La noche que fui sola a un bar
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Me llamo Clara y soy una chica de Valladolid que como todas las de mi edad, estamos descubriendo los placeres que significa tener un novio. Mi caso lo considero distinto, ya que mi novio es un poco aburrido por decir lo menos. Nunca quiere llevarme a un bar, donde mis amigas me han contado que uno la pasa fenomenal. Me cuentan que hay chicos de todas partes y una se libera a mas no poder.
Le quise dar una oportunidad a mi novio, y le dije que esa noche me llevara a un bar para divertirnos. Él me dijo esa tarde que prefería que nos quedemos en casa, así que le pedí que esa noche no viniera. Él tenía la costumbre de venir a mi casa, llevarme a la parte trasera donde mi padre estaciona el coche, y ahí me levantaba la falda y me hacia el amor rápidamente sin dejarme disfrutar nada.
A mis 19 años yo soñaba con un hombre que me acariciara, me tomara en sus brazos y me hiciera el amor de una manera especial. Esa noche que sabía que no vendría, me alisté para salir e irme sola a un bar, para conocer como era la vida de noche en mi ciudad. Yo pensaba que mi cuerpo se estaba desperdiciando de esa forma, y desde muy chica mostré un desarrollo que mis amigas envidiaban. Aunque era bajita, mis senos eran algo grandes pero se compensaban con el tamaño de mi trasero. Soy de piel blanca y tengo el cabello negro y siempre me hago una cola. Me puse unas braguitas color blanco y un sujetador del mismo color, pero transparentes. En mis piernas usaba unas medias de nylon, que quedaban muy bien con la minifalda que escogí. En mis pies coloqué unos zapatos de taco alto sin talón, y finalmente me puse encima un top de lycra que hacia juego con lo demás.
Cuando terminé de arreglarme, me topé con mi hermano que me preguntó a cuantos hombres iba a levantar esa noche. No hice caso de su sarcasmo, pero en mi interior estaba inquieta por lo que pudiera pasar esa noche. Tomé un taxi y rápidamente llegó al centro de la ciudad. Al bajarme pude ver una gran cantidad de carros y motos en las calles, seguramente de la gente que venía a divertirse. Entré sin dudar a un bar que tenia un gran letrero, y se podía ver a las parejas conversando y otras bailando muy pegadas. Como yo estaba sola me senté en la barra, y pedí que me sirvieran una cerveza. Ni bien me habían servido, un chico que tendría 26 años, me invitó a bailar. Fuimos a la pista tomados de la mano y mientras bailábamos, me preguntaba si había venido esa noche con alguien. Le respondí que no y pude sentir que en ocasiones se me pegaba mas de la cuenta, haciendo que mis senos se aprieten contra su pecho.
Pasaron las horas y bailé con todos los que me invitaban a la pista. Algunos estaban un poco mareados y me decían cosas obscenas. El ambiente era a media luz y desde donde yo me encontraba, podía ver las mesas en la penumbra y a las parejas que se metían mano, sin importarles quien pasaba por su costado. Todo el ambiente era excitante y me preguntaba como había perdido tanto tiempo con el egoísta de mi novio, que al parecer solo pensaba en su placer.
Siempre le fui fiel y lo pensaba seguir siendo, hasta que un hombre de unos 30 años, me invito a bailar. La canción era para bailar pegados, y como yo ya tenia unas cervezas dentro, me dejaba acariciar por él. En un momento acercó su cabeza a mi oído y metió su lengua en el. Eso me produjo un cosquilleo, y a continuación me dijo si yo quería descubrir lo que era gozar de verdad, con su verga entre mis piernas.
No se porque pero me llamo la atención por lo que me dijo, y me pregunté si él podría hacer que yo descubriera sensaciones, que siempre había soñado y que seguramente distarían enormemente de las arrinconadas furtivas que me daba mi novio. Le respondí que si, muy decidida, ya que estaba mas que dispuesta. Tomó mi mano y con asombro vi que íbamos en dirección a los baños. Le pregunté hacia donde íbamos y él puso un dedo en mi boca, como diciendo calla y sígueme. Para mi asombro en el baño de hombres, había algunas chicas y vi a una de ellas arrodillada, chupándosela a un tipo.
Las demás personas que ahí estaban, actuaban como si fuera lo más normal, y fue por eso que no prestaron mucha atención al verme entrar.
Mi acompañante me hizo entrar en uno de los cubículos que hay en los baños, y con la puerta abierta empezó a besarme en la boca. Su lengua se confundía con la mía, mientras me agarraba las tetas por encima de la blusa. Luego bajo mi top con todo y sujetador, quedando mis tetas al aire. Yo veía hacia afuera, por temor a que alguien nos diga algo, pero al parecer esta práctica en los bares era muy normal. Luego sentí que con su mano jaló mis braguitas hacia un costado y metió su dedo índice en mi concha. En ese punto yo me encontraba bien lubricada por la excitación del momento, y la situación tan peculiar. Siguió metiendo sus dedos y en un momento me volteó hacia la pared, haciendo que apoye mis manos en ella. Se arrodilló y me bajo las braguitas, procediendo a chuparme el coño. Yo no podía mas, pero él se puso de pie y se sacó su pene. Era grande y grueso, así que me preparé para la penetración que estaba por recibir. Sentí que la cabeza de su verga entraba lentamente en mi concha y luego comenzaba a bombear, mientras yo estaba con toda mi ropa en la cintura y mis braguitas en los tobillos.
De pronto sentí un torrente dentro de mi concha, que me hizo sentir un orgasmo único, nunca experimentado. El se hizo hacia atrás, con su verga aun chorreando leche, pero yo quería sentir otra vez lo mismo y me arrodillé y empecé a mamarle la verga, para que se le pare nuevamente. Me parecía imposible estar en esa posición chupándole la verga a un desconocido, pero mi excitación pudo mas y se la mamé hasta que se puso dura como un tronco nuevamente. ¿Así que quieres mas?, me dijo. Le conteste que si y me ayudo a incorporarme, diciéndome que me iba a ensartar por el culo. Yo era virgen por ahí, pero no me importó ya que estaba dispuesta a gozar esa noche como nunca. Puso la cabeza de su verga en mi ano y empezó a empujar sin retroceder un milímetro. Casi me desmayo por la fuerza que utilizó, pero llegó a entrar todita. Enculada como estaba, el bombeaba como poseído y yo sentía que me partían en dos.
Mis tetas se bamboleaban de un lado a otro por la fuerza de sus embestidas, y cuando mis ojos estaban blancos por el placer de esa tranca en mi ano, escuché una voz conocida que dijo, Clara. Mi amante no me soltaba, así que giré mi cabeza para ver quien me llamaba y era mi novio. Puta de mierda, me dijo y el que tenia mi culo ensartado le contestó, Si quieres gozar a esta puta entra de una vez. Mi novio entró donde estábamos y se quedó mirándonos un rato, mientras la verga de mi amante entraba y salía sin cesar. A pesar de la furia que veía en los ojos de mi novio, noté que su pene se le había parado seguramente por la escena que veía, así que lo jalé y le bajé la bragueta del pantalón, sacando su verga y la metí a mi boca. Se la comencé a chupar corriéndosela con una mano, mientras sentí nuevamente un torrente de leche, pero esta vez se derramaba en mi recto.
Cansado por las dos descargas que me había dado mi amante, le dijo a mi novio que ya había acabado y que me disfrutara si quería. Acto seguido se fue y nos dejo solos, así que le pedí a mi novio que me diera por el culo también. Sin salir de su asombro se puso detrás de mí y sentí como me la enterró en el ano, bombeando con furia a la que creía su mansa novia. No creí que fueras tan puta me decía, y yo le respondí que si él quería podía ser su puta o con los que él quisiera. Saqué su verga de mi ano y empecé a mamarsela arrodillada, hasta que eyaculó en mi cara y yo lamía su leche metiéndola en mi boca y tragándomela.
Luego me llevó a mi casa cuando el sol ya rayaba, y me dijo que de ahora en adelante solo saldría con él y así se lo prometí, aunque a veces me doy unas escapadas para ver quien me levanta por ahí.