Las vacaciones de mi mujer con su amante – I, II
Buenos días a todos.
Aquí me encuentro en la cocina de mi casa para contarles los primeros días de vacaciones de Ana, Julio y yo.
Nos vinimos mi mujer y yo 4 días antes que Julio y, como no podía ser, mi mujer el primer día ya lo echaba de menos. Acostumbrada a tener sexo a diario, me temía que no iba a aguantar. El martes, segundo día, ya se levantó un poco enfadada y me pidió ir a la playa y allí, después de un buen paseo, nos sentamos a tomar una cerveza y me dijo:
- Ana: Hoy casi no pude dormir, ya que sin echar un buen polvo estoy como muy nerviosa y a medianoche me levanté muy caliente.
- Yo: Te quedan dos días y ya podrás satisfacer esas necesidades.
- Ana: Lo sé, pero esta noche quiero ir a tomar una copa al local liberal al que solíamos ir a ver si por allí siguen nuestros antiguos amigos.
- Yo: Te conozco, ¿y qué es lo que quieres en realidad? No vas a poder aguantar dos días más. Si se te presenta la oportunidad, ¿vas a follarte al primero que pase?
- Ana: Vamos y pasamos un rato y ya se verá.
Después de comer, ella se fue a caminar y yo me quedé tranquilo en la casa. Ella dejó su teléfono y vi varios mensajes de Julio diciéndole lo mucho que la deseaba y ella más de lo mismo. Que tenía muchas ganas de verlo y tener esos orgasmos que tanto le gustan.
Ya por la noche cenamos y nos preparamos para salir. Ella, como siempre, estaba despampanante con un vestido blanco transparente donde se podía ver su precioso culo con un tanga blanco y unos zapatos de tacón que le quedaban genial. Salimos y, después de la primera copa, fuimos directamente al local. Dentro no había mucha gente y era gente joven. Pedimos una copa y nos sentamos en los reservados enfrente de la pista de baile. En una pantalla tenían una película porno y enfrente teníamos el cine donde se podía ver alguna pareja dentro.
Pasó más de una hora y entró un chico de unos 25 años; estaba en la barra sentado, mirando a su alrededor. Pude ver cómo miraba a Ana y ella se dio cuenta. Se lo dije a ella.
- Yo: ¿Cómo ves? Somos los veteranos del club, pero ese chico te clavó los ojos. Las mujeres son más jóvenes, pero con tu cuerpo, pocas. Voy al baño a ver si se atreve a dar el paso, si tú quieres.
- Ana: Es un niño, vete si quieres, pero no le voy a dar oportunidad.
Me levanté al baño; ya cuando iba a salir vino el chico y se acercó y me preguntó si queríamos compañía. A lo cual le respondí que por ahora no, pero si cambiamos de forma de pensar, ya le haremos alguna seña.
Salí y, al sentarme junto a mi mujer, se lo comenté. Ya después de varios tragos me dijo de cambiar de sitio y entrar en el cine donde se veía alguna pareja. Cogimos nuestra copa y entramos y, claro, el ambiente estaba cargado. Una pareja metiendo mano y al fondo una chica con dos hombres. Mi mujer estaba muy caliente y me pidió que le tocara el coño. Así lo hice y me sorprendió lo mojada que estaba. Ella cerró los ojos y, mientras le acariciaba, vi al chico joven y, moviendo la cabeza, le llamé. Él se puso al lado nuestro y, susurrando al oído de Ana, le dije:
Abre las piernas un poco más y no abras los ojos, déjate llevar; me gusta que otro tío te vea así de caliente.
Saqué mis dedos de su coño y le indiqué al muchacho lo que tenía que hacer. Él se puso delante de mi esposa y le metió la mano en su coño mientras yo la agarraba. Ella sabía que era otro y se dejó llevar. El muchacho metió su cabeza y le comió el coño durante un buen rato hasta que se levantó y no pudo más. La cogió por la mano y dijo:
Vamos para abajo y allí en las camas estaremos más a gusto…
- Ana: Cariño, vamos.
- Yo: Sí, claro, a esto vinimos.
Bajamos y en una de las camas entramos y cerramos las cortinas. El muchacho desnudo a mi mujer y se comió sus tetas; alucino con el cuerpo de mi esposa. Creo que se comió todo. Se puso un condón y por fin le apagó ese calor que ella tenía encima. Estaba demasiado caliente y se corrió enseguida.
El chico quería más, pero ella se lo sacó de encima y, quitándole el condón, lo masturbó hasta que se corrió.
Subió a la barra y le invitamos a una cerveza y nosotros nos tomamos otra copa. Después de un buen rato charlando, él le pidió a mi mujer salir a bailar a la pista. Desde allí pude ver cómo el chico le acariciaba el culo y ella se le veía feliz. Se besaron y después de varios bailes vinieron a la barra y Ana me dijo:
- Ana: Este tío quiere que entre con él en el cuarto oscuro y que allí le coma la polla, ya que allí solo se puede entrar en pareja y nunca ha entrado. ¿Te importa que entre con él?
- Yo: No, pero ten cuidado.
Entonces Ana le besó y, agarrándose los dos juntos, vi cómo entraban juntos al cuarto oscuro. Me tomé mi copa y se me hizo muy larga la espera; vi salir unas cuantas parejas hasta que por fin salieron los dos. Yo ya estaba un poco ebrio y Ana me dijo: “Creo que ya es hora de irnos, ya que son casi las 5 de la mañana”. Nos despedimos del muchacho y nos fuimos para la casa. Ya en casa me di una ducha y Ana me contó lo que pasó.
- Ana: Dentro, él empezó a meterme mano y de repente pude sentir más manos sobre mí. Era otra pareja y él me dijo que ella era bisexual y su marido también y que ella quería comerme el coño. Me subí a una especie de banco y abrí las piernas. Mientras ella me comía el coño, oí al chico cómo le pedía al marido que no parara y pude intuir que estaban follando entre ellos. Me dio mucho morbo y me corrí. Ella me dio las gracias por dejarme follar. Y esperamos a que ellos acabarán. Eso fue lo que ocurrió. Ahora toca esperar a que llegue el jueves. Ya creo que aguanto. No me merece la pena esto.
- Yo: Julio te saciará esas ganas. Te quiero mucho.
- Ana: Lo sé, me gusta que seas así conmigo y sabes que cuando a ti algo no te guste, lo dejamos.
Así fueron los primeros días de vacaciones. Ahora ya Julio está con nosotros y ahora mismo están dormidos los dos juntos. Seguiré contando las historias de mi mujer y mis vivencias como cornudo consentido.
PARTE II
Hola a todos.
Espero que mi anterior relato os haya gustado. Ya Julio está disponible para mi mujer en nuestra casa del norte de España. Ella está feliz, está increíblemente guapa; se nota que este hombre le aporta mucha seguridad. Lleva con nosotros 3 días y todos los días, mañana y noche, se la coge. Salimos todos los días a comer, playa, paseos, compras, cena y alguna copa. Mi mujer lo trata como si fuera su esposo. Le compra todo lo que a él le gusta; el día pasado salieron ellos solos y cuando aparecieron en la casa, él llevaba 4 bolsas de ropa que ella le había regalado. A mí no me importa, ya que ellos tienen esa complicidad y nosotros podemos permitirnos esos gastos. Julio está encantado con nosotros y nuestra forma de vida.
El día pasado no quisieron salir por la noche y cenamos en la casa. Después de recoger, estuve hablando con Julio en la terraza y él fue claro y me preguntó:
- Julio: ¿A ti nunca te ha molestado que otro hombre se folle a tu mujer?
- Yo: No, nunca, siempre ha sido así. Si ella es feliz y lo disfruta, yo siempre estaré agradecido. Pero si ella decide acabar con esa relación, yo siempre la apoyaré.
- Julio: ¿Y tú no tienes algún morbo o algo que te gustaría hacer?
- Yo: Yo ya no puedo; desde hace 2 o 3 años sufro una disfunción eréctil y, por mucho que he intentado, nada ha funcionado y ya me rendí con ese tema.
En ese momento vino Ana y seguimos hablando de nuestro sexo. Ana le contó a Julio todo lo que habíamos disfrutado en pareja, pero desde un tiempo para acá la cosa es así.
- Ana: Ahora eres tú el que me folla y contigo disfruto más que de sobra. Antes, durante un tiempo, tenía otro hombre que me saciaba, pero no me gustaba como me gustas tú; era algo puntual para calmar mis ganas. Durante un tiempo me dediqué a masturbarme con películas porno hasta que empezamos tú y yo.
- Julio: Joder, qué morbo verte masturbarte.
- Yo: Pero si te la follas a diario, ¿eso te da morbo?
- Julio: Sí me da morbo porque, aunque no lo creas, hasta conocer a Ana, con muy pocas mujeres he estado. Mi trabajo me da para conocer a muchas, pero son clientas y son las que mantienen mi gimnasio. Si doy un paso mal dado, pierdo a una clienta.
- Ana: Pues eso te lo soluciono yo. Vamos al salón y ponemos una película. Con una condición: hasta que no me corra, no me puedes follar.
Entramos en el salón y Ana encendió el televisor y miró en una de sus páginas donde ella solía ver películas y dijo:
- Ana: Escoge la que más te guste. Yo solía ver mucho las de tríos HMH. Son las que me ponen, pero pon lo que quieras.
Julio pasaba y pasaba hasta que encontró una en castellano de una pareja de Galicia. Una pareja liberal veterana como Ana y yo.
- Julio: Esta me parece.
- Ana: Esta mujer se llama María y su marido es como el mío. Le deja follar con quien quiera y él graba. HE visto muchos de ellos.
Ella puso la película en marcha y los tres sentados empezamos a verla. Me levanté y cerré las cortinas por si acaso. Me senté en un sofá aparte y dejé a Julio y a Ana en el otro. Ya pasados unos minutos, Ana se levantó y se quitó la ropa; solo se quedó en tanga. En las imágenes era como la protagonista se masturbaba para unos hombres y luego ellos se la follaban.
- Ana: ¿Te gusta, Julio? A mí me encanta follar así. Sácate la polla, quiero verla.
- Julio: Sí me gusta, joder, qué perra es la tía.
Ana separó su tanga hacia un lado de su coño y empezó a masturbarse. Julio se meneaba la polla. Yo miraba la escena 😅; me gustaba verlos as.. ¿Cuántas veces lo hicimos nosotros? Ana estaba volviendo a hacer lo que 15 años atrás hacíamos los dos.
- Julio: Me gusta verte así de caliente, me has enganchado. Os doy las gracias a los dos por darme esta oportunidad. Mira cómo tengo la polla de dura.
- Ana: Sigue y no pares. Esto acaba de empezar. Esta noche veremos más de una. No quiero que te corras.
La película acabó y Ana me pidió que eligiera yo.
- Ana: Cariño, pon una que a ti te guste.
- Yo: A mí me gustan las de varias mujeres con un hombre.
Puse otra de una mujer brasileña joven donde ella, con su marido y una amiga, follan como animales.
La noche acababa de empezar y julio estaba caliente, muy caliente. Ana no paraba de masajear su coño. Después de la que puse yo, le tocó a Ana.
- Ana: Voy a poner la mejor película. Es de una esposa joven que se folla a un amigo del marido por petición de él. Me encanta esta película italiana, pero en castellano.
Ana buscó la película: Una esposa muy joven. Así se titula la película.
La verdad es que la película era muy parecida a nuestra vida. Ana disfrutaba viendo la película y Julio ya no podía tener sus manos quietas y empezó a meter sus dedos dentro del coño de Ana.
Ana: ¿Te gusta, eh? Esta es de las mejores. Yo soy como ella. Quisiera que los dos tuviérais claro vuestro papel. Tú, cariño, eres mi marido y tú, Julio, eres mi follador. Haré siempre lo que me digáis. Soy vuestra, soy vuestra, no pares, no pares.
Entonces Julio no pudo más, se levantó y puso a Ana a cuatro patas en el sofá y se la metió. Ella jadeaba y él le decía.
- Julio: Me encanta follarte y sentirte mía, eres muy puta y muy caliente. Te daré todo lo que pueda y te follará todo lo que quieras. Cómo me gusta tu coño, joder, qué buena estás.
- Ana: Sigue, sigue, métela hasta dentro. Aquí tengo lo que necesito: a mi marido y a mi amante. Quiero que mi marido pruebe tu leche en mi coño.
- Julio: Me gusta la idea, quiero que le comas todo el coño con mi leche dentro.
- Yo: Seguir así y disfrutar. Me conformo con mirar cómo follan. Ya me gustaría meterla también. Con esto soy feliz.
- Ana: Dale, dale, tienes la mejor polla que he probado. Me gusta follar contigo. Dale, no pares. Dale, que me voy a correr. Me pone mucho que los dos participéis de mí. Sigue, sigue, métela, qué rico.
- En ese momento, Ana se corrió; el sonido de su coño mojado era brutal. Julio siguió un poco más de tiempo y entonces también se vino dentro del coño de mi mujer.
- Ana: Te toca, cariño, los dos queremos que me limpies el coño. ¿A qué sí, Julio?
- Julio: Sí, yo también lo quiero y eso sellará nuestra amistad para siempre. Si tú un día puedes follártela, yo haré lo mismo.
Yo no quería hacerlo delante de él. Me daba vergüenza y un poco de reparo. Le pedí que nos dejara a solas a Ana y a mí. Él salió al baño y entonces me lo comí todo. La verdad es que lo hago por ella, ya que eso a ella le gusta. Cuando acabé y levanté la cabeza, allí estaba Julio mirándome y se sonrió. Me dio la mano y las gracias por ser así con él. Beso a Ana y dijo que eso lo teníamos que repetir todos los días y así jugaríamos los tres.
- Ana: Es una idea buenísima; los tres podemos disfrutar. No solo tú y yo. ¿Qué te parece, amor?
- Yo: De acuerdo. Me voy a la habitación a descansar.
- Julio: De eso nada, hoy vas a dormir con tu mujer. Mañana será otro día.
- Ana: Yo quiero volver a follar, si tú puedes.
- Julio: Vale, follamos y luego descansas con tu marido.
Yo los dejé a solas y, después de una media hora, pude volver a oír cómo estaban ya dándole. Mi esposa puede estar así horas. Cuando desperté, Ana estaba a mi lado desnuda y el olor a sexo inundaba toda la casa.
Julio no estaba en la casa y dejó una nota que decía que se había ido a correr por la playa. El tío, después de estar toda la noche follando, se fue a hacer deporte. La verdad es que me siento muy mayor al lado de un chaval tan activo.
Espero seguir descansando y disfrutando de estas vacaciones. Al final ha sido un acierto conocer a Julio. Lo que sí sé es que si él un día busca algo serio con alguna mujer, Ana no va a querer seguir viéndole. Él es joven y muy guapo; imagino que no le faltarán mujeres alrededor. Cuando eso pase, veremos cuál será la solución. Ya este es el tercer amante en ocho años. Nunca pensé en hacer lo que he hecho, ya que me considero un hombre y me gustan las mujeres. Lo hago todo por ella, le da morbo, le gusta y así me hace partícipe de su vida sexual. Sé que de ahí no voy a pasar. Ella necesita ese sexo y eso me agrada, ya que fui yo el que la cambió en ese sentido. Ella era de lo más normal y más bien fría en un principio hasta conocer bien lo que su cuerpo necesitaba.
Pronto volveré por aquí. Sean felices y disfruten de la vida.
Gracias.
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