Fui a un masajista

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Tengo 65 años y soy una persona madura. Me sentía mal y me recomendaron que fuera a un masajista. Cuando llegué y vi que era un hombre, dudé un poco, pero acabé aceptando. Apagó la luz, me dijo que me quitara toda la ropa y puso música muy agradable.

Se puso, creo, aceite en las manos y me hizo poner boca arriba. Comenzó por los pies y luego fue al cuello, muy suavemente y de manera agradable. Continuó por los hombros y fue bajando por el pecho, masajeando los pectorales. De repente, comenzó a apretar las tetillas con los dedos, lo que me excitó mucho. El lo notó y me preguntó:
—¿Cómo va? Le dije «Bien, muy bien», y eso hizo que se pasara al costado y siguiera jugando con mis tetillas hasta lograr una erección que me avergonzó un poco. Él lo notó y me dijo que era normal y que le agradaba que me pasara eso, y me preguntó si me gustaba. Entonces comenzó a morder mis tetillas con los labios mientras mordía una. Apretaba la otra con los dedos, enloqueciéndome, y no paraba nunca (para mi agrado).

Se acercó más y apoyó su entrepierna en mi brazo y yo noté que estaba muy duro, y me lo frotaba mientras me chupaba las tetillas.

En seguida se bajó los pantalones y se quedó en bóxer. Entonces, se apoyó en la mano y yo ya estaba muy encendido, así que tomé su miembro con la mano y lo apretujé y masturbé. Luego se subió de nuevo y, mientras me masajeaba el cuello, se agachó y me metió la lengua en la boca, que chupé. Luego incliné la cabeza para invitarle a que me chupara el pene. Le pasé la lengua y comencé a chuparlo; era una sensación nueva para mí, pero muy agradable.

Al rato me hizo dar la vuelta y me comenzó a dar un masaje desde los pies, subiendo por las piernas hasta los glúteos. Luego fue subiendo por el cuello y los hombros, y siguió bajando por la espalda todo muy suavemente.

Empezó a masajear los glúteos muy suavemente y me preguntó cómo lo estaba llevando. Le dije que muy bien y siguió. Se agachó y comenzó a morder los glúteos con los labios y a penetrarme con la lengua.

De repente, me dio unos chirlos que me excitaron mucho y, después de penetrarme con la lengua, se subió y, sin quitarse el bóxer, se puso encima de mí y comenzó a pasar su pene por mi trasero y a besar mi espalda.

Yo, loco de placer, comencé a mover la cola y él me excitaba más. Hasta que, en una de esas pasadas, comenzó a penetrarme muy suavemente y yo, loco de placer, me penetraba más y más, logrando que yo acabara. Pero paraba más y más la cola y me abrazaba, me mordía el cuello y los hombros con los labios y me hablaba al oído:
—Mmmm, te gusta? —¡Sííííí! —le decía. Me mordía la oreja y me decía: «Qué putita más linda, ¿eres mi putita?». —Sííí Me dio la vuelta, me comió la boca y nos fuimos a bañar. Le dije que volvería.

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