La chica del gimnasio me hizo una rica mamada

📋 Lecturas: ️4563
⏰ Tiempo estimado de lectura: 5 min.

Aunque estábamos de vacaciones por fin de semestre, el gimnasio de la universidad lo podía seguir utilizando, no desaprovechaba esa oportunidad.

Como todos los días, siempre me gustaba llegar por la tarde-noche, los equipos estaban disponibles y entrenaba sin prisas.

Una vez que terminé de hacer mis rutinas me fui hacia el vestuario para ducharme. Como siempre, estaba vacío y era raro que alguno de los compañeros llegara porque casi todos se iban de paseo a otros lados o simplemente no querían saber nada de la universidad.

Así es que me dije: a disfrutar para ti solo de las instalaciones y del agua. El área de las duchas es una sala sin divisiones, donde estamos unos a la vista de otros.

Estaba tranquilo bañándome cuando oí la puerta, pensé que era alguien que había llegado de última hora a entrenar y decidió asearse, pero para mi sorpresa, no se trataba de ningún compañero si no que de la chica más hermosa del 5° semestre de ingeniería.

Cuando iba llegando más cerca de mi lo primero que hice fue utilizar mis manos para tapar mi pene. Ella me saludó con un hola, diciéndome además que si no me importaba se iba a bañar ahí conmigo porque la sala de mujeres tenía llave. Ni siquiera esperó mi respuesta y comenzó a desvestirse, hasta quedar completamente desnuda.

Desde luego que uno es hombre y ya no pude tapar mi erección con mis manos, ella simplemente se me quedó viendo y se sonrió. Estaba frente a mi una chica muy linda, simpática y completamente desnuda, solamente con chanclas, como yo, que me sonreía y se lavaba el sudor de su bello cuerpo.

A pesar que ya tenía cierta experiencia con chicas, esta jovencita me tenía paralizado y además bien erecto y traté de explicarle que aquel era el vestuario de hombres. La chica, que se llama Sonia, me escuchó y me dijo: “ya lo se, pero es que tengo un poco de prisa y la sala de chicas está cerrada con llave y no tengo tiempo para andar buscando al conserje, por lo que decidí entrar a este, ¿no te importa que me duche aquí, verdad? Solo acerté a mover la cabeza en señal de no.

La verdad es que no me importaba, claro que no. Mi único temor era que alguien entrara y nos viera juntos duchándonos a un metro de distancia el uno del otro, porque la situación era la típica de “esto no es lo que parece”. No se como no me quedé bizco, mirando con un ojo a la chica duchándose desnuda y con el otro a la puerta del vestuario.

Afortunadamente no entró nadie, la chica acabó de ducharse, se secó el cuerpo con una toalla, se secó el pelo con un secador que llevaba en su bolsa de deporte, todo lo hizo mientras permanecía totalmente desnuda, no se molestó en ponerse una braguita y un sujetador.

De un paso se acercó a mi, se puso de rodillas y con sus lindas manos comenzó a acariciarme los huevos y mi pene al que le salía un mar de babas de tanta calentura que tenía. Viéndome fijamente a los ojos se metió mi verga en su boca y comenzó un mete y saca, sin importarle que alguien llegara de pronto y nos encontrara en esa postura. Me dio una mamada tan rica que se dio cuenta que en cualquier momento iba a eyacular.

Se sacó un segundo el pene de su boca y me dijo, anda tío, dame toda tu leche que me la quiero tragar y sí, como que solo esperaba esa orden porque inmediatamente comencé a descargar mis huevos en esa hermosa boquita. Ni siquiera se atragantó, como toda una experta se tragó hasta la última gota.

Se levantó, me dio un largo beso y guió me cabeza hacia uno de sus pezones que metí en mi boca, después fui por el otro, estaban paraditos, la chica también estaba bien caliente, porque metí uno de mis dedos en su vagina y la tenía encharcada, toqué sus labios y cuando llegué al clítoris lanzó un gemido.

La recosté en una de las bancas cercanas donde seguí dándole una buena mamada de vagina, así como de su rico culito, hasta que de manera suplicante me pidió: cógeme, cógeme, papi méteme ya esa rica verga. Le cumplí su deseo, apenas comencé a metérsela y tuvo su primer orgasmo. Cuando eyaculé dentro de su panochita ella ya había tenido por lo menos cuatro orgasmos. Más tarde me dijo que se había venido bien rico y que quería que volviéramos a repetir en las duchas de la universidad.

Se vistió y con una simpática sonrisa y un “hasta luego” se fue.

A veces pienso que aquella primera vez lo debí soñar, pero no, fue real, con la chica más hermosa del 5° semestre de ingeniería, la que todos volteaban a ver a su paso. Repetimos varias veces en el vestuario de la universidad, hasta que decidimos que lo mejor era hacerlo en mi casa o en la suya cuando sus papás se iban a trabajar.

Nos llevamos bien y hasta hemos pensado en formalizar nuestra relación, aunque se que no fui al único al que le hizo sexo oral en el gimnasio de la Universidad. Quiero correr el riesgo, porque he llegado a amarla y ella también dice que me ama, pero si llega a ponerme los cuernos y, me entero, se los haré saber.

Compartir en tus redes!!