Mamá y su jefe Oscar
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Mi madre es una mujer mayor, de 45 años y nada especial. Gordita como cualquier ama de casa, de tetas caídas y pequeñas, con un enorme culo gracias a su peso, rostro de una mujer de su edad pero de labios gruesos. Su nombre es María y trabaja en una oficina como secretaria de abogados. A ojos míos y de mi padre ella no tiene encanto alguno, es una mujer más en un trabajo bastante aburrido, y su rutina tampoco es tan agitada. Todos los días ella se levanta y hace el desayuno, mi padre se va a la constructora a trabajar y yo me voy al colegio, ella se va por su parte a la oficina y regresa hasta las 6 de la tarde, para esa hora yo ya estoy en casa y ella hace rápido la cena para recibir a papá, lava platos y todos nos vamos a dormir a las 10 de la noche.
Mamá me ha dicho muchas veces que siente mucho aburrimiento, hace mucho que no tiene conversaciones entretenidas con papá y siente que no la escucha ni cuando van a dormir, y yo no tengo tiempo para ella por estar más tiempo con mis amigos o en la calle con mi balón (me gusta mucho el fútbol).
Hace 1 semana mamá comenzó a regresar a casa una hora después de que yo llegaba a casa (regreso a las 2 de la tarde) y contrario a lo cansada y estresada que se veía en el pasado, ella tenía en su aura cierto sentimiento de alegría que hasta la comida comenzaba a saber mejor.
Pensaba que era por la hora, total, no había nada raro en su actitud, pero desgraciadamente me enteré de lo que sucedía el día de ayer.
Mamá olvidó su celular en casa, esta vez ella tenía prisa y mi padre ni siquiera estaba en casa por haberse quedado unos cuantos días a supervisar las construcciones (trabajaba en una obra enorme para una mansión de un millonario), pero lo curioso de la situación es que mamá no salió con su ropa aburrida de siempre. Ella usualmente viste blusas de cualquier color, sin nada revelador porque ella no tiene nada para mostrar, una falda floja que le llegaba hasta los pies y de vez en cuando un suéter café o verde menta dependiendo del color que llevaba, también su cabello bien recogido en una cola de caballo alta. Esta vez mamá no llevaba nada de eso, al contrario, llevaba un vestido rojo pegado a su cuerpo que a pesar de que no le hacía aumentar su atractivo, aumentaba la elegancia que tenía gracias a su piel clara. De mangas que llegaban unos centímetros abajo de sus codos, cuello redondo sin escote, falda hasta las rodillas haciendo que se marque su gordo trasero y unas zapatillas color crema. El cabello esta vez lo tenía suelto y ondulado desde temprano, y su bolsa de colgar negra lo había cambiado por un bolso de color crema.
Mamá se despidió de mí, me dijo que su jefe tenía una reunión importante con aliados y que necesitaba su presencia para apoyarle. Tomó su bolso y se fué, yo todavía tenía tiempo para salir porque restaban 30 minutos para lanzarme al colegio, pero de repente un celular sonó en el mueble donde guardamos platos y vasos. Era el teléfono de mamá, le llegaron mensajes de su jefe y preguntando algo que me dejó confundido. «¿Vienes pronto?», «ya pedí tu pastel favorito, cariño». Me sentía confundido por la manera en que el jefe de mi madre la llamaba, ¿por qué cariño?, aunque comenzaba a tomar sentido en porqué ella no desayunó para nada.
Iba a tomar el celular para desbloquearlo pero pronto noté que tenía contraseña, algo que me hizo preocupar más porque ella jamás le había puesto contraseña por la confianza que tiene con papá. Lo dejé en dónde estaba y regresé a comer, justamente mamá había regresado y algo nerviosa fué por su teléfono diciendo que se le había olvidado, ahora yendo deprisa hacia la puerta para irse.
Ya no estaba tranquilo, algo me hacía sentir que debía seguirla o no estaría tranquilo en todo el día, así que sin mochila ni nada decidí seguirla luego de tomar mi cartera y una gorra. Mamá no camina muy rápido, así que podía seguirla a 1 cuadra lejos de mí, y al llegar a la parada me dí cuenta que tomó un autobús al que jamás he subido, por lo tanto no tuve más remedio que tomar un taxi para que siguiera el autobús.
Viajamos por varias calles, hasta que mamá bajó en una esquina del centro y yo también bajé para seguirla, ella siguió caminando y gracias a la gente que había no me resultó tan difícil que ella no me reconociera. Llegó hasta una cafetería dónde tomó asiento en una de las mesas al aire libre, frente a un hombre que parecía ser su jefe y que al final saludó con un beso en los labios. Ese solo gesto me sorprendió, jamás creí que ella sería capaz de besar a alguien que no sea papá, pero creo que debía esperarlo desde el momento en que ví que ella se vistió con ese vestido rojo. Pero su jefe si que era alguien demasiado curioso, gordo y moreno, de barba larga y rapado de la cabeza, se veía de mala cara pero la sonrisa que le daba a mi madre pasaba un poco desapercibido su rostro de malo. Eso sí, vestía un traje negro bien limpio, y con un reloj en la muñeca que se veía chiquito gracias a sus enormes y gruesos brazos y manos. En mi mente decía, ¿ese es un abogado?, si yo no supiera quién es, pensaría que es una especie de delincuente. Era gordo pero grueso, se veía con mucha fuerza y mamá a pesar de ser también gordita, se veía chiquita al lado de él por ser más chaparra que papá o yo (Papá mide 1.78, mamá 1.58 y yo 1.74).
Yo estaba lejos de ellos, no podía escuchar nada de lo que decían pero si sabía que ambos se reían mientras hablaban, tomando café, comiendo pastel, incluso besándose y jugando como una pareja de jóvenes enamorados.
Eso me hacía sentir furioso, jamás creí que mamá sería capaz de verse a espaldas de papá con otro hombre, y menos con uno tan feo y gordo como ese abogado.
Pasó casi una hora y ambos se levantaron, el hombre sacó de su billetera el dinero y lo dejó sobre la mesa para así tomar a mamá de la mano y llevarla a su camioneta para irse. Rápidamente yo también los seguí con otro taxi, y el lugar al que llegaron me dejó sorprendido.
No era otra casa más que la de mi tío Darío, hermano de mi mamá y seguramente ahí tendrían algo porque mi tío le dejó las llaves a mi madre ya que se iba de viaje por 1 mes entero. Ambos bajaron luego de guardar la camioneta en la cochera y entraron a casa, yo también bajé pero no fuí tan tonto como para ir por el frente de la casa. Yo la conocía perfectamente ya que seguido iba a ver a mi tío para ver el fútbol cuando era niño, así que sabía perfectamente que habia una manera de ir de lado gracias a una pared del vecino. Una vez de lado me asomé a la primera ventana la cual daba hacia la cocina, pero no había nada, de ahí fuí a la del pasillo y tampoco había nada, pero luego fuí hacia la de la sala y ahí pude ver a ambos en el sillón.
Era un espectáculo sorprendente, el saco del hombre estaba en el suelo al igual que su camisa blanca, estaba desnudo del pecho y estaba repleto de pelos por todos lados, parecía una alfombra. Mamá por otro lado tenía el cabello recogido con una pinza de cabello, con los dedos de su mano izquierda acariciando un pezón de su amante, y con la punta de su lengua jugando con el otro pezón. Era asqueroso, no entendía como mamá se atrevía a hacer eso con tanto pelo en el pecho del hombre, pero él parecía suspirar pesado por el contacto que tenía.
Luego de un rato ella dejó de hacer aquello, y yendo hacia el cierre del pantalón quitó el cinturón para bajar todo, mostrando así un boxer azul que mostraba un enorme bulto marcado en la zona del pene. Mamá también bajó el boxer, se veía emocionada y al lograr hacerlo se vió claramente como una enorme verga venosa y peluda chocó con los labios de mamá. Era sorprendente, no creía que ese hombre tuviera algo tan enorme en sus pantalones y menos que fuera apetecible para mamá. Ella se sorprendió, pero tomó con ambas manos ese enorme pene y comenzó a masturbarlo, besando de vez en cuando la cabeza y el tronco para luego bajar a sus bolas llenas de pelos y meter cada testículo a su boca. Al final se veía que su boca tenía varios pelos, y aún así ella comenzó a tragar hasta la garganta el pene de ese hombre.
Mientras el gordo gemía fuertemente, mamá se atragantaba con esa cosa que probablemente no la dejaba ni respirar, pero aún así ella seguía a pesar de toser y hacer gárgaras.
«Ahí viene la leche» gritó el hombre mientras sujetaba de la cabeza a mi madre, y en cuestión de segundos ella se aferró a sus piernas velludas mientras soportaba la enorme carga.
Ella al separarse mostraba una enorme cantidad de saliva mezclada con semen, y en sus labios una sonrisa se dibujaba mientras llevaba las manos al cierre de su vestido en la espalda.
«Follame Jorge, follame como nunca antes con esa cosota», decía mamá al levantarse para tirar el vestido al suelo y quedar solamente en ropa interior. Un brasier negro de encaje junto a una tanga negra y pequeña que se veía algo apretada en ella. Incluso habían vellos púbicos expuestos, pero la cola se marcaba demasiado gracias a sus enormes nalgas que tenía gracias a su peso.
Su jefe no dijo nada, solo sonrió y se levantó del sillón para caminar hasta mamá y agacharse detrás de ella, colocando su rostro frente al culo de mamá.
«Sigo sin entender como tú esposo es tan pendejo como para dejarte sola e ignorar tu hermoso y gordo culo».
«Por eso es que te amo Jorge, porque no te importa mi aspecto, me sigues viendo como una mujer».
Su jefe la empujó contra el sillón y comenzó a retirar la tanga de mamá, lamiendo su ano con desesperación. Luego, con su pene duro nuevamente comenzó a acariciar la vagina de mamá para así penetrarla y hacerla gritar del placer. Ella enterraba sus uñas en el sillón, gritaba por sentir esa cosa dentro de ella pero aún así chillaba porque la azote como una perra.
«Soy tu perra amor, ¡dale a esta sucia perra su leche calientita!.
Ella estaba de perrito en el sillón, mientras el viejo barbon seguía taladrando su culo. Luego, ambos dejaron esa posición para así recostarse en el suelo y adoptar la forma del misionero. Ella en el suelo besaba con pasión los labios de su amante, y él seguía metiendo y sacando su verga con mucha intensidad. Cambiaban de posición y lugares en la sala a cada rato. Se asomaban en la ventana mientras a ella le taladraban el culo, el hombre se sentaba en el sillón para que mamá se sentara dándole la espalda para ver sus nalgas rebotar en el. Y al final, cuando parecía que todo estaba por terminar, nuevamente regresaron a la posición del misionero está vez en el sillón.
Mamá se veía muy cansada, pero hasta ahora me daba cuenta que ella estaba llorando mientras gemía.
«¡Ya voy a terminar, amor!»
«Damelo, dame toda esa leche en mi vagina para que el estúpido cornudo de mi esposo sepa que alguien más se coge a su esposa. ¡Que sepa que me quiero divorciar de él para ser la esposa del licenciado Jorge!»
Ambos frenaron, y se besaron mientras el hombre descargaba toda su leche en mamá.
Parecía que terminaron, y yo que he visto todo hasta el final me sentía bastante asqueado. No solo por saber que tan asqueroso es ese viejo, sino porque la imagen de mi madre que tenía sobre ella se había caído en pedazos.
Y el divorcio entre ellos probablemente esté muy cerca.
«Ahora limpia mi verga mujer»
«Lo haré papito, pero antes creo que te gustará lo que tengo para tí~»
Mamá puso en cuatro patas al hombre sobre el sillón, y tomando su verga con las 2 manos ella metió su cara entre las nalgas del hombre para lamer el ano.
«Oh sí, eres una sucia perra~»
«Tu me hiciste así, desde que me follaste como toro en la oficina»
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