Glory Hole de mi Hermana

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Llevaba días espiando a mi hermana cuando se bañaba, me gustaba ver su cuerpo desnudo y húmedo; su piel blanca resplandecía bajo el chorro de agua mientras yo me masturbaba. Al principio pensé que era un maestro del escondite, pero ahora me doy cuenta de que ella sabía lo que estaba haciendo.

Mi hermana salía de la regadera para envolverse en su toalla rosada, de sus cabellos castaños escurrían perlas de agua sobre sus hombros y me imaginaba que eran las gotas espesas de mi semen. Siempre dude si debía decirle algo, o por lo menos hasta el día en que descubrí que ella era igual de sexual qué yo; es de familia al parecer…

Era un fin de semana cuando nuestros padres tuvieron que salir, nos dejaron solos y aprovechamos para ver películas mientras comíamos pizza. Mi hermana llevaba su pijama, un top gris y unos shorts blancos; dejaban poco a la imaginación, pero nada muy sensual. Nos dieron las 11 de la noche y acordamos ir a dormir, apagamos las luces y cada quien fue a su habitación. Aquí debo mencionar que nuestras habitaciones son contiguas, solo las divide una delgada pared de madera, pues antes de la adolescencia compartíamos cuarto.

En fin, me recosté sabiendo que iba a masturbarme; abrí PornHub para mirar videos de hermanos (cosa que no debería sorprender). Pasé dos horas masturbándome, no encontraba el vídeo adecuado para terminar y fue entonces que pasó la idea por mi mente. ¿Qué si hago un hoyo en la pared y saco mi verga? ¿Qué haría mi hermana?

Me sentía un asco de persona, con la verga entre las manos y pensando en mi hermana, en su cuerpo delicado y pálido, aquellas tetas pequeñas, el rostro tierno de ojos grises y nariz respingada… Me guardé la verga en el pantalón lo mejor que pude y decidí ir al baño para acabar.

Mi sorpresa fue mayúscula al ver que bajo la puerta de mi hermana asomaba luz. Seguía despierta, ¿porqué? ¿Me escuchaba mientras me sacudía la verga? Por un instante sentí mi corazón latir con fuerza, me acerqué a la puerta y la sangre pasó de mi corazón a mi verga.

Escuché un gemido débil, silenciado, pero pasional y caliente. Mi verga se endureció como una barra de acero, tuve que sacarla del pantalón para no lastimarme, aunque también era buena excusa para volver a la paja. Los gemidos de mi hermana eran cada vez más frecuentes, se escuchaba el ritmo de la masturbación y ella se sentía más segura con gemir más fuerte. En uno de esos aullidos de pasión aproveché para abrir la puerta, sólo lo suficiente para asomar un ojo y tener imagen del audio que tanto me excitaba.

Estaba en lo correcto, mi hermana estaba abierta de piernas en medio de la cama, los shorts y pantaletas colgaban de su tobillo izquierdo mientras su mano se sacudía debajo del pequeño arbusto qué decoraba su monte de Venus. Motivado por la excitación seguí masturbándome, mi verga empezaba a escurrir con líquido preseminal y ella seguía gimiendo.

Quizás fue el destino, o tal vez mi inconsciente, pero me recargué contra la puerta, abriéndola por completo. Ahí estábamos los dos con los genitales excitados y los pantalones a los tobillos. Nos quedamos callados, silencio sepulcral con las miradas bajas.

” Perdón…” Dije yo.

Ella no contestó, pero se notaba la vergüenza en su cara sonrojada. Me subí los pantalones como pude y cerré la puerta para volver corriendo a mi habitación. No sabía que hacer, la verga me palpitaba con excitación y necesitaba acabar… ¿Y si… Era sabernos hermanos lo que nos inspiraba temor? ¿Qué si solo éramos extraños haciendo algo por el otro?

Motivado por la excitación decidí dar un golpe ligero a la pared de madera, no esperaba respuesta, pero hubo un golpe del otro lado.

“Oye… ¿Te gustaría intentar algo?” Dije mientras pensaba en aquella vagina peludita y rosada.

“¿Qué?” Contestó ella, por su voz sabía que seguía inspirada por el placer.

Sin avisar decidí tomar lo más cercano a un cuchillo que tenía a la mano, una regla de metal; con ella decidí hacer un golpe en la pared de madera a la altura de mi verga, justo guiándome por la mancha de precum qué acababa de dejar en ella. Mi hermana soltó un ligero grito, pero luego empezó a reír de forma coqueta. Yo no podía aguantar más y empece a serruchar la pared hasta hacer un hoyo lo bastante grande como para poner mi verga con todo y bolas.

No quiero presumir, pero mi herramienta no estaba nada mal, una verga peluda y venuda sin circuncidar, mis bolas estaban llenas por completo y podía sentir su peso como piedras. Tan pronto como puse mis genitales en aquel glory hole casero, escuché a mi hermana soltar un gemido de asombro.

“De haber sabido que estabas así lo hubiéramos hecho antes” Dijo como un susurro.

Fue entonces que sentí sus manos suaves y pequeñas sujetarme, luego una gota gorda de saliva qué golpeaba la cabeza de mi verga. Mi hermana empezó a masturbarme mientras escupía en mí. Primero lento, pero con un ritmo delicado comenzó a avanzar.

“¿No quieres chaparra?” Le dije.

Sin decir nada, ella puso su lengua en la punta de mi verga, sentía el calor y la humedad mientras jalaba. Ella soltó mi miembro para empezar a usar su boca, sentí el calor, la saliva, la lengua y hasta sus dientes… No estaba seguro de durar mucho, pero estaba listo para ella.

Escuché a mi hermana atragantarse con mi verga, mis bolas chocaban contra su barbilla y la saliva empezó a escurrir por mi escroto. “Dios… Que puta eres…” Dije para mí mismo, pero estoy seguro de que me escuchó, porque fue ahí que sentí su garganta abrirse para mi verga. Ella mamaba gustosa, con velocidad y profundidad. Sentía su boca caliente apretar, chupar y succionar.

Solté un gemido de placer que hizo a mi hermana retroceder, estoy seguro de que ella estaba masturbandose, pues empezó a gemir mientras jalaba mi verga con una sola mano.

“Chúpame las bolas, hermanita”

Mi hermana empezó a lamer y succionar mis bolas peludas sin dejar de masturbarme, sus manos se movían rápido, quería deslecharme y yo estaba dispuesto a darle hasta la última gota.

Guiado por la manera en que chupaba mis bolas y la paja ensalivada, no pude aguantar más, con un grito pasional solté la leche. Nunca supe cuanto fue, pero después me dijo que le deje la cara escurriendo y le ensucie el cabello.

Compartimos una ligera carcajada después del orgasmo y acordamos hablarle al día siguiente.

Aquella mañana decidí poner un póster de Spider-man para ocultar el glory hole, me llevé una sorpresa al ver que ella había hecho lo mismo con una foto de ambos. Acordamos dar un golpe a la pared en caso de necesitar la ayuda del otro y puedo decir que desde entonces nuestra relación mejoró bastante.

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