Les contare de como empezó mi relacion incestuosa con mi hermana Marianela

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Buenos días, me llamo Arturo, tengo 46 años. Les contaré cómo empecé a tener una relación incestuosa con mi hermana Marianela. Ella es 10 años menor que yo y todo comenzó el sábado, cuando nuestros padres nos dejaron solos. Ella tiene una hija de 7 años de su primer matrimonio. Está divorciada. Bueno, nuestros padres salieron de boda de unos amigos. Mis otros dos hermanos salieron de fiesta. Y mi hermana preparó la cena. Yo nunca me había fijado en mi hermana como mujer hasta ese sábado. Estaba en la cocina preparando la cena y llevaba unos shorts cortos.

Se le marcaba toda la vagina. Fue la primera vez que tuve una erección. Mi hermana se dio cuenta, yo salí de la cocina y me fui a mi cuarto. En eso, Marianela me llamó para cenar. Yo buscaba un vaso para el agua y ella se puso detrás de mí. Entonces, ella me recostó sus nalgas sobre mi pene y me dijo que sí, que me gustaba. Le dije que sí, que nunca me había fijado en lo bonita que era. Me propone cenar, ver una película por la noche. Ya serán las 7:00 p. m. cuando me dice que se va a bañar y que ponga la película. En eso, yo estoy encendiendo la televisión. Cuando ella me llama, Arturo, ¿puedes venir un momento?, yo pensando que la puerta del baño estaba cerrada y mi sorpresa es que estaba abierta.

Entonces ella me dice: «Hermanito, bañémonos juntos». Yo le respondo: «¿Estás segura? Si entra, yo ya he cerrado la puerta de la calle y mi hija se ha dormido». Entonces ella me agarró de la mano y me metió en el baño. Nos empezamos a quitar la ropa y nos quedamos solo con la ropa interior. Ella me dice: «Te voy a enjabonar la espalda, hermano». Su mano llena de jabón me daba masajes; ya mi pene estaba como una piedra. En eso, ella baja su mano y empieza a masturbarme.

—Uy, hermanito, la tienes bien dura. Quitémonos la ropa interior. Me puse detrás de ella y empecé a besarle el cuello. En eso, ella dijo:
—Hay, Arturo. Ya no aguantó más, métemela». Me hice un poco de saliva en el pene y ella también en su vagina. La puse contra la pared y, poco a poco, la fui penetrando hasta que entró todo.

—Hermanito, dale fuerte, soy tu puta, quiero que me cojas todos los días —dijo ella.
—Dame más fuerte, mi amor —contesté.

Cambiamos de posición: la puse de otra manera y le levanté una pierna, metiéndole de nuevo el pene. Me abrasaba con toda su fuerza, así que le dije que me venía y le pregunté si podía sacármelo, porque ya me venía. Ella me dijo que no me preocupara, que ella llevaba puesto el anticonceptivo y podía venirse dentro de ella. En ese momento, yo le daba con más fuerza. Ella me clavó las uñas en la espalda cuando sintió mi semen dentro de ella. Nos dimos un beso apasionado.

—Uf, mi amor, qué rico. Quiero volver a repetirlo esta noche, Marianela. Pero nuestros padres llegan sobre las 11:00. —dijo ella, pero tendremos que dejarlo para otro momento.

—De acuerdo —le dije—. Pero a partir de ahora yo seré tu hombre, aunque sea a escondidas.
—Luego les contaré cómo me la volví a coger —dijo ella.

Ya tenemos una semana de relación y me encanta.

Continuará …

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