Lento y suave en un día de mucha lluvia

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Recuerdo que la lluvia caía, era como una pequeña cortina hecha de agua, vaya día para un cumpleaños, hoy cumplía los treinta, mal día mala edad. Estaba algo depre, y el tiempo no acompañaba. Llegue a mi casa a eso de las cinco de la tarde, era otoño, aun no habían llegado los dias fríos, por eso es que solo llevara una falda pantalón y una blusa, mi pelo que me gusta llevarlo suelto, pues soy muy coqueta y tengo una melena preciosa con un flequillo que me da aspecto de chica mala, pero traviesa, me gustaba esa imagen aunque en realidad soy todo lo contrario, en el sexo siempre habia sido muy tradicional, y jamás pensé que me pasaría lo que estoy apunto de contar.

Entre en casa acordándome en Manitu, por cierto vivo en Madrid, chorreando agua rápidamente me fui al cuarto y me quite la ropa, la vista se me fue al espejo, allí desnuda mojada como un chito, parecía absurda, vi mis senos que no es que sean muy grandes, y cuyos pezones aun apuntaban hacia arriba, pero que poco a poco la gravedad hacía que fueran cayendo, una pequeña pancita me recordaba que tampoco estaba en buena forma, y mi culo era lo único que se salvaba, aun duro y turgente, mi pequeño orgullo, en definitiva, que me eche a llorar ahí mismo, hasta caer al suelo.

Me di una ducha caliente y me seque bien, fui a la sala y mire el contestador, ni un mensaje, nadie se acordaba de mi, casi me pongo a llorar de nuevo pero preferí tumbarme en el sofá, coger el bolso y liarme un porro, y allí estaba con un albornoz un porro y los ojos cerrados, y fue entonces cuando estaba pensando en quitarme del medio cuado sonó el timbre de la puerta. Abrí y me encontré una mujer joven de unos veinte años, con el pelo sucio y la ropa aun más mojada que la mía por la lluvia, tenia el pelo negro, unos grandes ojos del mismo color, la piel morena, y un cuerpo delgado, pero bien formado, estaba temblando.

– Por favor algo de comer.

Dijo débilmente con acento sudamericano, normalmente suelo cerrar la puerta, ante los , me dan miedo, vivo sola y nunca se sabe, pero pensé que si al final decidía acabar con mi vida, a lo mejor me ganaba un trocito del paraíso.

– Pasa.

Ella avanzo sorprendida, tiritando, las zapatillas rotas salpicaban agua que mojo la moqueta, ella se dio cuenta pues no despegaba la vista del suelo como pidiendo perdón por vivir.

– Perdona, te he mojado el suelo, será mejor que espere fuera.

– No da igual además ya estaba mojado de cuando entre yo antes, sígueme a la cocina.

– No hace falta si me da un euro, yo ya me buscare la vida. “Eso me estropeaba la buena acción…”.

– No de eso nada, necesitas comer y yo te voy a dar alimento.

No me podía creer como la hable, quizás era mi enfado con migo misma no lo se, ella me miro en una mezcla de rabia y respeto, agacho la cabeza y dijo:

– Dios la bendiga.

– Dios no tiene oídos para mi. “le conteste”.

Le guié hasta la cocina, y la senté en la mesa, fui a la nevera y cogí los restos de la sopa de ayer que me hice para cenar, y un trozo de pan del panero, calenté la sopa (que era de sobre) en el micro, y tras unos segundos de incomodo silencio se la serví junto con el pan. Allí estaba mi vagabunda, temblando de frió, tomando una sopa, a juego con ella, me fije mejor en ella, tenia unos rasgos preciosos tras la mugre del barro, parecía tener los dientes limpios, ese pensamiento me avergonzó y me di cuenta que estaba tratándola como a un caballo, me avergoncé de mi buena obra, esa chica era una persona.

– ¿Cómo te llamas? “pregunte sentándome en la mesa”

– Gloria. “dijo tras morder un trozo de pan”

– Yo me llamo Vitoria, Encantada. “Asintió con la cabeza, parecía un ratón comiendo el pan”

La empecé a ver como a mi misma, sola, desgraciada y con mala suerte, asi que decidí ayudarla, sin darme cuenta que al final fue ella la que me ayudo a mi, y que ayuda.

– ¿Oye tienes frió?

– Si.

– Pues sabes lo que vamos hacer te vas a dar un baño, seguro que te sentara bien y entraras en calor.

– No por favor señora, se lo agradezco pero no.

Se acurruco como un animal herido en la silla y no apartaba la mirada del suelo.

– No seas tonta, no ves que asi puedes caer enferma y si eso pasa que harás, morirte en la calle? Además sabes hoy es mi cumpleaños, y quiero que me regales el darte una ducha.

La muchacha no dijo nada, pensó un tiempo, y finalmente…

– Esta bien señora

– Bien, pero no me llames señora Gloria, mientras estés aquí eres una amiga, de acuerdo?

– Ok.

Pareció sonreír, pero parecía un amago, la lleve al baño, y la deje sola, fui a mi cuarto, me puse un pantalón azul oscuro y una camisa blanca que tenia un escote generoso, me fije que más o menos teníamos la misma altura y la misma talla, (bueno ella esta mejor que yo) pero no mucho, cogí un jersey amarillo fino y un pantalón vaquero, un sujetador y unas bragas ambas de color pastel, y las deje encima de la cama, tambien unas toallas y otro albornoz, fui al baño y oí el agua caer, entre ella no se dio cuenta, oía como suspiraba e incluso me pareció oírla reír, como alguien que no se ha duchado en semanas y redescubre el agua caliente.

– Gloria! aquí te dejo unas toallas y un albornoz.

– Gracias!

Tras la mampara de cristal ondulado se dibujaba su figura y como se movía, era realmente preciosa, resultaba increíble que alguien asi acabara en la calle, me quede un rato allí mirando como disfrutaba del agua sin que ella se diera cuenta, no sé por que pero no podía apartar la vista, salí de mi embobamiento, cogí la ropa mojada rota y sucia y me la lleve. Entonces decidí que le haría una cena merecedora de una persona, y no un plato de sopa, asi que abrí de nuevo la nevera, pero solo tenia lasaña congelada, en fin aun no habia ido a la compra… bueno por lo menos es para dos personas, pensé, la metí en el horno, leí a 185 grados unos 60 minutos, perfecto. Oí la puerta del baño, y fui para allá.

– Gloria? Eres tu?

– Si.

Sonreía y tenia una sonrisa preciosa, unos labios carnosos, y los ojos le brillaban, y una melena negra, le sobresalía de la toalla que tenia en la cabeza, y del el albornoz.

– A que estas mejor? no pareces la misma desde luego.

– Lo necesitaba gracias señ… Victoria.

Nos reímos, y la lleve a mi cuarto.

– Ponte esta ropa. “Le dije”

– No de verdad Victoria ya has hecho mas… “no la deje terminar.”

– Vamos pontela la otra la he tirado a la basura.

Me fui para que se cambiara, y vigilar la cena, en la cocina aun estaba la sopa, la tire, encendí un cigarro, y me senté, estaba feliz, no se hacer algo bueno por los demás es como una inyección de amor propio, de pronto volví a pensar en la imagen de su cuerpo tras la mampara, y del por que no pude apartar la mirada, pero no pude.

– Estas aquí, estas preciosa, y la ropa te queda muy bien. “mejor que a mí”

– Gracias.

El jersey dibujaba sus pechos más grandes que los míos no llevaba sujetador, tampoco podía habérselo puesto el mío le quedaría pequeño, y el pantalón le dibujaba un trasero tan bonito como el mío.

– He decidido invitarte a mi cena de cumpleaños, y no digas que no. Aun me debes un regalo.

– Esta bien, gracias.

– Y no me des mas las gracias.

La tarde avanzo, entre las historias de ambas, me contó como se fue de su país, la republica dominicana, para huir de un matrimonio pactado entre su padre y un campesino que poseía unas tierras, me horrorice al pensar que aun se hacia cosas asi, el futuro era un viejo desagradable que desde pequeña le babeaba encima cuando venia a cobrar el alquiler de la casa donde vivía, no pudo soportarlo y se fue del pueblo, con un amigo, que le llevo a santo domingo, donde conoció a unos tipos que le ofrecieron ir a España con un trabajo, ella no tenia dinero pero llegaron a un pacto de que les daría un porcentaje de su sueldo durante un tiempo para igualar gastos, acepto, pero al llegar a Barcelona se encontró que habia caído en una mafia de tratas de blancas y nada mas llegar, la dieron una paliza y le dijeron que les debía seis mil euros y tenia que trabajar de puta para pagárselo, la pusieron en una calle, y la obligaron a subir a un coche con un tiparraco que les pago 500 euros por estrenarla, pero cuando paro el coche un par de calles mas adelante y noto como esa mano se puso en su muslo, salto del coche y corrió y corrió hasta llegar a una estación de tren se coló en un vagón con destino a Madrid, y escondida del revisor logro llegar a Madrid sin que la vieran, hace tres semanas y desde entonces vive por las calles escondida asustada por si la encuentran pues saben que la mataran.

Me eche a llorar, y ella tambien, mojamos la cena con nuestras lagrimas, en la sobremesa, fumado unos porros, le conté como mis padres murieron en un accidente y que le dejaron una buena suma con la que puse un negocio de ropa y compre este apartamento, como mi novio me pegaba y me maltrato hasta que por fin se fue con otra, le conté como le tenia miedo, y desde entonces no habia estado con otro hombre ni quería y como en este día en que la conocí estaba dispuesta a suicidarme.

Lloramos y nos abrazamos, nos besamos en las mejillas. La noche cayo sin darnos cuenta entre los porros y la música empezamos a reírnos de nuestra mala suerte bailamos y apuramos una botella de whisky, el licor y el canabis hizo efecto.

– Estoy cansada, nos vamos a la cama?

Ella sonrió me cogió de la cintura y me dijo.

– Vamos mi amor que te voy hacer una mujer.”poniendo voz de macho”

Hacia tiempo que no dormía con alguien y más con una mujer la ultima vez fue con mi amiga Julia, una amiga del colegio, pero no pensé en ello quizás el alcohol o los porros pero no podía pensar bien y con gloria me sentía rejuvenecer, entramos en la habitación aun me agarraba de la cintura y nos reíamos, seguíamos con las bromas.

– Te voy a coger la concha y te voy hacer agüita

– Hay no que soy virgen!

– Ja ja ja ja

Caímos en la cama, muertas de risa y fue entonces cuando lo vi….

Continuara….

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