La intimidad de mi madre fue explorada por mis dedos

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Las publicaciones en distintas páginas me han hecho acreedor a varios amigos y por ese motivo estoy muy contento, ya que me han llegado varios correos a mi mail, solicitando si podía darle una ayuda para relatar sus vivencias. Este llega desde España, gracias por confiarme su intimidad.

Trato de colaborar en la escritura con aquellos que, a mi parecer, son reales.

La facultad de la persona o la entidad que puede obrar según su criterio, con independencia de la opinión o el deseo de los demás. Eso es autonomía. Ejemplo: Podremos trabajar con total autonomía, sin dar cuentas a nadie.

Qué gran verdad, hay alguien que no distingue parentesco, si es madre/padre, hija/hijo, hermana/hermano, y así en cualquier línea parental y sin distinción de sexo, ¿Quién es? Sí, es él el pene. Él solamente se mueve por un impulso y con total autonomía.

Comenzamos por presentarla, 50 años, morochaza para el infarto, tetas dentro de un parámetro normal, voluminosos pero no tanto, duros y por supuesto, firmes. Un gran culo que sabe lucir con unas calzas, y estas, saben exponer sus generosos labios vaginales, a lo que le llaman, formar un “camel toe” (dedo de camello). Cabello por la cintura, negro y copioso. Ojos negros como la noche.

Sí, señoras y señores, esa persona es mi mamá.

Hecha la presentación de rigor, les comento:

Cierto día, llegando de la facultad, encuentro sentado a mi madre en una silla, con los brazos cruzados sobre la mesa, su frente apoyada sobre ellos, llorando.

Noto que sobre la tabla había dispuesto un vaso que se encontraba a medio llenar y dos botellas que en algún momento contuvieron vino.

  • Mamá, ¿Qué paso, te hicieron algo?
  • Nada hijo, solo pensamientos recurrentes. (Se le trababa la lengua de la borrachera que traía).
  • Vamos a la cama. Mama, no estás bien, ¿quieres darte un baño?
  • No, aquí estoy bien, Sentate conmigo, no estoy bien, me encuentro muy deprimida, triste, tengo miedo de la soledad.
  • Pero mamá, sola no estas, estoy yo.
  • Ya sé, hijito, son otras cuestiones; cómo puedo amar a alguien que solo sabe hacerme sufrir, llorar, sin darme lo básico, que es atención.
  • No, mamá, no tiene que ser así, vos sos como un auto de lujo, que muy pocos pueden pagar.

Se paró, abrazándome muy fuerte; me besó a la voz de gracias.

  • Desde que tu hermana y tu padre fallecieron en ese accidente, nuestras vidas han cambiado mucho, después de casi doce años me decidí a salir con alguien. A los pocos días ya pretendes humillarme, rebajarme, hacerme sentir inferior.
  • No mami, si algún hombre tiene que verte, lo debe hacer de abajo tuyo o desde tu lado, nunca desde arriba, no sos menos que nadie.
  • Menos mal que no accedí a tener sexo con él.

Deseo tener sexo, me hace falta el sexo. Recuerdo la última vez que tuve sexo con tu padre. Fue dos días antes del fatídico accidente.

  • Bueno ma, me da pudor que me hables de eso.
  • Estoy cansada de usar esos aparatos que me compró para poder satisfacerme. Necesito un buen pene entrando en mi vagina. (lloraba más fuerte a medida que hablaba)

A los gritos ya, me decía entre sollozos y llanto.

  • Necesito una buena verga, necesito sexo, necesito coger.

Se recostó sobre la mesa nuevamente y continuó llorando. La deje.

Me retiro a preparar un café para acercárselo. Mientras escuchaba que balbuceaba algo parecido a:

  • Cuanta gente disfruta de los placeres del sexo, en el silencio de su hogar, hombres y mujeres, ¡¡¡pero no!!! Siempre hay mentes retrogradas y moralistas que siguen diciendo que es inmoral. Que les importa lo que hago con mi vida.

Continuaba con ese monólogo que en un principio no entendí.

  • Me formaron con principios morales, putos principios morales, que a partir de hoy no practicaré más, reviento de las ganas, necesito urgente ocupar mi concha.

Le acerqué el café respetando su bronca etílica. No sabía si reír o llorar, uno está preparado para que sus padres lo contengan, no al revés. Mi silencio fue cómplice de su dolor.

Cuando terminó la infusión, entre sus rezongos, le ofrecí llevarla a la cama, a lo que accedió. Al pasar por el baño me pidió que la ayudara. Sus piernas casi no le respondían, y me hacía gracia, parecía un muñeco de esos tentempiés.

Ingresamos al baño. Como pudo y un poco con mi ayuda, se bajó la calza y la tanga a la vez para sentarse a orinar. Me quise retirar, pero tomándome de la mano me pidió que me quedara. Al acabar quería secarse la vagina, pero no podía. Me dice secamente, límpiame.

Obedecí, tomé el papel de baño y haciendo una compresa se la pasé para secarla. Juro que fue sin querer, al pasar el papel toqué con mis dedos su vulva, creo que ambos notamos la cascada de flujo que bajaba de su interior, mojando mis dedos de algo viscoso. Al pasar nuevamente el papel, veo que abre la boca y gime. ¡¡¡Había tenido un orgasmo!!!

La carne fue más débil, la intimidad de mi madre fue explorada por mis dedos, teniendo ella otro orgasmo.

Sus manos, entorpecidas producto del alcohol, intentaron bajar mis jeans. Al ver que no podía, sin dudarlo lo hice yo. Confesión, no sé cómo me anime.

Al ver el bulto que hacía mi miembro en el calzoncillo, me ordenó que lo bajase, al hacerlo, salió despedido apuntando hacia donde estaba su boca.

  • Como ha crecido mi hijo y con él todas sus partes, no me alcanzan las manos para agarrarlo. Cuando eras pequeño ya me parecía que ibas a tener un tronco grande.
  • Es toda tuya mamá.

Sin duda, abrió la boca y lo comenzó a tragar de un poco, saboreando el líquido preseminal que salía por la punta. No le permití que siguiera. Terminé de sacar la ropa, abrí la ducha, me desvestí y alzándola en brazos la deposité debajo del chorro de agua.

La enjabone pasando mis manos por todo su cuerpo, hasta que llegó a sus labios mayores, hundí entre ellos las yemas de mis dedos haciendo el recorrido que me acercaría a su clítoris, pequeño, erecto y duro. Calculo que por el grito que pegó, había alcanzado nuevamente el clímax.

Terminado el proceso del baño y ya secos, la lleve a su cama con intenciones de que descanse, la deposite en ella, me tomo de la cabeza para fusionar nuestras bocas y lenguas en el beso más tierno que jamás haya recibido.

Me recosté a su lado para acariciar todo su cuerpo moreno, chupaba intercalando con mordiscos pequeños sus tetas, gemía y gemía con cada cosa que le hacía. Fui recorriendo el atlas de su cuerpo, pasando por todos los países, hasta llegar al sur, el que quería conquistar, me detuve a jugar con mi lengua tratando de vulnerar esa barrera inexistente, hasta hoy infranqueable para mí. Su vagina me dio el permiso de ingresar, cálida y palpitante, como buena anfitriona dejo que probara el licor de sus jugos agridulces que invadían mis narinas y fauces deseosas de más, seguí dando el placer que pedía hace un rato, el flujo bajaba por sus glúteos hacia el ano, no queriendo desperdiciar nada, pase a lengua desde su agujero posterior hasta el sabrosísimo clítoris, así en repetidas oportunidades hasta que sintió la tensión en sus piernas avisando un nuevo orgasmo, en ese momento mi lengua traspaso esa frontera ingresando lo más que pudo, su cuerpo hizo unos movimientos espasmódicos acompañados de un gran suspiro de placer.

No lo podía creer; estaba teniendo sexo con mi madre, aquella que al pasar hace, que aún, siendo una mujer madura, los hombres se den vuelta a mirarla.

Su voz me sacó de mis pensamientos.

  • Creo que es hora de meterla ya. Quiero sentirte justo ahí, en ese lugar que te dio cobijo por nueve meses.

Tome el miembro con la mano introduciéndolo en su “chumino”, como a ella le gusta llamarla, trate de ser lo más delicado posible, ella no me lo permitió, con un hábil golpe de pelvis hizo que entrara toda, lo que no tuvo en cuenta que hacía mucho no tenía relaciones, sumado al grosor de mi pene, le dolio, dejando escapar un grito agudo, que debo reconocerme asusto, paralizado veía como otra vez de sus ojos caían lágrimas.

  • ¿Mamá, te hice daño?
  • No hijito, son lágrimas de placer, duele un poco pero por favor, no pares, vuelvo a sentirme mujer, vuelvo a sentirme viva, desde la muerte de tu padre que no me sentí así, siento tu juventud en mis entrañas.

Con mi autoestima por las nubes, continué mi trabajo cada vez con más violencia. Provocándole más orgasmos, hasta que por fin pude llenar su cavidad vaginal de mí tibio semen.

Sacó de su encierro el miembro, se incorpora y lo lleva a la boca para aprovechar esas últimas gotas que salían del palpitante cipote.

Caímos rendidos en la cama, agitados, transpirados, pero felices. Ella resolvió su dilema y yo una fantasía que tienen varios hombres, fantasía, que nunca se había cruzado por mis pensamientos.

  • Que orgullosa estoy de haber parido un hombre de verdad. Agradezco la suavidad con la que me trataste.

Ya el alcohol había destilado bastante. Estaba más consciente, pero se notaba aún su mareo.

  • Quisiera que me lo hagas todas las noches, que me toques besándome por todos lados, y sentir tu cuerpo pegado al mío, hasta que no pueda más del placer.
  • Bien mamá, ahora descansa, cuando despiertes hablamos. Te amo.

Cuando lo termine de decirme di cuenta que ya dormía. Me recosté a su lado y acariciando su cabello también me dormí.

Al despertar, le preparo un café bien cargado, un trozo de budín y dos aspirinas para su resaca, imaginándome el dolor de cabeza que tendría después de tanto alcohol, que no acostumbra a beber.

  • Hola, preciosa, buen día, Aquí traigo tu desayuno y un aditivo para tu seguro dolor de cabeza.
  • Gracias, mi vida, qué atento.
  • ¿Es la primera vez que te emborrachas?
  • ¡!!La última¡¡¡ (lo dijo riendo a carcajadas).

Se incorporó sentándose como chinito, su cuerpo desnudo se deslizo de las sabanas, tomó una manta y quiero cubrir su torso, no me lo permite.

  • No hijo, no me cubes, este cuerpo anoche fue tuyo ya desde ahora lo siempre lo va a ser.
  • Pensé que no te ibas a acordar, que vergüenza.
  • A pesar de que estaba ebria, me acuerdo de todo, hasta las conversaciones. Y te dije en algún momento, putos principios morales, que a partir de hoy no practicaré más, reviento de las ganas, necesito urgente ocupar mi concha.

Anoche llenaste dos vacíos, el de mi alma y el de mi sexo. Quiero, si no te opones, besar cada parte de tu cuerpo; te necesito; no tenés idea cuánto tiempo llevo pensando en esto que pasó, cuánto tiempo imaginándonos a solas.

  • ¿Entonces no estabas borracha?
  • Si hijo, lo estaba. Lo que no quiere decir que fuera inconsciente. Sabia en todo momento lo que quería y con quien.
  • Si mamá estoy de acuerdo, si te hace feliz voy a hacer lo que tenga que hacer para verte así.
  • Gracias mi amor (me beso en la boca) como te habrás dado cuenta, soy multiorgásmica, puedo darle a mi organismo, horas de satisfacción. A parte de solo mirarte me exito. No sabes cuánto tiempo me imagino esperando esto.
  • Mamá, solo fue hace unas horas y ya extraño tu cuerpo.
  • No lo extrañes, de ayer este cuerpo es solo tuyo, el único que no me va a dañar. Lo vas a tener cuando quieras, donde quieras y por donde quieras. (esto último lo dijo con una sonrisa pícara en sus sabrosos labios). ¿Te parece adelantar la noche de hoy?

Me arrojo a sus brazos besándola apasionadamente, veo ahora con la luz del sol que entraba por la ventana, cómo se erizaba su piel.

Con su cabeza en la almohada se fue posicionando, codos en la cama, elevo sus glúteos separando sus muslos, dejando en clara la rutina que realizaríamos.

Espero un rato, yo no entraba en acción, mis pensamientos me decían que necesitaban urgente que me lo rogara. Mientras tanto, mi efervescencia crecía, como mi sexo.

  • (Jadeando de la excitación me dijo) ¿en qué parte del, por donde quieras te perdiste? (Él por donde quiera, lo dijo separándolo en silabas y acentuando).

Necesitaba que me lo pidiera, y cuanto más excitada mejor.

No me lo pide, toma el cuerpo del pene y lo apoya en el esfínter anal.

Me reclino sobre su cuerpo dejando que el peso haga su trabajo, debido a la falta de humedad, no podía progresar su ingreso, estiro su mano a la mesita de noche, abrió el cajón, tomo un frasco con crema (que después me dijo era el lubricante de sus consoladores) hasta todo el pene y su año.

Ahora sí, sin prisa pero sin pausa, apoye el glande en el final de su tubo digestivo, ganando territorio en ese espacio recóndito.

Una vez pasada la corona de mi verga, dejo escapar un grito de dolor, pidiendo que me quede quieto. Mi inmovilidad fue absoluta hasta que la sentí moverse en el intento de hacerla ingresar más.

En un muy lento mete y saca, a puro glande y cuerpo; entra hasta la mitad.

  • Lento, por favor, empuja lento, quiero disfrutar esto al máximo.

Puse ambas manos en sus hombros, ella movía sus glúteos e intentaba darse vuelta buscando mi boca para besarme.

  • Toda, hijo, la quiero toda. Necesito sentirla toda.

Decía esto a la vez que su mano buscaba su vagina, mientras que las mías acariciaban sus flancos.

Tomándola del pelo, y en un solo movimiento me encontraba dentro de ella, con mis testículos golpeando contra su vagina, que dejaba gotear el producto de su excitación y orgasmos reiterados, por sus muslos.

Al ritmo de su agitada respiración, ese apretón esfínter parecía succionar el miembro con cada contracción.

Al estar un rato entrando y saliendo del recto ofrecido por mi madre, expulso entre espasmos varios chorros de mi semen en su interior, gimiendo como nunca antes lo había hecho. Al escuchar mi madre los sonidos guturales que salían de mi boca, su cuerpo también reaccionaba a la pasión que le estábamos imprimiendo con un tremendísimo orgasmo, uniéndonos en un solo grito de placer.

Recosté mi vientre sobre su espalda transpirada, mi corazón latía acelerado, nuestra sesión había concluido por ahora.

Una vez que mi miembro fue perdiendo dureza, abandonaba de a poco el sitio del placer, mi semen salía muy de a poco por el dilatado agujero, deslizándose perezoso por sus morenos muslos.

Recuperado el aliento, nos abrazamos fuertemente.

  • Extrañaba tu cuerpo recordando lo de anoche.
  • Sí, hijo, me hiciste la madre más feliz del mundo.
  • A juicio de verdad, nunca te imagines en una faceta sexual, no se me cruzo por la cabeza saber cómo eras en la cama. Te juro, me encanto descubrirlo así.
  • Debo confesarte algo, siempre he sido una persona muy sexual, con tu padre teníamos el mejor sexo que se puede pedir y, creo que ha salido igual. Me encanta hacer el amor, de todas sus formas posibles.
  • Espero estar a la altura.
  • Te parece que no, no te imaginas las noches que pensé en esto, no quería, y ahora menos, tener dentro otro hombre que no seas vos. Siempre que pensaba en vos de mi boca escapaban gemidos y palpitaba mi sexo, solo lo calmaba con algunos juguetes que me compren. Y es más tengo en mente cosas para la próxima vez. Tengo que amortizar todas las veces que me masturbe pensando en vos.
  • ¿En serio?
  • Si mi ángel, siempre fui, soy y seré una adicta al sexo y vos tenés que intentar curarme.

Entre risas por la ocurrencia y abrazos de amor, nos levantamos a compartir, ella otro café y yo un desayuno… con el pensamiento puesto en lo que nos esperaba esta noche. 

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