Me había casado con la mujer más bella 01

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Eran los días más hermosos de mi vida. Hace cuatro meses me había casado con la mujer más bella que pudiera existir, dirán que exagero, pero para mí lo era. Tenía una carita de niña con ojos grandes y coquetos, sus labios eran carnosos, con una cabellera negra hasta media cintura y de un cuerpo nada envidiable a cualquier modelo. Se podría decir que era la mujer perfecta para casarse, ya que su personalidad reservada y servicial enamoraba a cualquiera.

Después de 3 años de noviazgo por fin podía estar con la mujer que amaba. Lamentablemente no todo dura para siempre y los hechos nunca pasan como uno lo desea.

Durante el noviazgo nunca tuvimos relaciones pues ella venia de una familia muy tradicional y quería llegar virgen al matrimonio. Ya se imaginarán el tormento hormonal que sufrí durante ese largo tiempo. Aun así, logré unos fajes en donde comprobé el tremendo cuerpo que mi novia se cargaba. Su cintura era delgada que se acoplaba perfectamente a mis brazos, su piel tan suave que mis manos se deslizaban ágilmente por su cuerpo? lástima que no por todo su cuerpo, ya que como dije, era muy conservadora. Aun así, logré acariciar sus tetas por encima de la ropa y su precioso culo, los cuales estaban tan duros como mi polla.

Esperamos a que ella terminará la carrera y durante este tiempo nunca me dio motivos para dudar de su amor, sin embargo, mis celos estaban más presentes que nunca. Uno sabe cuándo un hombre mira de cierta manera a su novia y la verdad no es nada grato. En la facultad dónde estudiaba no faltó quien buscara liarse con ella, y no es que ella los provocara, como ya dije su personalidad siempre fue reservada, pero su belleza saltaba a la vista y los perros siempre estaban al acecho. Afortunadamente su amor era mío? o eso creía yo.

Por fin llegó el día de la boda, desde meses antes me había preparado mentalmente para la noche especial. Ya me imaginaba acariciando ese par de nalgas y chupando ese par de tetas, colocarla de a perrito y abrirle ese agujero virgen con mi verga mientras ella gritaba que le diera más duro como si fuera una puta. Me costó mucho trabajo no masturbarme, me estaba reservando para el gran día. Y aunque mis amigos insistieron en mi despedida de soltero, yo me negué achancando mucho trabajo. No quería distractores, mi meta estaba visualizada y nada podría interponerse? excepto que la madre de la novia se le ocurriese enfermarse el mismo día de la boda. Resulta que mi suegra llevaba tiempo quejándose de un dolor en el estómago, un dolor que fue sobrellevando con calmantes esperando ir al médico en cuanto pasará la boda, algo que no ocurrió, ya que el dolor explotó precisamente después de terminada la ceremonia religiosa. Así que esa misma noche estuvimos en vela en el hospital, a espera de una noticia favorable de mi querida suegra.

Ya se imaginarán lo frustrado que estaba, aun así, mi esposa se acercó y me dijo al oído que lamentaba no poder cumplirme como esposa ese mismo día, pero que me lo recompensaría con creces más adelante. Una promesa que sin duda pensaba hacer valer con creces.

Los días que siguieron fueron difíciles ya que mi mujer se hizo cargo de los cuidados de su madre, por lo que nos mudamos a la casa de mis suegros por una temporada. La casa era chica en dónde vivían también mis cuñados, que permanecían solteros. Por lo que la intimidad sexual era imposible de lograr con mi esposa, quien se quedaba a dormir en el cuarto de su madre para atenderla. Prácticamente estaba desterrado a la sala de la casa de mis suegros totalmente solo a dos semanas de haberme casado, sin la posibilidad de salir de fiesta para distraerme, ni tampoco de poder descargar mi fogosidad con alguna película xxx.

Sin otro remedio tenía que conformarme solamente con los besos de mi flamante esposa, quien comprendía totalmente el martirio de querer estar solos y no poder.

Aun así, trate de ver el lado positivo a la situación, pensando que ya había conseguido hacerla mi esposa, y que solo restaba esperar un poco más antes de poder hacerla totalmente mía, al fin y al cabo, nadie podría quitármela? que ingenuo fui.

Las cosas fueron empeorando. Mi suegra tuvo una recaída que provoco alargar nuestra estancia en su casa, y para colmo en mi trabajo todo se vino abajo. Resulta que la empresa fue sorprendida por evadir impuestos, lo que provoco la ruina. Quede desempleado y con la imposibilidad de seguir pagando la casa que estaba destinada a ser el hogar de mis hijos. Así que este sueño llamado matrimonio de pronto se convirtió en una pesadilla. La estancia con mis suegros se alargó hasta los tres meses y yo sin poder consumar mi matrimonio en el lecho nupcial.

A pesar de todo este caos, mi amada esposa trataba de animarme no solo con palabras, sino también con su forma de vestir, pues a medida de sus posibilidades buscaba alegrarme la vista con ropa más ligera y con miradas insinuantes. Algo que agradecí enormemente, ya que me ayudaba a recordar el motivo del porque estaba allí. Al mirar ese par de nalgas firmes y blancas, esas tetitas y esa carita de niña traviesa me desarmaban y a la vez me animaban a seguir adelante.

No tarde mucho en que la actitud positiva me llevará a conseguir un nuevo empleo, que, aunque no tenía el sueldo que estaba acostumbrado, ayudaba para empezar este proyecto de familia. Mi suegra fue mejorando y de pronto creí que el destino me sonreía, pero no era más que el inicio del precipicio.

Una mañana de domingo lo recuerdo, aprovechando mi día libre me dedique a conseguir un departamento, lo cual no fue nada sencillo y además frustrante, ya que el costo de esta era superior a lo que podía pagar. Ya cuando regresaba cabizbajo a casa de mis suegros vi un anuncio en el poste de luz que decía ?Se Renta cuartos? y una flecha que indicaba el camino a un portón, que era la entrada a una vecindad. Para ser sincero nunca había considerado una vecindad para vivir, por todas las complicaciones que suelen haber, sin embargo, decidí entrar por no dejar. El lugar estaba algo descuidado pero limpio, busque alguien, pero al parecer todos estaban ya dentro, así que estaba dudoso a cuál puerta tocar. En eso estaba cuando el ruido de una puerta me hizo girar.

-hola

-hola – conteste-.

– ¿Busca alguien?

– Si, busco quien me de informes sobre los departamentos.

– ¡Ah! es en este cuarto -Don Chato lo llaman- En un momento sale, que tenga buena tarde.

– Gracias ?dije-. Mirándola subir las escaleras, la verdad era una mujer muy bella a pesar de calcularle unos 40 años, iba vestida con traje sastre que le marcaba una figura muy apetecible, quede hipnotizado mirando ese trasero que se movía según subía los escalones.

– ¿Es alucinante no es así?

– ¿Qué?

– El panorama ¿no cree?

– Este? no, bueno?

– No se cohíba hombre, estamos en confianza, es inevitable no hacerlo.

– Si, la vecindad es muy bonita? con un estilo antiguo. – es lo único que atine a decir, aunque sabía que se refería al trasero de la mujer.

– Eso que ni qué, muy bonita, aunque lo de antiguo no tanto, quizá algo olvidada, pero todo bien conservado y en su lugar.

No sabía que responder a eso.

-Quiero informes sobre los cuartos.

– Si, nos queda uno amplio por ocupar ¿si quiere se lo muestro?

– Por favor.

-Espere me pongo una playera.

En ese momento caí en la cuenta del estado físico de Don Chato, como le había llamado la mujer. Era algo chaparro, como de 1.65 de altura, sufría de sobrepeso y efectivamente su cara era chata, sin mencionar sus escasos diez pelos que increíblemente se resistían de caer de su cabeza. Vestía bermudas de color verde con chanclas amarillas e increíblemente sin playera. Cuando regreso me dio el tour por la vecindad, en dónde comprobé además que estaba chimuelo. No me explico cómo personas como él descuidan de ese modo su físico. No es por presumir, pero me gusta hacer ejercicio de vez en cuando, y aunque no soy un adonis si cumplo con los estándares de buen porte y buena presencia. En fin, lo que no fue tan desagradable fue el precio del departamento, el cual cubría perfectamente mi capacidad monetaria, así que sin pensarlo di un anticipo de dos meses y me dirigí a casa de mis suegros a comunicar la buena nueva.

Al saber las noticias mis suegros se mortificaron un poco, pero comprendieron que ya éramos un matrimonio y nos desearon buena suerte al igual que mis cuñados, quienes nos abrazaron y desearon lo mejor. Mi esposa se preocupaba por la salud de su madre, pero afortunadamente su familia la convenció de partir pues su mamá ya estaba mucho mejor. Mientras esto sucedía yo empacaba todo para partir al otro día sin vacilación.

Ya de mañana subí las maletas al carro de mi suegro, quien nos hizo el favor de llevarnos a nuestro nuevo hogar. Serían como las 7 de la mañana cuando llegamos a la vecindad, tome dos maletas y me adelante para abrir las puertas, pero al llegar me di cuenta que por la emoción había olvidado las llaves. El tiempo apremiaba y no podía regresar de nuevo a casa de mis suegros, así que se me ocurrió que el casero podría ayudarme. Baje y estaba por tocar cuando escuche algunos gemidos que salían de su departamento. Nunca imagine que tuviera esposa y mucho menos que pudiera coger con el frenesí que se escuchaba. Antes de tocar me asome por la ventana por curiosidad, pero solo lograba ver el trasero de don chato, nada agradable déjenme decirles, pero se veía que ponía todo el empeño en complacer a su compañera ya que los gemidos eran muy excitantes. Decidí no interrumpir y regrese al coche, dándoles chance en acabar con su labor, ayude a bajar el resto de las maletas y subí con ellas y con mi hermosa novia a los cuartos de nuestro hogar. Mi suegro tenía otros asuntos que arreglar y me comento que en la tarde regresaría para ayudar a su hija en lo que hiciera falta. Yo le agradecí y lo acompañe al auto para despedirlo, de regreso pase nuevamente al cuarto de don chato, esperando haberle dado tiempo suficiente para terminar su tarea. Cuando mis nudillos estaban por tocar a su puerta está se me adelanto abriéndose de golpe y teniendo frente a mí a una hermosa chica de 23 años, llevaba mallas ajustadas y una sudadera para deporte. Al verme se sorprendió, pero luego me sonrió y me dijo:

– ¿Busca a don chato?

– Si.

– Lo buscan don chato.

Enseguida sale. Sin más salió rumbo a la calle trotando. No pude evitar girarme para ver esa cinturita y ese culito moverse de forma sincronizada.

– Es alucinante ¿no es así?

– ¿Qué?

– Me refiero al panorama de la vecindad, no me mal entienda.

– Si, lo es.

– ¿Para qué soy bueno?

– Se me olvidaron las llaves y no sé si tenga algunas de repuesto.

– Es política de la dueña no tener llaves extras, ya sabe, por eso de la privacidad. Pero déjeme ver qué puedo hacer, solo me pongo una playera y subo.

– Gracias.

Mientras subía los escalones pensaba en la hermosa chica que abrió la puerta, no pude evitar pensar que era la misma que don chato tenía a cuatro patas dándole caña. Debe haber un error me decía, es imposible que una chica tan joven, hermosa como era, pudiera estar con un adefesio como ese. La única explicación es que debía ser una puta, quizá una de lujo? vaya, sí que tiene gusto don chato.

– ¿Tienes las llaves amor?

Pero en que estaba pensando, nadie se podría comparar con mi flamante esposa, quien me miraba con su carita de ángel y su cuerpo virgen a la puerta de nuestra nueva casa.

– Se me olvidaron en la casa de tus padres amor.

– ¿Y ahora quien nos abrirá?

-No se preocupe señora, para eso estoy yo, para abrirle- contesto don chato, sonriendo descaradamente y mostrando su dentadura chimuela en todo su esplendor.

– Te presento a don chato mi amor, él es el portero.

– Pero no le digas así amor, debe tener un nombre.

– Perdón, tienes razón cariño, lo que pasa es que como me lo han presentado así?

– No se preocupen, está bien don chato, así me dicen y por mí no hay figón.

Pero en ese momento me percaté que, si era figón, pues pude notar esa mirada de lobo hambriento ante su presa. Sé que no debía preocuparme por él ya que estoy seguro que ninguna mujer por muy desesperada que estuviera se fijaría en él, pero aun así los celos me invadieron incluso con más fuerza, ya que no toleraba que esos mugrosos ojos fueran dignos de mirar a mi bella esposa, y más como estaba vestida en ese momento. Como ya les había comentado, ella trataba de alegrarme la vista en lo posible en su forma de vestir y esa mañana no fue la excepción. Vestía un pantalón corto (Shorts) de mezclilla entallados y una blusa ligera que dejaban muy en claro el tamaño de sus tetas y ese culo respingón.

– Bueno, si no tiene inconveniente hay que apurarnos que se hace tarde ? le dije.

-Pues manos a la obra entonces- Dijo don chato. Mi esposa afortunadamente era una persona muy comprensiva e inocente que estoy seguro no tomo en importancia la mirada de don chato, que en el tiempo que estuvo apoyándonos en abrir la puerta no desaprovecho ni un instante en mirar a mi querida esposa.

– Ya esta señora, pero me temo que la chapa tendrá que cambiarse.

– ¿Entonces ya no sirve?

-Solo servirá para atrancar la puerta, pero me temo que el seguro se amoló, pero no se preocupe ya que dentro de la vecindad todo está seguro.

– Bueno, no lo dudo Don Chato pero me gustaría tener una llave.

– Lo entiendo señora, y con gusto se la pondré en cuanto pueda. -Dijo don chato con una sonrisa de par en par. ?

Era mi alucinación o don chato albureaba a mi querida esposa.

– Se lo agradeceremos mucho don chato. ?Dijo mi esposa dándole un beso en la mejilla-.

Esa imagen casi me hace caer de espaldas, mi hermosa esposa inclinada para darle un beso en la mejilla. Los celos me invadieron e increíblemente mi pene se levantó? debe haber sido por ver a mi querida esposa en esa posición? si, eso debe haber sido.

– ¿Qué buena gente fue don chato no crees querido?

– Creo que sí.

– ¿Crees que sí? Debemos ser agradecidos amor, estamos por comenzar una vida en está vecindad y debemos llevarnos bien con todos.

Solo había sido un beso en la mejilla ¿Por qué razón me moleste?

– Tienes razón amor, solo que ese señor me da mala espina.

– Solo lo has visto un par de veces cariño, no debes juzgarlo antes de tiempo.

– ¿Viste cómo te miraba?

– ¿Cómo?

– Con deseo- dije algo avergonzado por creer que diría que estaba exagerando.

– Jajaja No me digas que estás celoso amor ¿Por Don Chato? Debes comprenderlo cariño, seguramente nunca ha tenido la oportunidad de ver a una mujer tan bella como yo.

En ese momento mi hermosa esposa hizo una pose tan sugerente que del suelo la levante robándole un beso tan apasionado que gimió de placer. Mis manos la acariciaban toda al tiempo que mis labios cubrían toda su cara. Por fin estábamos solos, era mi esposa y podía hacerla mía las veces que quisiera? sin embargo, no ese día. Mi alarma empezó a sonar, debía ir al trabajo.

– Debes ir a trabajar amor.

– No quiero ir ? conteste-

– Si no vas a trabajar no tendremos casa, y sin casa regresaremos a casa de mis padres y si regresamos, no podrás hacerme tuya.

– Pero quiero hacerte mía de una vez.

– Tenemos todo el tiempo para hacerlo amor, no me iré a ningún lado, soy tu esposa y podrás romperme el culo cuando quieras.

– ¿Qué dijiste?

Era tanta mi calentura que creí escucharla decir culo. Ella se acercó a mi oído y dijo:

– Lo escuchaste bien amor, que cuando regreses podrás partirme el culo ¿acaso no es lo que deseabas desde que me conociste? ¿acaso no es lo que desean todos los hombres? Pues hoy es el día en que la espera ha valido la pena amor, eres el hombre de mi vida y te lo mereces, mereces abrirme mi culo con esa verga tan linda que sé que tienes.

Me chupo la oreja y se alejó mirándome tan provocativamente hasta que sentenció:

– Ve a trabajar amor.

Todo el día no pude quitarme la imagen de mi esposa en celo. Nunca la había visto así, una nueva faceta que sin duda me hacía muy feliz. Todo hombre desea una puta en la cama y con ella la tendría sin duda alguna? aunque no como yo pensaba.

Ese día mí mala suerte volvió, mi jefe me cargo la mano en el trabajo y como era el nuevo no tuve otro remedio que obedecer. Estuve llegando de madrugada a casa y tan cansado que solo deseaba dormir, de nada sirvió ver a mi dulce esposa en minúscula ropa interior todas las noches, siempre la encontraba dormida, apenas le daba un beso en la frente y una palmadita en el culo, ese culo virgen que deseaba estrenar pronto.

Pasaron dos semanas en la misma situación y todo giraba a mi trabajo, lo poco que logré saber de la vecindad es que mi esposa se había hecho amiga de todos, pero en especial de una chica recién casada al igual que nosotros, solo que ellos ya habían cumplido un año. A mí me parecía bien, mi esposa se acomodaba a su nueva casa y ya tenía amigas? solo faltaba consumar el matrimonio. También durante ese lapso descubrí que Don Chato era amante de las prostitutas, ya que cada día que llegaba escuchaba sin falta los gemidos de una hembra en su cuarto. En tres ocasiones lo espié debo confesarlo, y los culitos que tenía eran de buena calidad jejeje la verdad es que tenía lo suyo don chato, ya que las putas en turno siempre gemían muy complacidas? llegué a creer que sus gritos eran falsos, pero luego comprobé que no era así.

Una mañana después de tanto trabajo intensivo pude abrir mis ojos sin ninguna preocupación laboral, era mi día libre y dormí hasta pasadas las 10 de la mañana. En la cocina se escuchaba una charla muy amena con algunas risas, una de esas risas era de mi esposa, que sin duda platicaba con su nueva mejor amiga. Me coloque un pantalón y me dispuse a salir y saludar a nuestra invitada? pero apenas me asome por la puerta del dormitorio cuando al verla me quede como tonto. Aquella chica era la misma que había salido del cuarto de Don Chato? era la prostituta.

– ¿Estás segura que eso se puede?

– Por supuesto, a los hombres los vuelve locos y bueno, para que negarlo, a nosotras también.

Quizá me equivoqué, quizá sea la sobrina de Don Chato? quizá no sea la misma. Volví asomarme por la puerta del dormitorio? claro que era la misma, nunca podría olvidar esos ojos claros, esa boquita, ni esa cabellera negra que adornaba su cara de joven bella.

– ¿Todo eso haces con tu Esposo?

– ¿De qué te sorprendes? Tú también debes haberlo intentado con tu esposo ¿no?

– No.

– Vamos, no seas tímida conmigo, apoco no se lo has chupado.

– No.

– ¿Te la ha metido por detrás?

– No, tampoco.

– Con que no me salgas conque aún eres virgen.

Mi esposa guardo silencio y la miro como si la hubiesen descubierto.

– ¿Pero es enserio tía? ¿Acaso tu esposo es gay?

– No, no es gay.

– Pues debe haber un motivo muy poderoso para que aún no te coja, mira que eres toda una chulada de mujer y cualquiera que te viera un par de minutos te la metería hasta las narices.

– ¿Tú crees?

– No te hagas la inocente conmigo querida, bien sabes que estás rebuena y si quisieras podrías tener cualquier verga que quisieras.

No podía creer lo que escuchaba, mi amada esposa le acababa de confesar que aún no habíamos consumado nuestro matrimonio, y lo peor es que estaba quedando como un verdadero tarado por no hacerlo.

– Lo sé amiga, pero es que?

Mi amada mujer le explico todos los detalles del por qué no había sucedido aún nuestro encuentro sexual, algo que, por supuesto agradecí, debía saber esa mujer que no era por falta de ganas.

– Pues debo decir querida que tu caso es muy extraño, a pocas mujeres les pasa eso? espero que en verdad pronto puedan consumar su matrimonio y no te pase como a mí.

– ¿Qué te sucedió a ti?

– Mi marido sufre de eyaculación precoz.

– ¿Enserio? ? ¿Y qué es eso?

– Mi esposo eyacula muy rápido, apenas logra penetrarme y ya se está corriendo.

– ¿Es posible eso?

– Por supuesto, es algo muy común pero los hombres no lo aceptan tan fácilmente.

– ¿Y cómo se compuso tu esposo?

– Él no se ha compuesto querida.

– Pero, pero todo lo que me has contado que has experimentado? si él tiene ese problema? ¿acaso todo eso viviste antes de casarte?

– No querida, todo lo que te he contado ha sido después de casada, yo llegue virgen al matrimonio.

– ? ¡¿Tienes un amante?! ? Tapándose la boca al darse cuenta que lo dijo muy alto.

– Sí, si lo tengo amiga, ya no me da pena confesarlo, una mujer debe cubrir sus necesidades, aunque no sea con su esposo.

– ¿Pero tu esposo no ha hecho nada por solucionarlo?

– Él no acepta que tiene un problema.

– ¡Ah!

– La noche de bodas iba ser especial, me había comprado la lencería más sexy que pudiera existir. La dependienta me dijo estaba para comerme enterita (risas) la verdad es que me sentía como toda una puta, y durante toda la fiesta lo confirmaba, ya que todos los hombres me miraban como si tuvieran visión de tres equis. Lo peor paso cuando mi esposo me presento ante su jefe, el cual es chaparro con cabello canoso, gordo y con bigote. Pero tan lujurioso que no le importo estar frente a mi esposo para mirarme completa, te juro amiga que me sentí desnuda ante él. Por suerte el encuentro no duro mucho ya que todos nuestros invitados nos solicitaban para felicitarnos. Toda la fiesta me sentí incomoda y estuve a punto de cambiarme de ropa, pero me detuvo el deseo de complacer a mi esposo.

– Te comprendo, a mí me paso exactamente lo mismo.

– Ya estaba por terminar la fiesta cuando fui al baño, al poco tiempo entraron dos chicas ya un poco movidas por el alcohol que comentaban sus conquistas de la noche, algo que, por supuesto no me interesaba, hasta que escuché la palabra ?Novia?. Obviamente fue cuando puse más atención.

(Chicas del Baño)

– Te digo que consiguió una habitación en el mismo hotel de los novios, es un depravado.

– ¿Quién hubiera dicho que ese gordito fuera tan morboso? Obviamente le diste el cortón pronto ¿cierto?… ¿no me digas que aceptaste?… estás idiota.

– Pues verás, la verdad es que él me pone.

– Pero querida, tienes esposo y además es mucho más guapo que ese vejete.

– Lo sé amiga, pero él tiene la culpa, por qué me deja venir sola a la fiesta, además le hago un favor, chance y le den un aumento gracias a mí.

– Si serás puta amiga, mira que culiar con el jefe de tu esposo. Solo espero no te arrepientas luego.

– Ya lo tengo decidido, y bien sabes que cuando tomo una decisión no la cambio ni me arrepiento. Además, el gordito promete, me puso un faje mejor que mi esposo y se le nota un paquete prometedor.

– Pero eso que te lleve al hotel en dónde van pasar la luna de miel los novios, es muy depravado.

– Pues te confieso que me pone tanto como a él. Eso de culiar junto a los novios hace fantasear mucho? podré imaginarme que el novio me desflora como a su mujer.

– Bueno, eso que ni qué, el novio la verdad es que está rebueno. Solo que estoy segura, que él hará lo mismo, se imaginará cogiéndose a la novia.

– Si es así, se cojera a dos esposas de sus empleados está noche (Risas)

– Vaya suerte tienen los feos.

Las chicas salen del baño.

– Ya te imaginarás lo enojada que estaba al escuchar a estás dos chicas hablar de esa manera.

– Ya lo creo- contesto mi querida esposa- ¿Y luego que pasó?

– Estaba dispuesta de contarle a mi esposo lo que había oído, realmente estaba furiosa? pero al regresar a la fiesta me lo topé platicando ni más ni menos que con su jefe. Y para evitar verlo, o, mejor dicho, que me viera, esperé con otros invitados hasta que se me hizo mucho el tiempo y decidí interrumpir su plática.

– Yo lo hubiera hecho desde antes, bueno, la verdad quizá hubiera hecho un escándalo- Dijo mi mujer.

– Pues estuve a punto de hacerlo querida, ya que el muy bribón había emborrachado a mi esposo. Apenas y podía articular una frase con lógica. Y lo peor fue lo que su jefe me dijo.

– ¿Qué fue lo que te dijo? ?Pregunto mi esposa.

– ?Discúlpalo querida, estaba tan contento de por fin poder tomarte como esposa que se le pasaron las copas? Después sonrió con ese bigote tan tupido que me hizo despreciarlo tanto querida que estuve a punto te lo juro, de darle una cachetada.

– ¿Qué te detuvo?

– Mi esposo, estaba tan borracho que cayo y tuve que ayudarlo a ponerse de pie. Mientras hacía esto vi al desgraciado de su jefe irse con una chica, la cual supuse era la del baño.

– Una como novia espera tanto el día de nuestra boda, pensando que todo será perfecto? que no nos imaginamos que a veces la realidad es otra.

– Ese viejo arruino mi noche de bodas? bueno, en realidad no sé si realmente lo arruino o no.

– ¿Por qué lo dices?

– Te cuento. Como era de suponerse mi esposo apenas y podía moverse, con mucho esfuerzo y gracias a muchos tarros de café logró llegar a nuestro cuarto, aquel que habíamos reservado para nuestro encuentro de amor. Pues bien, ya te imaginaras lo nerviosa que estaba, si bien era cierto que mi esposo estaba borracho, eso no demeritaba lo guapo que se veía. Recordé todos los momentos románticos de novios y lo mucho que esperábamos ese momento. Él se sentó en el borde de la cama tratando de mantener el equilibrio, mientras yo me puse enfrente de él con toda la lujuria de aquel instante, lo miré a los ojos y deslice el cierre de mi vestido hasta que esté cayó al suelo. Pude ver cómo me devoraba con la mirada.

– Estás para comerte preciosa- dijo mi esposo balbuceando. Eso me recordó mucho a la dependienta. Me acerque a él y lo bese tan profundo como para recordarle lo que esperaba esa noche. Luego baje a la cadera y con mis manos le saque la camisa y saco. Besé sus tetillas y le fui quitando su cinturón. Lo tenía a mi merced querida, y yo estaba como agua para chocolate, a esas alturas mi tanga no era suficiente para sostener mis jugos. Baje su bragueta y desabroche su pantalón, estaba a poco tiempo de conocer su verga? la primera verga que me iba comer.

– ¡Qué emoción! – Dijo mi esposa totalmente absorta en la historia de su amiga, y bueno, yo también para que negarlo, la verdad es que el morbo se apodero de mi con su relato y mi verga lo confirmaba al cien por ciento.

– Sí, yo también estaba emocionada amiga. Cuando la vi me pareció muy bonita a pesar de lo semi erecta que estaba.

– ¿Se la chupaste?

– Eso iba hacer amiga, pero apenas la toque con mi mano cuando un líquido blanco salió de él. Cuando miré hacia arriba solo vi a mi esposo cerrar los ojos de placer y caer a la cama totalmente dormido.

– ¡¿Qué?!

– Así como lo oyes amiga, mi esposo había acabado antes de empezar. Mientras yo estaba de rodillas en tanga con su pija ya chiquita en mi mano. No sabía si llorar o matarlo ahí mismo? pensándolo bien, hubiera sido mejor matarlo.

– No digas esas cosas amiga.

– Lo siento amiga, pero créeme que en esos momentos una se siente tan mal que pasan muchas cosas por tu cabeza.

– Si lo creo. Es muy frustrante cuando te dejan caliente.

– Sí, esa es la palabra amiga, caliente. Esa noche comprendí que era muy caliente ya que no pude bajar mi calentura aún a pesar de la desilusión. Eran la una de la madrugada y yo en la cama con mi esposo, pero no como lo había pensado. Él roncando a lado mío mientras yo en lencería blanca a un lado de él masturbándome.

– Te comprendo amiga, a mí me ha pasado.

– ¡¿Qué?! ? Quise gritar, pero me contuve, ¿mi amada esposa también se había masturbado cuando dormía?

– Pero en tu caso tu esposo estaba cansado por el trabajo, el mío no, estaba borracho, y precisamente en la noche de nuestra boda. Sí que era frustrante.

– Fue por eso que le pusiste el cuerno.

– Si.

– No te culpo amiga, y ¿Tardaste mucho antes de tomar la decisión?

– No mucho, de hecho, fue esa misma noche.

– ¡¿Enserio?! ? casi gritamos al mismo tiempo mi esposa y yo, bueno, obviamente yo grite en mi interior, no quería ser descubierto.

– Estaba masturbándome cuando empecé a escuchar gemidos en el cuarto contiguo. Resulta que en el cuarto dónde estábamos había una puerta de acceso al otro cuarto, esto después supe porque en el hotel a veces familias grandes solicitan estar comunicados. Pues bien, es precisamente a través de esta puerta dónde escuche los gemidos. Busqué como abrirla y afortunadamente encontré las llaves en el buró de al lado. Abrí con cuidado y ahí lo vi directamente, una pija grande y gorda, más que la de mi querido esposo. Frente a él una hermosa chica de veinte tantos años chupando como si se le fuera la vida en ello. Al levantar la vista me topé con nada más que el jefe de mi esposo, sus ojos estaban cerrados por el placer que le proporcionaba la chica y su bigote se movía balbuceando palabras como:

– ¡Hija de puta! Que bien la chupas ¿Con esa boquita besas a tu esposo?

– Ella quería responder, pero el viejo no la dejaba ya que le metía toda su verga en la garganta. Me sorprendí al ver como la chica podía con semejante monstruo.

– ¡Así! ¡Así! Cométala enterita puta, ensalívala bien para que resbale en tu culo.

– Yo alucinaba con aquello, sin duda era lo más asqueroso que pudiera ver; el cuerpo marrano del jefe de mi esposo de pie ante una hermosa chica que le chupaba su pene con tanto esmero que se me antojo.

– ¿Cómo puedes decir eso?

– Pues lo digo y punto, no es ningún delito. Ese día aún estaba caliente y al ver aquella escena me encendió más. Realmente sentí envidia de la chica y a pesar que repudiaba a ese ser causante de mi fallida noche de bodas, debo confesar que su pene me atrapaba.

– ¿Y qué paso luego? Replico mi esposa.

– La chica se levantó y se quitó su vestido al tiempo que el viejo la miraba con hambre de sexo.

– ¡Vaya! Que cuerpazo tienes chiquita, el banquete que se ha de dar tu esposo.

– Mi esposo es un poco descuidado don, a veces se le olvida atender a su mujer.

– Ese Miguel sí que está pendejo, mira que dejarte sola por irse con sus amigos. Si yo fuera él te tendría a cuatro patas todo el tiempo mamacita

– ¿Enserio don? ¿todavía aguanta?

– Estoy en mejor condición que cualquier chamaco púberto de secundaria. Ya verás cómo te hago ver estrellas querida.

– Pero ¿Acaso sería capaz de cogerse a la esposa de uno de sus empleados?

– Me cogería hasta mi hermana si estuviera la mitad de buena que tú mamacita. Vamos, no te hagas que bien que te pone coger con el jefe de tu esposo.

– Se equivoca don, yo no sabía que era su jefe.

– Ya no juegues a no saber nada putita y ponte en cuatro en la cama, que tengo ganas de enterar mi daga en algo caliente.

– La chica le obedeció y se puso en cuatro, la imagen de ella en esa posición y la del jefe de mi esposo detrás de ella me calentó y comencé a masturbarme imaginando que era yo.

– ¡Toma puta! ¡Conoce la verga que te partirá en dos!

– Sus gemidos eran escuchados por toda la habitación, incluso en la mía.

– ¡Don! Que rica verga tiene, es la primera vez que la siento hasta el fondo.

– ¡Estás bien estrecha puta! ¿Acaso tu esposo la tiene chiquita?

– Yo creí que la tenía grande don, pero ya veo que no.

– Eso es lo que dicen todas las esposas al conocer una polla de verdad. Siéntete privilegiada al poder disfrutar de la mía.

– ¡Aaah! Sí que me siento privilegiada Don.

– Eso es, gime puta, dame las gracias por cogerte.

– ¡Gracias! ¡Gracias Don, por cogerme! ¡Por hacerme su puta! ¡Por darme de su verga que está riquísima!

– Así me gusta, que sean educadas cariño, ahora por ser buena niña te daré por atrás.

– ¡No! Por atrás no don, me va doler mucho.

– Te va gustar cariño.

– Se lo ruego don, por atrás no, si quiere acabe en mi boca.

– Ya probé tu boquita niña, ahora me toca probar tu tercer agujero.

– ¡No don, por favor, se lo suplico, es mucha verga para mi culito!

– ¿No me digas que eres virgen por ahí?

– Si Don, soy virgen.

– ¡Pues qué puto de mi empleado por no hacerlo! Les daré un curso a todos mis empleados para que vean como se desflora un culito tan rico como el tuyo putita? o pensándolo mejor será mejor que el curso sea para sus esposas.

– El curso que sea otro día don, pero hoy no.

– Lo siento golfa, pero debo desahogar estas ganas que tengo de romper un culito.

– Saco su pija de la vagina de la chica, estaba tan mojado y reluciente, incluso lo vi más grande que al principio, lo apunto al ano de la chica y cuando estaba a punto de empujárselo ella grito.

– ¡No don! No lo haga, le doy algo más valioso.

– ¿Más valioso que ese culito, no lo creo?

– Le doy la oportunidad de preñarme.

– ¡¿Qué?!- quise gritar, pero me tapé la boca antes de hacerlo.

– ¿Estás hablando en serio?

– Si don, ando en mis días fértiles, Miguel y yo buscamos un hijo desde hace tiempo, hoy habíamos quedado en intentarlo de nuevo, pero prefirió irse con sus amigos y dejarme plantada.

– ¡Vaya! ¡Vaya! Así que por eso te calentaste rápido puta.

– Si Don, en otras circunstancias no sabría si hubiera venido, pero la verdad es que estoy muy caliente, a parte que me pone mucho hacerlo en la habitación que está a lado de los novios.

– ¿Así que quieres que te deje preñada en vez de darme tu culito?

– Si don, déjeme preñada.

– ¿Y qué pasará cuando lo sepa tu esposo?

– Él no se enterará de nada don. La verdad es que prefiero que sea usted el padre de mi hijo que él.

– Explícate putita.

– Nunca creí que usted pudiera aguantar tanto con una mujer, ni que tuviera esa tranca tan maravillosa que tiene. Comparado con mi esposo usted me ha hecho más mujer que él, y siendo franca, me gustaría que mi hijo fuera tan cabrón como usted.

– ¿Acaso piensas que yo mantendré al chamaco?

– No don, usted no lo hará, lo hará Miguel. Usted solo tendrá la satisfacción de haber preñado a la mujer de su empleado, de habérsela cogido y de que ella misma le haya permitido llenarla con su leche para hacerle un hijo.

– Sí que eres bien puta chiquita.

– Cójame don? lléneme con sus mecos e imagine que se está cogiendo a la novia de la fiesta, que la va preñar como el novio lo estará haciendo ahora.

– No creo que ese novio pueda llegar siquiera a primera base.

– Estoy seguro que no Don, seguramente es un puto como mi marido que no sabe aprovechar a su esposa.

– Solo pude girar mi cabeza a dónde estaba mi esposo durmiendo para comprobar lo que decía la chica.

– A esa novia también me la culeare querida, pero todo a su tiempo. Ahora es momento de regar la tierra puta.

– Al decir esto, la embistió con tanta fuerza que la cama se balanceaba como si estuviera a merced de un temblor.

– ¡Aaah! Que rico don, tómeme completa, aproveche del cuerpo de una mujer ajena. ¡Aaah! Deme su semilla para que crezca dentro de mí un cabrón como usted. ¡Aaah! ?está preñando a la mujer de su empleado, dónde quiera que vaya podrá decir, esa panza que lleva es la señal de mi pija, de habérmela cogido con su consentimiento ¡Aaah!

– ¡Ah! ¡Qué puta eres!

– En ese momento los dos se tensaron, llegando al orgasmo y consumando el acto sexual.

– ¿No puedo creer que una chica así pudiera hacer lo que hizo? ?Dijo mi esposa indignada.

– A las mujeres cuando nos tocan bien podemos hacer las cosas más guarras que puedas imaginar.

– Pues yo no le pondría los cuernos a mi novio? digo, esposo.

– No querida, dices bien, novio, ya que aún no se ha consumado el matrimonio.

Mi esposa solo se sonrojo.

– De verdad deseo que tu esposo te sepa coger como te lo mereces. Muy pocas mujeres pueden decir eso de sus esposos. Algunas se atreven a buscarlo fuera, pero la mayoría viven desdichadas en el matrimonio.

– ¡¿Acaso cree esa mujer que no cogeré a mi mujer como dios manda?! Ya verá como no la dejaré tan satisfecha que no podrá sentarse en una semana.

– ¿Y el jefe de tu esposo se fue? ? pregunto mi esposa.

– Estaba a punto de hacerlo querida, pero cuando se puso sus pantalones y se compuso la ropa para irse, volteo a mirar exactamente dónde yo me encontraba.

Continuara….

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AlfredoTT
AlfredoTT
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