Le hice el amor a mi vecina Sandra
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Soy un joven de 22 años, soltero y la historia que les voy a contar es verdadera. Tengo una vecina que es una mujer madura de unos 30 años. Tiene un cuerpo maravilloso, piernas grandes, gruesas y largas, una cintura preciosa, unas nalgas prominentes y unas tetas preciosas.
Un buen día me encontraba en casa estudiando eran como las 22:00 mi familia ya se había acostado a descansar, y en la calle ya no se veía pasar a nadie. Yo estaba en la sala en el escritorio que quedaba frente a la ventana que da a la calle, leyendo un libro, relacionado con mi carrera, cuando de pronto escuche que tocaron la puerta, observé por la ventana y vi una silueta femenina, nunca pensé que se trataba de mi vecina, en ese entonces me levante y fui hacia la puerta de la calle para saber de quien se trataba. En ese momento me dí cuenta que era ella, le dije:
– Buenas noches como esta?.
– Buenas noches estoy muy bien gracias joven. Vine a molestarlo y a pedirle un favor.
– De que se trata – le respondí.
– Lo que pasa es que tuve una discusión con mi esposo y quiero que esta noche me permitiera dormir aquí en su casa, el lugar es lo de menos. No quiero irme donde mis amigas por que de seguro me encuentra ahí.
– Bueno. Pero no se dará cuenta de que estuvo aquí?.
– No, de ninguna manera en su casa es el único lugar donde pensaría que estoy.
La hice pasar a mi casa, entró por delante y yo la seguía, pude admirar, sus bellas caderas y sus prominentes nalgas; se encontraba con un vestido azul, elegante, muy pegado a su cuerpo de tal forma que se podía moldear su figura, su tela brilla por la luz y se podía apreciar que era suave; mi corazón empezó a latir a mil por hora pero, me sentía nervioso y con ganas de hacerla mía, pero era algo difícil por que no me podía apresurar ni ser tan audaz ni lanzado. Pasó a la sala y la invité a sentar.
– Gracias – me replicó.
– Le puedo brindar algo.
– Solamente agua.
Fui por un vaso de agua y se lo dí. Lo bebió hasta la mitad. Me senté en su frente y de pronto pude darme cuenta que su falda le quedaba un poco alta, mas o menos a 10 cm por arriba de la rodilla y se podía apreciar su interior blanco, un poco transparente, estaba puesta unas medias color carne hasta la mitad del muslo, lo que me permitía apreciar el color de su interior; no se dió cuenta que la estaba observado y fingir no estar nervioso y no verla.
– Puedo ayudarla – le pregunté.
– Estoy decepcionada, por que mi esposo todo este tiempo me fue infiel y hoy lo descubrí. Nos peleamos y decidí salir de la casa, es por eso que el trató de detenerme y corrí hasta llegar a su casa.
Me comentó muchas de sus cosas, de su vida de su relación y de sus planes futuros. Noté que se tranquilizó y me tomó más confianza, de pronto, se dió la vuelta y miró el reloj de pared y dijo:
– Ya es tarde.
Al hacer esto no se percató de que abrió sus piernas y yo al encontrarme de frente puede apreciar sus entrepiernas y nuevamente vi todo su intimidad, me sentía muy nervioso y agitado tenia ganas de tomarla y hacerla mía pero no me atrevía. Se dió nuevamente la vuelta y fingí no verla, entonces me dijo:
– El tiempo pasa y me siento muy vieja.
– Sra. No diga eso que usted aún tiene mucho que dar.
Se levantó del sofá y me dijo:
– En serio Ud. cree que aún tengo mucho que dar.
Y yo le respondí:
– Si, que era una mujer joven y que tenía muchas cosas por lograr y hacer.
Se vino hacia mí con un abrazo fuerte y me dijo:
– Gracias por el ánimo.
En ese momento sentí sobre mi pecho sus grandes senos y sentí que mi miembro latía y no soportaba parecía que iba a estallar, entonces la apreté fuerte y ella también lo hizo; de pronto la acaricie la espalda, nos besamos y luego dejé caer mis manos por sus bellas nalgas, las acaricie suavemente, sintiendo sus formas y la suavidad de su falda, ella quiso separarme, pero después lo aceptó, de pronto levanté su falda y acaricie sus nalgas suaves, voluminosas y me percaté que estaban con un interior muy fino y que apenas le tapaba, era suave con encajes a los lados, luego le di la vuelta de modo que sus nalgas tocaban mi miembro y con mis manos acariciaba su vagina. Empecé a tocarle luego los senos y a quitarle su saco, luego una delgada blusa blanca, luego su brazier. Nuevamente la puse de frente me quitó la ropa, pero aún no le sacaba su falda, mejor dicho nunca le saque, solamente se la levanté, la acosté en el sofá, que por cierto es grande, me le subí arriba, levanté su falda y pude apreciar su interior blanco, ella levantó su cadera y se lo despojé, nunca le saque ni la falda ni las medias ni sus zapatilas de tacón blancos, bese su cuerpo e introduje mi miembro en su vagina, gemía de placer una y otra vez mientras la poseía, gritaba, se movía se volvió loca de placer, luego me levante sobre mis rodillas, la tome y la puse en cuatro, la abrí de piernas, le levante la falda, introduje mi miembro en su vagina y nuevamente la poseí, ella aceptaba todo lo que le hacia, y seguía gozando de mucho placer.
Hicimos el amor de una manera hermosa, al terminar, acabamos agotados, sudorosos pero felices, me dijo que era la primera vez que había sentido algo así. Nos acostamos en el sofá y esa noche dormimos juntos. Antes de que amaneciera se marcho, por que corríamos el riesgo de que nos descubrieran. Desde ese día hemos tenido muchos encuentros que espero pronto contarles.