pasa aquí”, pensé.

Y así de la nada, Noemí soltó:

– Queremos ver como te masturbas frente a nosotras.

– ¿Qué? ¿De que demonios hablas?

Mi sorpresa fue tanta que todas comenzaron a reír.

– Eso, que queremos ver como te masturbas.

– ¿Pero como me pides eso? ¿Porqué? ¿No entiendo?…

Mi confusión era mayor cada vez.

– Mira, el stripper que contraté no llegó. Ya se nos acabaron los juegos y también se nos acabó el alcohol, así que ya te darás cuenta que queremos divertirnos. -Dijo. – Además, Tu eres muy abierto, y me debes varios favores. Me dijiste que si te presentaba Verónica mi compañera del trabajo harías lo que yo quisiera, así que me estoy cobrando el favor.

Después de varios minutos de pensarlo, me dije “¿porqué no? Creo que me la voy a pasar fenomenal”.

– Está bien, pero necesito algo de alcohol yo también. Esto que me pides no es muy normal.

Me tomé un vaso de ron de un solo trago (necesitaba algo del valor que solo el licor puede dar en un momento como ese).

– ¿Y sabes que? – Dije, algo más decidido ya. – Necesito algo de motivación extra. Alguna de ustedes tiene que quitarse la blusa y la falda o el pantalón.

Tú Sonia. Siempre he tenido fascinación por tus senos. Y tú, Susana, tienes las mejores caderas y nalgas de todas.

– Estás loco!!! – Dijo Susana.

– Vaya, si voy a hacer mi espectáculo frente a todas, por lo menos ayuden en algo!.

– Vamos Susana! Las animaban las demás.

– Está bien, pero comienza tú a hacer lo tuyo y nosotras te seguimos.

Me desabroché el pantalón y me bajé los boxers solo unos centímetros. Me sentía realmente extraño y apenado, pero esto ya había llegado al punto de no retorno. Me senté en una de las sillas libres, saqué mi pene y comencé a masturbarme lentamente, frente a todas, pero seguía flácido. Realmente estaba muy nervioso, pero sentir las miradas de todas sobre mi pene hizo que comenzara a excitarme. Todas comenzaron a corear que continuara y a aplaudir divertidas. La estaban pasando muy bien y yo estaba cada vez menos nervioso. Por fin, Sonia se quitó lentamente la blusa, dejando un tremendo par de senos enmarcados en un sostén de media copa que los hacía verse más deseables de lo que hubiera podido imaginar. Para entonces mi pene ya era una roca y yo ya estaba disfrutando del momento.

Me puse de pie para mirar más de cerca ese par de montes, símbolos de perfección, obras de arte y para no perderme detalle de los movimientos de Sonia al dirigir sus manos a su espalda y quitarse el sostén. Al quitarse la prenda, estaba yo tan cerca de ella que percibí un leve temblor en sus senos al estar libres. Eso hizo que me elevara la temperatura aún más!. Me encontraba completamente embobado con sus senos cuando las voces de las demás me hicieron voltear. Susana se estaba bajando los pantalones. Traía unas panties blancas increíbles y sus nalgas eran realmente muy, muy ricas. Con los pantalones hasta los tobillos, se dio media vuelta dándome un espectáculo que jamás olvidaré. Ese par de nalgas que siempre me había imaginado como algo perfecto era mejor todavía.

Yo escuchaba los gritos de todas las chicas como algo muy lejano. Estaba completamente hipnotizado. Para entonces ya mi mano iba de arriba a abajo cada vez más rápido. Mis huevos querían explotar por la excitación. Las miradas de todas en mi pene hacía que me excitara más y más. Para entonces mis pantalones ya estaban en mis tobillos y yo me encontraba hincado en el suelo, turnando la mirada de los senos de Sonia y sus pezones totalmente erectos, a las miradas de todas y a las nalgas de Susana. Sazonaba mi excitación el saber que me estaba masturbando frente a tanta chica y mirar a cada una a los ojos, que los abrían cada vez más por su propia excitación era una experiencia tremenda. Una de las chicas (no recuerdo cual), comenzó a quitarme la ropa y en un momento quedé completamente desnudo.

– Siii!! Adelante!! La animaban las demás.

Susana ya se había quitado las panties para entonces, pero seguía de espaldas. Por ningún motivo me iba a perder de la oportunidad de mirar a Susana semi desnuda de frente! Así que comencé a moverme en su dirección, pero la chica que había comenzado a quitarme la ropa minutos antes me detuvo. Las manos de todas me tenían atrapado. Una me tenia agarrado del pecho, otra me sobaba las nalgas y otra más me apretaba los huevos. Todas se estaban divirtiendo de lo lindo y yo más. Sonia comenzó a apretar sus senos uno contra otro y Susana se agachó (siempre de espaldas a mi), aumentando el espectáculo visual. La visión de su raja la tengo grabada en granito dentro de mi mente. Eso fue demasiado. Una explosión de semen salió disparada, cayendo sobre la chica que tenia frente a mi. Los gritos aumentaron. Era un desorden total el lugar. Caí rendido en el suelo con mi pene apuntando aun al cielo. Aunque yo había terminado (y rendido, por cierto), la diversión para ellas no iba a terminar aún.

– Quién quiere masturbarlo de nuevo! – Gritó Noemí.

– Eh! Esperen! Estoy totalmente agotado!

Inmediatamente, el grupillo de cinco o seis de las chicas que eran de las más entusiastas se abalanzaron sobre mi pene para reiniciar la tarea. No estaba seguro que mi equipo me fuera a funcionar con solo un par de minutos de descanso, pero la vista de Sonia, que seguía con los senos al aire, y de Susana, que se estaba bajando los pantalones de nuevo, me prendió, sorprendiéndome a mi mismo. “Esta noche me voy a morir” – Pensé. Cinco pares de manos se turnaban a masturbarme, a veces varias al mismo tiempo. Estaban como locas. Los apretones a mis huevos, nalgas, abdomen y pecho me estaban volviendo loco. Sin pensarlo dos veces, metí mis manos bajo la blusa de una de las chicas y me aferré a sus senos como si fuera una tabla de salvación. Con una sonrisa pícara, entrecerrando los ojos, volteando hacia arriba después y pasando su lengua por sus labios me dio a entender que fue la decisión correcta. Sus pezones competían en dureza con mi pene, ahora revitalizado por muchas manos expertas. Llegó Noemí por detrás de ella y de un tirón le quitó la blusa. Yo no solté sus senos ni un segundo.

– Gracias! – Le dije a Noemí, que me devolvió el agradecimiento guiñando un ojo.

Otra explosión llegó en ese momento. Volví a disparar una carga que cayo sobre alguna de ellas. Hasta ahí llegué. Ya no podía más, pero había tenido los dos mejores orgasmos que pudiera recordar. Tenía que agradecerle a los dioses toda la vida por ello.

Todas lo pasaron muy bien esa noche, yo me llevé una experiencia irrepetible y Noemí se quedó satisfecha por haber dado una despedida de soltera que no iban a olvidar. Solo volví a ver a Susana y a Noemí y reímos recordando aquellos tiempos que nos divertíamos sin importarnos nada.

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