La fiesta de cumpleaños de Jenny
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Ese sábado acudí a la fiesta de cumple de Jenny. Se me hizo extraño que la putita esa me invitara ya que casi no nos llevábamos, ella era muy selectiva con las chicas de su grupo, en general se llevaba con pura zorras, a pesar de ser tan chicas ya tenían muy mala fama en el Insti y se contaban cosas muy fuertes acerca de ellas, claro está de que yo no me creía nada.
En el último año, mi cuerpo ya había agarrado una forma muy sexi, ya se notaban mis curvas, especialmente la redondez de mis senos y mis nalgas bien formadas y paraditas. La verdad me veía muy sexi y lo notaba en las sonrisas de los maestros y sus miradas libidinosas.
Al llegar a la fiesta, ya estaban ahí todas las putitas amigas de Jenny vistiendo por demás provocativas. Debo decir que se veían muy sexis. La verdad que ellas eran muy lindas todas, lo que la gente les criticaba a sus espaldas es que decían que todas eran bien calientes y ya estaban muy maduras para su edad.
Lo que me extraño es que no había ninguna mama, puros hombres maduros solos de entre 60 y 70 me pareció, todo eso se me hacía muy extraño.
Al verme, enseguida Jenny me fue a saludar y de uno en uno me fue presentando a los invitados. Ahí se encontraba el Alcalde con algunos miembros importantes, reconocí al Padre de la capilla de la colonia y dos que venían con el parecían ser un obispo y un Cardenal. También había empresarios importantes, en total me pareció contar unos 15 señores.
Nos dieron unas ricas botanitas, refrescos y malteadas, así como pastel. Al poco todo mundo se veía muy animado. Yo me sentía un tanto excitada, no sé por qué, no había razón alguna para ello.
Cuando ya me sentía toda alegre, la muy puta de Jenny se me acerco y me dijo al discretamente al oído.
- Tienes suerte, les gustaste mucho a los viejos, quieren ponerte en subasta a ver quién de ellos es el afortunado que te lleva a la cama. ¿Qué dices? ¿Aceptas?
Yo ya toda apendejada, sin saber exactamente a qué se refería, acepte.
Cuando vine a darme cuenta, ya me tenían parada sobre una silla, casi totalmente desnuda, solo tenía puestas las pantaletas y todo mundo alrededor mío excitado mirándome y gritando alegremente, apostando por mí. Yo solo sonreía como estúpida mirando a esos viejos pervertidos como me comían con la mirada y se relamían los labios con la esperanza de ganar.
Al poco, la puta de Jenny menciono a los ganadores, si fueron tres de ellos, casualmente, los que apostaron más fueron los santos varones de la iglesia y quedaron en un triple empate.
Así que, sin más, me tomaron en brazos y entre los tres me llevaron a una habitación. Al poco ya estaban los tres viejos alrededor mío totalmente en cueros, con las vergas bien paradas.
Me empezaron a manosear muy cachondamente haciendo que mi cuerpo se estremeciera de placer, al poco sentí que ya me estaba excitando y mi sexo empezaba a escurrir de lo caliente que ya me habían puesto entre los tres degenerados.
Uno a uno me dio a mamar verga en lo que me seguían metiendo mano por todos lados de mi aun virginal cuerpo. En lo que se la chupaba a uno, otro me chupaba los senos y un tercero me lamia el sexo haciéndome retorcer de placer.
A mis dieciocho años, esos eran mis primeros manoseos y ya me estaban poniendo a mil, eran mis primeras mamadas de verga y suertuda que soy, fueron tres mis primeras vergas. También era mi primera chupada de senos y por supuesto que también de sexo. Todo lo que me hacían esos hombres santos era la primera vez que alguien me lo hacía. Todo eso era novedoso para mí y por extraño que parezca, me estaba encantando todo eso que me hacían los viejos pervertidos.
Así que, al poco rato, yo ya estaba escurriendo de lujuria y excitación. Mi cuerpo se estremecía de placer con cada manoseo. Aunque parezca extraño, ya le estaba encontrando el gusto a esas grandes y gordas vergas de esos hombres santos. Se las chupaba con tremendas ganas, me imagino que a ellos les gustaba como se los hacía, ya que se retorcían de placer.
Uno a uno me fueron metiendo sus enormes vergas, sin importarles mis desesperados gritos de dolor.
Entre los tres me robaron la virginidad no solo por el sexo, también me rompieron el culo varias veces. Esos hombres eran unos sádicos pervertidos, que les encantaba desvirgar jovencitas como yo y lo gozaban enormemente.
Pasaron cerca de tres horas con su perversión, haciéndome su puta sumisa. Lo increíble es que al rato yo ya los estaba montando presa de excitación y lujuria, ya totalmente desvirgada por los dos agujeros, ahora me estaba divirtiendo de lo lindo.
No tuve reparo cuando me fueron ensartando de a dos al mismo tiempo. Los perversos santos varones me hicieron venirme tremendo varias veces. Era la locura, yo estaba como poseída, presa de lujuria y excitación.
Finalmente, los cuatro caímos rendidos sobre la cama totalmente desfallecidos por el tremendo esfuerzo. Yo me quede un buen rato tumbada toda desmadejada.
Más tarde, nos recuperamos y dos dimos un baño antes de regresar a la fiesta. Cuando bajamos, todos estaban muy animados cogiéndose a todas las chicas. Todos estaban completamente desnudos protagonizando una tremenda orgia al estilo de Sodoma y Gomorra.
Ellas se veían felices, sus caras brillaban de lujuria y placer. Al vernos, todo mundo dejo de hacer lo que estaban haciendo y se quedaron mirándonos con cara de expectación. El primero en romper el silencio fue el Obispo, dirigiéndose a todo el grupo grito en voz fuerte…¡¡¡Ya está lista!!!
Todos rompieron en gritos de júbilo y alegría, aplaudían ruidosamente como si yo me hubiera ganado un premio.
Y sí, me gané el premio mayor, perdí mi virginidad a manos de esos pervertidos por la boca, por el sexo y hasta por el culo.
Pero la cosa no termino ahí. Entre todos los invitados me dieron verga por todos los agujeros durante horas. Lo peor es que a mí me tenían súper excitada y muerta de lujuria. Así que me deje coger por todos y por todos lados. Me ensartaron de a dos al mismo tiempo por delante y por el culo, turnándose varias veces, haciéndome explotar en orgasmos interminables durante horas.
Al lunes siguiente, me presente en la escuela y entre junto con Jenny y su exclusivo grupo de putitas, todo mundo se me quedaba mirando con sorpresa, no podían creer que yo me juntara con ellas.
Pero a mí eso no me importo, yo caminaba junto a ellas sonriendo feliz moviendo las nalgas alegremente.
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