Me aproveché de mi hija mientras dormia
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Hola a todos. Hoy les vengo a contar algo que hice con mi hija. Ella se llama Caro, y tiene 18 años. Es una chica tranquila, reservada pero no hay duda que también es muy sucia como yo. Físicamente es de piel blanca, cabello negro, lacio, complexión delgada, mide como 1.65, traserito parado y pechos medianos. Para mi es hermosa. Y no lo digo porque sea su madre sino porque en verdad es linda. En fin, cada quien tendrá su percepción de ella. En mi caso tengo 44 años, y aunque ya estoy algo grande me sigo cuidando saliendo a correr los fines de semana, así que aún mantengo un cuerpo delgado y cuidado, complexión delgada, trasero tonificado, y pechos igual medianos. Lo que les platicare pasó este viernes 2 de diciembre. Había llegado del trabajo a las 11:00. Últimamente he tenido mucho trabajo y mis noches han sido muy estresantes. Mis hijos, Caro y Jorge, ya estaban en sus recámaras. Tan cansada estaba que no tuve las ganas de avisarles mi llegada. Mi esposo ya había llegado de su largo viaje y lo encontré completamente dormido. Me cambié sin hacer ruido y me acosté. Poco después mis ojos se abrieron. Pensé que ya había amanecido pero me equivoqué. Mirar el reloj y ver que eran las 3:20 era aterrador para mí. Soy de esas personas que les es difícil retomar el sueño. Me paré a orinar, caminé por toda la casa, tomé agua y me senté en la sala. Habían pasado 15 minutos y nada. Visité a Jorge. Lo tape y fui a ver a Caro. Ella estaba peor que él. Estaba toda destapada y con la sabanas enredadas en sus piernas. Tenía puesto un short azul cielo de licra y una blusa blanca de tirantes. Pude ver porque tiene su lámpara de laba que su papá le dio en un cumpleaños. Me acerqué y desenredé sus piernas. Aún no podía olvidar lo que hice con ella cuando la descubrí con Jorge. (Si es la primera vez que leen mis relatos, los invito a leer el se relaciona con mi hija). Miré su colita y vi como lo tenía paradito y redondo. Aunque no soy lesbiana admiro el cuerpo de mi hija y el de cualquier mujer que tenga un cuerpo bien cuidado y rico. Decidí no taparla y me paré junto a la cama. Me senté y le acaricié el rostro. Estaba acostada boca abajo con la oreja izquierda sobre la almohada. Solo podía ver la parte derecha de su lindo rostro. Mi pulgar recorrió su mejilla derecha y sus labios. Le di un beso en el cachete y luego en el hombro. Levanté su blusa y rosé mi mano sobre la blanca piel de su espalda. Me incliné y se la besé. Recorrí cada centímetro de su espalda con mis labios. Fui bajando hasta llegar a su cintura. Mi boca se encontró con el resorte de su licra. Seguí por encima de su short y le di un suave mordisco a sus nalgas. Estaban paraditas. La verdad me excitó agarrarlas con mis dientes. Me paré y me coloque de modo que su traserito quedara frente a mí. Esa licra la hacia ver muy linda y sexy. No dudaría en que cualquier chico perverso quisiera comerle su culito. Metí mi rostro a su entrepierna y respiré. Olía rico su traserito. Acerqué mi mano derecha a su zona y presioné de modo que mi pulgar tocara la entrada de su culo por arriba de su licra. Le froté en círculo. La licra se le estaba metiendo en su sucia colita. Las ganas de verla toda desnuda me estaban matando. Me paré, prendí la luz de arriba y volví con ella. Metí ambos índices dentro de su short y se lo fui bajando desnudando lentamente su lindo trasero. Sus nalgas se asomaban hasta bajarle por completo la licra. Se veía tan linda desnuda. Agarré sus nalgas con mis suaves manos y se las separé dejando al descubierto ese rico ano. Mordí mis labios imaginando lo que podía hacer con ella. Tenía el ano entreabierto. Se las separé bien cuidadosamente para que no despertara y bajé mi cara a su colita. Le olí ese abierto orificio. Se lo chupé. Le sabía ácido pero me gustó. Le lamí suavemente para disfrutarlo. Se movió un poco y me detuve. No hizo nada más y seguí. Abrí bien la boca y cubrí su sucio ano con la boca y empecé a lamerle. Lengüeteaba e intentaba penetrarle el ano con la punta de mi lengua. Le daba pequeños golpecitos. De repente despertó. Me aparté y me subí encima de ella tapándole la boca con la palma de mi mano.
– no hagas ruido.
Me miró de reojo.
– ¿no dirás nada?
Simplemente negó con la cabeza y la solté.
– mamá, ¿que estás haciendo?, ¿porque tengo el shor abajo?, preguntó subiéndose la licra.
– nada, sólo pasé a verte. Y no quiero que te espantes, ¿me escuchaste?, le dije cubriendo sus cachetes con ambas manos y mirándola a los ojos.
– es que…no entiendo, ¿porqué lo haces?
– por la misma razón por la que quisiste coger un día con tu hermano.
No contestó nada.
– podemos hacer esto sin que nadie lo sepa.
– ¿hacer que?
– lo que estaba haciendo mientras estabas dormida.
– …no lo sé…¿no crees que esto está mal?
– no. Mientras a amabas nos guste. ¿o no te gusta?
– es que aún estoy un poco confundida. Me cuesta todavía entender lo que pasó aquella vez.
– simplemente pasó lo que tenía que pasar, y punto. Ven, dije dándole un beso en la mejilla derecha y luego en sus labios.
– mamá, no, detente.
– Solo tranquilízate. Y no hables, tu papá está dormido.
– ¿papá llegó?, preguntó queriendo apartarse de mí.
– si, pero descuida, no se enterara. Como lo que hicimos aquella vez.
– no, mamá, espera, dijo empujándome.
Me enojé y agarré su pezón derecho y se lo apreté fuertemente.
– aaaaaaa!!!
– cállate!!! Le dije tapándole la boca.
Se que le dolía pero tenía que obedecerme y complacerme. Su rostro reflejaba dolor.
– harás lo que yo diga, ¿si?
Me miraba.
– ¿si?, le pregunté esperando su afirmación y al mismo tiempo pellizcando su punta. Aceptó moviendo la cabeza. Destapé su boca. La acaricié del cabello.
– tranquila, te prometo que nada malo pasará.
No dijo nada y sólo mantenía su mirada firme. Besé su cuello, su hombro izquierdo.
– espera, dije. Bajé de la cama y fui a mi recamara. Abrí mi cajón donde guardaba un dildo liso de goma color morado. Entré a su cuarto y se lo aventé.
– ¿tienes esto?, preguntó mientras lo tocaba.
– si, porque, le contesté mientras me quitaba el pantalón de dormir. Me subí encima de ella. La monté.
– ¿nunca tuviste las ganas de tener uno?
– no. Claro que no. No lo necesito. Ahorita dices eso, pendeja.
La tomé e la cabeza y la bese metiéndole la lengua. Se la metí recorriendo por su paladar y sus dientes. Jugué con su lengüita.
– me gusta tu boca, mi amor.
– ¿eh?, preguntó.
– ven, agárrame el culo, le dije tomando sus manos para colocarlas en mi trasero.
– ¿porque te gusta tanto esto?
– cállate y sólo sigue la corriente. No arruines el momento.
Tomó mi trasero y lo masajeo mientras lamía su cuello.
– ¿te gustaría una verga de este tamaño?, le pregunté.
– jaja no lo se
– vamos, dime.
– tal vez. ¿Cuánto mide esto?
– 20 centímetro.
– ¿tanto?
– si. Hay varios tamaños pero elegí este.
– ¿Y que has hecho con él?
– pues…metérmelo.
– jaja por tu…vagina.
– si, y por el culo.
– ¿todo esto?
– si. ¿quieres ver?
– mmmm pues…jaja no sé tú.
Agarré el dildo y lo chupé. Lo lamí como si fuera una larga verga.
– rasga el calzón, le ordené.
– ¿cómo?
– sólo rómpelo,
Lo agarró e intentó rasgarlo desde el centro pero no podía.
– fuerte, estúpida.
– ay! No me digas así.
– yo te digo como quiero, idiota. Le contesté y le escupí la cara.
Lo logró. Me rasgo el calzón desnudando mi culo. Me saqué el dildo de la boca y escupí mis dedos de la mano derecha y me lubrique el ano. Me metí el dedo de en medio. Lo retiré y lo chupé.
– que asco, mamá.
La miré y la besé metiéndole la lengua para que probara. Sacudía su cabeza. Reí descaradamente. Solté su boquita y la tomé de la mandíbula con la mano izquierda mientras que con la derecha me frotaba el ano. Me introducía los dedos y me humedecía con la lubricación de mi orificio. Sentía bien rico penetrarme mis delgados dedos. Los retiré y los embarre en sus finos labios.
– pruébalos, mi amor.
Movía su cabeza de un lado a otro evitando que mis dedos tuvieran contactos con su boca pero no pudo. La tenía muy bien agarrada del mentón. Le di una cachetada en la mejilla izquierda.
– abre la boca, le ordené apretando su mandíbula.
Me obedeció y le metí los dedos a su linda boca. Los lamía. Me excitaba que los probara. Los saqué de su boca y los metí a la mía. Agarré el dildo y lo lubriqué con la saliva de mi mano. Lo escupí y resbalé mi lengua en él como si fuera una larga vergota. Acerqué mi cadera pegándola en su pelvis.
– agárrame las nalgas, mi amor.
No digo nada pero lo hizo.
– pasa tu mano a mi vagina y frótamela.
– …no se mamá.
Tomé su mano izquierda, doble mi calzón dejando desnuda mi húmeda rajita y presioné su mano. La untaba de arriba a abajo.
– así, tócame así.
La solté dejando que ella lo hiciera.
– eso, ráscamela con tus dedos.
Dejar que otra mano me tocara me estaba excitando un poco más. Me sentía tan caliente que empecé a mover las caderas de adelante hacia atrás.
– mmmm síguele, méteme los dedos.
– estás muy húmeda
Le quité la blusa.
– tienes ricos pechos.
Sonrió un poco apenada y nerviosa.
– toma chúpalo, le dije acercando el dildo a su boca.
– abre la boca.
Lo hizo y le metí lentamente el dildo.
– eso, corazón. Chúpala como si fuera la verga de Jorge.
Abrió más su boquita para que le entrara más ese trozo de goma.
– ¿te gusta?
Asintió con la cabeza.
Saqué el dildo y lo chupé. Escupí nuevamente mi mano y lubriqué mi ano. Coloqué la punta del consolador y la fui metiendo lentamente. Los dedos de Caro en mi vagina y con un dildo en el culo me encantaban.
– ráscame el clítoris.
Sacó sus dedos de mi sexo y comenzó a acariciar mi clítoris con sus dedos.
– eso, así.
Enterré el dildo penetrándome unos 10 centímetros. Apreté un poco los dientes y el ano. Aunque estaba lubricada me dolió. Lo retiré y lo volví a meter.
– Aaaa!!, solté un ligero grito apretando el hombro derecho de Caro.
– ¿te lo metes todo?
– no burra, solo un tanto.
Empecé a penetrarme con mas ganas el culo. Sacaba y metía el dildo. Lo retiré y se lo metí a la boca.
– toma
– noo, mamá, espera.
La agarré de la mandíbula y la forcé.
– abre la boca, le ordené enojada.
Me obedeció y le di a probar.
– ¿a que sabe? ¿a mierda?. Órale, chúpalo como lo estabas haciendo.
Le metía y le sacaba el consolador de su hocico. Lo chupé. Sabía un poco dulce y ácido. Lo volví a meter a mi culo pero con más fuerza logrando que me entrara un poco más.
– Dios, que rico!! Me entró casi todo. Lo fui sacando y justo con me lo retiré se me salió un pedo. Lo acerqué a su boca y le volví a penetrar.
– pruébalo, mamacita. Sabe rico, ¿no?.
Lo saqué y le di unas cachetadas dejándole la mejilla algo roja.
– estúpida mocosa. ¿Quieres que te toque, mi amor?, le pregunté con un tono brusco.
Me bajé de ella hincándome sobre la cama y quedando en medio de sus piernas. Ambas piernas estaban a mis lados. Agarré su short y se lo quité.
– ¿solo duermes con esto?, le pregunté al ver que sólo tenía eso.
– …si, ¿porque?
Le puse su licra sobre su nariz para que oliera. Al estar bien abiertota, apoyé sus piernas sobre mis muslos. Se recostó. Se veía tan linda en esa posición y completamente desnuda. Puse mi mano derecha sobre sus pliegues y la acaricie. Dio un ligero respiro.
– ¿te gusta?
– ¿eh?
Sonreí y abrí su rajita. No estaba tan húmeda pero se veía muy rica. Con el índice comencé a rascarle el clítoris.
– …mamá
– ¿que pasa?
– …nada, esque…
– se siente rico, ¿verdad?
Aumenté el ritmo de acariciarla. Puso una de sus manos sobre la mía y dió un profundo respiro.
– Aaaahhh!!!
– no lo hagas tan fuerte que escucharán.
Me detuve y le metí dos dedos.
– mamá, espera
– shhh, shhh, tranquila.
Los retiré y los escupí metiéndoselos nuevamente. Formé un gancho con mis dedos y le empecé a rascar por arriba intentando llegar a su zona o punto G.
– mmm…mamá…
– ¿que hermosa?
– siento…rico…
– ¿si?, ¿quieres más?
– …si, ajá…
Le empecé a dar golpecito y a rascarle con la yema de los dedos en esa parte.
– Aaahhh!!!
Jadeó mi nena.
– tranquila, preciosa, la calmaba.
Agarré su mano y metí uno de sus dedos para chuparlo. Succioné y lamí.
– Rayos, mami!!! Aaahhh!!!
– ya te vienes, ¿que pasa?
– no se…siento rico pero…raro. Tengo ganas de orinar.
– no, no es eso, descuida.
Verla excitada me excitaba a mí. Su mano la recorría por todo su cuerpo. Por su cara, sus pechos, su estómago. Su rostro lo arrugaba como si quisiera llorar.
– ¿más?
– …no sé…si, más!!
Aumenté el ritmo con ganas haciéndola retorcerse.
– vamos, corazón. Ya vente!!
– mmmm si!!! Que rico!! Dios!!!
– vamos, vamos, le dije rascándole con desesperación
– ssii!!! Aaaahhh!!! Mamá!!! Dios!!! Más!!! Más!!!, me pedía en voz baja. Justo en ese momento su vagina explotó en un rico orgasmo.
– Aaahhh!!!, Jadeó. Le tape la boca.
Se retorcía. Sus piernas no dejaban de moverse ni de temblar. Se quedó quieta por un momento. Mantenía sus los ojos cerrados. Me recosté sobre ella y le di un beso en la frente y en la boca.
– ¿te gusto?
– ….si…
Jalé sus lindos labios.
– voltéate y arrodíllate.
La ayudé de modo que quedara apoyada de rodillas, con la cara enterrada en la almohada y con el traserito levantado lista para que la penetraran. Acaricié su colita. Me senté frente a su culito y le separé las nalgas para darle una rica lamida en el ano.
– …mamá, no hagas eso.
– mmm estás hermosa.
Su suave y blanca piel la disfrutaba con cada lamida que le daba. Agarré bien su culo y separé sus nalgas para luego escupir y darle una buena lamida. Golpeaba su hoyo con la punta de mi lengua. Chupé dos de mis dedos (índice y medio) de mi mano derecha y se los metí abriendo su rico culo.
– au, au!! Espera!!
– sólo relájate.
Los metí con fuerza hasta adentro.
– mmm que rico, dije al ver mis dedos dentro de su lindo traserito.
– mamá
– ¿que pasó?
– sácalos, me duele un poco.
– ahorita, corazón.
Empecé a mover mis dedos. Los giré de izquierda a derecha y viceversa. Su anito se le abría pero lo cerraba. Metí con fuerza.
– aaaa!!!
– cállate, estúpida, le dije recostándome sobre ella sin sacarle los dedos.
– ya no lo hagas, sácalos, me pedía como si quisiera romper en llantos.
– no corazón, no lo voy a hacer.
Sacudí mis dedos haciendo temblar su culo y empecé a escarbarle.
– me gusta tu trasero, mi amor.
Le saqué mis dedos y revisé que no tuvieran nada. Me los metí a la boca para probar el sabor de su lindo culo.
– mmm que rico
– Dios, que asco, ya no sigas, dijo.
Agarré su nalga derecha y la pellizqué fuertemente. Le tape la boca antes de que soltara un grito.
– no corazón, tú no me das ordenes.
Su rostro se arrugaba de dolor. Solté su culo, escupí mi mano bañándola de mi saliva y la resbalé sobre su ano. Busqué el dildo con mis ojos. Lo agarré con la mano llena de saliva y lo lubriqué. Coloqué la punta en su hoyo y lo fui metiendo.
– aaaa!!! Mamá, espera.
– relájate, relájate.
Le fui penetrando ese rico culo. Vi como su ano se abría poco a poco. Había metido la mitad del consolador pero para mi no era suficiente. Se lo dejé unos segundos para que se le dilatara bien el rabote. De un golpe le metí el dildo hasta adentro. La base topó su entrada.
– Dios!!! Mamá!!! Me duele!!
– ya, tranquila
Le acaricié el culo y la espalda.
Saqué un poco el dildo y se lo volví a meter. Lo hice tres veces seguidas. Luego aumenté el ritmo. Fui haciéndolo más rápido sin retirárselo.
– mamá!!
– ¿quieres que siga?
– …no se
– ¿como que no sabes?, le pregunté y le pellizqué sus pliegues.
– au, au, au!!
– deja de quejarte, la regañe.
Le saqué el dildo y lo chupé dejando su ano bien abiertote.
– que rica estás.
Metí todo el dildo a mi boca. Lo lengüeteé con gusto.
Vi como abría y cerraba su rabito.
– ven, no te muevas.
Agarré su traserito. Se lo abría y se lo cerraba juntando y separando sus nalgas. Le di una lamida a la entrada de su culo y giré su cuerpo dejándola recostada viéndome. Me bajé al frente de la cama y la jalé dejándola totalmente acostada viendo hacia el techo. Me subí pasando por sus piernas, su estomago y su pechos. Me hinqué apoyando mis rodillas a los laterales de su cabeza dejando mi entrepierna a unos centímetros de su cara. Me senté sobre sus pechos, separé mis pliegues y fui bajando lentamente.
– vamos, chúpala, le pedí.
Sus ojos miraban mi rajita. Al ver que no lo hacía, la agarré del cabello y pegué su boca y su nariz a mi vagina.
– Órale, chúpame.
No abría su boca. Le di una cachetada en su mejilla derecha.
– vamos, mi vida, hazlo.
– no, mamá, no lo haré.
– ven, si lo harás, le dije agarrándola de las greñas fuertemente.
Unte su linda boquita sobre mi rica vagina.
– mmm…no…
– vamos, mi amor, chupa, chupa.
Me divertía y me excitaba verla. La aparté para que hablara.
– sabe a orines
– si corazón, fui al baño antes de venir aquí, pero tú sigue
– no, espe..ra
Me gustaba como su boca rosaba con mis pliegues. Verla así me incitó a hacer algo que no había hecho antes pero tenía ganas de experimentar.
– ¿te gusta la vagina?, ¿te gustaría probarla bien?
– no, mamá…espera…
– cállate, estúpida, te van a escuchar.
Sacudía su cabeza pero la agarré bien pegándola a mi entrepiernas.
– abre la boca, ábrela, le ordené.
– mmm…no
La sostuve fuerte con ambas manos y empecé a mearme sobre su boca. Dejé salir mi agüita sobre ella.
– …no, dijo moviendo su cabeza de un lado a otro.
Sosteniéndole la cabeza, pellizqué ambas mejillas, diciéndole que bebiera mis meados. Aunque no orinaba mucho porque ya había ido al baño aún me salían pequeños chorritos.
– lengüetéala, le pedí.
Apenitas y lo hacía. Le di una cachetada.
– Órale, hazlo.
Mi carácter fue estricto y rudo con ella. Vi que quería llorar. Sus ojos estaban rojos y reteniendo las lagrimas. Sacó su lengua comenzó a lamer mis mojados pliegues.
– eso, chúpala
– sabe ácida, dijo haciendo gestos.
– sigue, resbala bien tu lengua.
Su lengua estaba a la altura de mi clítoris por lo que me hacía disfrutar de placer.
– hazlo rápido, mi amor, le pedí amablemente.
Aumentó el ritmo de sus lamidas.
– que rico!!! Sigue!! Más rápido!!!
Me excitaba muy rico. Mi espalda se arqueaba de placer. Me encorvaba recargando mi mano izquierda sobre la pared.
– lo haces bien, no pares, vamos, vamos!!
Levanté mi vagina, me di la vuelta y me senté en su cara.
– chúpale, vamos!!
Aplastaba su cara con mi trasero. Lo movía de atrás hacia adelante, embarrándoselo.
– Órale, chúpame. Méteme la lengua.
Me gustaba como sacudía su cara tratando de no obedecerme pero no podía, mi peso le ganaba. Agarré mis nalgas y me separé los glúteos para que mi ano se abriera.
– huele mi culo, mi vida.
– …mamá…no…
Me reía de ella descaradamente. Entre más se negaba menos la soltaba. Sentía su nariz rosando mi ano bien abiertote.
– chúpalo, vamos, le dije untándole en la boca mi entrada.
– no, guacala.
Me abrí bien el culo y pujé tirándole un pedo en su cara.
– mamá, noo!! Que asco!!
– cállate, le dije pellizcándole sus tetas.
– au, aaa!! Noo!!! Por favor!!!
– pues, haz lo que te digo.
Le solté sus pezones. Agarró mi trasero con sus manos y pasaba su lengua por la entrada de mi culo muy suavemente, con miedo.
– hazlo bien!!, le exigí dándole un manotazo en la cara. Agarré su cabello para pegar su cara a mi culo.
– vamos, nena, chúpale.
Resbaló su lengua.
– eso, así, hazlo otra vez.
Su lengua acariciaba muy rico mi colita. Tenía el ano muy dilatado.
– mete tu lengua.
– ¿que?
– si, méteme tu lengua en el culo.
– no, no lo haré, mamá, como crees.
– si, ven, contesté sentándome bien en su cara, recargando mi peso sobre su linda boca.
– vamos, hazlo!! Métela.
Sacudía su cara pero no me paré. Se quedaba sin aire. Me levante y dio un profundo respiro.
– mamá, no. Por favor!!
– no, hazlo, solo métela!!!
Agarré mi culo separando mis nalgas y me tiré un pedo.
– Que puta asco!!!
– huele, estúpida, vamos!!, le exigí embarrándole el culo en su jeta.
Me incliné hacia adelante para recostarme sobre su pecho y llegar a su vagina. Separé sus pliegues con mis dedos y empecé a lengüetear su clítoris.
– mmmmm!!!
– ¿te gusta esto, mi amor?
– ¿eh?, mmmm
La estúpida no podía ni responder.
– chúpame, le pedí mirando hacia mi culo.
Miro mi trasero y sacó su lengua acercándola a mi sucia colita. Sentí la punta de su lengua rosar mi estrecho hoyo.
– eso, métela!! Méteme la lengua en el culo!!
No me respondía pero lo hacía. Retrocedí un poco acercándole el culo para que estuviera más a gusto y seguí lamiendo su linda rajita.
– Dios!!! Mamá!!
– sigue, no pares!!
Su lengua acariciaba mi orificio muy rico. Golpeaba mi ano con su lengüita. Sin querer se me salió otro gas justo cuando resbaló su lengua.
– guacala, no lo hagas!!
– perdón, tú sigue!!
Me enderece y miré su rostro. Escupió haciendo gestos de desagrado. Me bajé de su cara y tomé mi ropa.
– te dejo, corazón. Descansa. Y ni una palabra. A nadie.
Sólo me miraba. Salí del cuarto y entré al baño. Salí y regresé a mi recámara con mi esposo.