La clínica dental y el miedo que le tenia a los dentistas

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Mi nombre es Alberto, y toda esta historia comenzó cuando fui a hacerme una revisión dental con mi pareja Laura. Ella fue la que me concertó la cita y me acompañó, ya que yo le tenía mucho miedo a los dentistas. Llegó el día de la cita, era un viernes a última hora de la tarde, en la sala de espera solo estábamos Laura y yo (éramos los últimos) y estábamos haciendo tiempo hasta que terminaran con la persona que se encontraba en la consulta. Hablábamos de temas sin mucha importancia, para que yo me relajara ya que estaba muy tenso por mi fobia a los dentistas.

De pronto apareció el ayudante de la doctora que a la vez hacía de secretario y que era su esposo. Era un hombre de unos treinta y tantos años sin llegar a los cuarenta al igual que Laura y yo. El era atractivo, moreno con el pelo engominado y muy agradable. Nos comentó que pasáramos por la oficina para rellenar la ficha personal, mientras su esposa terminaba con el paciente con el que estaba y de esa manera agilizaríamos las cosas.

Una vez terminados los trámites burocráticos regresamos a la sala de espera; tras unos minutos oímos como David que es como se llama el marido de la doctora, despedía en la puerta al paciente que nos precedió, acto seguido se personó y me dijo que ya podía ir pasando a la consulta, Laura me dio un beso y me dijo que estuviera tranquilo que no pasaría nada, con un miedo de mil demonios entre en la consulta y puede comprobar que la doctora era una mujer de más o menos nuestra edad, era hermosa, con el pelo rizoso, moreno y largo aunque lo tenía recogido con un coletero para que no le molestara mientras trabajaba, lo que más me llamó la atención es que llevaba puesta una bata blanca ajustada que dejaba notar su ropa interior, y la tenía con los primeros botones desabrochados pudiéndose ver perfectamente el canalillo que formaban sus hermosos y turgentes pechos.

Nos presentamos, ella se llama Blanca, me dijo que me echara en el sillón, y comenzó a hacer una revisión para ver que era lo primero de lo que me trataría. Después de un buen rato de estar con la boca abierta y de no perder detalle de su escote por el rabillo del ojo, comenzamos a escuchar unos ruidos extraños que nos parecían suspiros y gemidos. Cual fue mi sorpresa cuando entraron en la consulta a Laura con David completamente desnudos y metiéndose mano por todos los lados. Mi primera intención fue levantarme para pedir explicaciones a de lo que estaba viendo, pero Blanca no me dejó, diciéndome que si no me gustaba lo que estaba viendo, que a ella no le importaba ver a su marido follando con otras mujeres y que a él tampoco le importaba si ella follaba con otros hombres.

Tardó unos minutos en terminar con lo que me estaba haciendo en la boca, mientras podía observar como Laura le propinaba una mamada como solo ella sabe hacer a David, y poco después se cambiaron y ahora era él el que le estaba comiendo el coño a mi compañera, la cual no hacía nada más que gemir de puro placer que le estaba dando. Blanca me comentó que no me moviera que ya quedaba muy poco para terminar, mientras se quitó la bata blanca mostrándome un cuerpo espectacular, torneado y moreno que solo estaba cubierto por una mascarilla en la boca, unos guantes de látex, un sujetador de encaje negro y un tanga haciendo juego. Yo no me lo podía creer lo que estaba sucediendo y pensaba que era en un dulce y morboso sueño, pero no era así.
Laura me decía entre suspiros y con voz de lujuria, que era lo que siempre había querido, que la viera follando con otros y que yo hiciera lo mismo, terminando de decir esto dio un grito y se corrió como una perra en celo, apoyándose contra un pequeño armario que había en la consulta le ofreció toda su trasera a David y le dijo que la follara el culo, cosa que éste hizo de inmediato. Yo podía ver a mi compañera como se retorcía de placer, mientras su amante le bombeaba el culo como un poseso; al rato David explotó en una monumental corrida que inundó todo el culo de Laura y le chorreaba toda su lefa por las piernas cuando se la sacó.

Una vez terminado el trabajo, Blanca sin mediar palabra y sin dejarme levantar del sillón empezó a tocarme mi endurecidísimo paquete por encima del pantalón, haciendo alusión al terrible empalme que tenía. Mordisqueaba mi polla sin sacarla de su prisión, ella estaba agachada y ofreciendo todo su culo a quien lo quisiera, fue cuando Laura, se arrodilló detrás de ella le quitó el tanga y empezó a comerle el culo y el coño con una lascivia que hasta a mí mismo me sorprendía. Blanca después de correrse en la boca de Laura empezó a desnudarme, dejándome en cueros en pocos segundos.

David observaba todo desde un lado sentado en un sillón mientras se recuperaba. Laura se tumbó boca arriba en el suelo y le dijo a Blanca se arrodillara sobre su boca que quería comerle el coño mientras ella me daba una buena mamada, así estuvimos un buen rato hasta que decidí que ellas hicieran un sesenta y nueve y en esa posición Blanca me dejaba su ano a la vista, no pudiéndome resistir empecé a chupárselo y a meter primero un dedo, después otro hasta que se lo dilaté bien, mientras Laura lo estaba viendo todo desde abajo y de vez en cuando me guiñaba un ojo a modo de aprobación mientras le seguía comiendo el coño a Blanca. Una vez dilatado su culo, arrimé mi durísima polla a la entrada de éste y comencé a metérsela poco a poco hasta el fondo, prosiguiendo con un bombeo que empezó suavemente y terminó siendo una follada salvaje.

En aquella sala solo se oían gemidos, suspiros y obscenidades propiciadas por el placer, había el ambiente un olor a sexo que aún me excitaba más, mientras seguía con la follada del culo de Blanca observé como David se la estaba meneando viendo el espectáculo que estábamos dando los tres y cuando yo estaba a punto de correrme él se acercó y me dijo que se iba a correr también, nos corrimos a la vez yo dentro de aquel caliente culo y él sobre las nalgas de su esposa. Cuando le saqué mi polla del culo empezaron a chorrear tanto mi corrida desde el interior como la de David desde las nalgas y Laura se lo estaba comiendo todo desde su privilegiada posición, sin dejar escapar ni una sola gota de aquella leche espesa y caliente.

Después de que nuestras hembras se corrieran una en la boca de la otra, nos vestimos los cuatro, y decidimos irnos a cenar a un restaurante. Mientras cenábamos comentábamos lo sucedido y fue cuando me enteré que Blanca y Laura ya se conocían, las había presentado una amiga que tenían en común y con la que mantuvieron relaciones de trío lésbico en varias ocasiones, y que todo lo que había pasado hoy había sido premeditado entre ellas, David había sido también cómplice a última hora, ya que su esposa se lo comentó ese mismo día por la mañana, a lo que él no se opuso porque son asiduos de los intercambios, tríos y orgías.

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