Los juegos eroticos con mi amiga

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Habíamos quedado a las cinco de la tarde para ver alguna peli en mi casa. Estábamos completamente solas, así que nadie nos molestaría y podríamos hablar y hacer cualquier cosa que se nos antojara. Así que nos relajamos en el sofá y empezamos a ver la película en cuestión. Se trataba de una peli de terror, por lo que los sustos entre nosotras estaban más que asegurados. Suerte que contábamos con una bolsa grande de chucherías, porque yo mientras comía conseguía asustarme menos y disfrutar más de la película. El caso es que tanto ella como yo no parábamos de darnos sustos y hacernos cosquillas entre nosotras. Estábamos bastante excitadas, pero lo achacamos completamente al ambiente de terror que estábamos viviendo.

Cuando ya llevábamos un buen rato de sustos y gritos aterradores, cogí un regaliz de la bolsa de chucherías y empecé a comérmelo por la punta. Entonces mi amiga decidió coger el otro extremo y comer desde el otro lado. Aquel gesto inocente hizo que nos acercáramos mucho entre nosotras. Llegó el momento en el que sus labios estaban muy cerca de los míos, y nos quedamos mirándonos a los ojos y decidiendo que hacer en aquel momento tan excitante como incómodo. Yo me lancé y besé a mi amiga en la boca. Aún hoy no sé muy bien por qué lo hice, pero el caso es que me atreví, y a día de hoy no me arrepiento en absoluto de ello.

Mi amiga se mostró totalmente receptiva, así que nos besamos intensamente y nuestras bocas se abrieron para que las lenguas se entrelazaran y se recorrieran la una a la otra. Dejamos de prestar atención a la película y nos enrollamos entre nosotras con unas ganas terribles de tener sexo. Nunca antes habíamos vivido un momento lésbico. De hecho, ambas nos considerábamos heterosexuales hasta ese momento. Sin embargo, existía una atracción mutua que no podíamos obviar y teníamos que responder a esa llamada con todo nuestro erotismo y sensualidad femenina.

Nos quitamos la ropa y empezamos a jugar con nuestros dedos, introduciéndolos en el coño de la otra con toda la inocencia y excitación del momento. Estábamos experimentando con nuestros cuerpos y queríamos llegar hasta el final. De modo que decidimos masturbarnos la una a la otra hasta alcanzar un orgasmo al mismo tiempo. Al ser chicas, sabíamos perfectamente dónde estimular a la otra para hacer que experimentara el máximo placer posible. Nuestros dedos se movían con una habilidad pasmosa, provocándonos un gusto increíble que no se puede describir con palabras. Acompasamos nuestros ritmos para conseguir corrernos al mismo tiempo.

Finalmente conseguimos nuestro objetivo. Tanto ella como yo alcanzamos el orgasmo a la vez. Nuestros cuerpos se estremecieron de arriba abajo y nuestra piel se erizó ante tanto placer obtenido. Teníamos los chochitos completamente húmedos, ya que al corrernos habíamos llegado a eyacular algo de fluido vaginal. Nos lamimos los dedos aprovechando aquel líquido expulsado directamente de nuestros coños. No sabíamos ni por qué habíamos empezado todo aquello, pero de lo que estábamos seguras es de que estábamos deseando repetir en cuanto tuviéramos oportunidad.

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