Marcos y mi primer intento anal

En mi primer relato conté como conocí a Marcos, este hombre musculoso de 38 años, barba prolija y cabello corto castaño. Conté cómo tuvimos nuestro primer encuentro en aquella camioneta blanca doble cabina, donde mutuamente nos practicamos sexo oral. Aquella había sido mi primera experiencia con un hombre y no podía quitarme de la cabeza esas imágenes. Sólo pensar en el sabor de ese pene me volaba la cabeza.

Pero en aquella oportunidad, Marcos no había podido terminar, pues (pese a ser mucho más experimentado que yo) estaba muy nervioso porque temía que alguien nos viera en aquel camino desierto. Después de esa vez, seguimos chateando; le dije que me había encantado y que la próxima vez podríamos tener más tiempo y vernos en mi casa. Así fue.

Otro sábado en el que él viajaba por trabajo, hizo una parada en mi pueblo y me escribió. Le indiqué mi ubicación y llegó rápidamente. Mi corazón palpitaba como la primera vez. Salí hacia la calle y vi esa camioneta blanca doble cabina que tantos recuerdos me traía. Marcos bajó, vestido como aquella vez (jeans azules ajustados y una remera blanca también muy pegada a su cuerpo). Entró a mi casa, lo invité a la habitación; recibí sus lentes oscuros y su celular y los puse en la mesita de luz.

“¿Viaje cansador?” pregunté. “Un poco” me respondió; a lo que repliqué: “tranquilo, ahora vas a relajarte”. Me acerqué a él y puse mi mano sobre su pecho enorme. Marcos, recuerdan, un hombre de 38 años, musculoso, 1,78m de altura aprox.; y yo, un flaco de 28 años, lampiño y pelo largo; 1,73m de altura. Si bien Marcos era solo un poco más alto que yo, era notablemente más fornido. Sus brazos eran enormes en comparación a los míos. Los acaricié y luego dirigí mi mano hacia su espalda, casi como abrazándolo tímidamente y recostando mi cabeza en su pecho.

Le quité su camiseta y volví a acariciar su torso, su abdomen y le di un pequeño beso en el pecho mientras desabrochaba su cinturón. Bajé su pantalón y me arrodillé frente a él mientras acariciaba ese bulto bajo el bóxer. No tardó en quedar completamente desnudo. Besé su abdomen y bajé a su pelvis, tenía el bello púbico recortado y el olorcito de su pija era tal como lo recordaba. Se me hizo agua la boca, sólo quería volver a saborear ese pene… mmmm, estaba riquísimo. El sabor y el olor de esa pija, lo que había dado vueltas en mi cabeza durante semanas, otra vez lo estaba sintiendo. Pero esta vez estábamos más tranquilos y tenía todo su cuerpo para mí. Mientras se la chupaba lo manoseaba todo, su abdomen, sus piernas, su cola.

A todo esto, yo ya me había quitado mi remera, pero me paré para quitarme también los pantalones. Cuando quedé en calzoncillos, recuerdo que me paré detrás de Marcos; vi su cola parada y ese lomazo. Puse mis manos sobre sus hombros, besé su espalda y ligeramente rocé su cola con mi bulto. Luego le dije que se sentara en la cama; yo me arrodillé y seguí mamando.

Mi pene estaba durísimo y ya no aguantaba los calzones, así que me paré y me los quité. En ese momento, acerqué mi pija a su cara y él comenzó a chuparla con la misma desesperación de la primera vez. Yo siempre haciendo todo lento, Marcos en cambio más salvaje.

La escena era Marcos sentado en el borde de la cama, chupando mi pija mientras yo estaba de pie frente a él. Lo abracé por el cuello y me senté sobre él, de tal manera que nuestros penes se rozaban. Entonces le dije que se acostara; puso su cabeza sobre la almohada y yo me puse sobre él, pero al revés, con mi pene (y mi cola) cerca de su cara, mientras comencé a lamer su verga otra vez. Él tomó mi pene y lo puso en su boca, luego rozó un dedo en mi ano y eso me hizo pensar “y si lo intento?”

Me deslicé hacia adelante y quedé sentado a espaldas de Marcos, sobre sus piernas y comencé a frotar su pene entre mis nalgas. Él agarró su verga y colocó la cabeza justo en mi agujerito; completamente cerrado, nunca antes había siquiera intentado algo así. Yo intentaba meterlo, pero no había caso, estaba muy cerrado y ya me dolía un poco. Me dijo que me diera vuelta, lo hice… Me senté sobre él, con mis manos en su pecho y nuevamente comencé a frotar mi ano con su pija… lentamente, la puntita de su pene fue abriendo mi colita virgen.

De a ratos, Marcos embestía con fuerza como queriendo meterla definitivamente, pero me dolía mucho. Entonces, seguimos así unos minutos más…yo moviéndome lentamente sobre su pija, cabalgando la puntita de ese pene con mi culito cerrado. De esa forma, mi verga rozaba en el abdomen de Marcos y se sentía todo muy rico. Ese fue el único momento en que lo vi a los ojos… Me miró fijamente, pude ver su cara de excitación, mientras me agarraba fuerte de la cintura…

En ese momento, mi mente se fue… Ver cómo se excitaba con mis movimientos, sentir la cabecita de su pija en mi cola, mi pene rozando con su abdomen… Sólo recuerdo que solté un gemido y mi cuerpo se salió de control, me retorcía mientras de mi pene salían fuertes chorros de semen sobre el pecho de Marcos. Aun recuerdo su cara cuando el primer chorro cayó sobre su pecho, casi llegando a su cuello… sólo dijo “ufff…” y me miró como pidiéndome más… y así fue. Acabé como si no lo hubiera hecho durante meses.

Durante mi orgasmo, su pene salió de mi cola. Así que me arrodillé al costado de la cama mientras él seguía acostado y chupé su pene un poco más, mientras lo pajeaba. Marcos tomó mi mano y empezó a agitar con fuerza, hasta que eyaculó también sobre su pecho.

El pecho y el abdomen de Marcos eran una mezcla de su sémen y el mío. Yo corrí al baño a buscar papel. Él se limpió y me dijo “voy a necesitar más papel”, yo sonreí y fui por más. Ambos somos muy lecheros.

Marcos se vistió rápido, y se fue. No nos dijimos mucho, pero aun recuerdo esa tarde y me calienta como la primera vez. Ojalá lea esto algún día…

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Piedraguilensex
Piedraguilensex
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Un comentario

  1. Muy hot tu relato. Estuvo muy bueno tu intento de ser desvirgado. Quizás luego si te pudo ensartar a fondo y llenarte de esperma. O no se produjo un nuevo encuentro ? Besos

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