Me bajó el calzón y me hizo suya
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Me llamo Lidia, tengo 25 años y esto pasó cuando tenía 19. A mí nunca me llamaba la atención tener sexo, aunque varias de mis amigas, que ya habían mantenido relaciones, me decían que era maravilloso. Sin embargo, yo no les creía y prefería mantenerme alejada de todo lo relacionado con el sexo.
Todo empezó cuando tenía 18 años. Conocí a un chico llamado Jorge y, después de ser amigos durante mucho tiempo, me dijo que quería estar conmigo y yo lo acepté porque ya lo conocía, según yo, y así estuvimos un año de enamorados. En esa época yo vivía con mi hermana y él iba a mi casa y hasta conversaba con ella. Todo iba bien hasta que mi hermano Carlos, que vive en Lima, me dijo que me fuera porque había algunos problemas con mi hermana.
Le dije que tenía que irme a Lima, pero que volvería, y él no lo entendió así. Le prometí que volvería por él, pero por un descuido mío logró quitarme mi libreta militar, que es un documento muy importante en Perú. Le dije: «De acuerdo, guárdala y dármela cuando regrese». La cuestión es que fui a Lima solo por tres días para hablar con mi hermano y decidimos que lo mejor era que me quedara allí y regresara para recoger mis cosas de la casa de mi hermana y pedirle que me devolviera mi documento.
Así que un día quedamos para encontrarnos cerca de su casa y que me diera mi libreta. Mi error fue decirle que ya no iba a volver, así que me dijo que se había olvidado de traerla y que mejor fuéramos a su casa. Yo, tonta de mí, acepté pensando que solo quería despedirse de mí, pero qué tipo de despedida me dio.
No soy muy alta, mido 1,65 m, tengo un buen trasero y unos buenos pechos, aunque no me gusta admitirlo, tengo buen cuerpo. No me visto de manera provocativa, como algunas chicas a las que les gusta que los hombres las miren; cuando me miran, me da vergüenza.
Bueno, ese día me quedé a solas con el recuerdo de él, que vivía alquilado en un cuarto y no había nadie en la casa. Cuando llegamos, él cerró la puerta con llave y yo le pregunté para qué hacía eso. Me respondió que era para que nadie nos molestara. Después, me propuso tener sexo antes de irme a Lima. Yo le dije que no quería, que me dejara salir. Me dijo que solo quería hacerlo conmigo y que después me dejaría ir. Yo le dije que era virgen y que me dejara ir. Creo que eso lo excitó más. Le dije que no me iba a ir a Lima, que me iba a quedar con él, pero no me entendió y seguía insistiendo en tener sexo. Como le dije que no, se enfureció. Yo traté de defenderme tirándole cosas, pero no pude. Se me acercó, me empujó a la cama y yo traté de quitármelo de encima, pero es más grande y más fuerte que yo y no pude. Cuanto más se me pegaba, más noté su pene, duro y listo para la acción.
Me levantó la camiseta y movió mi sostén para chuparme los senos. Yo le decía: «Déjame, soy virgen, no quiero que mi primera vez sea así», me dijo, y yo le respondí que no y lo arañé, lo cual lo molestó más y me dio una bofetada que me dejó tonta por un rato. Mientras yo estaba atontada por el golpe, él aprovechó para bajar mi pantalón y mi calzón hasta las rodillas. Cuando me di cuenta, mi pantalón estaba abajo y él con su pene listo para penetrarme.
Yo me moví con más fuerza para evitar que me metiera su verga, pero sus fuerzas eran mayores que las mías. Cerraba las piernas a toda costa para evitar que me penetrara, pero logró meter sus piernas dentro de las mías y bajo mi pantalón hasta los tobillos, así me abrió de piernas. Así quedó mi vagina descubierta y lista para que me follara. Esto no me excitaba para nada, así que estaba seca cuando sentí que me metía su pene en la vagina. Me dolió muchísimo porque estaba rompiendo mi virginidad y ni siquiera me había lubricado.
Sin piedad, metió todo su miembro hasta dentro de mí. Yo gritaba como una loca, me revolvía para evitar que entrara toda, pero mis movimientos no hacían más que excitarlo y seguía metiendo y sacando su pene de mi vagina. Sentí que me iba a morir y noté que me sangraba una pierna, tal y como me habían dicho que iba a suceder. Parecía que nunca iba a terminar.
Ya me cansé de luchar, estaba exhausta, cuando me di cuenta de que se ponía duro y de que iba a venirme dentro de mí. No quería, estaba en mis días peligrosos y podía quedarme embarazada. Intenté quitarle de encima, ya me resigné a ser cogida, pero iba a ser hijo de mi novio. No iba a permitirlo, así que, sacando fuerzas de donde no había, lo logré expulsar de mi interior y me puse a recoger mi ropa. Solo alcancé a subirme el calzón y traté de salir de allí, pero él se recuperó del golpe, me agarró del pelo y me devolvió a la cama. Esta vez me tiró boca abajo y ni siquiera se quitó el calzón, solo lo apartó a un lado y me clavó su pene de un solo golpe.
Esta vez estaba furioso por lo que le hice así que sus embestidas eran cada vez mas brutales sentí como sus huevos chocaban contra mis nalgas y nuevamente sentí que se iba a venir dentro de mi así que trate de quitármelo de encima pero esta vez ya no pude porque estaba de espaldas, su pinga entraba y salía de mi vagina cada vez mas rápido cada vez mas fuerte, yo gritaba como loca diciéndole que se detenga que me deje ir pero el no me hacia caso, mis gritos y mis movimientos solo lo excitaban mas y mas hasta que sentí algo caliente que se esparcía en mi interior se había venido dentro de mi.
Cuando finalmente me dejo me puse mi ropa lo mas rápido que pude y salí de ahí desvirgada por lo que había pasado, me habían culiado, habían roto mi virginidad. No siempre es maravilloso la primera; pero cuando te meten la verga al final se siente rico. No lo quería reconocer.
Ojala les haya gustado el relato pronto escribiré mas historias para que sean el deleite de todos ustedes.
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